Los
negocios del general Halutz y su guerra en Líbano
Por
Alfredo Jalife–Rahme
La Jornada, 23/08/06
Ahora entendemos los
motivos subyacentes del conflicto de EEUU e Israel en Líbano:
experimentar la futura guerra contra Irán y concretar jugosas
ganancias sobre los cadáveres de poblaciones consideradas teológica
y racialmente "desechables"
La mejor prueba de
que Estados Unidos (EEUU) e Israel tenían preparada su guerra en Líbano
(ver Bajo la Lupa, 16–08–06), la aportaron las transacciones bursátiles
del general Dan Halutz, jefe de estado mayor, quien ordenó la venta
de su portafolio de inversiones tres horas después del secuestro de
dos soldados hebreos por Hezbollah (Maariv, 12–08–06). ¡Qué
omnisciencia!
Desde una perspectiva
humanista occidental, lejos de las transacciones de los Shylocks
modernos, ya nos había perturbado (como al resto de los europeos, más
civilizados que los primitivos estadounidenses) la "desproporción"
de la "doctrina Halutz" en Líbano (el máximo de represalia
ante la mínima provocación).
Ahora entendemos los
motivos subyacentes del conflicto de EEUU e Israel en Líbano:
experimentar la futura guerra contra Irán y concretar jugosas
ganancias sobre los cadáveres de poblaciones consideradas teológica
y racialmente "desechables".
También asimilamos
mejor las razones por las cuales el general Halutz fue internado dos
veces en un hospital durante su fracasado intento de erradicar a la
guerrilla chiíta del Hezbollah.
El "escándalo
Halutz" sacudió a la estupefacta opinión pública de Israel,
que contempla en forma perpleja la decadencia de su otrora legendario
e invencible ejército.
De Defensa
(17–08–06), centro de pensamiento estratégico europeo, aduce que
la americanización del ejército israelí le ha ocasionado serios
problemas, entre los que destaca su excesiva tecnificación aérea en
detrimento del ejército terrestre. El general Halutz, anterior jefe
de la fuerza aérea, exhibe dos pecados capitales: su
"arrogancia" y "su sobrestimación del poderío de la
aviación".
Muy lúcido, el
general Uri Saguy, ex director del espionaje militar israelí quien
había externado con antelación su escepticismo frente a la operación
contra Hezbollah, invoca en forma sensata la necesidad de un acuerdo
político regional: "quienes tienen una visión binaria (sic) y
dividen el mundo entre buenos y malos, solamente saben sembrar la
guerra y la desestabilización en la región. En el Medio Oriente las
guerras se realizan en tierra", no en los cielos (Le Monde,
17–08–06), en franca alusión a las doctrinas maniqueas y a los
espejismos militares de los "cristianos sionistas".
Antes del Armagedón,
que proclaman ocurrirá en forma inevitable, los neoconservadores
straussianos–jabotinskianos y sus aliados televangelistas bautistas
sureños y texanos (cuya mezcla teratológica se conoce como
"cristianos sionistas") realizan espléndidos negocios bursátiles.
A esta pléyade de apocalípticos confesos le fascinan los bienes
materiales terrenales que lubrican mediante sus prédicas espirituales
maniqueas en las que se han autonombrado nuevos profetas del
"bien" frente al "mal" generalizado: alucinación
que aplican óptimamente en las regiones pletóricas de petróleo,
gas, agua y uranio.
Los escándalos
sexuales y pecuniarios de los televangelistas bautistas sureños y
texanos han hecho correr mucha tinta (y mucha risa), al unísono de
las transacciones escatológicas (en el doble sentido de la palabra)
de sus hoy aliados, los neoconservadores israelíes–estadounidenses:
desde las suculentas comisiones por venta de armas (v. gr. Richard
Norman Perle) hasta las operaciones putrefactas de trueque de armas
por cocaína que develó el Irán–contras (v. gr. Elliot Abrams).
Las guerras hacen
ricos a unos cuantos y empobrece a la mayoría de la humanidad y, quizá,
nada defina mejor la filosofía terrenal y reptil de los
neoconservadores straussianos–jabotinskianos que su "Irán–contras".
El "escándalo
Halutz" no es la excepción ni la decepción de los gobernantes
israelíes, quienes adoptaron el neoliberalismo global. En la
coyuntura desgarradora sobre el destino de Israel, se ventilan otros
escándalos del primer ministro Ehud Olmert y su esposa sobre
adquisiciones inmobiliarias (The Daily Telegraph, 18–08–06), además
del acoso sexual del ministro de Justicia (¡super–sic!) Haim Ramon,
quien será juzgado por "indecencia" (Haaretz 19–08–06).
Tampoco se salvan sus
"generales" del escarnio. El general Ariel Scheinermann
(alias "Sharon"), hoy en estado de coma, y su hijo Gilad
fueron sobornados para la compra de una isla griega por el
hipercorrupto empresario de extrema derecha David Appel (Haaretz,
21–01–04), quien también lubricó las valijas del premier Olmert.
Omri, otro hijo del general "Sharon", es un criminal
convicto.
El general Ehud
Barak, anterior primer ministro, prefirió renunciar a su escaño
camaral para convertirse en próspero "consejero" de hedge
funds (fondos de cobertura de riesgos), en asociación con billonarios
israelíes, los Steinhardt y los Bronfman.
Los explosivos
portales Wayne Madsen Report (14–01–06 y 2–02–06) y Tom
Flocco.com (5–05–06) –incluso The China Daily (11 y
13–07–06)–, abundan sobre los vínculos del cabildero mafioso
Jack Abramoff con el defenestrado ex líder de la bancada camaral del
Partido Republicano, el texano y "cristiano sionista" Tom De
Lay, así como con el ex primer ministro jabotinskiano Bibi Netanyahu,
líder del partido Likud. Sobre las hazañas delictivas de Abramoff,
vinculado a una secta apocalíptica israelí, se puede escribir una
enciclopedia del crimen organizado.
La hipercorrupción
neoliberal ha desfondado las estructuras bursatilizadas de los ejércitos
israelíes–anglosajones (aburguesados en su cúpula y pauperizados
en su base) que no pueden lidiar con la "guerra asimétrica"
(la "Guerra de la Cuarta Generación" de William Lind) de
guerrilleros con mística espiritual dispuestos a ofrendar sus vidas
para salvar su patria y que prefieren la muerte frente a la peor
perspectiva de vivir bajo el oprobio esclavizante.
No es asunto de
tecnología, como pretenden tergiversar los teóricos de la
"Revolución en Asuntos Militares" (v.gr. la "guerra
Nintendo" desde los cielos, y robots teledirigidos con un mínimo
de infantería) que experimenta en forma poco exitosa en Irak y
Afganistán el Pentágono, que dirige Donald Rumsfeld, sino de una
profunda confrontación filosófica de los soldados neoliberales
ultramaterialistas, quienes no desean morir para poder lucrar con sus
acciones bursátiles, frente a guerrilleros rupestres con misticismo
espiritual, quienes no tienen nada más que perder después de haber
sido despojados de sus bienes soberanos y materiales.
Tampoco hay que
asombrarse de tanta putrefacción bursátil, consustancial al
capitalismo salvaje de la banca israelí–anglosajona –descrito
desde 1714 por Bernard de Mandeville en La fábula de las abejas:
vicios privados, virtudes públicas, 62 años antes que La riqueza de
la naciones, del esotérico Adam Smith y su "mano invisible"
ya muy vista desde el Génesis–, de no ser la perturbación y
perplejidad que provocan sus predicadores neoliberales desde su
patente inmoralidad, cuya quintaesencia la condensan los
"cristianos sionistas", quienes pretenden moralizar el mundo
entero para "cambiar los regímenes políticos": con el fin
maligno de capturar las riquezas y los recursos naturales ajenos.
|