USA pierde la
batalla por las mentes y los corazones en Afganistán
¡Que tomen
Coca-Cola!
Por Brian Cloughley
[1]
CounterPunch, 16/09/06
Rebelión,
19/09/06
Traducido por Germán
Leyens
Para
comprender por qué tantos representantes de USA en el extranjero son
personajes ridículos o incluso motivo de sarcasmo y de desprecio para
sus habitantes basta con mirar un ítem de Public Broadcasting
Service del 7 de agosto:
El
informe va más allá de mostrar que el personaje principal es un
idiota. Esta actuación especial, esta instantánea del modo de pensar
de un oficial usamericano en Afganistán, muestra una espantosa falta
de comprensión de un país en el que USA está profundamente
involucrado. La profunda ignorancia del personaje central es
aterradora. Su regocijo cuando obliga al conductor afgano de un furgón
a pagar 20 dólares de impuesto de rodaje es grotesco. Sigue el texto
de PBS:
Miranda
Kennedy [presentadora]: Es una tarde tórrida, agotadora, en la plaza
de peaje de la carretera Kabul-Kandahar. Chris Anderson es asesor del
ministerio de finanzas de Afganistán. Suena como una posición
importante. A menudo, como hoy, significa estar parado en el
pavimento, tratando de convencer a los conductores afganos de que
paguen un peaje por utilizar la carretera. [La escena pasa a
Anderson.]
Anderson:
[a su intérprete] “¿Puede explicarle por favor que comprendo que
esa gente tiene que llegar a alguna parte, pero por desgracia si
quiere usar esta carretera, no hay otra alternativa que pagar?” [Diálogo
entre el intérprete, Anderson y el conductor del furgón]
Anderson:
"Comprendo lo que dice, señor; por desgracia todos quieren pagar
mañana, y lo que pasa es que vienen mañana y dicen déjeme pagar mañana
así que… “
Kennedy:
“Anderson habla con un joven que tiene un servicio de taxi entre
Kabul y algunas aldeas en las afueras. Su furgón está cargado de
media docena de aldeanos, un montón de maletas desvencijadas, una
bicicleta y un par de ovejas. Como conduce un furgón comercial se
supone que pague 20 dólares por un pase de un mes. Pero ofrece todas
las disculpas imaginables para no hacerlo, incluyendo a un niño
enfermo que va atrás. Pero Anderson no acepta ninguna.”
Anderson:
"Tiene que tomar una decisión ahora mismo de pagar su dinero, o
dar media vuelta, y si se niega tendremos que pedir a la policía que
venga y le diga que se vaya.”
Kennedy:
"Aparece la policía del tráfico. Y media hora después, nuestro
conductor que supuestamente no tenía un centavo, termina por
ceder.”
Anderson:
“La compró, compró la pegatina.”
Kennedy:
“¡Ahí está, con su pegatina azul!”
Anderson:
“No le importó perder 20 minutos discutiendo con nosotros en lugar
de comprar la calcomanía.”
Kennedy:
“Pero poseía el dinero.”
Anderson:
“Tuvo el dinero todo el tiempo.”
***
Sí,
el conductor del furgón tenía el dinero que le exigía el
funcionario usamericano. En un país en el que los asesores
extranjeros cobran 100.000 dólares al año y un maestro afgano gana
70 dólares al mes (si el dinero llega a tiempo), tenía en total
veinte dólares. Vemos a un expatriado acaudalado, a punto de volver a
su confort con aire acondicionado, agua potable y una buena cena, que
enfrenta a un muchacho que trata de ganarse la vida conduciendo un
furgón para llevar gente y “maletas, una bicicleta y un par de
ovejas” de una decrépita aldea a otra. Él y sus pasajeros no sólo
son pobres: están al borde del desamparo en el moderno, democrático,
Afganistán. Y un extranjero bien alimentado le saca veinte dólares.
¿Puede
sorprender que los afganos odien a los usamericanos?
[Como
digresión: es deliciosamente irónico que la embajada usamericana en
Gran Bretaña se niegue a pagar el impuesto de congestión carretera
de Londres y que debe ahora a la ciudad más de un millón de dólares.
Tal vez el Alcalde de Londres debería pedirle consejo a mister
Anderson.]
El
resto es igualmente extravagante:
“Al
borde de la carretera [dice PBS], se ha formado una fila de
camiones. Es la fila de los conductores decididos a no pagar el
impuesto. Saben que todo lo que tienen que hacer es esperar, aguantar
más tiempo que los asesores extranjeros. A las 3 y media, cada tarde,
los asesores y los cobradores del peaje se van a casa. El gobierno no
ha contratado todavía suficientes trabajadores para un segundo turno,
así que los camiones hacen partir sus motores y cruzan a la
carretera, se van gratis a casa y tienen 20 dólares más.”
Felices
ellos. No les han afanado una suma que es absurdo exigir a un
conductor que trata de sobrevivir en uno de los países más pobres
del mundo. Y no tiene sentido decir que los poderosos que son dueños
de la mayoría de los camiones serán los que paguen el impuesto de
rodaje. No me hagan reír. Serán los conductores, sean dueños de los
camiones o no, los que aflojarán el dinero, que será, en todo caso,
robado en su mayor parte por funcionarios.
Afganistán
es un país en el que salvajes señores de la droga cosechan millones
de dólares, donde muchos políticos y burócratas están metidos
hasta el cuello en la corrupción, y miles de niños mueren de hambre.
Es un país en el que, como aclara el Consejo Senlis en su informe
“Cinco años después: el retorno de los talibanes”, la ocupación
por las fuerzas extranjeras no ha mejorado las vidas de nadie con la
excepción de los poderosos, ricos, bien armados y brutalmente
inescrupulosos. Y eso es antes de considerar la resurgencia de los
viles y crueles talibanes que se benefician sobre todo de la estupidez
de los extranjeros que ocupan su país.
Lo
que nos lleva a los libritos de cerillas. En las palabras de Senlis:
“Los
talibanes han aprovechado incidentes como el inicuo plan fracasado de
USA de recolectar información mediante libritos de cerillas como
evidencia de la ineptitud de la comunidad internacional. Los aldeanos
en la provincia Kandahar tienen libritos de cerillas “lanzados desde
el cielo por los usamericanos.” Esos libritos de cerillas, que
fueron distribuidos por miles por la Fuerza Aérea de USA en todo el
sur de Afganistán, contienen un mensaje que dice que el gobierno de
USA pagará dinero en efectivo por información sobre Osama Bin Laden.
La gente local no entiende por qué los usamericanos hicieron su
oferta de recompensa en dari, siendo que todos en Kandahar, cuando
saben leer, leen y hablan en pashtún. Pero si alguien quiere ofrecer
información sobre Bin Laden a cambio de dinero, tiene que comenzar
por hacer un llamado telefónico internacional (después de descubrir
el código internacional de USA), luego tiene que comprender las
instrucciones en inglés al otro lado de las líneas de información.
Las libretas de cerillas también sugieren la opción de enviar por
correo electrónico información sobre Bin Laden desde los ordenadores
caseros afganos.”
Esa
desastrosa campaña costó mucho dinero e hizo que USA apareciera aún
más estúpido a los ojos de la gente a la que estaba dirigida. La
noción de que enviaran correos electrónicos desde los ordenadores
personales caseros en Kandahar es ridícula. Sólo un diez por ciento
de los afganos tiene electricidad, y el ordenador es desconocido con
la excepción de unos pocos privilegiados; tal vez unos pocos miles en
unos 20 millones de habitantes. Más de un sesenta por ciento (un 80%
de las mujeres) no sabe leer ni escribir. Casi no hay líneas telefónicas
fuera de unas pocas ciudades importantes.
Como
registra Senlis:
“Después
de cinco años de intensiva participación internacional en Afganistán,
el país sigue desolado por una severa pobreza y la creciente hambruna
de los pobres rurales y urbanos. A pesar de promesas de la comunidad
internacional dirigida por USA que garantizaba suministrar los
recursos y la ayuda necesaria para sus necesidades de reconstrucción
y desarrollo, el pueblo de Afganistán se muere de hambre… Más de
un 70% de la población está crónicamente desnutrido, mientras menos
de un cuarto de la población tiene acceso a agua potable segura.”
Tres
cuartos de los afganos beben agua inmunda – cuando pueden conseguir
agua. ¿Así que, cuál es la solución internacional?
Desde
luego Coca Cola. La gran exportación usamericana.
Jean
Jacques Rousseau escribió en sus ‘Confesiones’: “Recordé el
dicho irreflexivo de una gran princesa, quien, cuando se le dijo que
la gente en el campo no tenía pan, respondió: ‘Que coman
queque’.”
El 10
de septiembre, el presidente Hamid Karzai inauguró una planta
embotelladora de Coca-Cola de 25 millones de dólares en Kabul.
La
obra benéfica Christian Aid informó la semana pasada que “La mayor
parte del agua se ha secado en las provincias de Herat, Badghis y
Ghor, y la cosecha de trigo ha bajado entre un 90 y un 100% en partes
de la provincia Faryab." ¿Pero para qué preocuparse? – Pidan
Coca-Cola para gastar aún más agua. Un informe periodístico dijo
que “Karzai elogió al promotor de la planta, Habibullah Gulzar, por
invertir 25 millones de dólares para construir la instalación, que
creó 350 puestos de trabajo y puede producir al año 15 millones de
cajas de 24 botellas [360 millones de botellas] de la gaseosa.”
El
millonario promotor vive en Dubai, mientras en Kandahar:
“comunidades enteras están desnutridas, sin agua limpia, alimento,
ni atención médica de ningún tipo.” ¡Que tomen Coca-Cola!
.-
Brian
Cloughley escribe sobre temas militares y políticos.
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