Estrategia para pasado mañana
Por Sergei Karaganov
RIA Novosti - "Rossiskaia gazeta", 09/11/06
Después de los desastres de EEUU en Medio Oriente, en Moscú sueñan
con volver a desempeñar una papel de gran potencia en la región: “Hay
que estar dispuestos a luchar por obtener la «herencia iraquí»”...
léase las reservas de hidrocarburos... (SoB)
La operación norteamericana en Iraq parece ir entrando en una fase
final. Habiendo ganado la guerra con facilidad, si bien de forma más
difícil de que se había pensado, la guerra contra Saddam Husein,
Estados Unidos va desperdiciando el triunfo político y, por lo tanto,
va perdiendo la guerra de Iraq.
EEUU ha provocado en su contra, en contra de Occidente y el mundo
cristiano una nueva ola de resentimientos, recelos y odio de muchísimos
musulmanes. Tan sólo Iraq se ha visto convertido en un gigantesco
campamento de formación de terroristas donde se ha concentrado la
internacional terrorista mundial y donde sus combatientes se educan en
odio y aprenden la técnica de asesinatos.
Las víctimas se multiplican. Ya han muerto más de 600 mil iraquíes y
más de tres mil soldados de la coalición.
Washington pierde la guerra en su casa. Me parece que la sociedad
norteamericana no estaba tan escindida como ahora ni siquiera cuando
la guerra de Vietnam. Pese a una buena coyuntura económica, es muy
probable que la Administración republicana pierda las elecciones al
Congreso y, lo que es aun más probable, las presidenciales. Y todo
eso debido a la derrota en Iraq, prevista y pronosticada casi por
todos, menos por la Casa Blanca y el Pentágono.
Está prácticamente claro que en cuestión de un año y medio o tres años
los norteamericanos saldrán de Iraq, dejando algunos contingentes en
zonas pobladas por kurdos donde les tratan relativamente bien. Los
kurdos sufrieron más represalias por parte de Saddam Husein y la
minoría sunita que gobernaba el país en aquellos tiempos.
Norteamérica va a sufrir el síndrome post-iraquí que se expresará
en la falta de deseo de meterse en donde sea, aun cuando haga falta
hacerlo. Ello no quiere decir que EEUU no ataque a nadie. Quizás
ataquen, por ejemplo, a Irán, para demostrar que EEUU no es un
"tigre de papel", pero lo que ello dará por resultado será
la explosión mundial de antiamericanismo que agravará y prolongará
ese síndrome post-iraquí, empeorando aún más las condiciones para
la expansión norteamericana en lo económico y político.
Mientras tanto, en Iraq comienza la fase final del caos actual. Lo más
probable es que el país se divida en varios casi Estados que con el
tiempo hasta podrían llegar a ser Estados independientes pero poco
estables. Los kurdos van a predominar en el Norte, los sunitas, en el
centro y los chiítas, en el Sur y Sureste.
Mas, con todo y eso, no puede haber en principio una "división
estricta". Solamente en Bagdad residen más de tres millones de
chiítas.
Los principales campos petrolíferos se encuentran en el Norte poblado
por kurdos y en el Sur poblado por chiítas. En cambio, la mayoría de
los radicales se halla concentrada en el centro. Esta circunstancia
hace casi inminente una guerra prolongada pero, según esperamos, no
muy encarnizada.
No vale la pena regodearnos por la prácticamente inevitable derrota de
EEUU. Cuando EEUU salga de Iraq, se esparcirán por todo el mundo,
incluyendo en dirección a Rusia, cohortes de terroristas e islamistas
radicales de toda calaña, multiplicados bajo las consignas del
antiamericanismo. Hay que estar preparado para ello ya ahora.
Hay que estar dispuestos a luchar por obtener la "herencia iraquí".
EEUU a lo mejor no podrá predominar durante largo tiempo u ocupar
posiciones dominantes en el sector petrolero iraquí. Los
norteamericanos han demostrado una vez más que no son una nación
estrictamente mercantil, al levantar de las ruinas a Europa
Occidental, que ahora es su actual rival, lanzarse en aras de la lucha
contra el comunismo a la aventura de Vietnam. Habiendo gastado cerca
de un billón de dólares en la guerra de Iraq, los yanquis no podrán
resarcirse de todos sus gastos. Desde el punto de vista económico difícilmente
podrían resarcirse de los mismos aunque ganaran la guerra.
La lucha por acceder al sector petrolero (Iraq posee una de las mayores
reservas de petróleo en el mundo) la sostendrán otras potencias.
Bien puede decirse que esta lucha ya ha empezado. Aspiran por entrar
en Iraq empresas de la India, China, Japón, otros países asiáticos
y empresas europeas. Nosotros de momento no somos muy activos. Pero si
Rusia no puede llegar a ocupar posiciones fuertes en el sector
petrolero de Iraq, Irán y de otros países, nuestras ambiciones de
ser gran potencia energética pueden reducirse a cero. Dada la actual
tendencia mundial a un rápido aumento de las inversiones en la
producción de petróleo no sólo en el inestable Cercano Oriente sino
también en América Latina y especialmente en África, dentro de unos
años nuestro porcentaje en la producción mundial de petróleo
comenzará a disminuir rápidamente, lo que dará por resultado la
merma del aporte que los recursos energéticos hacen a la influencia
política de Rusia en la arena mundial.
Esta es la razón por la cual se hace indispensable incorporarse a la
lucha por la "herencia iraquí". Ello no quiere decir que
reclamemos el petróleo que legalmente pertenece al sufrido pueblo de
Iraq. O que actuemos en contra de EEUU.
Pero los iraquíes, cualquiera que sea la forma institucional de ese país
después de terminar la guerra, necesitarán inversiones, equipos,
tecnologías y formación del personal.
También se planteará el problema de la asistencia a las fuerzas de
seguridad.
Es por eso que, a pesar de dificultades y hasta peligros, es preciso
entablar un juego activo en el campo político iraquí. Establecer
la cooperación con el Gobierno central, por precarias que sean sus
posiciones. Es preciso restablecer vínculos estrechos con los kurdos,
vínculos que hemos perdido bastante en los quince años anteriores.
También es muy importante establecer vínculos con los líderes
chiítas que seguramente desempeñarán un papel clave en la
administración de las regiones petroleras del Sur. La
"lucha por la herencia", por más cínica que parezca esta
consigna, el desbroce de caminos para las empresas públicas y
privadas de Rusia responden no sólo a los intereses nacionales de
nuestro país. Nuestra participación constructiva en el proceso de
reactivación del sector petrolero de Iraq responde también a los
intereses de los propios iraquíes, va a contribuir a cicatrizar lo más
pronto posible las heridas causadas por esta guerra virulenta. Es
exactamente el caso en que los intereses nacionales y razones geopolíticas
y geoeconómicas no entran en contradicción con las normas de moral
política. De la participación activa de Rusia en el renacimiento de
la producción de petróleo, de la transportación y refinación de
petróleo en Iraq van a ganar todos: tanto nosotros como los iraquíes
y la estabilidad regional. Si no entablamos un juego activo,
desaprovecharemos la oportunidad y saldremos perdiendo.
Sería indigno del papel que ambicionamos, el de una de las primeras
potencias, que no seremos sin desempeñar un papel clave en el Cercano
Oriente y, concretamente, en Iraq. Ese país puede servir de piedra de
toque que ponga a prueba nuestras ambiciones para desempeñar un papel
global.
.- De la
Escuela
Superior de Economía.
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