Medio Oriente

 

¿Derrota o suicidio?

Por Ivan Vanney
Desde Israel para Socialismo o Barbarie, 31/08/06

A la hora de explicar la innegable derrota que Israel sufrió en su fallida acción militar contra Hezbollah y la población civil libanesa, la mayoría únicamente analiza los factores militares y desconoce que las condiciones bajo las cuales combatieron los chicos que Israel envío al frente son también el resultado directo de factores políticos, sociales y económicos previos.

En principio, desde el segundo día de la tregua, más tarde violada por Israel, los reservistas denunciaron la falta de provisiones, como alimentos, mientras que canales de televisión israelíes aseguraron que los soldados se vieron obligados a saquear para poder comer, y que incluso algunos civiles libaneses los alimentaron (TV canal 10 israelí).

Muchos de estos reservistas fueron enviados al frente ilegalmente, con el consentimiento de la población, pues no cumplían con una de las exigencias básicas para presentarse: el entrenamiento.

En los años previos a la guerra, los reservistas no fueron llamados a cumplir con el mes de entrenamiento anual al que todo ciudadano que haya completado el servicio militar debe acudir. No estaban entrenados y muchos de ellos hacia años que no tocaban un arma.

En segundo lugar, debemos retroceder a dos gestiones de gobierno para encontrar a uno de los responsables de esta derrota: Netanyau.

El ex primer ministro, ex ministro de Economía y actual líder del partido Likud castigó al sector proletario de Israel, disminuyendo la calidad de vida de la clase media, y dejando a más de un millón y medio de israelíes bajo la línea de pobreza, mientras enriquecía más aun a las clases altas. Devoto de la “economía de mercado” y enemigo declarado de los pobres, le costó un trágico resultado en las ultimas elecciones.

Este hombre, afortunadamente para la paz y tristemente para los sionistas, también recorto gran parte del presupuesto del ejercito, como las inversiones destinadas a la actualización de tanques y mejoras de vehículos terrestres en general.

Durante su mandato también se pensó en desarrollar misiles contra los misiles denominados "katiushas" (los usados por Hezbollah). Sin embargo un "vidente" asesor de inversiones decidió que no era conveniente financiar el proyecto. Después de las reiteradas acusaciones de la propaganda sionista sobre la despreocupada postura de Hezbollah frente a la muerte de civiles libaneses, los civiles israelíes podemos preguntar: ¿era acaso más “conveniente” indemnizar a las familias que perdieron miembros en la guerra?

El ejercito de Israel gozaba de una gran fama. El primer ministro Olmert, antes de las elecciones, decía: "creo que nuestro ejercito es demasiado fuerte e Israel puede darse el lujo de acortar el tiempo de servicio militar". Pero si bien Israel "es un ejercito con país, y no un país con ejercito" (como dijo Barakah, diputado del Partido Comunista Israelí), el ejercito fue a la guerra sin la gran ventaja tecnológica que todos imaginamos. Una milicia pobremente armada como Hezbollah, destrozó fácilmente sus tanques y se llevó la victoria, tanto política como militarmente. Pero aquí entra a jugar otro factor fundamental.

El factor Palestina

Otro de los factores muy importantes es Palestina. En esta guerra no todo el crédito es de Hezbollah. Una población civil, sin derecho a la autodeterminación ni a la vida, que hace frente a un poderoso ejercito desde hace ya más de cincuenta años, no debe ser tan fácilmente subestimada. Su permanente lucha y sufrimiento fueron claves en el desenlace de la batalla entre Hezbollah e Israel.

El ejercito israelí, que alguna vez gozo de tanta fama, ha sido desvirtuado completamente por el conflicto palestino-israelí, convirtiéndose en un ejercito, no sólo de ocupación sino también en una fuerza represiva contra "grupos insurgentes" y contra una población civil que emplean tácticas de combate precarias, totalmente distintas a las de milicias como Hezbollah o por ejércitos nacionales.

Mientras que la milicia de Líbano mostró una gran motivación, el ejercito israelí ha perdido la motivación para la guerra, debido a la constante opresión que inflige al pueblo palestino.

El aviador israelí esta acostumbrado a despegar, pasear tranquilamente sobre Gaza y bombardear un edificio... el soldado israelí está preparado para golpear niños en los puesto de control con tal de divertirse... o entrar al resguardado de un tanque y disparar contra la vivienda mas pintoresca de la ciudad sin razón alguna... De esta forma, el sentimiento "patriotico" o "heroico" que el soldado sionista tuvo alguna vez, se ha disipado.

La guerra y los pobres

El secretario de Recursos Humanos del ejército israelí denunció públicamente que los soldados que combatieron en el frente pertenecían a la periferia, mientras que los habitantes más ricos de las grandes ciudades como Tel Aviv no se presentaron a prestar servicio y lograron adquirir puestos que les garantizaran su seguridad. En otras palabras, denunció que los pobres fueron enviados al frente, mientras que la población con mayor poder adquisitivo se mantuvo a salvo.

Ante las acusaciones y la indignación que provocaron en consecuencia las declaraciones del funcionario, se hicieron estadísticas que confirman la veracidad de su denuncia.

¿Qué opina la sociedad?

Como de costumbre en Israel, luego de una guerra liderada por la derecha o centro, la ultraderecha aprovecha para destacar los errores cometidos por el gobierno a fin de  derrocarlo con elecciones anticipadas, incluso a pesar de que siempre apoya a estos gobiernos y sus procedimientos, en sus iniciativas militares. Este es otra vez el caso en esta segunda guerra del Líbano, que recibió un completo sostén de los partidos de ultraderechistas, los mismos que hoy culpan a Kadima (el partido de Olmert) por sus resultados.

Los partidos ultraderechistas de Liberman y Netanyau han iniciado una fuerte campaña contra el gobierno de Ehud Olmert, acusándolo de incompetente, y también contra Amir Peretz (ministro de Defensa) y Sipi Livni (ministro de Relaciones Exteriores).

Se suman a la campaña numerosos sectores de la sociedad, entre ellos los soldados que fracasaron en Líbano, que exigen inmediatas elecciones y la liberación de los tres soldados prisioneros (incluyendo a Gilad Shalit).

Detrás de esta campaña se ocultan varios intereses, desde políticos hasta personales. Para los soldados que fueron derrotados en el frente resulta muy cómodo culpar al gobierno de turno, en lugar de investigar las verdaderas causas e incluso de juzgar el mal desempeño del ejercito, por otro lado. Pero lo decisivo es que la sociedad israelí en general ha sido humillada y reconoce la derrota. Sabe que si en las elecciones triunfa un partido ultraderechista habrá una revancha. Es por esta razón que la izquierda israelí prefiere reservarse las críticas y no colaborar con la ultraderecha que en caso de elecciones anticipadas sin duda obtendrá el triunfo.