El cañón suelto es Paquistán
Por Immanuel Wallerstein
Página/12, 02/11/06
Traducción de Ramón Vera Herrera
La atención
de todos está en el sitio incorrecto. La mayor parte de analistas,
periodistas y líderes políticos se preocupan de que algún gobierno
haga en Medio Oriente algo tan desestabilizador que dispare una
devastación regional generalizada. Los sospechosos comunes –según
las convicciones políticas de cada quien– son Irak, Irán, Israel y
Estados Unidos. Pero de hecho, por diferentes razones, es poco
probable que alguno de estos países, ahora o en el futuro próximo,
provoque un escenario que pueda conducir a una guerra generalizada.
Irak está
muy absorto en su guerra civil y en sus intentos por poner fin a la
presencia estadounidense como para comenzar algo grave. Irán tiene un
régimen bastante estable y su único intento es asegurarse de que
Estados Unidos no le corte las alas. Israel resopla y puja contra Irán
pero, después del fiasco en el Líbano, no está en posición de
comenzar nada grave. Y el gobierno estadounidense se lame sus heridas
del Medio Oriente y primordialmente busca minimizar el daño que ya le
causaron a sus propios intereses.
El cañón
suelto en Medio Oriente es Pakistán. Reflexionen sobre su historia.
Hubo una vez un movimiento político muy secular y muy “moderno”
en la India británica que buscó, y logró, que una zona de gran
concentración musulmana se escindiera y fuera reconocida como un
Estado independiente. Después de la independencia de India y Pakistán,
en 1947, de inmediato se fueron a la guerra, se mataron unos a otros
en grandes números y se involucraron en un intercambio masivo de
población. Desde entonces ha existido una tensión continua entre
ambos Estados, especialmente desde que, en efecto, dividieron la
extensa área fronteriza de Cachemira, y ninguno de los dos países
reconoce la legitimidad de la partición.
En más de
medio siglo desde entonces han ocurrido muchos cambios importantes.
Pakistán, que era una monstruosidad geográfica, se partió a su vez
en dos. Su mitad oriental, geográficamente separada, se convirtió en
el Estado independiente de Bangladesh (con el estímulo de India).
Pakistán e India se enfrascaron en más guerras, lo que básicamente
no cambió nada. (Y China e India tuvieron también una guerra
fronteriza.) Durante la Guerra Fría, India se volvió líder del
Movimiento No Alineado, sosteniendo relaciones bastante amistosas con
la Unión Soviética. El resultado fue que dos países quedaron
bastante descontentos con la política exterior de India: Estados
Unidos y China. Por lo tanto, ambos buscaron mantener relaciones
cercanas con Pakistán.
Ni India ni
Pakistán firmaron el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares
(el otro que no suscribió el acuerdo fue Israel). Ambos países
desarrollaron armas nucleares. Desde 1948 India ha tenido una
complicada y turbulenta historia política interna. Pero
fundamentalmente se ha mantenido políticamente estable, pese a su
supuesto potencial de desintegración. Por una razón, ha sobrevivido
a los múltiples cambios de gobierno sin señales de que el ejército
se entrometa.
La historia
en Pakistán es muy diferente. Ha sufrido múltiples cambios de régimen
y el ejército ha sido responsable de buen número de ellos. El régimen
actual debe su existencia a un golpe militar. La religión juega un
papel muy diferente en ambos países. En India, el fundamentalismo
hindú ha sido muy fuerte y propenso a la violencia, pero últimamente
se expresa a través de un partido político, el Bharatiya Janata
(BJP, por sus siglas en inglés), que en gran medida juega con reglas
parlamentarias, dentro y fuera del poder. Y permanece en India una
población musulmana muy numerosa, cuyos votos importan.
En Pakistán,
los fundamentalistas islámicos han proseguido por múltiples senderos
a la vez. Es verdad que crearon partidos que han estado en el poder y
fuera de éste. Pero también conformaron movimientos guerrilleros que
(por lo menos al comienzo) estuvieron muy activos en Cachemira. Yendo
más al punto, han infiltrado las fuerzas armadas, alguna vez
puramente seglares, y en especial sus operaciones de inteligencia. Y
han establecido regímenes autónomos de facto en la llamada frontera
del noroeste.
Los
gobiernos paquistaníes han tenido que batallar para mantener la
cabeza fuera del agua. Han intentado satisfacer dos diferentes
clientelas al mismo tiempo: los “modernizadores” (es decir,
occidentalizantes) por un lado, y los mucho más “populares”
grupos islámicos.
No ha sido fácil
hacer malabarismos con esta pelota política. Una de sus técnicas
clave fue desarrollar una cercana pero ambigua relación con Estados
Unidos, para intentar conseguir tanto apoyo financiero y político
militar como les fuera posible dándole a Estados Unidos lo menos
posible a cambio.
Uno de los
objetivos principales de Osama bin Laden ha sido derribar los puntales
que sostienen este juego de ambigüedad. Con el ataque del 11 de
septiembre, él confiaba en que Estados Unidos presionaría más a
Pakistán para hacerlo un aliado más plenamente comprometido. Y hasta
cierto punto Bin Laden logró esto (debido a la absoluta falta de
sofisticación geopolítica del régimen de George W. Bush).
Así, se
produjo una clara reacción de Pakistán. El intento del ejército de
poner “orden” en las provincias del noroeste (y así capturar a
Bin Laden) fracasó y el ejército tuvo que retirarse. Entre tanto,
India logró que Estados Unidos legitimara sus posteriores desarrollos
nucleares, pero Estados Unidos se niega a hacer lo mismo con Pakistán,
no sea que esto desequilibre la carreta de las manzanas en la mejorada
relación Estados Unidos-India. Así que Pakistán voltea hacia su
viejo aliado, China, para llenar el hueco.
No obstante,
el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, se asemeja cada vez más
a un fracaso político. Su ejército renovó furtivamente su respaldo
a los talibanes de Afganistán (de quienes Pakistán era el principal
patrocinador en los años 90), lo que irrita más y más a Estados
Unidos. Si Musharraf se tambalea, Pakistán bien puede tener de próximo
régimen uno verdaderamente islámico, que sea bastante hostil a
Estados Unidos, esta vez en un país militarmente poderoso y con armas
nucleares. Ahí Osama bin Laden reside con impunidad.
Entonces, ¿qué?
.-
Investigador académico emérito en la Universidad Yale y autor de
The Decline of American Power: The US in a Chaotic World (New
Press).
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