Las
ballestas y la “caballería cara” del Imperio
Por
Edgar Schmid bambupress.wordpress.com,
25/08/06
Siendo la infantería
un “arma barata” y la caballería un “arma cara”, la derrota
de una u otra pueden tener consecuencias no sólo militares sino también
políticas, sociales y económicas, y muchas veces a muy largo plazo.
Hacia el siglo I A de
C, China estaba dividida en siete grandes reinos. El arma principal de
los reyes eran los carros de guerra, arma muy cara pero imparable.
Pero en ese momento se inventa la ballesta, arma barata para infantería
–y muy efectiva cuando de disponía de infantería numerosa– y el
rey Sin comienza a derrotar a sus rivales y termina unificando China
con un ejército de ballesteros.
La Legión romana era
un arma cara, tanto en equipo individual del soldado como en
mantenimiento de un ejército profesional. Pero servía para imponerse
a los bárbaros que eran infanterías aún más baratas. Pero el 9 de
agosto del 378, en Adrianópolis, se enfrentaron a un ejército de
godos que venían desde Ucrania y con una caballería mejor que la
romana. En la batalla muere el emperador Valente y se abre el camino
para que más tarde Alarico tome Roma.
A partir de ahí, la
Edad Oscura y Media es el predominio de la clase feudal basada
militarmente en el castillo y una caballería cada vez más cara,
predominio que duraría casi un milenio.
Pero desde China
llega primero la ballesta, que mata a Ricardo Corazón de León, rey
guerrero por excelencia. Los rebeldes suizos –con pinos altos–
inventan la pica de cinco metros para una formación cerrada de
infantería que rechaza a la caballería austriaca. Los ingleses
incorporan el arco largo –de madera de tejo galés– y derrotan a
la caballería francesa. Por último, también de China llega la pólvora
y los monjes fundidores de campanas se transforman en fundidores de cañones,
de éstos el arcabuz, y nuevamente la infantería tiene el arma para
derrotar a la oligarquía feudal.
En el siglo XVIII la
fabricación de fusiles se hace más barata y con ellos los ejércitos
masivos de ciudadanos-milicianos que derrotan a los mercenarios de las
monarquías absolutas, en las Trece Colonias, en la Revolución
Francesa, las guerras de liberación y de unificación nacional. Las
guerras libertarias siguen hasta las primeras décadas del siglo XX en
México, Rusia y China.
Las trincheras del
Frente Occidental y el motor, van a producir una nueva caballería
–el tanque– junto con un arma coetánea y también producto del
motor: el avión. El blitzkrieg que pone a los Panzer a retaguardia de
la Línea Maginot es una maniobra similar a la caballería visigoda a
retaguardia de la Legión de Valente. De nuevo la “caballería
cara” vuelve a ser el arma de un proyecto oligárquico y sólo al
alcance de las grandes y ricas potencias.
Israel ganó su
primera guerra con un ejército de 70 mil colonos armados –infantería
masiva para lo que era Israel en 1948– que enfrentaron a 20 mil
profesionales árabes con blindados anticuados.
Pero la infantería
masiva es esencialmente defensiva. Para un proyecto de expansión se
necesita una “caballería cara”. Para 1956, Israel ya la tenía y
pudo llegar al Canal de Suez junto a los paracaidistas franceses e
ingleses. En 1966 había perfeccionado aun más su “caballería
cara” y en seis días pudo derrotar a tres ejércitos coaligados.
Egipto no podía
emprender una carrera armamentista hacia la “caballería cara” y
Anwar el Sadat –como el rey Sin dos mil años antes– debió optar
hacia la “infantería barata y masiva” y con una nueva “ballesta
china”: los misiles de infantería antiblindados y antiaéreos de
fabricación rusa.
La batalla por la
orilla oriental del canal tuvo un costo enorme para Israel. Con una
población cien veces menor que Estados Unidos, perder mil 500 hombre
en un par de semanas es como si Estados Unidos perdiera 150 mil
efectivos en Vietnam para la misma fecha.
La onda expansiva de
la “caballería” israelí encontró un freno al sur; ahora se debía
dirigir en otra dirección y fue al Líbano en 1982. No hubo mayor
oposición porque Líbano no era una nación –al menos como se la
considera en Occidente– sino un conjunto de grupos religiosos que
pronto estaban luchando entre sí. Como decía Perón: “Hay que
dejarlos que avancen para que ellos mismos produzcan los
anticuerpos”.
Así como el
blitzkrieg produjo al mariscal Tito y su guerrilla en Yugoslavia, la
invasión de Líbano produjo a Nasrallah y el Hezbollah en el sur del
Líbano. También esta vez, con “infantería barata” –aunque de
mucha calidad y capacidad combativa– y lo principal: una estrategia
inteligente.
Y los generales
israelíes ahora culpan a una nueva “ballesta china”: la bazuka
rusa RPG–29, dos cargas huecas en tandem que logró superar el
blindaje reactivo del Merkava (otra característica del tanque
estadounidense Abrams).
En 1939, Hitler tenía
la fuerza para lograr su objetivo, pero se equivocó de estrategia. En
1946, Mao no tenía la fuerza pero acertó en la estrategia.
Israel se equivocó
de estrategia, ha perdido la superioridad tecnológica y debe por el
momento mantenerse en la defensiva estratégica.
Israel tiene una
densidad demográfica de 350 habitantes por kilómetro cuadrado; es
como si Argentina tuviera mil millones. Debe salir a buscar agua, pero
los chiítas le han cortado el paso al río Litani, el que riega al único
país sin desiertos de la región. ¿Hacia adonde irá ahora? ¿Hacia
la sunnita Jordania? No tiene agua más allá del Jordán. El “qué
hará” Israel es materia de análisis senior.
El otro tema es la
otra “caballería cara” de la región –y la primera del
mundo–: el ejército de Estados Unidos.
Los elementos de un
Estado son: territorio, población, ley propia y Fuerzas Armadas. El
cuadrilátero de 600 kilómetros cuadrados, la frontera de Israel y el
río Litani demostró ser un Estado chiita de facto, gobernado y
dirigido por el Hezbollah y fuertemente apoyado por Irán, otro Estado
chiíta contra quien se dirigen las miradas de los neo–cons del Pentágono
y el lobby sionista de Estados Unidos.
Pero si el Tsahal (Ejército
Israelí) no pudo contra la milicia Hezbollah, ahora es harto difícil
que el ejército de Estados Unidos pueda vencer las Guardias Islámicas
de Teherán. Y armadas con el misil chino Silkworm –que impactaron
en tres corbetas israelíes desde la plaza libanesa– nadie sabe que
pasaría si empiezan a impactar en los super–petroleros que salen
del estrecho de Ormuz, ¿A cuanto subiría el barril de petróleo? ¿A
150 dólares? ¿A 200? ¿Podrá el mundo de hoy aguantar una suba quizás
mayor a la del embargo petrolero de 1973?
La cantidad de
opciones e hipótesis que se abren es muy grande. Lo que sí es cierto
es que la marcha del mundo no será la misma desde que las
“ballestas chinas” (o rusas en este caso) han vuelto obsoleta –y
de un día para otro– a la “caballería cara” del imperio.
.–
Coautor, junto con el vicecomodoro (R) Horacio Ricciardelli, de Los
Protocolos de la Corona Británica, editorial Struhart, Buenos
Aires, julio de 2004.
.-
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