Halcones
de EEUU querían ataque israelí a Siria
Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 19/12/06
Washington.–
Los halcones en el gobierno de Estados Unidos esperaban que Israel
atacara a Siria durante la última guerra en Líbano, según una
entrevista a una prominente neoconservadora cuyo esposo es alto asesor
del vicepresidente Dick Cheney sobre asuntos de Medio Oriente.
Meyrav
Wurmser, directora del Centro para Políticas sobre Medio Oriente en
el Instituto Hudson, le dijo Yitzhak Benhorin, del sitio web Ynet, que
un exitoso ataque israelí contra Damasco hubiera sido un golpe mortal
a la insurgencia en Iraq.
"Si
Siria hubiera sido derrotada, la rebelión en Iraq habría
terminado", afirmó, y añadió que fue principalmente debido a
la presión de los neoconservadores que la administración de Bush
ignoró los llamados del Consejo de Seguridad de la Organización de
las Naciones Unidas para que detuviera los ataques de Israel contra la
milicia prosiria chiita Hezbolá (Partido de Dios).
"Los
neoconservadores son responsables de que Israel haya tenido mucho
tiempo y espacio. Ellos creían que a Israel se le debía dejar
ganar", indicó a Ynet. "Pensaban que Israel debía pelear
contra el enemigo real, el que apoyaba al Hezbolá. Si Israel hubiera
atacado a Siria, habría sido un duro golpe también para Irán, que
habría cambiado el mapa estratégico de Medio Oriente", añadió.
Las
declaraciones de Wurmser ––con quien IPS procuró comunicarse sin
recibir respuesta–– apoyan informes desde Israel de que los
halcones, el ala más belicista en el gobierno de Bush, de hecho
estimularon al gobierno del primer ministro Ehud Olmert a que
extendiera la guerra más allá de las fronteras de Líbano.
"En
una reunión con un alto funcionario israelí, (el viceconsejero de
Seguridad Nacional, Elliot) Abrams dijo que Washington no tendría
ninguna objeción si Israel decidía extender la guerra a su vecino
del norte, sin dejar dudas en su interlocutor de que el objetivo
propuesto era Siria", dijo a IPS una fuente bien informada por
uno de los participantes de ese encuentro.
Un
relato similar de esa reunión fue publicada por el periódico israelí
The Jerusalem Post luego de que terminara el conflicto a fines de
agosto.
Abrams
trabajó estrechamente con David Wurmser, esposo de Meyrav, y con el
asesor de seguridad nacional de Cheney, John Hannah, quienes apoyan la
idea de un "cambio de régimen" en Damasco.
De
hecho, los Wurmser, junto al ex presidente de la Junta de Políticas
de Defensa Richard Perle y el ex subsecretario adjunto de Defensa
Douglas Feith, trabajaron en un documento de 1996 dirigido al entonces
entrante primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, en el que lo
exhortaban a derrocar al presidente iraquí Saddam Hussein
(1979–2003) como primer paso para desestabilizar a Siria.
Wurmser
y Hannah, según el periódico The New York Times, se opusieron con éxito
a los esfuerzos de la secretaria de Estado (canciller), Condoleezza
Rice, para persuadir a Bush de que abriera un canal de diálogo con
Siria para detener el conflicto en Líbano en sus primeros días.
Considerando
el trabajo que ha hecho su esposo para Cheney, las declaraciones de
Meyrav Wurmser ofrecen una visión importante del pensamiento de
varios halcones en la administración, particularmente de aquellos
cercanos al vicepresidente, quien siempre se ha opuesto a cualquier
acercamiento con Damasco o Teherán.
Desde
el conflicto del verano boreal pasado, el presidente de Siria, Bashar
Al Asad, dio varias entrevistas a medios occidentales, la última de
ellas al diario italiano La Repubblica, en la que llamó a Israel a
iniciar negociaciones directas para poner fin al estado de guerra y
normalizar las relaciones bilaterales.
Las
repetidas ofertas de paz sirias dividieron al gobierno de Olmert.
Algunos miembros del gabinete, encabezados por el ministro de Defensa,
Amir Peretz, llamaron a considerar la propuesta de Assad, evaluando lo
que Israel podría perder (quizás el control sobre los Altos del Golán)
y ganar de ella (debilitar los vínculos entre Siria e Irán).
Pero
Olmert se resiste. El domingo, por ejemplo, el primer ministro dijo
que no consideraría dialogar con Damasco a menos que ese gobierno
renuncie al terrorismo y detenga su apoyo a "influencias
extremistas", en alusión al palestino Movimiento de Resistencia
Islámica (Hamas) y al Hezbolá.
Pero
analistas creen que en realidad Olmert teme enfrentarse a los halcones
de Washington, que acusan a Damasco de respaldar la insurgencia iraquí
y de procurar desestabilizar al gobierno del primer ministro libanés
Fouad Siniora para recuperar su influencia en ese país.
Mientras
los halcones aún parecen tener la última palabra en relación a
Siria, el gobierno de Bush sufre una fuerte presión para que cambie
su política sobre Medio Oriente, en particular la referida a Iraq.
A
inicios de este mes, el Grupo de Estudios sobre Iraq (ISG), comisión
de expertos designada por el Congreso legislativo, llamó al gobierno
a iniciar contactos directos con Damasco y Teherán con el fin de
establizar la situación iraquí.
Coincidiendo
con altos funcionarios israelíes, el ex jefe de la diplomacia
estadounidense y copresidente del ISG James Baker sostuvo que un diálogo
con Siria alejaría a ese país de su alianza estratégica con Irán.
"Si
puedes atraer a los sirios, solucionarás el problema de Israel con el
Hezbolá", sostuvo, y aseguró que funcionarios de Damasco con
los que se reunió en septiembre le indicaron que estaban dispuestos a
persuadir al Hamas a aceptar las condiciones de Olmert para un diálogo
directo con los palestinos.
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