La “coalición del
Muro”
Capitalismo y
colonialismo en Cisjordania
Por Gadi Algazi Le Monde
diplomatique, edición Cono Sur, agosto 2006
Traducción de
Patricia Miarreta
Mientras que
la ofensiva israelí continúa en Gaza, se intensifica la colonización
en Cisjordania y en Jerusalén, lejos de la mirada de las cámaras y
bajo el impulso de una poderosa coalición de intereses políticos,
ideológicos y económicos. Apoyada por militantes israelíes, la
resistencia de los pobladores palestinos se organiza para frenar las
expulsiones, las topadoras y la confiscación de tierras.
Modi'in Illit es una
importante colonia judía de Cisjordania, que ocupa las tierras de
cinco aldeas palestinas: Ni'lin, Kharbata, Saffa, Bil'in y Dir Qadis.
Se trata, incluso, del asentamiento que más rápido crece; pronto
debería otorgársele el estatuto de ciudad: el Ministerio de Vivienda
israelí prevé que, de 30.000 habitantes, pasará a 150.000 en 2020.
La localidad integra uno de esos "bloques de colonias" que
los sucesivos gobiernos israelíes expandieron y pretenden anexar.
Ilustra además el vinculo entre el Muro de Separación y la expansión
de las colonias: el crecimiento de Modi'in Illit acarreó la ruina de
los agricultores palestinos de Bil'in, pequeña aldea de 1.700
habitantes, despojada por la construcción del Muro de la mitad de las
tierras que le quedaban: unos 2.000 dunams (1).
Desde febrero de
2005, los habitantes de Bil'in llevan adelante una lucha no violenta
contra el Muro. Junto a militantes israelíes por la paz y voluntarios
internacionales, realizan manifestaciones todos los viernes, tomados
de la mano, frente a las topadoras y soldados, en convergencia con
otros poblados palestinos que desde hace cuatro años conducen una difícil
campaña de resistencia. Estas acciones, coordinadas en muchos casos
por los Comités Populares contra el Muro y de las que prácticamente
nada se sabe fuera de Palestina, tuvieron resultados modestos pero no
desdeñables: lograron detener o demorar la construcción de los
cercos de seguridad que los privan de sus tierras y los condenan a
vivir encerrados. En Budrus y Deir Ballut, los Comités consiguieron
incluso hacer desviar el trazado y recuperar así parte de las viñas,
los campos y las fuentes de aprovisionamiento de agua confiscadas.
Esos logros modestos
adquieren otro significado ante la indiscutible superioridad militar
de Israel. Gracias a su fuerza militar y al apoyo de Estados Unidos, y
cosechando los frutos del Plan de retiro unilateral de Ariel Sharon,
el Estado hebreo gana terreno frente a unos palestinos cada vez más
aislados y demonizados. En el exterior, así sea a regañadientes, se
acepta cada vez más la política unilateral de Israel.
La importancia de
esta "Intifada del muro" reside sobre todo en su influencia
a largo plazo. Las protestas masivas no violentas, débiles y de
escala reducida, que habían jugado un papel secundario a principios
de la segunda Intifada, parecen echar raíces y empezar a dar frutos.
A medida que se reducen las posibilidades de una paz justa en
Palestina y que los palestinos de Cisjordania se acostumbran a vivir
encerrados (2), entre barreras y muros, las manifestaciones pacíficas
abren nuevos caminos al porvenir. Y siembran, de uno y otro lado, las
semillas de futuras luchas comunes.
En total, doscientas
personas resultaron heridas durante la represión de las
manifestaciones en Bil'in, y muchas otras fueron detenidas bajo
diversos pretextos. Para dispersar a unos manifestantes desarmados, se
envió al ejército israelí, a los guardias de fronteras y la policía,
así como a servicios de seguridad privados. Cachiporras, bombas
lacrimógenas, balas de goma y disparos de balas de plomo causaron
numerosas víctimas (3).
Del lado israelí, se
admite que las fuerzas especiales –pertenecen a la unidad Massada–
inflitraron agentes provocadores que se hicieron pasar por árabes
dentro de estas manifestaciones pacíficas con el objetivo de incitar
a los participantes a recurrir a la fuerza (4).
Únicamente la
determinación de los miembros del Comité Popular logró impedir que
estas provocaciones desembocaran en una escalada incontrolable. En
realidad, el Muro requiere una protección reforzada –contra la
oposición pacífica de los aldeanos palestinos y sus aliados–
porque está allí para permitir un gran proyecto colonial: Modi'in
llIit.
Composición y
economía
Muchas veces la
ocupación israelí se concibe en términos tomados de los conflictos
interestataIes (y la creación de la Autoridad Palestina no ha hecho más
que reforzar esta tendencia). Sin embargo, en el fondo, se trata de un
conflicto colonial. Los gestos simbólicos, las iniciativas diplomáticas
y las declaraciones públicas se desvanecen frente a la cruda
realidad: pozos y olivares, edificios y rutas, emigración y
asentamientos.
No sólo las
fronteras políticas se hallan drásticamente trastocadas, sino también
el paisaje. El control militar ejercido por Israel desde 1967 creó un
marco favorable al fortalecimiento del mecanismo colonial:
asentamientos, cercos de seguridad y rutas son sus signos más
flagrantes.
Las colonias
constituyen el obstáculo más serio a la creación de un Estado
palestino viable verdaderamente independiente. De 1967 a 2006, se
estima que el Estado hebreo ha hecho construir unas 40.000 viviendas
en Cisjordania por un costo de 4.300 millones de dólares. y en enero,
el número de colonos instalados en los territorios ocupados –fuera
de Jerusalén–, entre ellos el Golán, superaba los 250.000.
Las colonias israelíes
en los territorios ocupados, generalmente repudiadas, son muy poco
estudiadas. Para saber a quién beneficia el proyecto colonial y por
qué lo apoya la gente común, habría que observar con mayor detalle
su composición y economía. Modi'in Illit es un caso revelador en
varios aspectos.
En primer lugar, se
trata de un emprendimiento conducido no por un grupo de colonos mesiánicos
y sus representantes políticos, sino por una alianza heterogénea de
promotores inmobiliarios interesados en los terrenos, capitalistas
inversores al acecho de beneficios económicos y políticos
partidarios de la colonización. Es uno de los pocos asentamientos que
siguió extendiéndose durante la segunda Intifada. No alberga a
nacionalistas inflexibles, sino esencialmente a familias numerosas
ultraortodoxas, poco comprometidas con el sionismo político e incluso
con Israel y que buscan ante todo mejores condiciones de vida.
Confluyen en él miseria social, ganancia rápida y expropiación
despiadada.
Modi'in Illit, cuyo
nombre original fue Kiryat Sefer, no debe su creación (1996) –como
la mayoría de las colonias– a una alianza entre autoridades
gubernamentales, organizaciones sionistas y movimientos de colonos
extremistas: la iniciativa procedió de empresarios privados, tras los
acuerdos de Oslo de 1993 y en un momento en que se intensificaba la
privatización de la economía israelí. Es el típico ejemplo de un
nuevo estilo de asentamiento colonial, dirigido por capitales privados
y respaldado por el Estado.
Según señalan los
informes del Tribunal de Cuentas, el consejo local acordó un
tratamiento preferencial para los promotores inmobiliarios: ventajas
especiales, exenciones en materia de reglamentación de la construcción,
reducción de impuestos, etc. Miles de viviendas se construyeron en
manifiesta contravención a la ley, con la aprobación post facto del
consejo local, que blanqueó esas construcciones ilegales mediante un
reajuste retroactivo del plan de urbanismo (6). En el Lejano Oriente
israelí, la urgencia política de la colonización corre pareja con
el beneficio económico rápido para los inversionistas.
Según una
investigación llevada a cabo en 1998, el "dominio de
Brachfeld", por ejemplo, en tierras de Bit'in, se erigió en su
totalidad sin permiso de construcción. Sin embargo, no se demolió
ninguna casa. Gran parte de las aguas servidas se vierte al río
Modi'in, contaminando los recursos acuíferos locales. Esto no es
consecuencia de la corrupción o de una mala gestión, sino de una
dimensión estructural de la frontera colonial: el asentamiento no
reglamentado hace posibles ganancias enormes en detrimento del
entorno.
Los habitantes
palestinos de Bil'in hacen frente a una poderosa alianza entre
intereses políticos y económicos. En las tierras que les
confiscaron, se anuncia la construcción de dos barrios. Uno de ellos,
"Green Park", se encomendó a Dania Cebus, filial de la África–Israel
Corporation, propiedad de uno de los hombres de negocios más
influyentes de Israel, Lev Leviev (7): este colosal proyecto de 230
millones de dólares prevé la construcción de 5.800 departamentos.
No obstante, las
ganancias de explotación percibidas por África–Israel registraron
un alza del 129% en el curso de los primeros trimestres de 2005. (8)
Participaron junto a Leviev otras grandes empresas de la construcción,
cuyas inversiones también dependen del trazado del Muro, que debe
separar a los pobladores de Bil'in de sus tierras y garantizar la
"seguridad" de los nuevos barrios. Al igual que en muchas
otras colonias instaladas entre la Línea Verde y el "cerco de
seguridad", este último completa el proceso de anexión y
valoriza las inversiones inmobiliarias.
Desdibujar la Línea
Verde
El Custodian of
Absentee Property (Custodio de los Bienes de los Ausentes) y el Land
Redemption Fund (Fondo para la Recompra de las Tierras) pretenden ser
los propietarios legales de las tierras sobre las que se construye uno
de esos barrios. El Custodian, organismo gubernamental encargado de
administrar las ''tierras de los ausentes", sirve en realidad
para acaparar las tierras palestinas pertenecientes a refugiados en
Israel y, más recientemente, en los territorios ocupados.
Algunas
organizaciones israelíes de defensa de los derechos humanos
descubrieron que éste sirve de testaferro al fondo de los colonos en
las "transacciones sinuosas". En cuanto al Fund, creado hace
unos veinte años, se especializa en la recompra de tierras en zonas
de expansión de colonias. Entre sus fundadores figura Era Rapaport,
uno de los organizadores de la red terrorista que operaba en los
territorios ocupados a principios de los años '80, que pasó varios años
en la cárcel por el intento de asesinato en que el intendente de Naplús,
Bassam Chakaa, perdió ambas piernas. (9)
Dos periodistas
israelíes llevaron a cabo una investigación minuciosa sobre los métodos
de adquisición de ese fondo, cuyo "equipo de información está
compuesto por ex colaboradores (palestinos) que regresaron a su aldea
tras ser desacreditados, agentes israelíes de los Servicios de
Seguridad General retirados, que dan información a cambio de dinero
(...) y ex–gobernadores militares (que utilizan sus) conexiones
dentro de las aldeas".
Hombres de paja árabes
sirven de intermediarios: se hacen pasar por compradores, mientras que
las tierras se compran gracias a "fondos provenientes de
millonarios judíos de derecha como Lev Leviev y el magnate suizo
Nissan Khakshouri" (10).
Métodos similares se
emplearon para confiscar las tierras de Bil'in. (11) Así, en el plan
colonial, economía y política se mezclan inextricablemente. Entre
los donantes del Fondo, figuran los capitalistas que tienen a su cargo
la construcción y promoción inmobiliaria en otras colonias. Éstos
pagan sumas considerables a los colonos extremistas, por convicción
política, pero en espera también de importantes ganancias.
Los sectores en los
que el Fondo elige concentrarse también tienen su relevancia: su
proyecto principal es "desdibujar la Línea Verde (la frontera
israelí anterior a 1967) de modo de conectar a los asentamientos (de
Cisjordania) con las comunidades ubicadas del lado israelí y expandir
estas comunidades hacia los territorios (ocupados)" para
"establecer hechos sobre el terreno". (12)
Esto se inscribe
dentro de una maniobra aun más amplia, concebida originalmente por
Ariel Sharon y que está en marcha desde los años '80, para disolver
la Línea Verde mediante la creación de asentamientos destinados a
colonos no "ideológicos" en las cercanías de los centros
económicos de Israel. Tras su bloqueo por la segunda Intifada, el
proyecto fue retornado poco a poco en 2003, con la formalización de
algunas partes del Muro, que llevó a la anexión de facto de zonas
ubicadas entre el cerco de seguridad e Israel.
Al desaparecer las
comunidades palestinas al otro lado del Muro, se le puede prometer a
los inversores, así como a los colonos, un nivel de vida más alto en
un espacio seguro. La limpieza étnica no siempre es espectacular...
Las colonias israelíes
aledañas al Muro de separación revisten una importancia estratégica:
completan el sistema de cercos y barreras previsto por Israel para
anexar determinadas partes de Cisjordania. Pero además, constituyen
el sitio estratégico donde toma forma una poderosa alianza política
y económica entre capitales, grupos heterogéneos de colonos y políticos
en el poder.
La "coalición
del Muro", que actualmente dirige Israel, no data de las últimas
elecciones. Reunida en torno a la herencia de Ariel Sharon, agrupa a
los partidarios de la anexión progresiva ("Israel debe conservar
los bloques de colonias") y los de una expansión colonial
"razonable" (que fácilmente pasan por buenos aliado de los
"malvados" colonos ideológicos desinhibidos).
Bajo la doble bandera
de la separación étnica y de la privatización de la economía, esta
alianza no promete la paz a los israelíes, sino una pacificación
unilateral ligada a una anexión parcial que desmembrará a
Cisjordania y dividirá lo que quede de ella en tres enclaves
cercados.
Si bien la formación
de esta alianza se produjo recientemente en la arena política (sus
adherentes no pertenecen sólo a Kadima, el partido de Ariel Sharon y
Ehud Olmert), la construcción de sus fundamentos económicos y
sociales tuvo lugar mucho antes, en las colinas de Cisjordania.
Agrupa a los colonos,
a los organismos estatales que financian los cercos, a empresas
inmobiliarias y de alta tecnología –la vieja y la nueva economía–
y se encuentra representada en los asentamientos que están
actualmente en construcción o que se extendieron al amparo del Muro.
Precisamente porque
no descansan sólo sobre el fervor mesiánico de colonos fanáticos y
responden también a necesidades sociales –calidad de vida para la
burguesía, empleos y viviendas subvencionados para los
desfavorecidos– es que estos asentamiento s ensanchan la base social
del movimiento colonizador y consiguen el apoyo de otros grupos de
interés: los beneficiarios reales del Muro, empresarios, capitalistas
y colonos de las clases más altas, que buscan una calidad de vida
mejor dentro de nuevos guetos dorados, lejos de los pobres, y a salvo
de los palestinos. (13)
Las colonias judías
no dejaron de crecer durante los años de Oslo: su número de
habitantes aumentó a más del doble entre 1993 y 2000. Pero visto más
de cerca, este crecimiento tuvo como principal escenario algunos
asentamientos importantes donde viven colonos no "ideológicos":
inmigrantes rusos y etíopes instalados allí por las autoridades,
habitantes de periferias pobres que aspiran a vivir mejor y familias
ultraortodoxas numerosas en busca de viviendas subvencionadas.
Esa gente se unió al
proyecto colonial recién a fines de los años '90, contra su
voluntad, empujada por las privatizaciones y el rápido
desmantelamiento del Estado de bienestar israelí. Modi'in Illit
y Betar Illit abarcan por sí solas a más de la cuarta parte
de los colonos de Cisjordania, principalmente judíos ultraortodoxos.
Mientras que las otras colonias disponen de un estatuto socioeconómico
superior al promedio israelí, éstas son las dos comunidades judías
más pobres. (14)
Como un especialista
explicaba a un periodista en septiembre de 2003, lo que incitó a
estas familias a instalarse allí fue la crisis de la vivienda en
Israel: "su situación era tan desesperada que estaban dispuestas
a irse a cualquier lado". Y el portavoz del Consejo de los
Colonos de Modi'in Illit admite en tono confidencial: "Aunque no
hayan venido aquí por motivos ideológicos, no renunciarán tan fácilmente
a sus casas". (15) Así es cómo se transforma a las personas en
colonos a su pesar. El intendente de Betar llIit confesó al mismo
periodista que se enviaba a los ultraortodoxos a los territorios
ocupados contra su voluntad para convertidos en "carne de cañón".
Ahora que el Muro se acerca, los colonos de Modi'in lllit y Betar
Illit podrían depositar en él sus esperanzas: que les aporte
seguridad, lo que los lleva a identificarse con la empresa de
expropiación de los palestinos.
Pero si bien la
extensión de las colonias se alimenta de la erosión de los derechos
sociales en Israel, los conflictos sociales en el Estado hebreo tienen
consecuencias directas sobre el futuro de la ocupación, ya que ponen
en evidencia la relación subyacente entre la lucha anticolonial
–contra el robo de tierras palestinas y la implantación de nuevas
colonias– y la lucha por la justicia social dentro mismo de las
fronteras de Israel.
Notas:
– Profesor
de Historia en la Universidad de Tel Aviv. Fundador de la
Asociación Judeo–Árabe Taayoush.
1. Un dunam equivale
a un décimo de hectárea. o sea. a 1.000 metros cuadrados.
2.
Amira Hass, "Israeli Restrictions Create Isolated Enclaves in
West Bank" y "Four Types of Enclaves in the West –
Bank", Haaretz, Tel Aviv, 24–3–06.
3.
Meron Rapaport. "Symbol of Struggle", Haaretz, 10–9–95.
4.
Meron Rapaport. "Bil'in Residents: Undercover troops provoked
stone–throwing", Haaretz, 14–10–05; David Ratner.
"Bil’in Protesters say bean bags are Iatest riot control
weapon", HaaIetz. 7–11–06.
5.
Haaretz, 8–1–06.
6.
"lsrael's State Comptroller's Report", N" 51 A (2000),
Israel Government Printing Office, Jerusalén.
7.
Leviev amasó su fortuna en base a la explotación de los
diamantes de Sudáfrica Y utilizando su pertenecia a la secta
ultraortodoxa de los Lubavitch. Su compañía se enorgullece de haber
sido "pionera en el establecimiento de guetos dorados" en
Israel. Administra además centros comerciales y se dispone a
construir la primera cárcel privada de Israel. Cf.
Aryeh Dayan. "Leviev Promises to Treat his Prisoners
Nicely", Haaretz, 28–11–05.
8.
Datos recientes: www.maariv.bizportal.co.il
9.
Shalom Yeroshalmi, "Every Prime Minister who gave away Eretz
Israel was hurt'" (Entrevista a Era Rapaport).
Ma'ariv, Tel Aviv, 5–4–02.
10.
Shosh Mula y Oler Petersburg, "The Settler National Fund",
Yedioth Aharonoth, Tel Aviv, 27–1–05; (traducción inglesa:
www.peacenow.org7hot.asp7cid=247).
11.
Akiva Eldar, "Documents reveal West Bank settIement Modi'in lIIit
built iIIegaly", Haaretz, 3–1–06; "State mulls criminal
probe into illegal settlement construction", Haaretz, 8–1–06.
12.
Shosh Mula y Ofer Petersburg. op. cit.
13.
Oren YiftacheI, "SettIements as RefIex Action", en A
Civilian Occupation: The PoIitics of lsraeIi Architecture, de Rafi
Segal y Eyal Weizman (Babel, Tel Aviv; Verso, Londres y Nueva York,
2003).
14.
The Israel Central Bureau of Statistics, Characterizing Local Council
and Ranking them acoording to the Socioeconomic Position of their
Population, febrero de 2004. Los árabes de Israel son los
ciudadanos más pobres. Y entre las diez comunidades más pobres del
país figuran ocho aldeas beduinas y dos comunidades judías:
Modi’in Illit y Betar Illit.
15.
Tamar Rotem,"The Price is High", Haaretz, 23–9–03.
Explotación
religiosa
En
Modi'in lIIit, la nueva economía se mezcla con la vieja. Entre las
empresas de informática que abrieron filiales allí figura Matrix,
una de las principales firmas israelíes de servidos informáticos:
cuenta con unos 2.300 empleados y vale 500 millones de shekels (100
millones de dólares) en la Bolsa de Tel Aviv.
Está
bajo el control de Formula Systems, del grupo Formula Group, que vende
productos en todo el mundo por 500 millones de dólares anuales.
"Para hacer frente a la competencia de los programadores mal
remunerados de India, la empresa se dirigió hacia una mano de obra
barata, que le permite gozar de importantes subvenciones del Estado
(1): las mujeres (ultraortodoxas) de la colonia, donde abrió un
centro de desarrollo que se supone empleará a 500 mujeres de aquí a
fines de 2006.
Esto
es lo que se dice "una práctica offshore dentro del propio país":
a 25 km de Tel Aviv hay tierras robadas, ayudas estatales y recursos públicos,
policías y soldados que dan seguridad a las inversiones, y una mano
de obra cautiva y disciplinada.
El
capitalismo israelí no flota en un universo digital: a medida que
afirma su posición en el mercado mundial, extrae nuevos recursos del
proyecto colonial.
Las
mujeres que trabajan para Matrix en Modi'in lIIit son consideradas
eficaces y excepcionalmente productivas: "El trabajo que un
ensamblador realizará en otro sitio en una semana excepcional, las
chicas lo liquidan aquí en tres días", declaró un responsable
de la filial a un periodista (2). Aquí, una principiante gana cuatro
dólares por hora; al segundo año, su remuneración mensual asciende
a 1.000 dólares –de los que el Estado aporta la quinta parte–
(3).
Un
dirigente ultraortodoxo confiesa a otro periodista que su comunidad
"tiene el hábito de vivir con nada. Entonces, cuando la gente
gana un poco, representa mucho para ellos". Los voceros de la
firma reconocen por otra parte que los salarios que se paga a estas
mujeres de Modi'in no reflejan su productividad ni el valor de sus
servicios en el mercado internacional, sino más bien "el bajo
costo de su vida"; una teoría del valor destacable, que en
cualquier caso no resulta del todo desconocida...
La
filial de Matrix en Modi'in lIIit es estrictamente casher. Dos rabinos
locales supervisan las instalaciones. Aparte de su legítimo interés
por el modo de vida de las trabajadoras y sus valores, estos rabinos
cumplen un papel central en esta empresa capitalista: las empleadas
"viven según un código religioso y profesional complejo",
un código riguroso (4).
"Aunque
sean madres de seis hijos, el ausentismo de muchas de ellas es
inferior al de una madre de dos hijos de Tel Aviv", afirma a un
periodista un directivo de Imagestore, otra empresa de informática
que también emplea a mujeres ultraortodoxas. "Estas mujeres no
traen problemas. Trabajan, punto y aparte. Ninguna pausa para el café
o el cigarrillo, nada de charla telefónica ni búsqueda de paquetes
turísticos a Turquía. las pausas sirven únicamente para comer o
amamantar en una habitación especial. Puede ser que algunas hagan una
escapada hasta su casa, den de mamar, y vuelvan." (5)
Algunos
periodistas que visitaban el local de Matrix quedaron impresionados
por el silencio reinante. las conversaciones personales están
prohibidas en la sala de trabajo. Esti, una de las empleadas, lo
explica así: "Si una habla demasiado, o navega en internet, otra
le dirá: 'Eh, eso es robo'; es como tomar algo que pertenece a la
compañía. Un día preguntamos si podíamos hacer una pausa de cinco
minutos para rezar; pero el rabino nos contestó que los antiguos
Sabios no hacían pausas y que decían el Shma' (la oración más
importante del día) al mismo tiempo que trabajaban, y entonces,
dejamos la oración para después del trabajo".
Estas
reglas son escrupulosamente respetadas en ausencia de los patrones.
"No hacemos cosas prohibidas, ni siquiera cuando nadie nos
mira", explica, sonriendo, una obrera, "porque hay alguien
que nos está mirando desde arriba". (6)
No
confundamos estas representaciones idealizadas con la realidad
cotidiana. Las trabajadoras ultraortodoxas de Matrix o de firmas
similares encuentran seguramente la manera de eludir los mandamientos
de los rabinos y el control de los talleres. la notable disciplina que
parece reinar allí se explica también por la ausencia de otros
empleos en Modi'in IIIit (y las mujeres no tienen coche para ir a
trabajar a otro lado).
Esta
colonia tiene la particularidad de recordar el "colonialismo
interno" que causaba estragos en Israel en los años '50, cuando
los nuevos inmigrantes, procedentes en gran medida del mundo árabe,
fueron instalados en la frontera: para proteger los territorios
conquistados durante la guerra de 1948, pero también para servir de
mano de obra barata en la incipiente industrialización. En ambos
casos, la integración al proyecto colonial israelí, con la función
de poblar su (nueva) frontera, condiciona la obtención de ciertos
derechos sociales fundamentales.
Hace
medio siglo, los "judíos árabes" eran considerados
trabajadores no calificados e incompetentes, al igual que estas
mujeres ultraortodoxas que supuestamente salen de las tinieblas para
descubrir la luz (es decir, dejan su hogar para entrar a una empresa
capitalista moderna). De hecho, estas mujeres tienen cierto nivel de
educación, y en muchos casos aparte de cumplir con sus cargas
familiares ya se ganaban la vida, porque sus maridos deben consagrar
sus vidas al estudio de la Torah.
El
precio que pagan los colonos contemporáneos es más alto: el
"colonialismo de la frontera" refuerza las relaciones de
dependencia y subordinación. Así, si bien los pobres son
instrumentos del proceso de colonización en Modi'in lIIit, en el
fondo también son sus víctimas.
Se
oye decir a veces que si se modernizara, el capitalismo israelí podría
–incluso debería– renunciar al colonialismo a la vieja usanza. El
ejemplo de Modi'in lIIit demuestra, por el contrario, que puede seguir
siendo colonial en la era digital, ir y venir entre los mercados
mundiales y sus propias colonias, entre la defensa de una privatización
desenfrenada y unas subvenciones públicas nada desdeñables.
Una
cosa es segura: no abandonará por sí mismo la ciénaga colonial, ni
ejercerá suficiente presión sobre el Estado como para que éste
cambie de rumbo. A menos que el proyecto colonial israelí se
convierta en una desventaja y la resistencia de los colonizados y sus
aliados imponga un cambio de rumbo. (Gadi Algazi)
Notas:
1.
El gobierno israelí subvenciona los salarios por un plazo de cinco años:
www.tamas.gov.iI
2.
Yoni Shadmi, "Globalization killed the High–Tech Star",
Maariv, Tel Aviv, 11–11–05.
3.
Idem.
4.
Ibidem.
5.
Ruth Sinai, "Modi'in lIIit The Zionist Response to
Off–Shoring", Haaretz, Tel Aviv, 19–9–05.
6.
Yoni Shadmi, op. cit.
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