La
resolución de la ONU sobre Líbano, última oportunidad para los regímenes
árabes prooccidentales
Por
Alberto Cruz
CSCAweb,
16/08/06
"Israel
y sus aliados, entre los que incluyo por omisión a los regímenes árabes,
tienen por qué preocuparse. De forma especial estos últimos, que han
mostrado palmariamente su impotencia militar y su bancarrota política.
De ahí que la única salida decorosa que les haya quedado a ambos es
esta resolución del Consejo de Seguridad".
El
consejo de Seguridad de la ONU ya tiene su resolución sobre Líbano.
Un mes después y, como era previsible, a la medida de Israel. Este país,
su principal aliado EEUU– y la siempre sumisa Europa (con el
acompañamiento de Rusia y China) pretenden conseguir con ella lo que
no han sido capaces de lograr en el campo de batalla. Israel ha
perdido el mito de la invencibilidad de su Ejército, ha mostrado su
vulnerabilidad el sábado mismo Hizbulá acabó con la vida de 24 de
sus soldados y derribó un helicóptero (1)– y sólo puede ofrecer
un cierto éxito diplomático gracias a sus aliados. Israel está
acostumbrado a imponer su paz, que equivale a rendición, pero ahora
se ha encontrado con un adversario formidable que le va a obligar, y a
sus aliados, a ceder.
En
un repaso apresurado al texto pareciera que se asumen todas y cada una
de las tesis israelíes sin que, aparentemente, este país ofrezca
nada a cambio. No se condena a Israel por la agresión, no se le piden
responsabilidades por la destrucción de objetivos civiles y la sistemática
violación del derecho internacional y se le trata con la cortesía de
los timoratos aceptando que se retire de lo poco que ha podido ocupar
del sur de Líbano cuando lleguen los soldados libaneses y que se
pueda "defender" frente a hipotéticas agresiones de los
combatientes de la resistencia libanesa. Sin embargo, en esta ocasión
hay que leer entre líneas porque la partida tenía otras cartas y
aunque los precedentes son claros a la hora de juzgar a un Estado que
tiene un impresionante currículum de desprecio hacia el derecho
internacional y la ONU casi desde su fundación, ahora llega el
momento de retratarse para Israel, EEUU, Kofi Annan y los países árabes
que no han querido molestar a su patrón estadounidense. Hizbulá les
ha puesto en ridículo y la calle árabe no lo olvida. Vayamos por
partes.
La
Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU (2) no menciona en
ningún momento la palabra guerra y sólo habla de
"conflicto" entre Hizbulá e Israel. Tras la invasión de
Iraq la ONU ha venido languideciendo hasta quedar en lo que es hoy,
una vulgar marioneta en manos de los EEUU. Hay que recordar que si se
ha tardado tanto en aprobar esta resolución ha sido porque EEUU hizo
uso del veto en otra, presentada por Qatar, para dar tiempo a que
Israel derrotase a Hizbulá. Si antes de marzo de 2003, y al calor de
la Doctrina de Seguridad Nacional establecida por Bush, para los EEUU
la ONU era irrelevante, tras el fiasco de la ocupación de Iraq han
triunfado aquellos que, como Michel Ignatief o Robert Kagan, venían
preconizando que había que hacer de este foro multinacional un
"suministrador de legitimación política" siempre y cuando,
claro está, que se reflejen en sus resoluciones los intereses
nacionales estadounidenses. Y a ello se han dedicado,
concienzudamente, desde entonces. Especialmente con Líbano,
convertido en el nuevo tablero de la política geoestratégica
imperialista.
En
el caso de este pequeño país árabe, desde el año 2004 son ya cinco
las resoluciones aprobadas y siempre con el mismo objetivo: la
retirada siria para debilitar al régimen–, el desarme de Hizbulá
y de los refugiados palestinos. Esto es prioritario tanto para EEUU
(en su modificado diseño de reordenación geoestratégica de Oriente
Medio) como para Israel. En ninguna de las cuatro resoluciones
anteriores –R1559 (2004), R1655 (2005), R1680 (2006) y R1697
(2006)– se mencionan las causas históricas de una situación que
surge desde el mismo momento de la creación del Estado de Israel, en
1948. En la aprobada el pasado sábado sí se hace una ligera mención
a ello cuando se habla del armisticio firmado entre los dos países el
23 de marzo de 1949 y que hacía referencia a las fronteras. Y aquí
está uno de los nudos gordianos de la cuestión: la ocupación, por
parte de Israel, de las granjas de la Shebaa.
Con
la aprobación de la R1701 quedará para la historia que Hizbulá fue
el desencadenante de todo este desastre mientras que Israel se
mantendrá inmaculado pese a la estela de muerte y destrucción que
está dejando y sin que nadie le reclame no ya responsabilidades por
esos crímenes de guerra aunque claro, si no hay guerra no podrá
haber ese tipo de crímenes–, sino indemnizaciones por la destrucción
de toda la infraestructura civil de un país, esté o no con Hizbulá.
Sin embargo, quienes señalan con el dedo acusador a Hizbulá deberían
no olvidar un proverbio inglés muy conocido: "cuando apuntas con
un dedo, recuerda que los otros tres te apuntan a ti".
La
Shebaa y los presos, tradicionales reivindicaciones de Hizbulá
En
la introducción o exposición de motivos, párrafo PP2, se dice que
el movimiento político–militar "atacó" a Israel el 12 de
julio, cuando en una operación militar se capturó a dos soldados y
se abatió a otros ocho. Pero resulta que esa acción militar no se
produjo en las fronteras reconocidas del Estado de Israel, sino en el
territorio ocupado de las granjas de la Shebaa. Una franja de terreno
que la ONU dice que pertenece a Siria, Siria que pertenece a Líbano y
los libaneses que es propio. Pero, sea como sea, no es israelí y está
ocupada por este país. Hizbulá siempre lo ha reclamado como parte de
Líbano y siempre ha dicho, y así ha sido asumido por el resto de
partidos libaneses, que mientras ese territorio siguiese ocupado por
Israel el movimiento político–militar no se desarmaría.
Luego
si es un territorio ocupado la acción de Hizbulá es lícita, se mire
como se mire y según el Derecho Internacional. El artículo 48 del
Protocolo I de la IV Convención de Ginebra establece, de forma
textual, lo siguiente: "los pueblos sometidos a dominación
colonial están legitimados para utilizar todo tipo de medios, incluso
el uso de la fuerza armada, con el fin de ejercer su derecho a la
libre autodeterminación frente a la potencia metropolitana que se
oponga al mismo y no se emplee contra objetivos civiles". ¿Están
las granjas de la Shebaa sometidos a ocupación colonial? Es evidente
que sí. En ellas hay colonos y una importante producción de cebada y
fruta, además de estar y de ahí la razón por la que Israel las
ocupa– en un enclave estratégico por una cuestión de suma
importancia en esa zona de Oriente Medio: el agua. ¿Realizó Hizbulá
una acción militar contra civiles? Está claro que no. Fue un ataque
militar, con víctimas militares y con prisioneros militares que
estaban en un territorio ocupado. Y si esto no es así ¿por qué la
R1701 "toma debida nota de las ofertas hechas [por el primer
ministro libanés, Fouad Siniora] en su plan de siete puntos (3) con
respecto al área de las granjas de la Shebaa?" (punto PP7) y más
adelante, en su apartado de resoluciones establece que hay que
delimitar las fronteras internacionales de Líbano "especialmente
en esas áreas donde está disputada o es incierta la frontera,
incluyendo el área de las granjas de la Shebaa"? (punto OP10).
En este mismo párrafo se establece un plazo de 30 días para que Kofi
Annan presente ante el Consejo de Seguridad de la ONU una serie de
propuestas sobre el tema.
Esperar
algo del secretario general más sumiso a los intereses imperialistas
en toda la historia de la ONU es poco más que una quimera, pero démosle
un margen de confianza. Entonces se tendrá una real visión de a quién
ha favorecido esta Resolución 1701 puesto que este punto ha sido
siempre uno de los principales caballos de batalla de Hizbulá. Se
puede adelantar ya algo: Israel no va a salir de este territorio tan fácilmente,
aunque quedase bajo control de la ONU y se considerase sólo un
conflicto a resolver entre Siria y Líbano. Si así lo hiciera, quedaría
sin uno de sus principales argumentos para mantener la ocupación de
Cisjordania y Jerusalén Este, así como de los altos del Golán
sirios. El conflicto, por lo tanto, seguirá ahí porque, como dice un
refrán castellano, "cuanto más viejo es el pedernal y más seca
es la hierba seca, más fácil arde". Annan tendrá que hacer
encaje de bolillos para que no vuelva a estallar la guerra dentro de
un tiempo por esta causa. Y, si no se resuelve, estallará de nuevo.
Sin duda.
La
R1701 dice que hay que tratar, de forma urgente, "las causas que
han dado lugar a la crisis actual" (PP3), y menciona en ese mismo
párrafo "la liberación incondicional de los soldados israelíes
secuestrados" mientras que, en el párrafo siguiente, sólo
"anima los esfuerzos" para que se resuelva el tema de los
presos libaneses en las cárceles israelíes. Cabe mencionar que uno
de ellos lleva la friolera de 27 años encarcelado, pero para él, y
sus compañeros, no se reclama la puesta en libertad
"incondicional". Cuando estos presos no fueron incluidos en
el canje de prisioneros del año 2004, Hizbulá hizo votos para
realizar una acción que les devolviese a casa y lo ha cumplido. Este
era otro de los puntos del plan de Siniora, acordado con Hizbulá (4).
Si no hay liberación de los presos libaneses, y palestinos, volverá
a haber guerra.
La
amenazada supervivencia de los regímenes árabes
Y
eso lo saben, sobre todo, los gobiernos árabes aliados con EEUU. Su
posición es ahora tremendamente débil. Difícilmente los libaneses
olvidarán que durante las cuatro semanas de agresión israelí los árabes
no ofrecieron ninguna muestra de apoyo y, mucho menos, de represalias
o gestos valientes como el de Venezuela retirando a su encargado de
negocios (no tiene embajada) de Israel. Todo lo contrario, los líderes
árabes de Egipto, Jordania y Arabia Saudí, principalmente, se
alinearon implícita y explícitamente con Washington (5) y sólo la cólera
popular y las demostraciones masivas de apoyo a la resistencia
libanesa hizo que cambiasen su discurso condenando a Israel pero, eso
sí, sin ofrecer ninguna clase de apoyo a Hizbulá.
El
único gesto que tuvieron con Líbano fue forzado por las
circunstancias, por la resistencia y arrojo de Hizbulá, y el
creciente clamor en sus calles a favor de este movimiento político–militar.
Y ese gesto no fue más allá de arropar el plan de siete puntos de
Siniora que, hay que recordar, fue acordado con Hizbulá. Según la
prensa árabe, estos gobiernos se vieron forzados a actuar así porque
"para sorpresa de muchos, Israel ha fallado a la hora de eliminar
la capacidad de combate de Hizbulá" (6).
En
la prensa occidental se especula con el radicalismo entre suníes y
shiíes, el sectarismo religioso y demás en el mundo árabe. Algo
hay, pero es muy pequeño, como lo ponen de manifiesto las
manifestaciones de apoyo a la resistencia libanesa. Se pueden publicar
fatwas contra Hizbulá, como la de uno de los principales líderes
religiosos del wahabismo saudí, Abdul Mohsen Al Obeikan, pero se
publican porque Hizbulá ha puesto a estos regímenes árabes frente
al espejo y ha demostrado que el Ejército de Israel no es invencible
y que se puede hacer frente a los planes de EEUU en la zona. El
discurso del enfrentamiento religioso es válido para mantener la
estrategia estadounidense en ese reordenamiento estratégico de
Oriente Medio en el que sólo la guerra civil es ya la excusa para una
intervención o permanencia militar. El sectarismo religioso le ha
permitido a EEUU mantenerse en Iraq y ahora quiere extrapolar esta fórmula
al resto del mundo árabe (7) e Israel ha jugado en la agresión
contra Líbano esta carta sectaria al bombardear sólo las zonas shiíes.
Si
los aspectos reflejados en la R1701 y recogidos anteriormente no se
cumplen (granjas de Shebaa y presos, principalmente) estos regímenes
tendrán que gastar mucho en represión. Han demostrado que son muy
dependientes de EEUU y, lo que es peor, que esa dependencia es la única
fuente de su existencia. Algo tienen que ofrecer a sus pueblos o sus días
están contados.
Israel,
EEUU y Francia pueden sentirse, no obstante, satisfechos. Han logrado
que el Ejército libanés se despliegue por el Sur del país ya lo
había ofrecido el gobierno libanés (8)– pero, conscientes que no
sería posible el desarme de Hizbulá que no pide la R1701– y que
lo más probable, tal y como esta misma organización ya ha dicho, es
que se integre su estructura militar en el citado Ejército, se
garantiza un tampón de 15.000 soldados de la ONU (FINUL) ahora son
2.000 los que hay en Líbano– con un fuerte contingente de
franceses, antigua metrópoli.
La
R1701 es ambigua, tanto que no se puede hablar ni mucho menos de paz.
Dice que la fuerza de la ONU se desplegará sólo cuando haya "un
cese completo de las hostilidades" y que sólo entonces Israel
retirará sus soldados. Pero Hizbulá, con buena lógica, se reserva
el derecho de atacar a los ocupantes. Y eso nos lleva de nuevo al
principio de la resolución (párrafo OP1) que pide "el cese
inmediato por Hizbulá de todos los ataques" mientras únicamente
pide a Israel el cese inmediato de todas las "operaciones
militares ofensivas". Con ello ¿Israel se puede mantener
ocupando el Líbano?
Y,
por último, recoge la importancia de alcanzar "una paz duradera
en el Oriente Medio basada en todas las resoluciones relevantes,
incluyendo las 242 (1967) y 338 (1973)", según el párrafo OP18.
No se sabe si entre esas "resoluciones relevantes" se
incluye la 194 (1948), el derecho al retorno de los refugiados
palestinos, aunque es de suponer que no estará entre ellas. Como
tampoco lo estará la 487 (1981), que obliga a Israel a poner sus
instalaciones nucleares bajo el control del Organismo Internacional de
la Energía Atómica. Los países del Consejo de Seguridad han
incluido este párrafo en la resolución sin sonrojarse, poniendo así
de manifiesto la obviedad: es Israel quien al no retirarse de los
territorios que ocupa, y van ya para 40 años, fomenta la
inestabilidad de la región. Pero Israel es el mejor aliado de la
globalización capitalista en la zona y de ahí que el apoyo político
y material que tanto EEUU como la UE le brindan sirva para reforzar
esta estrategia de control global, un control que han desafiado los
palestinos, por una parte, y Hizbulá, por otro.
Israel
y sus aliados han fracasado en su intento de destruir a Hamás y a
Hizbulá. Al primero lo eligió el pueblo palestino y de inmediato se
le acosó política, militar y económicamente. Al segundo le apoyó
el pueblo libanés y le llevó al parlamento y al gobierno, con dos
carteras. Israel y sus aliados, entre los que incluyo por omisión a
los regímenes árabes, tienen por qué preocuparse. De forma especial
estos últimos, que han mostrado palmariamente su impotencia militar y
su bancarrota política. De ahí que la única salida decorosa que les
haya quedado a ambos es esta resolución del Consejo de Seguridad. Por
el momento, favorece a los intereses israelíes. Pero su no desarrollo
en los aspectos reseñados será siempre la espada de Damocles que
penderá sobre sus cabezas. Y lo saben.
Notas:
(1)
Haaretz, 13 de agosto de 2006.
(2)
The Daily Star, 12 de agosto de 2006.
(3)
El primer ministro libanés presentó este plan el la fracasada reunión
de Roma, celebrada el 26 de julio. Había recibido el apoyo de Hizbulá
para ello. El punto 3 de ese plan dice que" tanto las granjas de
la Shebaa como las colinas de Kfarshouba deben quedar bajo jurisdicción
de la ONU hasta que se delimiten las fronteras y la soberanía
libanesa sea completa sobre ellas". Mientras estén bajo control
de la ONU se debe permitir el acceso a ellas de los libaneses".
The Daily Star, 25 de julio de 2006.
(4)
Punto 1: "Liberación de los presos y detenidos libaneses e
israelíes a través del Comité Internacional de la Cruz Roja".
(5)
Alberto Cruz, "La victoria de Hizbulá",
(6)
Al Ahram, "Resounding failure", 10–16 de agosto de 2006.
(7)
UPI, "Lebanon's Sectarian Aftershocks", 8 de agosto de 2006.
(8)
Punto 4 del plan de Siniora: "el gobierno libanés amplía su
autoridad sobre su territorio a través de sus propias fuerzas armadas
legítimas, no habrá armas o autoridad con excepción del Estado
libanés según lo estipulado en el documento de reconciliación
nacional de Taif". El resto de puntos hacen referencia a la
retirada de los israelíes hasta la línea azul y el retorno de los
refugiados a sus aldeas y casas (punto 2), el incremento del número
de fuerzas de la ONU en el Sur para facilitar la asistencia a la
población (punto 5), la ejecución del armisticio de 1949 y las
posibles enmiendas al mismo (punto 6) y la ayuda internacional para la
reconstrucción del país (punto 7).
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