La
filosofía soñada de la paranoia
Mata
árabes y grita "antisemitismo"
Por
Norman Finkelstein CounterPunch / Rebelión, 05/09/06
Traducido por Germán Leyens
Una tesis central de
mi libro “Beyond Chutzpah” es que cada vez que Israel enfrenta una
catástrofe de relaciones públicas sus apólogos hacen sonar la
alarma diciendo que se nos viene encima un “nuevo antisemitismo”.
Así que, como era de esperar, precisamente después de que Israel
enfrentó otro problema de imagen por su destrucción asesina de Líbano,
un grupo parlamentario multipartidos dirigido por el tristemente célebre
parlamentario laborista Denis MacShane que pone a Israel por sobre
todo, publicó otro informa más que afirma que existe una resurgencia
del antisemitismo (Report of the All-Party Parliamentary Inquiry Into
Antisemitism, septiembre de 2006).
A juzgar por los
testigos (David Cesarani, Lord Janner, Oona King, Emanuele Ottolenghi,
Melanie Phillips) y sus fuentes (MEMRI, Holocaust Education Trust)
citados en el cuerpo del informe, se podrían haber ahorrado mucho
tiempo y dinero si sólo hubieran contratado al Ministerio de
Exteriores de Israel. (La declaración del informe de que “no hemos
recibido evidencia alguna de que la acusación de antisemitismo sea
abusada por organizaciones y dirigentes dominantes de la comunidad judía
británica” tal vez nos dice mas sobre la selección de los testigos
que sobre la realidad.)
La única novedad del
informe, que sobre todo recicla fatuas afirmaciones que ya he tratado
en “Beyond Chutzpah”, es el nuevo umbral de idiotez que abre.
Considérese la metodología desplegada para demostrar un nuevo
antisemitismo. El informe define un incidente antisemita como
cualquier ocasión “percibida” como antisemita por la “comunidad
judía.”
Es la escuela de
pensamiento según la cual llueve aunque no haya ninguna precipitación
porque uno piensa que está lloviendo. Es la filosofía soñada de los
paranoicos, especialmente para los paranoicos racionales, para los que
la pretendida cualidad de víctima es políticamente útil.
El informe incluye,
bajo la rúbrica de incidentes antisemitas, no sólo actos violentos y
discursos incendiarios, sino “conversaciones, discusiones, o
pronunciamientos hechos en público o en privado, que van más allá
de la línea de aceptabilidad,” así como “la atmósfera y el tono
cuando se habla de judíos.” Lo sorprendente es que no incluya también
fantasías antisemitas libidinales reprimidas.
En la categoría de
pronunciamientos inherentemente antisemitas el informe incluye
“comparaciones de la política israelí contemporánea con la de los
nazis” (sólo están permitidas las comparaciones de la política árabe
contemporánea con la de los nazis) y “teorías sobre la influencia
judía o sionista sobre la política exterior usamericana” (incluso
si organizaciones judías y sionistas alardean de esa influencia).
Gran parte de la
evidencia del penetrante antisemitismo británico requiere verdaderas
cepas de credulidad.
El único ítem
mencionado bajo el aciago subtítulo “La calumnia del crimen
ritual” es una serie de la televisión siria “que los televidentes
en el Reino Unido podrían ver si tuvieran equipos adecuados de
recepción satelital.”
También señala el
“caso de un profesor universitario judío que fue sometido a una
invectiva antisemita de un estudiante en medio de un curso y que
posteriormente tuvo que explicar a las autoridades universitarias el
motivo por el que había molestado al estudiante,” sin referencia
alguna.
¿Es antisemita si
uno se pregunta si se trata de una estupidez? Y luego el informe cita
la advertencia del Grupo Conservador de la Asamblea de Londres de que
“existe el riesgo que en algunos círculos políticos ‘los puntos
de vista sobre los acontecimientos internacionales puedan, casi
subconscientemente, llevar a actitudes sutilmente diferentes a, y a
niveles de enfrentamiento con, diferentes grupos minoritarios.’”
El negocio del nuevo
antisemitismo debe andar seriamente mal si los conservadores británicos
comienzan a sonar como Lacan. Finalmente, es antisemita que las
uniones estudiantiles propugnen un boicot de bienes israelíes porque
es “limitaría la accesibilidad a comida kosher en los campus.”
Tal vez Israel podría organizar un “puente aéreo de Berlín” de
gefilte fish.
Aunque afirman que,
en la lucha contra el antisemitismo, “ninguno de los que presentaron
evidencia deseaban que se limitara el derecho a libre expresión” y
que “abogamos por una intervención legal sólo en circunstancias
extremas,” el informe recomienda que las autoridades universitarias
“tomen un interés activo en el combate contra actos, discursos,
literatura y eventos que causen ansiedad o alarma entre sus
estudiantes judíos,” y registra inquietud de que “obras
antisemitas clásicas y modernas están libremente disponibles para
ser pedidas en el sitio en la red Amazon.com," y que “USA en
particular se ha mostrado lento en actuar” en la clausura de
“sitios antisemitas en Internet.” En momentos semejantes hasta el
alma menos patriótica puede enorgullecerse de ser usamericana.
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El más reciente libro de Norman Finkelstein es “Beyond
Chutzpah: On the misuse of anti-Semitism and the abuse of
history” (University of California Press).
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Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y
Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística.
Esta traducción es copyleft y se puede reproducir libremente, a
condición de mencionar al autor, al traductor y la fuente.
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La información policial sobre un aumento de los incidentes
antisemitas en sí, prueba poco porque, como concede el informe,
el problema puede deberse a que se informa de más incidentes y a
una vulgarización general de la vida británica en general, así
como a los “efectos indirectos” del conflicto
Israel-Palestina. Además, existe poca evidencia de ataques
antisemitas “organizados,” políticamente motivados;” no
existe evidencia de que los perpetradores de ataques antisemitas
sean desproporcionadamente musulmanes; y la mayoría de los
sospechosos en los incidentes han sido adolescentes. Para 2005, el
informe cita un par de incidentes que fueron “potencialmente”
amenazadores para la vida. No cita datos comparativos de otras
minorías en Gran Bretaña, aunque reconoce tácitamente que “el
nivel de prejuicio y discriminación de judíos en Gran Bretaña
sigue siendo más bajo,” un eufemismo impresionante. En una nota
relacionada deplora que “menos de uno de diez incidentes
[antisemitas] informados a la policía resultaron en que un
sospechoso llegara a ser acusado”, pero no cita datos
comparativos que indiquen si este ratio es anormal.
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