A
cinco años del 11/9, el Talibán regresa
Por
Sanjay Suri
Inter
Press Service (IPS) 05/09/06
Las milicias
islamistas Talibán recuperaron el control sobre la mitad meridional
del territorio de Afganistán y su vanguardia avanza día a día,
informó en la capital británica el Consejo Senlis, una institución
académica especializada en el país asiático.
Un informe del
Consejo Senlis sobre la reconstrucción de Afganistán publicado este
martes, en vísperas del quinto aniversario de los atentados del 11 de
septiembre de 2001 contra Estados Unidos, incluye un amplio estudio de
campo en las provincias de Helmand, Kandahar, Herat y Nangarhar.
Los atentados
atribuidos a la red terrorista Al Qaeda, que dejaron 3.000 muertos en
Nueva York y Washington, dieron pie en octubre de 2001 a la invasión
a Afganistán por parte de una coalición internacional encabezada por
Estados Unidos.
Talibán controlaba
entonces, desde 1996, la mayor parte del territorio afgano, y daba
refugio al líder de Al Qaeda, Osama bin Laden.
"La línea del
frente de de Talibán divide en dos el territorio del país, y domina
todas las provincias del sur", indicó el Consejo Senlis, que
cuenta con oficinas en Kabul, Londres, París y Bruselas y que ha
realizado numerosos estudios sobre Afganistán en los últimos años.
El informe también
advierte que la región dominada por Talibán sufre "una crisis
humanitaria de hambre y pobreza", situación que atribuye a
"las fallidas políticas antidrogas y militaristas de Estados
Unidos y Gran Bretaña".
"El consecuente
aumento de la pobreza extrema creó un creciente apoyo para Talibán,
que respondió a las necesidades de la población local", según
el estudio del Consejo Senlis.
"Estamos
presenciando un desastre humanitario", dijo a IPS el director
ejecutivo de la institución, Emmanuel Reinert.
"Ahora hay
alrededor de Kandahar campamentos con gente que se muere de hambre
todos los días, incluidos niños y niñas, y eso es obviamente
utilizado por Talibán para recuperar la confianza del público y el
control del país", aseguró el experto
El programa de
erradicación de cultivos de adormidera (amapola), insumo del opio, la
morfina y la heroína, ha sido un desastre, según Reinert.
"Fue un ataque
directo al modo de supervivencia de los campesinos. La conexión entre
el programa de erradicación y la crisis humanitaria es clara",
afirmó.
"Todo eso es
utilizado por Talibán para decir que, cuando ellos gobernaban, podrían
ser duros y crueles pero era posible alimentar una familia. Además,
cada vez dan más apoyo y servicios a la población local",
aseguró.
Los esfuerzos por la
reconstrucción, encabezados por Estados Unidos, fracasaron a causa de
las políticas "ineficaces e inflamables" contra las drogas,
según el informe.
"Al mismo
tiempo, hubo un dramático desfinanciamiento de los programas de
asistencia y desarrollo", señala el documento. Esas políticas
habrían creado un caldo de cultivo para el recrudecimiento del
terrorismo que Estados Unidos procuraba erradicar, indica el estudio.
"Las políticas
estadounidenses en Afganistán recrearon el refugio seguro para los
terroristas que la invasión de 2001 intentó destruir", dijo
Reinert.
"La razón por
la cual la fuerza internacional ha estado en Afganistán los últimos
cinco años es asegurar que el país nunca más fuera un refugio para
el terrorismo internacional", agregó.
De todos modos,
explicó, el afianzamiento de Talibán aún no implica una restauración
de las redes terroristas internacionales en Afganistán.
"Ahora no se ven
muchos elementos extranjeros en Afganistán. Vemos, básicamente,
talibanes y los denominados neo–talibanes. En cierto modo, esto es
una guerra civil", explicó.
El hambre conduce a
la ira, añadió. La falta de financiamiento de la comunidad
internacional deja al gobierno afgano y al Programa Mundial de
Alimentación incapaces de atender la crisis, según el informe.
"A pesar de los
pedidos de ayuda, la comunidad internacional, dirigida por Estados
Unidos, continúa asignando la mayoría de los aportes de asistencia a
operaciones militares y de seguridad", indica el estudio.
"Cinco años
después del 11 de septiembre, Afganistán aún es uno de los países
más pobres del mundo, y el hambre cunde en el frágil sur del país",
dijo Reinert. "Es de destacar que esta crisis ha sido subestimada
en el financiamiento" de la reconstrucción del país.
"En
consecuencia, la comunidad internacional ha pedido la batalla por los
corazones y las mentes del pueblo afgano, sostuvo el experto.
El informe advierte
sobre las difíciles condiciones de vida en "campamentos de
refugiados no registrados", a los que acuden civiles desplazados
por los programas de erradicación de drogas y los bombardeos, entre
ellos muchos niños hambrientos.
Algunos están allí
porque sus hogares fueron destruidos por intervenciones de la coalición
internacional en su "guerra contra el terror" y por la
escalada de operaciones contrainsurgentes, según el estudio del
Consejo Senlis.
"Desde 2001, las
prioridades de la comunidad internacional en Afganistán, dirigida por
Estados Unidos, no estuvieron de acuerdo con las necesidades de la
población. Es un error militar clásico: no identificaron
adecuadamente al enemigo", sostuvo Reinert.
Los gastos militares
desde 2002 multiplican por nueve los de desarrollo y reconstrucción:
82.500 millones de dólares frente a 7.300 millones, de acuerdo con el
cálculo del Consejo Senlis.
En el resentimiento y
desconfianza de la población afgana también influyen las bajas
civiles. Sólo en julio, fueron 104.
Estados Unidos y la
comunidad internacional deberían cambiar radicalmente su enfoque
hacia Afganistán, advierte el informe. "La ayuda de emergencia a
la pobreza debe ser la máxima prioridad. Sólo después podremos
hablar de reconstrucción", dijo Reinert.
El crecimiento de
Talibán es acelerado, dijo el experto a IPS. "No se puede seguir
al ritmo de Talibán. Debemos atacar las causas de raíz del creciente
poder de sus milicias: la pobreza y la política antidrogas",
concluyó.
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