Medio Oriente

 

Gobierno y Hezbolá compiten por reconstrucción

Por Jackson Allers
Inter Press Service (IPS), 12/09/06

Beirut.– La división política se amplía en Líbano casi un mes después de entrado en vigor el cese del fuego entre Israel y las milicias del Hezbolá, debido a la carrera entre el gobierno y ese movimiento chiita para demostrarle a los civiles que están comprometidos con la reconstrucción del país.

Este delicado juego para granjearse el apoyo popular aprovechando el período de recuperación del conflicto enfrenta a la oficina de construcción del Hezbolá (Partido de Dios), la Jihad al–Binaa, con agencias gubernamentales como Defensa Civil Libanesa, el Consejo de Reconstrucción y Desarrollo, y el Consejo Superior de Asistencia.

Analistas como Judith Swain Harik, de la Universidad Estadounidense, sostienen que la Jihad al–Binaa ganó la batalla por los corazones y las mentes de los libaneses en gran medida porque tiene más experiencia en el campo de la reconstrucción.

Jihad al–Binaa, que se traduce como "campaña de reconstrucción", comenzó a funcionar en Irán luego de la Revolución Islámica en ese país en 1979, y fue exportada a Líbano a inicios de los 80 para atender las afligidas áreas chiitas.

"Ésta es una organización interesante porque está llena de profesionales, como contratistas, ingenieros, arquitectos y expertos demográficos: todo lo que tiene que ver con la reconstrucción", dijo Harik a IPS.

"Y, debido a que muchos de ellos fueron educados en el exterior y regresaron a un mercado laboral disminuido, el Hezbolá contó con una gran lista de profesionales para convocarlos a sus tareas de reconstrucción", añadió.

De hecho, representantes de la Jihad al–Binaa estiman que hay más de 2.000 ingenieros y arquitectos involucrados en la tarea monumental de atender a la amplia franja de destrucción en el sur libanés, así como en los suburbios de Beirut y en algunas zonas del norte.

Pero ese número podría ser mucho más alto, debido a que la organización recibió a cientos de voluntarios, gran parte de los cuales no son miembros del Hezbolá.

Desde que se acordó el cese del fuego el 14 de agosto, el presidente de la Jihad al–Binaa, Kassem Aleq, asegura que, de las 15.000 casas dañadas en el sur del país por los bombardeos israelíes, más de 80 por ciento ya han sido inspeccionadas para calcular la compensación que recibirán sus dueños.

"Estamos cooperando con el gobierno en el sur, y nos está yendo muy bien. Esperamos haber terminado la inspección de los daños para mediados de este mes", dijo Aleq a IPS.

Jihad al–Binaa pasó las últimas cuatro semanas inspeccionando el meridional suburbio capitalino de Dahiyeh, habitado en su gran mayoría por chiitas.

Solo en Dahiyeh, la organización determinó que había más de 19.000 bloques de apartamentos destruidos o parcialmente dañados.

Parada al lado de las ruinas de lo que era el hogar de su hijo en Dahiyeh, Rana Moussawi dijo a IPS que recibió 10.500 dólares para cubrir gastos de alquiler.

"Si no fuera por Jihad al–Binaa, mi familia y yo estaríamos durmiendo en las calles ahora mismo", señaló.

Como ella, miles de libaneses chiitas cuyas casas fueron destruidas por los bombardeos israelíes recibieron subsidios para alquiler o compra de muebles de Jihad al–Binaa.

Imad Khalil perdió miles de dólares en su negocio en Dahiyeh. Fue uno de los tantos comerciantes afectados por los misiles israelíes en ese suburbio.

Como muchos chiitas de Beirut, Khalil no era simpatizante del Hezbolá antes del conflicto. Pero, siete días después de iniciado el cese del fuego, ganó confianza en el movimiento luego de que un ingeniero de Jihad al–Binaa fuera a su negocio, inspeccionara los daños y le entregara un documento autorizándolo a recibir un subsidio.

"Me dieron casi 5.000 dólares, y en verdad creo que lo que me entregaron fue justo para el daño que sufrí en los ataques aéreos. Debo decir que esto dejó en mí una impresión totalmente diferente de la que tenía del Hezbolá", contó.

Críticos del Hezbolá, como el líder de la comunidad drusa, Walid Jumblatt, se preguntan de dónde el movimiento sacó los más de 190 millones de dólares que asegura haber entregado a las víctimas chiitas de la guerra.

Pocos analistas dudan que al menos parte de este dinero procede de Irán, pero el presidente de Jihad al–Binaa, Kassem Aleq, dijo a IPS que los fondos en su mayoría son aportados por donantes en campañas dentro de Líbano y entre la diáspora en África y Europa.

Jumblatt sostiene que el hecho de que el Hezbolá compense a la población en forma autónoma del gobierno central es un indicio de que el movimiento aún desea permanecer fuera del marco nacional libanés.

Analistas como Judith Harik señalan que la Jihad al–Binaa ha pasado muchos años fuera de este marco, desarrollando su propia relación con la comunidad chiita en forma independiente al gobierno.

Harik dijo que hay obvios paralelos entre la primera invasión israelí, en 1982, y el conflicto del mes pasado. Ambas incursiones dejaron al gobierno libanés sin dinero, y las autoridades dieron respuestas similares a las necesidades de los chiitas desplazados.

"Sucesivos gobiernos, incluyendo al del asesinado primer ministro Rafik Hariri, tuvieron como prioridad revitalizar el centro de Beirut, y el dinero nunca fue para los suburbios sureños ni a las áreas periféricas, como el valle de Bekaa", indicó la analista. "Jihad al–Binaa simplemente llenó los vacíos dejados por el gobierno", añadió.