Habla
Hassan Nasrallah, secretario general de Hezbollah
“Nuestra victoria y nuestras
responsabilidades”
Entrevista
de Talal Salman [1]
Diario As–Safir, Beirut / Red Voltaire, noviembre 2006
Traducción
de Helena Álvarez de la Miyar [2]
El
punto de vista de Hezbollah sobre la guerra que acaba de ganarle a
Israel y sus consecuencias no aparece en los medios de comunicación
occidentales. Los principales artículos de opinión incluso incurren
en graves contrasentidos en lo que se refiere a la Resistencia
libanesa. Por esta razón, Red Voltaire ha decidido publicar la
entrevista completa que Hassan Nasrallah concedió a nuestros amigos
de As–Safir, en la que éste responde a la relativa polémica
desatada con el comienzo de la guerra y pasa revista a sus relaciones
con todos los protagonistas de la misma.
Talal
Salman:
¿No teme usted que su victoria se pierda en la neblina de la política
interior libanesa ? ¿Qué valoración hace usted de la misma teniendo
en cuenta sus costes humanos, económicos y materiales?
Hassan
Nasrallah:
En lo que respecta a la situación libanesa y el punto de vista libanés,
el principal problema hace referencia a las lecciones que se extraigan
de lo ocurrido y a la situación a que han
llevado los acontecimientos: ¿habremos de considerar que hemos
obtenido una victoria o bien, por el contrario, una derrota? Si
creemos que ha sido una victoria, entonces debemos determinar cuáles
son los límites de la misma, cuál es su valor, a fin de poder
evaluarla con realismo y teniendo en cuenta los sacrificios que han
sido necesarios. Por tanto, ciertamente podemos decir que esta
victoria ha estado ensombrecida por los sacrificios, pero podemos
también afirmar que esos sacrificios no la han menoscabado.
Así
pues, si éstos la han ensombrecido en parte, debemos examinar de qué
manera lo han hecho, puesto que ésta es la clave de toda esta cuestión.
Si hay algo angustioso en todo este asunto, se trata de las
disensiones respecto a la evaluación
de los resultados de la guerra. A mi parecer, esas disensiones
carecen de fundamento objetivo y son resultado, ni más ni menos, de
la variedad de contextos políticos, religiosos y comunitarios. A las
numerosas voces que emiten opiniones divergentes sobre esta cuestión
[yo les diría]: si preguntamos a los expertos del mundo árabe y
musulmán sobre toda una serie de estrategias que estudian los
resultados de la guerra de manera objetiva, constataremos que todos
coinciden en afirmar la victoria del Líbano y su Resistencia.
Incluso
si preguntamos en la entidad palestina misma –y ésta es una vía
que yo personalmente he explorado día tras día–, veremos que en
Israel, unánimemente, se reconoce el fracaso en el Líbano, [Dicho de
otra manera:] la derrota israelí en Líbano. Incluso en el mismo
Halutz, el jefe del Estado Mayor del ejército israelí, tratando de
defenderse, ha hablado de “debilidades en la institución militar”
y ha hecho alusión a la cuestión de los errores cometidos. Hablar de
‘debilidades’ es una manera de justificar el fracaso. Sin embargo,
pese a todo ello, en el Líbano nos encontramos con otras lecturas de
los hechos, y esto suscita la inquietud que sin duda se transluce en
su pregunta. Puede que se trate, en sí misma, de una intención
deliberada de atacar la imagen de la victoria deformándola
progresivamente y de empujar a otros a reacciones epidérmicas,
incluso a la provocación, para llevar a la pérdida definitiva de
esta victoria.
En
este sentido, yo diría que es responsabilidad del Líbano, que desde
mi punto de vista ha sido el vencedor, el ser aún más preciso. Estoy
hablando del Líbano vencedor. Y la responsabilidad de los libaneses
que están convencidos de la victoria de su país, o sea, los que
consideran que han participado en la obtención de esta victoria
–sean musulmanes o cristianos, sea cual sea su orientación y la
comunidad a que pertenecen, sean cuales sean sus ideas políticas–,
es trabajar para conservar esta victoria y no permitir que se vea
perjudicada por los enfrentamientos confesionales, políticos o entre
comunidades... Ésta es una gran responsabilidad y como suele decirse,
conservar la victoria es a veces más difícil que conseguirla... Me
atrevería a afirmar que es ciertamente más difícil conservar la
victoria que conquistarla, en cuaquier lugar del mundo, y que además,
en el Líbano, es más difícil sin lugar a dudas.
Sirva
ésta como respuesta a su pregunta; por el momento, lo dejo ahí...
Talal
Salman:
Pasemos ahora a Israel, ¿cuáles son las repercusiones de la
derrota israelí, para la posición estratégica de Israel en Oriente
Medio? ¿El Israel posterior al 12 de julio [2006] es el mismo que el
de antes de esa fecha fatídica?
Hassan
Nasrallah:
Nuevamente, eso depende de la evaluación que se haga de los hechos:
es conforme a la manera en que comprendamos lo ocurrido como podremos
deducir las consecuencias y las repercusiones. En relación a esto,
podría resumir el análisis israelí [de la cuestión], y quisiera
precisar antes que nada que esta victoria, en definitiva, es a un
mismo tiempo estratégica e histórica. En mi opinión, tendrá
repercusiones tremendamente importantes en el ámbito de las
relaciones israelo–palestinos así como para el conjunto del mundo
árabe y también para toda la región.
Creo
que aún es demasiado pronto para detallar e integrar los resultados
estratégicos y las enormes repercusiones de nuestra victoria.
[Consideremos “tan sólo”] Palestina, Irak e Irán, ¡por no
hablar del mundo árabe!...Para responder a su pregunta, me gustaría
insistir en el conflicto israelo–palestino en particular. La guerra
contra Israel ha tenido un impacto en los fundamentos mismos del
proyecto y la identidad israelíes, como han constatado muchos
observadores. Cuando decimos que todo país tiene su ejército, hemos
de hacer de excepción de Israel, en cuyo caso se trata de un ejército
que tiene un país [ésta es la realidad]: ¡la entidad israelí es un
ejército!
Todo
el país es una inmensa base militar, un gigantesco cuartel. En
Israel, el elemento esencial –la seguridad, la tranquilidad, la
estabilidad, la quietud, la serenidad, la esperanza– se materializa
en el ejército; lo que importa, por encima de todo, es la confianza
del pueblo israelí en su ejército y del ejército israelí en sí
mismo. Esta confianza es resultado del poder del ejército, sea su
fuerza objetiva, real, o su poder artificialmente inculcado en la
mente de sus adversarios. A veces, ese poder objetivo, real, no existe
pero Israel ha conseguido hacer que su adversario se vea a sí mismo
como débil, derrotado de antemano e incapaz de enfrentarse a un ejército
“invencible” [como supuestamente lo sería el ejército israelí].
Las
guerras árabo–israelíes no han hecho sino reforzar la confianza en
sí mismo del ejército israelí y la que el pueblo israelí le
concede. Por ejemplo, en el momento del que le hablo, se produce una
comparación entre los efectivos (miembros activos y simpatizantes) de
la Resistencia por un lado y los del ejército israelí por el otro...
¡Pero ellos [los israelíes] siempre se han asegurado de que se
comparase a Israel con el conjunto de la nación árabe y los pueblos
árabes, y han logrado hacer de dicha comparación supuestamente
edificante una verdadera leyenda!
En
2000 [retirada del ejército israelí del Sur del Líbano ante la
presión de Hezbollah, N. del T.], la leyenda ya sufrió un duro
golpe, pero Israel pensaba que necesitaba una ocasión para restañar
la imagen de su ejército, de algún modo, y en 2000 los israelíes
consiguieron que se dudase de la realidad de nuestra victoria. Se dudó,
tanto en el mundo árabe como en Líbano también. ¡Ciertos
dirigentes árabes incluso llegaron a afirmar que Israel no se había
marchado de Líbano con el rabo entre las piernas, sino que
simplemente se había dejado seducir por la resolución 425 de la ONU!
Otros han hecho mención de no sé qué mercado libano–irano–sirio–israelí.
Otros
incluso han ido incluso más lejos en su delirio, pero igualmente –y
con mayor pertinencia– podemos así mismo decir que respecto a la
victoria de 2000, la Resistencia –que libraba una batalla sin tregua
desde hacía dieciocho años, una guerra de guerrillas a largo plazo
contra un ejército regular–, consiguió en definitiva imponerse al
mismo y forzar su retirada. Ahora, se trata por tanto claramente de
una victoria, como en 2000, pero en este caso, la victoria tiene sus límites,
a los que ya me he referido. Lo que acaba de suceder durante los últimos
enfrentamientos ha demostrado el error de que quienes, con motivo de
los debates sobre estrategia defensiva y durante los primeros días de
la guerra, decían que la resistencia popular podría liberar el
territorio por medio de una guerra de guerrillas a largo plazo, pero
que esa resistencia no podría hacer frente a una invasión masiva,
que sería incapaz de impedir que nuestro país fuera ocupado y
sucumbiera al ataque del ejército israelí...
En
2000, se produjo un debate. Hoy, ya nadie tergiversa el resultado.
Ciertamente es posible que la Resistencia haya disfrutado en el mundo
árabe de un gran prestigio durante estos dieciocho años, pero no se
había convertido en una verdadera leyenda. Treinta y tres días han
bastado para que se cambien las tornas: el ejército [israelí], que
era una verdadera leyenda, se ha convertido en la encarnación del
fracaso, de la parálisis y la pérdida total de rumbo. Por el
contrario, la Resistencia en cambio, de quien muchos esperaban que se
derrumbara en cuarenta y ocho horas, se ha convertido en una leyenda.
Y ese componente de leyenda ha sido un elemento fundamental sobre el
que se ha construido la entidad [sionista].
Shimon
Peres lo comprendió bien, con sus conocimientos y su dilatada
experiencia, cuando dijo que esta guerra era una cuestión de vida o
muerte. Efectivamente, es eso lo que se trata hoy en la entidad
sionista y si no se consigue solventar este asunto, es decir,
convencer a la opinión pública israelí de algún modo, darle
confianza, estoy convencido de que la sociedad israelí se enfrentará
a repercusiones extremadamente peligrosas a nivel de seguridad, moral,
económico, político e incluso demográfico. Me explico: si el pueblo
de esa entidad pierde la confianza en su ejército protector, que
encarna la fortaleza inexpugnable de la entidad, muchos inversores se
retirarán del país y cada vez más, las fisuras políticas aparecerán
en el interior de la entidad. Hoy por hoy, el futuro de Ehud Olmert
está en juego.
El
futuro de Peretz está en juego así como el de muchos dirigentes de
los partidos políticos e incluso el futuro mismo de algunos de éstos
está en entredicho, con “Kadima” a la cabeza, que sin lugar a
dudas no pasará del invierno. Tales consecuencias serían suficientes
por sí solas, sin necesidad de mencionar otros aspectos [de la
derrota israelí], para no extendernos, con los que demostrar que
nuestra victoria es estratégica e histórica.
En
la actualidad, en Israel, se habla de las consecuencias [de la derrota
israelí] a nivel interno; incluso hay estrategias que hacen
referencia a este asunto –también en ciertos gobernantes árabes–
y sí, de Israel, que aterrorizaba a los estados árabes y de quien se
decía que la Resistencia podía arrebatarle algunos territorios que
hubiera ocupado pero que no podría hacerle frente...
En
cuanto a la Resistencia, ¿qué es lo que la caracteriza hoy? Se lo
voy a decir: no se trata de que haya tenido una buena actuación, de
que haya conservado el territorio, no: se trata del hecho de que haya
infligido pérdidas importantísimas –humillantes– a las tropas
israelíes. Eso es lo que es imposible de ocultar a los ojos del
pueblo israelí, ni de disimular ante los del mundo entero, pese a la
ocultación mediática y el hermetismo que se ha impuesto a la
información sobre el desarrollo de los combates. Por consiguiente y
primordialmente, incluso si es cierto que la verdadera batalla, a un
nivel profundo, es una lucha de voluntades, puedo afirmar que nuestra
voluntad de resistir se ha mantenido firme y que, por el contrario, la
voluntad israelí ha sido quebrantada. Prueba de ello es el hecho de
que Israel se haya visto obligado a detener la guerra.
Quienes
piensen que es la presión internacional la que ha puesto fin a la
ofensiva israelí se equivocan gravemente; me permito decirles que no
conocen la realidad de la situación actual de la política mundial ni
su funcionamiento... El elemento fundamental que ha puesto punto final
a la guerra es el rotundo fracaso de su operación terrestre de los últimos
tiempos y la importancia de sus pérdidas, así como el temor de los
dirigentes políticos y militares israelíes a verse arrastrados hacia
una situación todavía peor y más peligrosa, más catastrófica aún
para su ejército y [en consecuencia] para la entidad misma. A todo
esto cabe añadir la voz de la comunidad internacional que se ha
dejado oír para obtener el fin de la guerra. Pero sobre todo, si la
administración Bush–Olmert hubiera estado segura de que continuando
con la guerra una o dos semanas más habría podido obtener un cambio
cualitativo en el desenlace de los combates, la guerra habría
proseguido y no se habría acabado ese lunes como ocurrió... lo que
confiere mayor profundidad aún a la importancia estratégica de la
batalla pues, con la retirada, la confianza del pueblo israelí en su
ejército y en su entidad ha sufrido un revés, mientras que la
confianza de los pueblos árabes y en particular del pueblo palestino
en el hecho de que elegir la resistencia puede traer la victoria,
sobre todo una victoria de tal envergadura, no puede por menos que
verse reforzada.
En
mi opinión, todo esto tendrá sin duda consecuencias para los
cimientos mismos de existencia de la entidad [sionista] a la larga, es
decir, a medio plazo. Por supuesto, no es mi intención (ni la mía ni
la de nadie) argumentar que las repercusiones [para la entidad
sionista] vayan a ser de tipo existencial ni inminentes ni rápidas.
Por supuesto, hablamos de la existencia de la entidad y de su futuro y
del nuestro también, pero la motivación esencial del análisis de
los palestinos aún persiste: los palestinos se proponen resistir, ese
es su plan: tienen la convicción y la voluntad de hacerlo y eso
debiera permitirles controlar todos los demás elementos que se han
conjugado, en la experiencia de esta guerra, a fin de que el pueblo
palestino esté en condiciones de obtener también su victoria.
En
cuanto al bloqueo impuesto a los palestinos –y este bloqueo está en
parte impuesto, por desgracia, por ciertos regímenes árabes–,
limita terriblemente la posibilidad de poner nuestra victoria al
servicio de la lucha palestina.
Talal
Salman:
¿Cree que Israel relanzará la ofensiva una vez haya solventado su
desorden interno, bien sea contra Líbano de nuevo, bien sea eligiendo
orientarse hacia un conflicto más fácil contra Siria?
Hassan
Nasrallah:
Lo primero, confirmar la naturaleza intrínsecamente agresiva de
Israel. Así pues, cuando digo: “es posible”, “es poco
probable” o “no podemos descartarlo”, eso no va ligado a la
naturaleza agresiva de Israel ni a sus verdaderas intenciones: se
trata de circunstancias y posibilidades que son las suyas. Volvamos,
si le parece bien, a la cuestión de esta guerra: eso nos ayudará a
evaluar la situación...
¿Cuál
era el objetivo de esta guerra? “Acabar con Hezbollah”. ¡Nada más
que eso!... Era el objetivo directo y el principal, cuya realización
resultaría en la sumisión definitiva del Líbano a la voluntad de
los Estados Unidos, que en nuestra región (¿acaso tengo que
recordarlo?), no es otra que la voluntad de Israel. Los
estadounidenses y los israelíes lo han anunciado desde el primer día
de la guerra.
Ahora
no estoy analizando ni extrapolando, se trata de lo que ellos han
dicho claramente: sus textos son muy claros y no dan lugar a
interpretación alguna. Pero resulta que no sólo Israel ha sido
incapaz de “acabar con Hezbollah”, que era su objetivo primordial,
sino que tampoco ha conseguido ninguno de los objetivos que había
declarado perseguir con esta guerra: “acabar definitivamente con
Hezbollah”, acabar definitivamente con sus estructuras militares,
destrucción total de los misiles de “Hezbollah”, expulsión de
“Hezbollah” del sur de Líbano y después más allá del Litani,
sin olvidar la recuperación incondicional de lo dos soldados israelíes
capturados... Israel no ha logrado ninguno de sus objetivos.
La
única cosa que Olmert dice haber conseguido –porque Olmert, sabe
usted, finge haber conseguido algo...– es, según él, haberme
forzado a buscar refugio... A eso se reducen los objetivos de la
guerra de los israelíes: ¡forzar a Hassan Nasrallah a buscar
refugio! ¡Bravo! ¡Me descubro ante Israel! Una guerra total y
dilatada, generalizada, y eso es lo que se consigue.... ¿Todo eso,
para semejante resultado? En esta guerra, Israel ha movilizado –no
estoy seguro de que “todas sus fuerzas”, pero sí gran parte de
ellas–, al menos la parte fundamental de las mismas, de su poder
militar.
Cualitativamente,
lo único que no han empleado son las armas nucleares. Han utilizado
todos los tipos de aviones de que disponen, los tanques más modernos,
han retirado los batallones de élite –los “Golanis” y los
“Giv’atis”– de Gaza para enviarlos al sur del Líbano. Y algo
similar ha ocurrido con las unidades de paracaidistas; han movilizado
a unos 40.000 soldados de infantería y tres compañías de
reservistas. En cuanto a la fuerza empleada, han efectuado 9000
ataques aéreos y no hablemos siquiera de los vuelos de
reconocimiento... ¡Han mencionado la cifra de 175.000 proyectiles
disparados en treinta días! Han empleado una potencia de fuego
absolutamente demencial, han agotado sus existencias estratégicas de
misiles aire–tierra, incluso han usado misiles que habían retirado,
destinados a la venta al peso: ¡los han cargado en sus aviones y los
han lanzado sobre el Líbano!...
Israel
ha ido corriendo a lanzarse en el regazo de Condoleeza, no sólo para
mendigar bombas “inteligentes” sino también todo tipo de misiles
aire–tierra...Lo importante de todos estos detalles es que Israel ha
empleado gran parte de su potencial, lo que significa que había
cientos de aviones de guerra israelíes sobrevolando y bombardeando el
Líbano al mismo tiempo, de hecho no hubieran podido emplear más...:
¡no podían enviar toda su fuerza aérea a sobrevolar el Líbano al
mismo tiempo, hubiera sido demasiado peligroso para ellos mismos [se
hubieran obstaculizado los unos a los otros]! Ya no sabían qué
bombardear... Es importante entender que el Líbano es un país pequeño,
que no es lo suficientemente extenso como para que la fuerza de
bombarderos israelíes al completo lo sobrevuele y ataque diversos
objetivos...
Sí,
hablo de Israel... de Israel con su enorme potencia militar, con su
capacidad espeluznante, con el apoyo estadounidense e internacional
del que disfruta, con la infame traición que los regímenes árabes
han infligido al Líbano, de la que Israel también ha sacado
partido... Pero pese a todo ello (¡por “poco” que pueda alegar
para justificarse!), Israel ha perdido esta guerra y sus pérdidas han
perjudicado a la imagen de marca de su ejército y a la eficacia del
mismo, sobre todo a la imagen de eficacia de sus tanques y sus
hombres. Y ello hasta tal punto que varios países que negociaban con
Israel la compra de sus blindados más novedosos –el tanque Merkava
de cuarta generación, por ejemplo– se han retirado y han anulado
los contratos.
En
una guerra contra la resistencia popular, un tanque blindado se
convierte en un ataúd. Israel, tras el revés sufrido en el Líbano,
¿se lanzará a una nueva guerra? A mi juicio, no durante un buen
tiempo, aunque no descarto por completo la posibilidad, pero, ¿una
guerra contra el Líbano? Seguramente, cuando los israelíes quieran
lanzarse a una nueva ofensiva contra el Líbano, deberán pensárselo
dos veces, sobre todo si la situación interna en Líbano evoluciona
de manera razonable tras el despliegue del ejército libanés y las
fuerzas de la Finul, y no se produce el desarme de la Resistencia. En
consecuencia, si la Resistencia, es decir, quien ha derrotado a Israel
en esta guerra, perdura... mientras esa fuerza exista, Israel deberá
reflexionar intensa y largamente antes de lanzarse de nuevo a una
guerra contra el Líbano...
En
cuanto a emprender una guerra contra otro país... No lo creo. A
quienes piensan que una guerra contra Siria sería menos dura, les diría
que están en un error. Me permitiría señalarles que mientras Israel
atacaba al Líbano y supuestamente prestaba poca atención a Siria
(como algunos intentan hacer ver en otros lugares además de en
Israel...), y mientras declaraba que los cohetes lanzados sobre Haifa,
Al–Khudeira y Afoula eran de fabricación siria, al mismo tiempo, el
ministro israelí de Defensa, Amir Peretz, afirmaba durante varios días
que Israel no tenía la más mínima intención de atacar a Siria o de
abrir otro frente activo.
Todo
esto envía una señal clara, pero además hay otro indicio
extremadamente importante: Siria había declarado que entraría en el
conflicto en caso de que el ejército israelí se acercara a su
frontera, y hemos podido ver durante las últimas guerras iniciadas
por Israel que los israelíes jamás se han acercado verdaderamente a
la frontera siria, y lo que es más, debe tenerse en cuenta que el eje
de las granjas de Sheeba, de vital importancia, es un paisaje abierto
en el que los israelíes podrían moverse con facilidad a sus
numerosos efectivos para sorprender a la resistencia en un renuncio en
la región de la margen sur del Litani. Pero sin embargo, Israel no ha
movido un dedo en esa zona y trata cuidadosamente de evitar acercarse
a la frontera siria.
Esto
significa que los israelíes se han mostrado demasiado cautos y han
sopesado los peligros de una confrontación con Siria, o de la entrada
de Siria en el conflicto. Todo esto merecería una reflexión más
amplia y más profunda, pero personalmente, me inclino a pensar que
los israelíes tendrían que tomarse su tiempo antes de considerar una
nueva guerra, no sólo contra Líbano, sino también contra Siria.
Creo que el único punto débil sobre el que Israel va a concentrarse
e intentar no sólo recuperar su disuasoria imagen de marca, sino
también oponerse a la explotación de la victoria libanesa en el
contexto palestino, es precisamente Palestina. Por desgracia, Israel
conseguirá recuperar su imagen, ya que los palestinos se encuentran
asediados y divididos, aislados; su situación es muy dura –por más
que tengan una voluntad de hierro y la moral bien alta–, y por tanto
el esfuerzo israelí se centrará cada vez más sobre los territorios
palestinos.
Talal
Salman:
… y, ¿qué me dice sobre el asunto del desarme de la Resistencia
y la cuestión de si la operación [de Hezbollah] hubiera tenido
lugar, pese a todo, si se hubiera realizado una valoración de las
consecuencias que ha resultado entrañar... y sobre la manera en que
Olmert ha explotado la derrota israelí a nivel interno?
Hassan
Nasrallah:
Reitero lo que ya he declarado a la cadena de televisión News TV y
que no es sino la confirmación de lo que ya dije durante la guerra.
Se trata de una cuestión que he tratado en detalle. En cuanto a las
declaraciones sobre si, de haber sabido, de haber tenido en cuenta los
costes... sólo decir que se han considerado, como ya mencionaba
anteriormente. Por desgracia, mis declaraciones se han sacado de
contexto malintencionadamente y con el objetivo de suscitar una toma
de posiciones política artificial e inútil y de sustentar un análisis
sesgado en base a esa cita sacada de contexto.
Además,
en caso de que yo deseara reformular lo que ya he dicho, repetiría lo
que ya he manifestado claramente: la operación de captura de los dos
prisioneros israelíes ha forzado a Israel a iniciar en el mes de
julio [el día 12, N. del T.] una guerra que, de todos modos, habría
provocado en el mes de octubre, en cuyo caso la catástrofe habría
adquirido una dimensión tremendamente destructiva. La operación [de
captura] de los dos prisioneros [israelíes], por un motivo que
ignoramos (y he sido bien transparente respecto a esto), ha hecho
fracasar un plan que ya se había trazado con sumo cuidado, pero cuya
aplicación se había previsto para principios del otoño, puesto que
–entre otros motivos– requería que se completaran ciertos
preparativos y se recabaran determinados datos.
Esa
es por otra parte la razón por la que yo fui muy claro y manifesté
que el factor desencadenante de la guerra no había sido la captura de
los dos soldados. La guerra es sobre todo una decisión
estadounidense–israelí tomada con el consentimiento de ciertos
aliados [árabes] que ya estaban preparados. Esos preparativos se venían
realizando desde hacía mucho tiempo y se había establecido el
momento en que se desataría la ofensiva. El factor sorpresa era
fundamental y el escenario ya estaba perfilado desde hacía tiempo, y
no se trataba del escenario real de esta última guerra... Cuando se
produjo la operación de los dos soldados, y ante el elevado número
de bajas miliares israelíes [ocho, N. del T.], los israelíes se
sintieron abrumados y enfrentados a la siguiente realidad: o bien
encajaban la sorpresa de los acontecimientos, o bien se lanzaban de
inmediato a la ofensiva prevista para octubre.
Sabemos
que tras consultar con los Estados Unidos al día siguiente de la
captura de los soldados, los israelíes decidieron lanzar la ofensiva
que habían planeado para el otoño. Les arrebatamos el factor
sorpresa imponiéndoles un calendario que no era el que tan
cuidadosamente habían preparado y esa es la razón por la que los
enfrentamientos comenzaron en un momento en el que nosotros estábamos
alerta y en guardia, mientras que los israelíes, en cambio, no
estaban preparados. Es decir, si la guerra se hubiera producido en
octubre, la lucha hubiera comenzado sin motivo alguno, cualquier
provocación hubiera desencadenado su [del enemigo] ofensiva.
Si
en el mes de octubre se hubieran instalado discretamente misiles en el
sur del Líbano para atacar los territorios ocupados de Palestina,
Hezbollah hubiera estado al corriente, por supuesto, y hubiéramos
esperado que Israel respondiera de un modo u otro. La guerra de
octubre debía comenzar de manera brutal, capitalizando al máximo en
el factor sorpresa, sin pretexto, e Israel no necesitaba un móvil
puesto que disfruta del apoyo absoluto de los Estados Unidos. Esa
guerra de octubre, supuestamente, se consideraría como una guerra
contra el terrorismo y por tanto totalmente legítima, sin que fuera
necesario el más mínimo motivo que la justificara...Sí, yo fui
sincero y transparente cuando dije que en el momento en el que
decidimos proceder a la captura de los dos prisioneros no teníamos la
intención de forzar a Israel a adelantar su ofensiva planeada para
octubre al mes de julio. Evidentemente, ese no era nuestro objetivo.
Sabíamos
que, un día, cuando llegara el momento que ellos habían escogido,
los israelíes y los estadounidenses nos declararían una guerra total
cuyo objetivo hubiera sido acabar con nosotros en términos militares
y exterminarnos físicamente. Pero, claro está, nosotros no sabíamos
cuándo ocurriría y nos contentábamos con seguir lo más atentamente
posible la coyuntura y el desarrollo de los acontecimientos políticos.
Cuando
se da marcha atrás al 11 de julio y oigo decir que la operación de
captura de los soldados israelíes iba a desencadenar necesariamente
una guerra que causaría toda esta destrucción y la muerte de tantos
mártires, etc..., si yo respondiese “sí”, es decir, que si hubiéramos
anticipado todo lo que ha ocurrido, si hubiéramos sabido que la
captura de los dos soldados desataría una guerra a una escala tan
increíblemente cruenta, si yo respondiera que sí, que pese a todo
habríamos procedido con la operación, mentiría y no faltarían las
voces malintencionadas que no dudarían en acusarnos diciendo: “¡Miradlos!
¡Qué poco les importa el país y la sangre de esas gentes
valerosas!...”
Es
bien sencillo: podría haberme desentendido y esquivar la pregunta,
podría haberlo hecho y hacerlo también ahora afirmando que, en
cualquier caso, la guerra no tiene nada que ver con la captura de los
dos soldados israelíes, pero dado que sé que esta cuestión afecta
profundamente a la gente y que se ha venido suscitando a lo largo de
la guerra, considero que es mi sincera responsabilidad dar una
respuesta.
Si
cuando procedimos a la operación de captura de los prisioneros hubiéramos
tenido en cuenta las consecuencias de la guerra, efectivamente, yo
habría dicho que sí a la operación. Pero, ¿en qué contexto se
produjeron estas declaraciones? En un contexto en el que esa suposición
era totalmente inconcebible para cualquiera que en cualquier
circunstancia, en cualquier lugar el mundo, hubiera estudiado,
evaluado y analizado la situación de entonces el suponer que la
captura de dos soldados desataría una guerra de tal intensidad; y
ello por la simple razón de que, lo reitero una vez más, la guerra
no ha estado estrictamente ligada a la captura de los dos soldados...
Esta guerra escapa a toda lógica, a toda media, a toda ley, a todo
criterio.
Nunca
antes en la historia del conflicto árabe–israelí, de la
resistencia y su lucha contra Israel, en toda la experiencia sobre
conflictos que nos proporciona la historia a nivel mundial, nunca
hemos asistido a un caso en que la captura de dos soldados provoque un
conflicto. No cabe duda de que la operación ha servido como pretexto
para poder iniciar una ofensiva planeada, pero desde nuestro punto de
vista, al final esto nos ha beneficiado a nosotros y al Líbano. El
secuestro de los dos soldados israelíes ha precipitado una guerra
que, de todos modos, se hubiera producido un poco más tarde,
simplemente adelantando el inicio de una ofensiva inevitable,
absolutamente segura. Esta es la razón por la que, para utilizar una
expresión incontestable, diría que no cometimos un error de
apreciación, que nuestros cálculos eran exactos y precisos, y que no
nos arrepentimos de nada, que mi discurso no ha sido contrito ni
derrotista en ningún momento, como por otra parte han inventado
algunos israelíes.
Muy
al contrario, ha sido en todo momento el discurso de la victoria,
desde los primeros días de la guerra; el primer día, en el momento
en que las nubes negras cubrían el cielo, yo confiaba en la victoria,
en que la victoria llegaría. En este sentido, todos los expertos se
muestran hoy unánimes, por poco objetivos que sean, cuando pasan a
analizar los acontecimientos acaecidos durante la guerra, y creo –y
esto lo he dicho en más de una ocasión– que lo ocurrido, tanto en
relación al momento en que se toma la decisión de continuar con la
operación de captura como a sus consecuencias, es resultado de la
voluntad divina de que venciéramos, del favor de Dios, y que si no
hubiéramos continuado con la operación, si no hubiéramos hecho nada
y hubiésemos bajado la guardia hasta el mes de octubre, Líbano ya no
sería Líbano, y de un modo u otro, como el Dr. Talal Salman ha
mencionado (pero en sentido totalmente opuesto al predominante hoy en
día), Israel tampoco sería ya Israel (pero esto de nuevo, en un
sentido totalmente opuesto)...
Según
esta hipótesis, en octubre, gracias al elemento sorpresa y la
posibilidad con que hubiera contado de aprovechar al máximo otros
factores, Israel habría podido confiar en que conseguiría la
destrucción de la Resistencia en el Líbano y esto hubiera resultado
en la sumisión del país a Israel y los Estados Unidos; lo que a su
vez habría llevado a un panorama desolador y extremadamente peligroso
para la Resistencia palestina y hubiera amenazado gravemente la posición
de Siria, poniendo en tela de juicio la posibilidad de cualquier tipo
de resistencia en el conjunto del mundo árabe. Esta es la razón por
la que –y lo repito– no nos arrepentimos de nada, no hemos
cometido ningún error y nuestros cálculos eran fundados y exactos.
Lo
ocurrido es mucho más importante que la estimación de las
consecuencias. Sí, yo lo afirmo: si hubiéramos detenido nuestros
planes en relación a todas estas cuestiones fundamentales para
nuestra causa, si nos hubiéramos quedado en un rincón, si dijéramos
que si hubiéramos considerado tales consecuencias habríamos –o
no– seguido adelante con la operación, evidentemente la respuesta lógica
es que no... Si reducimos el debate únicamente a la operación y a la
reacción que ha suscitado, lo que realmente ha ocurrido en Líbano en
el mes de julio queda completamente fuera de ese contexto y de esa lógica.
Talal
Salman:
Se habla de que habría habido una reacción israelí totalmente
desproporcionada al secuestro por parte de los palestinos de un
soldado israelí en Gaza antes del 12 de julio, ¿no les advirtieron?
Hassan
Nasrallah:
Estábamos preparados... suficientemente preparados, y lo que ha
pasado en Gaza es lo que esperábamos: anticipábamos una represalia
limitada... lo ocurrido en Gaza quedaba dentro de los confines de lo
que preveíamos, pues los israelíes no han invadido ni destruido la
franja de Gaza, no han hecho lo mismo que en Líbano. Además, hay que
tener en cuenta el hecho de que el secuestro de un soldado israelí en
Gaza fue mucho más humillante para los israelíes que la detención
de los dos soldados en el Líbano.
Si
consideramos [salvando las distancias] las posibilidades de los
palestinos en comparación a las de la Resistencia en el Líbano, las
represalias en Gaza no han sido... [desproporcionadas]. Esperábamos
que la reacción israelí en Líbano fuera comparable, es decir, idéntica
a la de Gaza, o para ser más exactos, un poco menos intensa. Pero la
actuación de Israel en el Líbano no fue una reacción, sino una acción
premeditada y planeada que simplemente se adelantó. En cuanto a los mártires,
un estudio estadístico efectuado antes de la captura [de Gilad Shalit,
N. del T.] muestra que entre treinta y cuarenta palestinos mueren como
mártires cada mes y que nada de eso ha cambiado [tras la captura].
En
relación a esto, yo diría que entiendo por qué Israel ejerce el
monopolio de ese feudo: para que Olmert, por ejemplo, pueda aprovechar
esa circunstancia y tratar de relanzar las negociaciones, lo que podría
ayudarle a deshacerse de la comisión investigadora israelí [sobre
los errores cometidos en la ofensiva contra Líbano, N. del T.] o de
sus numerosos problemas... Por supuesto, mis declaraciones públicas
no se referían a esto, sino que yo hablaba con la sinceridad y la
transparencia que la gente necesita y espera.
Pero,
¿cuál ha sido el resultado?: me cuentan –y yo lo he leído en la
prensa– que Olmert trata de utilizar esa frase mía en su propio
beneficio, y la verdad es que poco me importa, ¡que lo haga, no tengo
nada en contra!... Si nos dan a elegir entre que continúe gobernando
la entidad un jefe de estado desequilibrado, estúpido y débil o, en
su lugar, un primer ministro fuerte y capaz... ¡evidentemente
preferimos al demente y estúpido!...Si Olmert puede aprovecharse de
citas de mi discurso sacadas de contexto, no tengo nada en contra,
pero lamento que aquellos que entienden perfectamente el árabe y el
hecho de que la frase en cuestión forma parte de una exposición
coherente de la que no era conveniente extraerla, lo hayan hecho y la
hayan utilizado al servicio de una lectura errónea de los
acontecimientos del Líbano; es lamentable, simplemente lamentable y
no hay más que añadir.
Talal
Salman:
Tras la adopción de la resolución 1701, el paisaje político se
ha caracterizado por un gran número de ambigüedades. La resolución
es ambigua y el panorama político también lo es. ¿No está usted
excluyéndose de toda posibilidad de estudiar qué debiera seguir a la
resolución al insistir en que, para la Resistencia, es absolutamente
prioritario conservar las armas?
Hassan
Nasrallah:
Hay dos cuestiones a analizar: la primera hace referencia a cuál será
la situación una vez se produzca la estabilización del sur. En mi
opinión, está bastante claro: el ejército libanés continuará con
su despliegue en la zona fronteriza y suponemos que las fuerzas israelíes
se retirarán y que la Finul reforzada se acuartelará en los lugares
elegidos de común acuerdo con el ejército y gobierno libaneses. El
ejército libanés y las fuerzas de la Finul se situarán al sur del
Litani, hasta la frontera internacional.
En
cuanto a la Resistencia, su política consistirá fundamentalmente en
evitar toda manifestación o hacer ostentación de las armas. En tal
situación, el compromiso implícito y la política pública no son
suficientes sino que es necesario que se dé un compromiso personal e
implícito para con el ejército libanés y el estado libanés. Esto
significará que en el sur del Líbano, es decir, al sur del Litani,
se dará una situación similar a la existente al norte del Litani.
Antes del 12 de julio, al norte del Litani, había un ejército y un
estado libaneses que ejercían su soberanía en todos los aspectos. La
resistencia también estaba presente, pero de manera implícita.
Esta
será también la situación al sur: la Resistencia seguirá teniendo
presencia, de manera implícita y así el ejército libanés –es
decir, el estado libanés– se convertirá, dada su presencia en las
fronteras y por definición, en responsable: será este ejército el
que deberá hacer frente a todo ataque por parte de Israel. Lo he
dicho ya y lo repito: la Resistencia tendrá a partir de ese momento
un papel fundamental de apoyo al ejército libanés, que desde
entonces, y conforme a la resolución, estará presente a lo largo de
todas las fronteras del país. Pero, claro está, si los israelíes
–como ha ocurrido en Budai– envían paracaidistas a ciertas
localidades del sur o del Bekaa, la Resistencia, que está presente y
bien presente, aunque sea en la sombra... la Resistencia la formarán
los habitantes de las localidades del sur y del Bekaa que se opondrán
a las incursiones israelíes, y la Resistencia no perderá tiempo en
responder a este tipo de desafío sin esperar autorización alguna,
puesto que se trata de legítima defensa.
Pero,
de manera general, será el ejército quien se encargará de repeler
las agresiones por medio de su presencia en las fronteras. La
Resistencia se convertirá así en una fuerza auxiliar de refuerzo
para el ejército. Dudo que haya problemas, puesto que la Resistencia
es, por un lado, sincera en lo que respecta a sus compromisos y por el
otro, disciplinada en cuanto a su actuación. Puede existir una
resistencia en la que los dirigentes estén comprometidos pero los
cuadros y los hombres de a pie sean indisciplinados: eso provoca
problemas en el terreno que acarrean consecuencias negativas. Pero en
lo que respecta a nuestra resistencia, esta cuestión está resuelta.
La decisión tomada por el consejo de ministros, tras un profundo
debate, es una decisión clara que define la misión del ejército
libanés en el sur.
En
cuanto al desarme de la Resistencia, no forma parte de la misión de
ese ejército, como tampoco dicha misión incluye labores de espionaje
de la Resistencia ni registros de sus depósitos de armas. Así pues,
no hay razón para que se produzca ningún problema: el estado mayor
del ejército ha participado en pie de igualdad en la toma de estas
decisiones, tanto en lo relativo a la ideología como a la disciplina
y habida cuenta su calidad de institución oficial. La misión del ejército
en el Sur es la de defender a la patria y sus ciudadanos, sus bienes y
su medio de vida, proporcionándoles seguridad.
No
existe por tanto ningún punto de fricción [respecto a nosotros, que
sería] susceptible de generar problemas. La Finul reforzada, según
lo declarado por el secretario general de la ONU –salvo que se
produzca una nueva resolución– no tiene por misión desarmar a
Hezbollah. Su misión consiste en respaldar al estado libanés,
ayudarlo a extender su soberanía y apoyar a su ejército. Como decía,
no hay problema alguno, entiendo que, en principio, no existe razón
alguna para que surjan problemas o se produzcan disfuncionalidades.
En
consecuencia, la situación interna en el sur recuperará la
estabilidad de los seis últimos años, aunque incorporándose la
novedad de la presencia del ejército en la frontera para repeler los
ataques, lo cual no perjudicará a la Resistencia, que no estará
directamente a cargo de responder a las agresiones. Este es el motivo
por el que estoy tranquilo, completamente tranquilo. En cuanto a la
segunda cuestión, en lo referente a las armas de la Resistencia,
tanto si hablamos de después o de antes de la guerra, no decimos que
no pueda discutirse este asunto; sin duda, puede abrirse un debate
sobre este punto.
El
presidente [del parlamento], Nabih Berri, ha anunciado en su último
discurso, en nombre propio y también en el nuestro, que una de las
cuestiones prioritaria que plantea la etapa que comienza es la del diálogo
tendente a un acuerdo nacional sobre la estrategia –también
nacional– de defensa, tratando de aprovechar las importantes enseñanzas
extraídas de la guerra que acaba de terminar.
Por
lo tanto, es necesario continuar con las deliberaciones y avanzar en
este sentido. Aún quedan por determinar las modalidades... pero en
cuanto a la esencia, en cuanto a los principios, esta cuestión debe
seguir estudiándose por medio del diálogo. Jamás hemos excluido a
nadie de este debate. Incluso en el trascurso de mi última entrevista
con la prensa, he dicho que no queremos conservar este armamento por
los siglos de los siglos. La Resistencia ha llenado el vacío
resultante de la ausencia del estado libanés, ¡pero vamos, vamos,
dennos un estado fuerte, poderoso y resistente, capaz de garantizar la
seguridad del pueblo y de protegerlo! Este podría ser el punto de
partida de un debate sobre el futuro de las armas de la Resistencia...
Es
posible resolver la cuestión del futuro de las armas. Así pues,
estamos abiertos a toda fórmula en torno a la cual se pueda llegar a
un acuerdo a nivel nacional, a debatir esta cuestión y a darle
respuesta. No hemos dado con la puerta en las narices a nadie en
absoluto y estamos dispuestos a entablar ese debate, no solamente
desde un punto de vista meramente teórico –como antes de la
guerra– [sino] basándonos en la experiencia adquirida por la
Resistencia [con motivo de su victoria] y también desde el año
2000... Además, estoy convencido de que esta última guerra nos
proporciona una experiencia clave que el Líbano debe aprovechar para
formular su estrategia de defensa.
Incluso
diría más: el Líbano debe también aprovechar esta experiencia
[adquirida por la Resistencia] en lo que respecta a la metodología de
reconstrucción del ejército libanés y el refuerzo del mismo, así
como en lo tocante a su equipamiento y armamento, si queremos que ese
ejército sea lo suficientemente fuerte como para hacer frente a
Israel y para evitar gastar sumas astronómicas de manera caótica que
resulte en un puro despilfarro.
Talal
Salman:
¿Qué pasaría con las armas? Me refiero en particular a los
misiles y los cohetes. ¿Se está estudiando este tema en la
actualidad?
Hassan
Nasrallah:
En todo caso, después de 1996, tras el inicio de la ofensiva israelí
del mes de abril de ese año, ha habido en Líbano misiles de este
tipo, pero no se han empleado hasta 2006, lo que significa que durante
diez años, no se ha hecho uso de los mismos. En definitiva, esos
misiles no estaban destinados al uso operacional diario hasta el día
en que hemos comenzado a desarrollar operaciones a diario...
Esos
misiles son [por lo general] utilizados en el momento en que estalla
un conflicto, como en el caso de 1993, 1996 y ahora 2006 [al principio
de la guerra]. La resistencia ha respetado un principio: no recurrir a
esos misiles salvo en caso de agresión por parte de Israel, de
declaración de guerra por parte de Israel.Y esto resuelve en gran
medida nuestro “problema” actual: ¿qué hacer con los misiles?
¿Qué
hacemos con ellos? Es bien sencillo: los guardamos, como lo hemos
hecho antes, de 1996 a 2006, y no los utilizamos... Los conservamos
porque no están destinados a usarse salvo en caso de agresión
militar masiva contra el Líbano por parte de Israel, si se dan nuevos
ataques contra el Líbano, y ello entendiendo que es responsabilidad
del ejército libanés defender el país, y que la Resistencia también
tiene por misión su defensa, en tanto que resistencia popular, pero
que es el ejército quien decide.
En
cualquier caso, preferimos no entrar en un análisis detallado de esta
cuestión, preferimos no profundizar en este punto... No deseamos oír
que se dice: “Esos misiles, ¿qué hacemos con ellos?; Estos
combatientes, ¿qué hacemos con ellos?; Tal o tal tipo de armas, ¿qué
hacemos con ellas?”... Un debate detallado de este tipo sería inútil,
dilatado y ajeno a la realidad, carente de pragmatismo... en resumen,
sería un debate sin sentido. Es preferible entablar un debate global:
decir, en vista de lo ocurrido y de las experiencias adquiridas, que
el Líbano se preocupa por su existencia, por su estructura [demográfica
y comunitaria, N. del T.], por su independencia, su soberanía, su
seguridad... frente a toda guerra que Israel pudiera provocar en el
futuro.
La
novedad es que, desde ahora, el ejército libanés estará presente en
todas las fronteras, que no era el caso antes del 12 de julio. En
vista de la experiencia acumulada, ¿cómo podría el Líbano
defenderse con los [escasos] medios a su disposición? Continuaremos
con el debate que ya se está produciendo en torno a estas cuestiones.
Creo que un debate general permitirá obtener mejores resultados y
servirá mejor a los intereses del país, sin que con ello nos
sometamos a las exigencias de Israel.
Talal
Salman:
En caso de que falte la decisión política que permita al ejército
responder a las violaciones [del alto al fuego] y a las agresiones
israelíes, ¿cuál sería la posición de la resistencia en el
futuro?
Hassan
Nasrallah:
El consejo de ministros ha otorgado al ejército la misión de
defender el Líbano, en particular el sur.
Talal
Salman:
En vista de lo que dice el presidente [del parlamento], Sabih Berri,
en relación a la resistencia, sobre lo que debe hacerse mientras las
granjas de Shebaa y las colinas de Kafr Shouba permanezcan ocupadas,
¿cuál será la posición de Hezbollah en el terreno en lo que
respecta a que continúe la ocupación israelí de las granjas de
Sheeba?
Hassan
Nasrallah:
Nuestra posición política es de sobra conocida y clara. Esas tierras
son territorio libanés ocupado y deben restituirse al Líbano.
El
estado tiene la responsabilidad, al igual que en 1948, de defender el
territorio libanés y de recuperar cada hectárea ocupada en 1978 o en
1982; hasta la fecha, esa es su responsabilidad. Desde el momento en
que el estado asuma esa responsabilidad, la resistencia deberá
brindarle su apoyo, pero si el estado quiere deshacerse de esa
responsabilidad, ésta pasa a la Resistencia que es quien queda
entonces a cargo de este problema.
Resistir
es nuestro legítimo derecho, pero ¿vamos a ejercer ese derecho aquí
y ahora? No. Es cuestión de tiempo. Sin duda habrá usted reparado en
el hecho de que de 2000 a 2006, pese a no dejar de reafirmar ese
derecho, nuestro comportamiento ha sido diferente, en lo que concierne
a las granjas de Shebaa, respecto a la etapa anterior a 2000. Esto ha
sido así debido a una serie de razones políticas, de seguridad y logísticas.
Ese es el motivo por el que nos contentamos con decir –como también
lo ha dicho Nahib Berri–, que la resistencia es nuestro derecho, que
debemos conservarlo y que esas tierras deben sernos restituidas. Hoy
por hoy, podemos preguntarnos si vamos a dar al estado libanés una
oportunidad. Incluso después de 2000, el estado nunca ha dejado de
disfrutar de “oportunidades”, no hemos abierto un frente
secundario en las granjas de Shebaa ni hemos desarrollado operaciones
continuadas en esa zona.
Las
operaciones que hemos efectuado, las denominamos “operaciones de
recordatorio”, espaciadas varios meses en el tiempo. En la
actualidad, salimos de una verdadera guerra y no experimentamos
impaciencia alguna por efectuar operaciones en las granjas de Shebaa.
Pero afirmamos alto y claro que tenemos derecho a hacerlo y que nadie
será capaz de ofrecer garantías de seguridad a los israelíes que
continúan ocupando una parte de nuestro territorio. En estos
momentos, el estado y el gobierno pueden tomar la iniciativa… y sea
cual sea, nosotros seguiremos esta cuestión [de las granjas de Shebaa]
y veremos cómo evolucionan las cosas.
Ahora
que la guerra ha terminado, habrá que considerar de manera
equilibrada la política y la organización militar del partido, en el
sentido de que el partido [Hezbollah, N. del T.] tenía sus
posiciones, sus refugios, sus municiones y sus armas, combatía en el
frente y ahora ese frente ha quedado cerrado. La misión militar del
partido de la Resistencia ya no es su prioridad absoluta.
Talal
Salman:
¿Cómo se imagina usted la transición entre la etapa que ahora se
cierra, en la que el aspecto militar era el predominante, y la arena
política? ¿Qué papel tendrá Hezbollah después de la guerra de
julio de 2006?
Hassan
Nasrallah:
Tal vez Hezbollah no tenga necesidad de realizar una mutación dramática
a nivel organizacional, puesto que cada tres años, el partido siempre
ha celebrado un congreso de evaluación para reorganizarse y
desarrollar su aparato y sus capacidades y dotar a su estructura de
las reformas adaptativas correspondientes a la expansión constatada
sobre el terreno, tanto en lo político como a nivel popular o incluso
en lo tocante a sus misiones.
Pero
aún con todo ello, tal vez no nos hemos enfrentado a una mutación
tan importante, dada la estructura del partido, en particular desde
1990 y teniendo en cuenta que desde entonces esa estructura era la de
una organización militar que desarrollaba una actividad de
resistencia y solamente se ocupaba de ese asunto pues esa era su única
misión; ahora bien, existía en paralelo otro organismo, igualmente
importante, organizacional, popular y político, que se dedicaba por
completo a estas otras tareas.
Ninguna
de estas dos organizaciones influenciaba negativamente a la otra, al
contrario, su influencia mutua era positiva y sinérgica. Me explico:
los logros de la Resistencia se beneficiaban de la actividad del otro
organismo [político], de su contribución en materia de polarización
y participación popular, en materia de eficacia política y tareas de
información. Esta contribución en forma de adhesión popular y
presencia política, garantizaba una mayor capacidad a los cuerpos de
combatientes
en el seno de Hezbollah.
Talal
Salman:
¿Es posible una reconsideración de la estructura organizacional de
Hezbollah, dado que el gran acerbo del partido– a nivel nacional en
el Líbano y también a nivel del mundo árabe en general– es de una
naturaleza tal que ha trascendido más allá de la comunidad chiita?
Hassan
Nasrallah:
Me imagino que será posible, en base a la experiencia adquirida
durante esta última guerra, revisar muchos conceptos así como el
programa de Hezbollah, en particular en lo que respecta a las
relaciones políticas y las crecientes posibilidades de crearlas o
desarrollarlas o de abrir otras nuevas en todo el territorio libanés.
Una
de las consecuencias positivas de lo que ha pasado durante esta guerra
es que los contactos con otras fuerzas y corrientes políticas han
sobrepasado el ámbito de los cuadros oficiales y de estado mayor de
los partidos. Por imperativo de las circunstancias y sin que nadie lo
haya planeado. Cuando los refugiados buscaron cobijo en otras regiones
del Líbano, se produjo, en un contexto de seguridad y humanitario sin
precedente, un aumento de la interacción con otros ciudadanos
libaneses: con lo sunitas en las zonas sunitas, los cristianos en las
zonas cristianas, incluso con los drusos en las zonas drusas.
Así,
una vez han vuelto a sus hogares, hemos podido constatar –salvo
raras excepciones– las impresiones positivas, excelentes incluso, de
los refugiados. Incluso si se ha podido calificar esta solidaridad
como [meramente] humana y no política, ésta es una de las
consecuencias, una de las bendiciones más importantes que han
resultado de esa guerra, puesto que, hasta donde yo sé, el Líbano no
había conocido una solidaridad humana semejante desde hacía lustros,
sobre todo si pensamos en las convulsiones interiores y la guerra
civil que ha conocido el Líbano, así como en los periodos que la han
precedido y sucedido. Sin duda, hay quienes, calificando esta
solidaridad libanesa como humana y no política, han querido disminuir
la importancia y el valor de la misma.
No
obstante, en lo que nos concierne, no minimizamos el valor de esa
solidaridad, ya que vemos en esa solidaridad humana un gran valor, no
menos importante que el de la solidaridad política. Y existe además
otro aspecto: el que [esa minimización] se haya producido el día
después de las declaraciones, tanto dentro como fuera del Líbano,
según las cuales el país estaría al borde de la disensión
interconfesional, es decir de la guerra civil. Así que de pronto, se
presentaba ante nosotros un panorama totalmente distinto, el de la
solidaridad popular en la que las comunidades, las regiones y la gente
se habían abierto mutuamente los unos a los otros en circunstancias
particularmente delicadas y en un contexto especialmente difícil de
resolver.
Esta
circunstancia [nueva] sin duda dejará una profunda huella en la
mentalidad de Hezbollah, sobre su comprensión de las cosas, sobre su
funcionamiento, sus actividades y sus relaciones; quiero decir que
esto conducirá al desarrollo y la mejora de esa cohesión e interacción
sociales y [societarias].Por su puesto, hay algo que hemos recordado y
que merece un cierto grado de atención: el hecho de que Hezbollah,
tanto su dirección como sus seguidores, pertenecen de manera
mayoritaria –es decir, casi exclusiva–, a la comunidad chiita y
que, en consecuencia, el desarrollo organizacional en este sentido [el
de la apertura y el pluralismo, N. del T.] a que se ha aludido durante
más de una sesión de evaluación, debido a las complejidades políticas
internas particulares del Líbano, debe tener en cuenta ciertas
sensibilidades en el contexto de la situación predominante en el Líbano
hoy, incluyendo lo que concierne a nuestras tomas de contacto.
Por
ejemplo, hemos pedido a un cierto número de nuestros responsables políticos
y responsables de relaciones públicas que establezcan relaciones
directas, también con las familias; es decir, se trata de que vayamos
a visitar a las familias y nos entrevistemos con los notables de esas
familias para presentarnos, ofrecerles explicaciones y responder a sus
preguntas, todo ello con el objetivo de establecer relaciones directas
con esos notables.
Éste
es un derecho claramente natural y es necesario que esto sea posible
en el Líbano, quiero decir que hace falta que las relaciones entre
chiitas y sunitas, o entre sunitas y chiitas no pasen obligatoriamente
por la intermediación de los líderes, ni de los partidos, ni de los
cargos políticos, sino que sean relaciones populares y directas. Por
desgracia, nosotros hemos observado que este tipo de iniciativa corría
el riesgo de herir ciertas susceptibilidades de una naturaleza tal,
que podrían llegar a manifestarse de manera poco deseable.
También
se podría haber dicho que, de hecho, Hezbollah habría tenido por
objetivo adentrarse en el mundo sunita, y ésta es la menor de las
acusaciones de algunos, según quienes Hezbollah se habría propuesto
falsear el sunismo convirtiéndolo en chiísmo y atraer a ciertos
sunitas para que se convirtieran en chiitas. Estos son, por supuesto,
mentiras y despropósitos sin fundamento alguno. Sean las que sean,
comprendemos que estas sensibilidades y susceptibilidades, y yo
personalmente estoy de acuerdo con lo que usted mencionaba en su
pregunta: es absolutamente necesario que Hezbollah se dirija más de
lo que lo ha hecho hasta ahora a las otras comunidades confesionales,
a las otras corrientes. Por ejemplo, para hablar con los cristianos;
es necesario mencionar que incluso antes de la guerra, desde hace
aproximadamente un año y medio, mantenemos con algunos de ellos
relaciones sólidas, ya sea con ciertos grupos políticos [de
tendencia nacionalista conforme a la antigua clasificación] presentes
en el seno de los partidos nacionalistas libaneses, o bien con
partidos de izquierdas, así como con cristianos de las regiones de
Zghorta y Ehden, por ejemplo.
También
viene de antiguo la relación con el antiguo primer ministro Soleiman
Franjiyeh, cuyo liderazgo no sólo es excelente sino también real:
nadie puede ignorar su importancia y gran representatividad. Así
mismo, cabe mencionar al movimiento de los Maradah [los sublevados, N.
del T.] que aparece en el comunicado institucional que ha publicado
recientemente, con ocasión de su reforma, en el que se mencionan las
armas de la Resistencia, las armas de Hezbollah, en los mismo términos
que emplea Hezbollah mismo, lo que indica que existe entre nosotros un
acuerdo absoluto en este punto. En cuanto a las regiones cristianas y
la manera en que los refugiados han sido acogidos allí, cabría
esperar que las relaciones fueran excelentes en Zghorta y Ehden,
puesto que en esas dos localidades existe una antigua alianza entre
nosotros y el ministro Soleiman Franjieh, y hemos podido experimentar
allí una simpatía sincera e intensa que agradecemos. Algo similar
ocurre en otras regiones donde ciertos partidos políticos [aliados]
tienen presencia, lo que es lógico y natural.
Lo
que algunos se habían imaginado era que nuestras relaciones, que se
habían abierto recientemente a la corriente nacionalista, eran
meramente formales y oficiales, pero en realidad se trata de una
relación popular y natural, espontánea, que se pone de manifiesto
con toda claridad a través de la guerra y en particular en la manera
en que se ha tratado el problema de las personas desplazadas. Incluso
cuando acudimos a las instituciones dependientes de un patriarca, es
decir, monasterios y escuelas, puedo decir que por lo general, en la
actualidad, la actitud de Hezbollah, lo que Hezbollah espera, la
convicción de Hezbollah es que es necesario abrir e interconectar
nuestros vínculos con la comunidad cristiana y reforzarlos, ya se
trate de viejas amistades o de las que han surgido en el transcurso de
esta etapa difícil que acabamos de atravesar, o incluso surgidas de
la propia búsqueda de nuevas relaciones y nuevas amistades.
Y
yo afirmo que esa convicción [en nuestro caso] es aún más fuerte
después de la guerra. También en el caso de los círculos sunitas,
incluso si nuestro apego a nuestras relaciones con ellos viene de
antiguo y hunde sus raíces profundas en las especificidades del Líbano
y del mundo musulmán, así como en las repercusiones que esta
especificidad [local] tiene en las relaciones chiito–sunitas y en el
mundo.
De
igual modo, en lo que atañe a los drusos, tanto los que estaban en el
mismo bando que nosotros durante la guerra, como una parte de los que
expresaron su desacuerdo político o de aquellos a quienes estamos
enfrentados en el plano político, los drusos, se han mostrado
solidarios en el plan humanitario y eso es algo que no podemos negar
ni olvidar.
Talal
Salman:
¿Los chiitas tienen un proyecto específico, a través de
Hezbollah, que habría hecho que se tratase precisamente de atacarlo
durante este último conflicto?
Hassan
Nasrallah:
Se habla todo el tiempo de no sé qué “proyecto específico”,
pero no es real, el proyecto de Hezbollah es del dominio público.
Hezbollah ha expresado claramente su visión a nivel político y no
dejamos de reiterar nuestra posición: Hezbollah es sin duda el
partido que más se expresa, a través de su discurso sobre todo; es
un partido que tiene una presencia mediática fuerte, que habla de sus
convicciones, de sus puntos de vista, un partido que también tiene un
programa que ha sido presentado abiertamente al público en todas las
elecciones, un programa electoral que el partido se ha esforzado por
traducir en realidades políticas inmediatamente después de haber
sido elegido.
Hay
quienes nos invitan a involucrarnos en el seno del estado libanés…
a ellos les decimos que hemos participado en las elecciones de 1992,
mientras que ellos, en cambio, las han boicoteado… Nosotros hemos
participado en las elecciones de 1996 y ellos las han boicoteado… Y
resulta que son ellos quienes hoy ejercen presión y nos conminan a
involucrarnos en el proyecto del estado. No tenemos un proyecto
particular y decimos que, en lo que a nosotros respecta –y no con
mera jerga tecnocrática, puede creerme, sino con un discurso
intelectual que se apoya en fundamentos filosóficos y religiosos y no
solamente en vocabulario meramente político–, nos inscribimos en la
visión religiosa islámica, una visión unánime entre los
musulmanes, es decir en una visión que es musulmana y no es ni
(simplemente) chiita ni (puramente) sunita.
Afirmamos
que la gente tiene necesidad de un imán [un guía, N. del T.]. En el
lenguaje de hoy, un imán significa orden, organización, es sinónimo
de Estado. Ningún grupo humano puede vivir en un territorio concreto
sin estado, desprovisto de la identidad y el contenido que brinda ese
estado. Siempre ha existido una constante disputa jurídico–teológica
sobre la siguiente cuestión: cuando se trata de elegir entre un régimen
político que es objeto de numerosas críticas y objeciones que le
llegan de todos los frentes, por un lado, y por el otro, de la anarquía
y/o la guerra civil, ¿qué debemos hacer?
Hay
quienes consideraban que lo principal, fundamental, esencial es la
existencia de dicho régimen político [sea cual sea] y que es
necesario evitar a toda costa caer en la anarquía, que es preferible
soportar todos los aspectos negativos antes que correr el riesgo de
conocer algo aún peor: la guerra civil. Hoy nosotros afirmamos que
todos los libaneses necesitan serenidad y tranquilidad. Cuando algunos
vienen al Líbano y dicen: “¡Os tenemos miedo, tranquilizadnos!”,
lo que yo les respondo es: “Yo también os tengo miedo a vosotros:
¡tranquilizadme!” Todos en el Líbano tiene necesidad de que les
tranquilicen y eso se debe al hecho de que el Líbano estaba –sigue
aún hoy situado, claro está– en plena falla tectónica local,
regional y mundial. Y el resultado son las injerencias extrajeras en
nuestros asuntos, en particular las de estadounidenses e israelíes.
Talal
Salman:
Hablemos ahora, si le parece bien, de sus relaciones con Arabia
Saudita, en particular tras la publicación por parte de este país de
los primeros comunicados en que se hacía mención de un aventurerismo
desconsiderado (por parte de usted). ¿Cuáles son sus relaciones con
Riyad? ¿Existen rencillas, se han interrumpido los contactos como
consecuencia de ello o, por el contrario, lo ocurrido ha sido tan sólo
pasajero? ¿Ha restablecido usted el contacto con los saudíes?
Hassan
Nasrallah:
En lo que respecta a la posición adoptada por los saudíes al
principio del conflicto y también en lo referente a las declaraciones
resultantes de la cumbre egipto–jordana, sin olvidar el ambiente que
se respiraba en la primera reunión de ministros árabes de asuntos
extranjeros en el Cairo, ¡lo menos que puede decirse –y mido mis
palabras– es que estamos en nuestro perfecto derecho de protestar y
que ellos no tienen derecho alguno a ofenderse o a quejarse!
No
quiero decir cuál es la evaluación que hacemos de su posición, en
particular del famoso “aventurerismo inconsiderado” y
declaraciones similares. Me limito a dirigirlos al mismo Ehud Olmert,
quien les explicará de qué manera los israelo–estadounidenses han
utilizado esas declaraciones para tomar posiciones con el fin de
justificar su guerra de agresión contra el Líbano. Incluso si, como
es bien sabido, los israelíes se han servido de cosas bastante peores
que esas declaraciones oficiales de fuente árabe y han mencionado los
contactos que ciertos gobiernos árabes habían establecido con ellos
para respaldar su guerra contra el Líbano y exhortarlos a perseverar
en ella implacablemente ¡hasta “liquidar a Hezbollah”!
En
cuanto a esto, yo diría que eso es lo que los israelíes se proponen
y nosotros no estamos dispuestos a creerles en absoluto sobre esta
cuestión. Pero a la hora de analizar las posiciones árabes oficiales
expresadas sobre la guerra del Líbano y la Resistencia
–declaraciones que estos gobiernos han realizado oficialmente, por
la vía diplomática–, yo me limitaría a decirles lo siguiente: lo
queráis o no, vuestra posición ha servido de cobertura al enemigo, o
en el mejor de los casos, ha supuesto el abandono del Líbano y la
Resistencia libanesa, la misma resistencia sobre la que todos habéis
declarado en 2000 que estabais orgullosos de ella, felicitándoos de
su victoria.
En
la actualidad, no queremos detenernos demasiado sobre estos episodios
desagradables. Tomamos nota y nos esforzamos por extraer las
correspondientes enseñanzas. En cuanto a los países árabes contra
quienes tenemos algún reproche por motivo de sus posiciones poco
amistosas, creemos que es natural que esos países se esfuercen, como
lo hacemos nosotros por nuestra parte, para restaurar nuestras
relaciones en nombre de los intereses del mundo árabe e islámico, así
como en el de los nacionales de todos los países implicados.
En
cuanto a los hermanos saudíes, si hay algún reproche que hacerles,
es uno más grave, puesto que teníamos con ellos una relación
desarrollada y porque yo me había entrevistado en múltiples
ocasiones con el embajador de Arabia Saudita en Beirut, el Dr. Abd
al–Aziz Khujah, así como con representantes saudíes de paso por
Beirut. Por otro lado, el rey Abdullah Ibn Abd al–Aziz ha hecho
declaraciones positivas en más de una ocasión, tanto en relación a
Hezbollah en general como sobre la Resistencia y yo mismo en
particular, hasta el punto de que una semana antes de que se
desencadenara la guerra, declaró que Hassan Nasrallah era “su
querido hijo”, “nuestro heredero en quien confiamos…” etc.
etc…
Talal
Salman:
Le han invitado a usted a Arabia Saudita en el pasado y se han
hecho muchas conjeturas sobre las razones por las que ha declinado esa
invitación…
Hassan
Nasrallah:
Es cierto, efectivamente, se me invitó a visitar Arabia Saudita, y
puesto que esto se han mencionado en los medios, voy a responder.
Cuando el embajador saudita en Beirut me informó de la invitación,
le comuniqué que aceptaba desde el punto de vista político y
fraternal, que me sentía honrado, que aceptar esa invitación no
suponía ningún problema político, pero que planteaba un problema de
seguridad, puesto que [en realidad] yo no podía desplazarme.
También
es cierto que no he ido en peregrinaje a La Meca desde 1986, no porque
yo no lo deseara, sino por razones de seguridad nuevamente. Por otra
parte, todo el mundo sabe bien que todo musulmán, sobre todo los que
son practicantes y religiosos, no desean nada tanto como acudir en
peregrinaje a La Meca. Yo me he visto privado de esa bendición y
tampoco puedo ya efectuar el peregrinaje menor, por más que se me
haya invitado cada año: en cada ocasión, he tenido que declinar la
invitación, muy a mi pesar, por razones de seguridad...
En
fin, resumiendo, lo importante es que no teníamos ninguna reserva de
tipo político en cuanto a esta invitación oficial a Arabia Saudita.
Ciertos presentantes sauditas piensan que lo que me habría hecho
declinar la invitación habrían sido las advertencias de iraníes y
sirios, y eso no es del todo exacto. En cualquier caso, el futuro
mostrará que el movimiento político más independiente de Líbano
respecto a los ejes regionales de poder y a todos los países es
Hezbollah.
Sin
embargo, quisiera rectificar la deducción errónea de algunos en
Arabia Saudita: lo que les digo es que los iraníes y los sirios tenían
conocimiento de la invitación saudita y que me han animado a
aceptarla diciéndome que me permitiría desarrollar las relaciones,
al contrario de lo que algunos sauditas quieren hacer creer. La
realidad, repito, es que el impedimento era puramente de seguridad.
Por otra parte, yo he informado a su excelencia el embajador saudita
en Beirut del hecho de que yo no podía desplazarme personalmente a
Arabia, pero que cualquier hermano perteneciente al partido y que
representase a su secretario general, fuese un miembro del consejo
ejecutivo o el ministro Muhammad Fanish, podría desplazarse en mi
lugar y representarme.
He
comunicado a los sauditas que ponía a su disposición una lista de
nombres de entre los cuales podrían elegir ellos mismo al
representante de Hezbollah que deseaban invitar en mi lugar, para no
ponerlos en el aprieto de designar a mi sustito yo mismo, y que ese
representante de Hezbollah [con su beneplácito] viajaría a Arabia
donde me representaría tanto a mí título personal como a la dirección
del partido, y que yo indicaría a esta persona las cuestiones a tocar
en el transcurso de la visita. Pero los sauditas no me han respondido.
Esto fue antes de la guerra. Así que lo repito: las causas [de que no
haya viajado en visita oficial a Arabia Saudita] son puramente de
seguridad y en ningún caso políticas. Así mismo insisto igualmente
en que valoramos mucho nuestras relaciones con Arabia Saudita y que
deseamos desarrollarlas y mejorarlas.
Talal
Salman:
¿Pudiera deducirse de lo que acaba de explicar que usted tenía
verdaderos motivos para sentirse descontento?
Hassan
Nasrallah:
Sí, es cierto, esto nos ha afectado particularmente y además…
Caminan a nuestro lado, en la misma dirección y resulta que en
circunstancias particularmente delicadas, incluso críticas, en
circunstancias en las que nuestro destino está en juego, ¡resulta
que vienen y nos dicen lo que nos han dicho!... Sí, tenemos motivo
para reprocharles ciertas cosas, pero sean las que sean, hoy por hoy,
tenemos amigos comunes en Líbano que han intentado mediar para que se
reanude el contacto y nosotros no objetamos a eso en absoluto, por
supuesto que no; todo lo contrario: hemos establecido numerosos
contactos en estos últimos días y, Dios mediante, la situación
seguirá mejorando…
Talal
Salman:
No puede decirse que Hezbolah haya ofrecido una bienvenida
delirante al emir de Qatar en Beirut, pese a que la importancia de
Qatar en la región y sus relaciones influyentes son sobradamente
conocidas…
Hassan
Nasrallah:
En general, nuestras relaciones con el conjunto de los hermanos de los
países del Golfo han continuado tal y como eran en el pasado. En
cuanto al emir de Qatar... es el primer dirigente árabe que ha
visitado el sur de Beirut y eso es muy importante para nosotros, tiene
un valor [simbólico] enorme a nuestros ojos. Acogeremos de la misma
manera a todo dirigente árabe que tenga el mismo gesto y venga a
visitarnos al barrio sur de Beirut, puesto que tenemos el deber de
acoger dignamente a nuestros huéspedes y de mostrarles que nos honra
su visita, sin entrar en consideración alguna ni tener en mente las
apreciaciones políticas que podamos tener por otro lado.
Talal
Salman:
Pero no parece haber sido ese el caso con un dirigente
internacional tan importante como Kofi Annan…
Hassan
Nasrallah:
Creo que la imagen de “partido de hierro” que se atribuye a
Hezbollah tal vez es exacta en lo que se refiere al espíritu
disciplinado de la mayoría de nuestros miembros, pero entre nosotros
y la población del barrio sur de Beirut, ¡no hay ninguna
“disciplina de hierro”! Es cierto que los hermanos que han
organizado la visita de Annan se han mostrado sorprendidos por el
comportamiento de ciertas personas hacia el secretario general de la
ONU y la delegación que lo acompañaba, pero en todo caso, puede
usted ver de nuevo las imágenes y comprobará que las personas que se
mostraron agresivas, que se reunieron para esperar a que pasara Kofi
Annan, no pertenecen a Hezbollah sino que se trataba de simples
ciudadanos.
Talal
Salman:
¿Tiene usted contactos con Egipto en estos momentos?
Hassan
Nasrallah:
Tal vez los tendremos muy pronto, es muy probable que las relaciones
vuelvan a su estado anterior, como en el caso del conjunto de las
relaciones internacionales de Hezbollah. Es cierto que no nos hemos
entrevistado bilateralmente con su excelencia el embajador egipcio,
Hussein Darrar, pero es seguro que él se ha reunido con ciertos
diputados del partido [en el parlamento libanés], y en más de una
ocasión.
Talal
Salman:
En cuanto a la ayuda árabe, ¿está al nivel que usted esperaba?
Hassan
Nasrallah:
Con el debido respeto y gratitud hacia todos los países que han
anunciado que enviarían o enviarán ayuda al Líbano, dicha ayuda no
está a la altura de la legendaria generosidad árabe y no cubre las
necesidades del Líbano, que son inmensas, en materia de reconstrucción.
Talal
Salman:
¿Puede decirse que el [muy] chiita Hezbollah se habría, por así
decirlo, convertido en el buque insignia de los musulmanes sunitas en
la batalla contra Israel? ¿Qué valoración le merece la actitud
tanto de los regímenes como de los pueblos árabes y musulmanes
respecto al conflicto?
Hassan
Nasrallah:
Por supuesto que he oído y leído mucho sobre esto, que alguien
–cuyo nombre no diré–... o que Hezbollah encarnaban desde ahora
la vanguardia árabe o islámica, o algo así... Me gustaría realizar
una precisión, ya que no creo que eso sea exacto. Sí, es verdad que
Hezbollah, como este humilde servidor, goza hoy de gran respeto en
todo el mundo árabe y musulmán además de una gran confianza y
credibilidad.
Esto
es el fruto de nuestra tenaz resistencia, de nuestra victoria, de
nuestros logros, y todo ello está relacionado con el hecho de que nos
enfrentamos al enemigo común de todos los árabes y de todos los
musulmanes: Israel. En cuanto a mí, creo que no pasa de ahí. En
cuanto al entusiasmo de algunos y el intento de presentar los hechos
de manera que pueda hablarse del papel de líder de Hezbollah a nivel
del conjunto de los árabes, de vanguardia decidida a dirigir el mundo
árabe y provocar cambios revolucionarios, eso es muy exagerado y no
se corresponde con la realidad...
Entre
paréntesis: de hecho no hace sino aumentar nuestros problemas.
Hezbollah no se jacta de dirigirlo todo, ni en Líbano ni mucho menos
en el conjunto del mundo árabe. Personalmente, no me considero un
“gran jefe”, ni en el seno de Hezbollah, ni menos aún a nivel del
mundo árabe considerado en su conjunto…
Talal
Salman:
¿Cuáles son las potenciales repercusiones de este estado de cosas
sobre su voluntad de minimizar el riesgo de una guerra de religión
entre chiitas y sunitas? Es sabido que usted ha trabajado grandemente
para que ambos convivan en buena armonía...
Hassan
Nasrallah:
Efectivamente, eso es lo más importante en relación a las
consecuencias negativas, absolutamente catastróficas de esta guerra.
Los beneficios han sido superiores a los sacrificios padecidos; la
magnitud de esos sacrificios valerosamente consentidos no debiera
impedir ver el alcance del éxito y de la victoria que se han hecho
realidad, y una de las cuestiones más relevantes es la de las
relaciones chiito–sunitas. Efectivamente, el proyecto fundamental
[de los estadounidense–sionistas, N. del T.] tras la invasión
estadounidense de Irak –un proyecto que continúa siendo una amenaza
para ese país árabe y a través del mismo para toda la nación árabe
y la comunidad musulmana del mundo [la umma]–, el proyecto
fundamental en el que trabajan sin descanso los estadounidenses e
Israel consiste en fomentar una guerra interreligiosa –una fitnah–
despiadada y destructora, sembrando la disensión entre (musulmanes)
sunitas y (musulmanes) chiitas.
Talal
Salman:
Si le parece bien, pasemos ahora a hablar de la cuestión de la
reconstrucción del Líbano. El presidente [del consejo de ministros],
Sr. Siniora, ha declarado que Hezbollah pretende que su acción se
limite –por lo menos eso es lo qe él ha entendido– a garantizar
una asignación equivalente al importe de un alquiler durante diez años
“solamente” para aquellos cuyas viviendas hayan sido destruidas así
como una ayuda para la compra de mobiliario, lo que significaría que
ustedes habrían cambiado de idea respecto a su compromiso inicial de
encargarse de toda la reconstrucción. ¿Es correcta la deducción del
Sr. Siniora?
Hassan
Nasrallah:
¡En absoluto! ¡Eso es totalmente falso! Desde el primer día del
alto el fuego, y el lunes siguiente también, con motivo de una
entrevista televisada para News TV, en presencia del Sr. Siniora, yo
mismo he indicado personalmente –y lo repito ahora– que
permaneceremos fieles a nuestro compromiso. Hemos hecho una promesa a
los afectados y la cumpliremos. Esa promesa consiste en que los
afectados recuperen sus hogares y sus bienes en el mismo estado en que
se encontraban o incluso mejor.
Estamos
por tanto hablando de una verdadera reconstrucción. Hemos anunciado públicamente
este compromiso y, tras anunciarlo, hemos indicado que se dará en
etapas sucesivas. La primera de esas etapas, la etapa en que nos
encontramos, la hemos denominado ‘la etapa de las soluciones
alternativas provisionales’ y se ocupa de las personas que lo han
perdido todo: su casa y sus muebles. Eso es lo que hemos decidido en
cuanto a las casas y los inmuebles totalmente destruidos o
inhabitables, y eso es lo que hemos hecho.
El
principal problema a que nos enfrentamos, por supuesto, es la
reconstrucción integral de las viviendas totalmente destruidas [por
los bombardeos israelíes]. Honramos nuestra palabra y garantizamos
que…He aquí que el estado acaba de informarnos de que esa actividad
entraña prerrogativas, y no niego que no sea el caso. Esto es lo que
ha pasado, tal y como he explicado en mi última entrevista
televisada: no fuimos nosotros quienes nos dirigimos al primer
ministro Siniora para informarle de que no podríamos costear la
reconstrucción de los inmuebles totalmente destruidos. Eso no ha
ocurrido. ¡Como tampoco no acercamos al primer ministro para pedirle
ayuda!
Es
él quien ha tomado la iniciativa –que le agradecemos– de
solicitar que nos reunamos con él con el objetivo de discutir lo que
vamos a hacer en cuanto a la reconstrucción, para que “yo pueda
informarme [es Siniora quien habla], en calidad de representante del
gobierno, y valorar lo que estaría en disposición de proponer y
hacer en contrapartida; cuando un país, en virtud de los protocolos
oficiales que se decidirán bilateralmente, se encargue de reconstruir
[corriendo con los gastos, N. del T.] los inmuebles destruidos [en
este u aquel barrio, N. del T.], mi misión habrá finalizado.
¿Hay
otras áreas en las que yo pueda ayudar a los propietarios de los
inmuebles [así] reconstruidos [gracias a la ayuda internacional, N.
del T.]? Obviamente, yo estoy a su servicio”Cuando el gobierno
ofrece 50 millones de libras libanesas para reconstruir una vivienda,
¿qué decimos nosotros? Que, en principio, en el caso de que la cifra
ofrecida por el gobierno sea suficiente, la vivienda se reconstruirá
con la ayuda gubernamental y que en los casos en que no lo sea,
nosotros nos comprometemos a aportar a la familia afectada la cantidad
suplementaria necesaria para que todo lo que ha resultado destruido
pueda devolverse a su estado original. Es un compromiso absoluto que
cumpliremos.
Talal
Salman:
Durante el conflicto, ¿cómo se establecieron los contactos entre
los tres presidentes y todos los otros estados mayores a nivel políticos?
Hassan
Nasrallah:
En lo que respecta al presidente [de la República libanesa] Sr. Emile
Lahoud, estábamos en contacto permanente con él a través de un
intermediario. En cuanto al presidente [del parlamento] Nahib Berri,
ya he mencionado al principio de esta entrevista que existía una
cooperación entre nosotros, una comprensión y una coordinación, así
como conversaciones telefónicas que nos permitieron permanecer en
contacto las 24 horas del día. Con el presidente [del consejo de
ministros] Sr. Fouad Siniora, hemos tenido contactos o diálogo de
varios tipos: a través de la mediación de los ministros miembros de
Hezbollah y en ocasiones, también hemos tenido contacto directo con
el primer ministro o con su consejero político, el hermano hajji
Hussain Khali. Pero aquello sobre lo que al final no llegamos a un
acuerdo, era el saber la parte de la reconstrucción que se realizaría
a través del canal de su excelencia, el presidente [del parlamento]
Nabih Berri, a sabiendas de que era él quien estaba a cargo de la
administración política de la guerra.
Siempre
nos hemos sentado juntos a la mesa del consejo de ministros o hemos
hablado por los pasillos, así que siempre ha habido un diálogo
constante con el primer ministro. Durante toda la guerra, hemos
prestado atención a que el gobierno pareciera –y fuera realmente–
un gobierno unido, fuerte, coherente, pese a que teníamos nuestras
reservas, nuestras observaciones y nuestras objeciones sobre ciertos
puntos o sobre ciertas posiciones. Este fue el caso del debate de los
siete puntos [en vista del alto el fuego, N. del T.], que hemos
admitido en general, si bien los detalles necesitan de un debate [en
el parlamento] y una posterior toma de decisiones en el consejo de
ministros.
En
cuanto a la cuestión de la resolución 1701, se ha incluido en el
orden del día, y pese a que estábamos en desacuerdo con ciertos capítulos
de esa resolución y yo he declarado que me parecía inicua y parcial,
pese a que nuestras objeciones respecto a ella son serias, una vez más,
en este caso también, y en nombre de la posición de unidad en el
gobierno y a nivel nacional, hemos declarado –[pero] con ciertas
reservas–, que esa resolución ha sido aprobada por unanimidad.
Talal
Salman:
¿Qué diría usted de su relación con Walid Jumblat ?
Hassan
Nasrallah:
Durante la guerra, hemos tenido poco contacto directo con el diputado
Walid Junblat. Como seguramente usted sabe, después de la crisis de
los comunicados y de las tomas de posición precedentes, no ha habido
más contactos entre él y yo; solamente nos hemos encontrado en el
marco de las mesas redondas de debate nacional, pero fuera de esas
sesiones, no ha existido ningún contacto entre nosotros y esa situación
es la que ha prevalecido durante los treinta y cinco días que ha
durado el conflicto.
Durante
los primeros días de la guerra, él ha adoptado ciertas posiciones
positivas y yo he solicitado personalmente al hermano Nawaf al–Moussaoui
que se ponga en contacto con el ministro [druso, N. del T.] de
información, el hermano Ghâzî al–Uraïdhi, con el objetivo de
transmitir al ministro Junblat nuestro agradecimiento por las
posiciones que había adoptado y expresado, pero de momento no hemos
llegado a la restauración de las relaciones normales que existía
entre nosotros hasta hace aproximadamente un año…
Talal
Salman:
¿Se está intentando restablecer el contacto en estos momentos?
Hassan
Nasrallah:
En lo que concierne a nosotros, jamás hemos cerrado la puerta al diálogo.
Con toda sinceridad le digo que, de manera tanto mediatizada como no
mediatizada, es decir, también por los pasillos, cada vez que se nos
ha propuesto (a menudo a iniciativa de amigos comunes) reanudar el
contacto y esa relación, nosotros nunca hemos expresado la más mínima
objeción. Así lo he declarado yo mismo en el transcurso de una
entrevista de televisión, y he añadido que fundamentalmente, no éramos
nosotros quienes habíamos volado los puentes en el caso de Junblat,
pese a la posición firme que habíamos expresado en respuesta a la
manera en que él acababa de calificar la posesión de armas de la
Resistencia.
Nosotros
hemos respondido que no deseábamos boicotear a nadie. Nuestra política
no es la del boicot, incluso si hemos podido tener importantes
divergencias políticas con él, estamos dispuestos a restablecer el
contacto y a dialogar.
El
Sr. Walid Junblat nos ha respondido que no aceptaría reunirse con
nosotros fuera del marco del consejo de ministros… Por lo tanto está
claro: nosotros, jamás hemos intentado relegar a nadie, al Sr.
Junblat tampoco.
Talal
Salman:
Sin embargo, se le ha acusado a usted de abrir la puerta a las
disensiones políticas internas durante el transcurso del debate sobre
un gobierno de unidad nacional, en relación a la aplicación de los
acuerdos de Taef…
Hassan
Nasrallah:
La verdad es que nunca he tenido la intención de desatar ninguna
controversia política interna… He respondido a ciertas preguntas
planteadas por el ministro Walid Junblat a lo largo de una conferencia
de prensa que se había organizado. He considerado que, en gran
medida, esas preguntas estaban superadas, que pertenecían al pasado,
que se les había dado respuesta, bien directamente por mi parte, bien
en torno a la mesa redonda de debate nacional, pero la cuestión
central que Junblat ha planteado, es una cuestión clave, si se me
permite expresarme en estos términos.
Una
cuestión clave que abre otras muchas. Una cuestión relativa al
acuerdo de Taëf, no cabe la menor duda. Y si se quiere ser riguroso
en la aplicación de los acuerdos de Taef, entonces, bien, comencemos
a considerar el primer punto, el aspecto esencial que condiciona la
aplicación efectiva de Taëf: la formación de un gobierno de unidad
nacional, tal y como estipula expresamente el mismo texto del acuerdo
…
Talal
Salman:
… pero ellos han respondido diciendo que esa era tan solo una
imposición para el primer gobierno libanés formado tras la firma de
Taëf, ¿no es cierto… ?
Hassan
Nasrallah:
¡Exactamente! Hasta el momento, dicen –hablo de la mayoría de las
Fuerzas del 14 de marzo– dos cosas: lo primero, que el gobierno de
unión y concordia nacional estipulado por el acuerdo de Taëf no ha
existido jamás durante los dieciséis años transcurridos desde la
firma de ese acuerdo, y atribuyen ese hecho al periodo de “tutela
siria” del Líbano como la llaman ellos; y en segundo lugar, que la
mayoría de lo que se pretendía con los acuerdos de Taef no se ha
aplicado nunca hasta la fecha.¡Y bien! ¿No es estupendo entonces que
nosotros digamos que ese gobierno no se ha formado y que el acuerdo no
se ha aplicado en lo que respecta a la mayor parte de sus artículos y
que precisamente es su aplicación lo que queremos hacer y de
inmediato?
El
requisito previo natural, tal y como lo prevé el acuerdo de Taëf,
para pasar a la aplicación de lo que no ha sido todavía aplicado, es
la formación de un gobierno de unión nacional, y eso no es ninguna
herejía política, ¡al contrario, es la voluntad de creer en nuestro
país y velar por su salvaguardia a nivel político! Permítame [para
concluir] que reitere que lo que ha puesto fin a la guerra es el hecho
de que los israelíes temían encaminarse hacia una catástrofe
militar en caso de continuar con la ofensiva terrestre, el hecho de
que el horizonte se haya cerrado ante ellos y no hayan cosechado más
que fracaso tras fracaso tras fracaso...
Hoy,
el Líbano debe prepararse para hacer frente a grandes retos, retos de
gran envergadura, imponentes y peligrosos. Así que, dígame: si nos
dedicamos a aumentar la fuerza de nuestro país y su inviolabilidad
procediendo a la formación de un gobierno de unión nacional, ¿perdemos
o ganamos? Si un gobierno consigue realizar algunos de estos avances,
¿significa esto que debamos privarnos de la posibilidad de reforzar
nuestro país políticamente haciendo participar [en el gobierno] a
quienes habían estado excluidos en determinado momento? Si se da la
posibilidad de formar un gobierno de unión nacional que permita hacer
frente a los enormes desafíos del futuro próximo del Líbano, ¿qué
nos impide hacerlo?
La
lógica que acabo de exponer es una lógica de razón y prudencia, en
ningún caso una lógica de maniobras políticas, puesto que esa no es
en absoluto mi manera de razonar. Ya lo he dicho: “¿Quieren aplicar
el acuerdo de Taef y construir el estado libanés? El requisito previo
natural para hacerlo es la formación de un gobierno de unidad
nacional… ¡Pues bien, hagámoslo!
¡Formemos
ese gobierno de unidad nacional y no perdamos más tiempo replicando a
esa verborrea político–jurídico–constitucional unanimista que
tanto gusta del discurso del tipo “¡Cosamos, pero no con esa
aguja!”…”Y además, ¿tendría usted la amabilidad de decirme qué
otra aguja quieren que empleemos? El requisito previo natural, tal y
como lo prevé el acuerdo de Taëf, para pasar a la aplicación de lo
que no ha sido todavía aplicado, es la formación de un gobierno de
unión nacional, y eso no es ninguna herejía política, ¡al
contrario, es la voluntad de creer en nuestro país y velar por su
salvaguardia a nivel político! Permítame [para concluir] que reitere
que lo que ha puesto fin a la guerra es el hecho de que los israelíes
temían encaminarse hacia una catástrofe militar en caso de continuar
con la ofensiva terrestre, el hecho de que el horizonte se haya
cerrado ante ellos y no hayan cosechado más que fracaso tras fracaso
tras fracaso...
Hoy,
el Líbano debe prepararse para hacer frente a grandes retos, retos de
gran envergadura, imponentes y peligrosos. Así que, dígame: si nos
dedicamos a aumentar la fuerza de nuestro país y su inviolabilidad
procediendo a la formación de un gobierno de unión nacional, ¿perdemos
o ganamos? Si un gobierno consigue realizar algunos de estos avances,
¿significa esto que debamos privarnos de la posibilidad de reforzar
nuestro país políticamente haciendo participar [en el gobierno] a
quienes habían estado excluidos en determinado momento? Si se da la
posibilidad de formar un gobierno de unión nacional que permita hacer
frente a los enormes desafíos del futuro próximo del Líbano, ¿qué
nos impide hacerlo?
La
lógica que acabo de exponer es una lógica de razón y prudencia, en
ningún caso una lógica de maniobras políticas, puesto que esa no es
en absoluto mi manera de razonar. Ya lo he dicho: “¿Quieren aplicar
el acuerdo de Taef y construir el estado libanés? El requisito previo
natural para hacerlo es la formación de un gobierno de unidad
nacional… ¡Pues bien, hagámoslo!
¡Formemos
ese gobierno de unidad nacional y no perdamos más tiempo replicando a
esa verborrea político–jurídico–constitucional unanimista que
tanto gusta del discurso del tipo “¡Cosamos, pero no con esa
aguja!”…”Y además, ¿tendría usted la amabilidad de decirme qué
otra aguja quieren que empleemos?
El
requisito previo natural, tal y como lo prevé el acuerdo de Taëf,
para pasar a la aplicación de lo que no ha sido todavía aplicado, es
la formación de un gobierno de unión nacional, y eso no es ninguna
herejía política, ¡al contrario, es la voluntad de creer en nuestro
país y velar por su salvaguardia a nivel político! Permítame [para
concluir] que reitere que lo que ha puesto fin a la guerra es el hecho
de que los israelíes temían encaminarse hacia una catástrofe
militar en caso de continuar con la ofensiva terrestre, el hecho de
que el horizonte se haya cerrado ante ellos y no hayan cosechado más
que fracaso tras fracaso tras fracaso...
Hoy,
el Líbano debe prepararse para hacer frente a grandes retos, retos de
gran envergadura, imponentes y peligrosos. Así que, dígame: si nos
dedicamos a aumentar la fuerza de nuestro país y su inviolabilidad
procediendo a la formación de un gobierno de unión nacional, ¿perdemos
o ganamos? Si un gobierno consigue realizar algunos de estos avances,
¿significa esto que debamos privarnos de la posibilidad de reforzar
nuestro país políticamente haciendo participar [en el gobierno] a
quienes habían estado excluidos en determinado momento? Si se da la
posibilidad de formar un gobierno de unión nacional que permita hacer
frente a los enormes desafíos del futuro próximo del Líbano, ¿qué
nos impide hacerlo?
La
lógica que acabo de exponer es una lógica de razón y prudencia, en
ningún caso una lógica de maniobras políticas, puesto que esa no es
en absoluto mi manera de razonar. Ya lo he dicho: “¿Quieren aplicar
el acuerdo de Taef y construir el estado libanés? El requisito previo
natural para hacerlo es la formación de un gobierno de unidad
nacional… ¡Pues bien, hagámoslo!
¡Formemos
ese gobierno de unidad nacional y no perdamos más tiempo replicando a
esa verborrea político–jurídico–constitucional unanimista que
tanto gusta del discurso del tipo “¡Cosamos, pero no con esa
aguja!”…” Y además, ¿tendría usted la amabilidad de decirme
qué otra aguja quieren que empleemos?
[1].-
Talal Salman es el redactor en jefe del diario libanés As–Safir.
[2].-
Traductora e intérprete, Master of Arts Monterey Institute of
International Studies.
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