Medio Oriente

 

Por qué la guerra va a reiniciarse tarde o temprano

Israel tiene que vencer, cueste lo que cueste

Por Gilad Atzmon [1]
peacepalestine.blogspot, 22/08/06
Rebelión, 29/08/06
Traducido por Germán Leyens [2]

“El cese al fuego en Líbano colgaba anoche de un hilo después que Israel aprobó un ataque de comandos en el este del país. Kofi Annan, Secretario General de Naciones Unidas, dijo que Israel había violado la tregua, y que «estaba profundamente preocupado».” (The Guardian)

Para los que están familiarizados con la agresión israelí, la violación por el ejército de Israel no constituyó sorpresa alguna. Durante algo como una semana, cada miembro del gabinete y oficial militar israelí prometió públicamente que era sólo cuestión de tiempo antes de que hubiera una “segunda vuelta”. Por cierto, tiene que ocurrírseles algo. Desde el fin de las hostilidades, todos los analistas políticos y los sondeos en Israel sugieren que la dirigencia política y militar de Israel fracasó por completo. Si hubiera elecciones pronto, tanto los laboristas como Kadima simplemente desaparecerían. No es ningún secreto que con cada día que pasa la popularidad de Olmert y Peretz sigue cayendo cada vez más bajo. (Jerusalem Post)

Se podría preguntar si los israelíes están cambiando de gusto, ¿dejan de aprobar la política de Olmert sólo porque prefieren realmente la paz? El influyente comentarista político Ari Shavit formuló una respuesta hace dos semanas. Mr. Olmert, dice, ha ‘fracasado vergonzosamente’ y debería renunciar.’ Shavit continúa: “No se puede llevar a toda una nación a la guerra prometiendo victoria, producir una derrota humillante y continuar en el poder.” Como he mencionado en más de una ocasión, el político israelí tiene que ver con una multitud exigente, sedienta de sangre.

La comprensión de este hecho arroja algo de luz sobre los motivos de la fracasada operación israelí en Líbano de hace sólo tres días. Los israelíes están simplemente desesperados por vencer. Pero también podría explicar por qué el gobierno israelí decidió expandir su operación militar más o menos al mismo tiempo que aceptaba la resolución de cese al fuego de la ONU. Olmert sabía que tenía que servir a sus votantes lo que interpretarían como una victoria evidente. Esto podría significar una severa forma de venganza con numerosas víctimas árabes o una importante invasión por tierra. Olmert, su gobierno de “unidad nacional” y la dirección del ejército tienen que hacer algo que oculte cuatro semanas de una desastrosa campaña militar que no presentó al público israelí ni siquiera un simple segundo de gloria.

No cabe duda de que la doctrina de la ofensiva militar del ejército israelí se basa en un axioma básico que fue definido por David Ben Gurion a comienzos de los años cincuenta: ¡Cueste lo que cueste, Israel debe vencer siempre! Este axioma es por cierto muy poderoso, pero, en realidad, el ejército israelí ya no puede convertirlo en realidad. En las últimas tres décadas el ejército israelí ha sido constantemente derrotado una y otra vez por enemigos que se hacen cada vez más pequeños.

Sin embargo, se puede decir que el ejército israelí no es muy original en su derrota. El ejército israelí falla exactamente donde el ejército de USA ha estado fracasando desde Vietnam. Increíblemente, el ejército israelí se las ha ingeniado para copiar casi cada error que USA pueda haber cometido. Adoptó religiosamente la nueva filosofía militar usamericana de una “fuerza de combate compacta, altamente avanzada”. Es innegable que esta doctrina es en sí muy efectiva para producir gigantescos daños colaterales, es decir, crímenes de guerra. Pero, a la larga, fracasa miserablemente al tratar de ganar guerras. La nueva doctrina militar usamericana podrá ganar una batalla o dos, pero no más. En los últimos años, ha sido totalmente derrotada en Afganistán, Iraq, Gaza y obviamente en Líbano.

Aunque las primeras etapas de la campaña israelí en Líbano se parecieron en mucho a los primeros días de la segunda Guerra del Golfo (grandes ataques aéreos contra la infraestructura civil y áreas pobladas), existe por lo menos una diferencia notable de importancia. Aunque USA puede resistir e incluso ignorar la crítica internacional sobre sus propios crímenes de guerra, no está dispuesto a sufrir mucha crítica internacional por las atrocidades israelíes. Aunque en las primeras etapas de la guerra USA se apresuró a suministrar a Israel convoyes aéreos cargados con su arsenal convencional más letal, se supo hacia la última semana de la guerra que el gobierno de USA cambió de opinión: repentinamente se negó a suministrar al ejército israelí un embarque de bombas de racimo porque “pondrían en peligro a la población civil”. Al parecer existe un límite en lo que los usamericanos están dispuestos a hacer por su “mejor amigo” en Oriente Próximo.

Es precisamente donde está el limbo israelí. A fin de mantener su condición de superpotencia regional victoriosa, Israel necesita el apoyo ciego de USA (política, financiera y logísticamente). Pero, el apoyo ciego de USA sólo puede ser otorgado a Israel si para comenzar el Estado judío es de verdad una superpotencia regional. Olmert y su gobierno son perfectamente conscientes de esta complejidad. Saben que si no son en primer lugar una superpotencia regional, no tienen nada que ofrecer a sus todopoderosos hermanos usamericanos. Israel es crucial para la estrategia de los usamericanos mientras pueda eliminar a todos sus enemigos en un máximo de seis días. Tal como se ven las cosas actualmente, el ejército israelí es derrotado básicamente por las dos naciones más pequeñas en el mundo árabe, Palestina y Líbano.

Es tan claro para los israelíes como para los usamericanos que, a diferencia del intrépido Hezbolá, el soldado israelí ha perdido la voluntad de combatir. El ejército israelí es un ejército consentido, confuso y cansado que se especializa exclusivamente en aterrorizar a la población civil mientras se encuentra en una retirada táctica constante.

Este ejército israelí ya no está entrenado para ganar guerras. En su lugar, sus batallones blindados están ocupados sobre todo en bombardear a diario escuelas y hospitales. Su Fuerza Aérea utiliza los mejores aviones caza usamericanos para arrasar vecindarios y disparar cohetes mortíferos contra coches en las calles de Gaza. Sus unidades de comandos se especializan en secuestrar a políticos palestinos de edad mayor democráticamente elegidos. El ejército israelí es básicamente un ejército pesado especializado en una implacable intimidación regional. A pesar de ello, no puede ganar una guerra, y como tal no tiene nada que ofrecer al imperio de USA.

Pero la derrota militar israelí tiene algunas implicaciones más. Israel sin un ejército victorioso, no tiene tampoco nada que ofrecer a la judería mundial. No puede presentarse como el máximo búnker judeo–cósmico. Es bastante chocante explorar el relativo silencio del infame escudo mediático sionista. Mientras hace sólo seis semanas los vociferantes partidarios del intervencionismo anglo–usamericano todavía presionaban por la democracia en el mundo árabe y más allá, mostraban entusiasmo por los asesinatos en nombre de los derechos humanos y porque Israel era la única democracia en Oriente Próximo, de alguna manera, desde que comenzó la guerra, desde que Israel reveló una vez más sus tendencias asesinas y Hezbolá resultó ser el nuevo Robin Hood, esas voces están enmudeciendo.

Muchos de los sionistas globales ya se están dando cuenta de que el ataque anglo–usamericano contra el mundo árabe acaba de sufrir un contratiempo importante. Algunos de ellos probablemente comprenden que es sólo cuestión de tiempo antes de que más y más europeos y usamericanos se unan a la sagrada batalla contra el Sionismo Global Usamericanizado, es decir el neoconservadurismo.

La reciente victoria de Hezbolá debe ser entendida, por lo tanto, como un acontecimiento de importancia con algunas implicaciones globales. Aunque Hezbolá se considera como una organización paramilitar preocupada sobre todo por algunos problemas locales que tienen que ver con el expansionismo israelí, ha logrado causar un serio golpe al neoconservadurismo como una práctica política así como una filosofía. Ha derrotado la visión sionizada anglo–usamericana del mundo. Haciendo frente al sionismo y al usamericanismo, son los libaneses, los palestinos, los iraquíes, los afganos y los iraníes los que están a la vanguardia de la guerra por la humanidad y el humanismo. Para lo que aún no están convencidos de que por cierto es así, mencionaré que el hecho de que sea Irán el que se apresuró a pagar 3.000 millones de dólares para reconstruir Líbano después de la destrucción causada por el “intervencionismo usamericano” no deja sitio para interpretación. Mientras USA extiende la destrucción y la muerte por todo el mundo, son Irán y Hezbolá los que ofrecen un nuevo comienzo.

Olmert sabe muy bien que si Israel no gana esta guerra, es el sionismo global el que es derrotado; sabe también que sin el respaldo del sionismo global, Israel es básicamente una entidad muerta. Olmert sabe que sin USA, no tardará mucho antes de que Israel se convierta en un evento histórico. Israel tendrá que ganar su potente estatus de poder regional cueste lo que cueste. Israel se halla claramente en el ojo mismo de la tormenta neoconservadora. Y Hezbolá amenaza algo mucho grande que sólo el Estado judío. Como los israelíes no dejan de decirnos, la lucha en Líbano recomenzará pronto y todo dirigente europeo lo sabe. Incluso ahora, todos saben quién va a ser el agresor cuando la violencia se extienda de nuevo en la región. Todos son suficientemente listos para dudar si quieren enviar sus soldados a la región. Saben que si Israel tiene que vencer, más vale permanecer fuera de su camino.


[1].– Gilad Atzmon, músico y escritor, nació en Israel y creció en un hogar judío secular. Hizo su servicio militar durante la guerra del Líbano de 1982, la cual se convirtió en el punto crucial que lo volvió escéptico del sionismo y de la política de Israel. Diez años después emigró a Londres.

[2].– Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.