Entrevista
a Robert Fisk, corresponsal en Oriente Medio:
"No
vamos a rediseñar Oriente Próximo. Podemos ayudar a destruirlo, pero
no vamos a rediseñarlo"
Reportaje
de Amy Goodman
democracynow.org,
20/12/06
Rebelión
26/12/06
Traducido
por Germán Leyens
Este
fin de semana pasado Robert Fisk fue invitado a dar la alocución
inaugural ante cientos de USamericanos musulmanes reunidos en Long
Beach, California, para la sexta convención anual del Consejo Musulmán
de Asuntos Públicos. En la convención, Fisk participó en una
discusión de mesa redonda sobre las implicaciones del Grupo de
Estudio Iraq.
AMY
GOODMAN:
Nos volvemos a Robert Fisk. Robert
Fisk es el corresponsal jefe en Oriente Próximo del Independent
de Londres. Ha estado informando desde Oriente Próximo durante los últimos
treinta años, sea en Afganistán o Irán, Líbano, los Territorios
Ocupados, Israel o en Iraq, año tras año. Bueno, vino a California,
a Long Beach, este fin de semana para dirigirse al Consejo Musulmán
de Asuntos Públicos, un grupo de más de 1.000 musulmanes que se
reunieron para su sexta conferencia anual. Hizo el discurso inaugural
de noche, que presentaremos. Pero primero, paso al discurso que hizo
por la tarde en una discusión de mesa redonda sobre el informe. Llegó
al podio con una copia del informe en la mano.
ROBERT
FISK: Señoras
y señores: ¿cuántos de ustedes han leído realmente el informe
sobre Iraq de Baker y Hamilton? Un mar de manos ausentes,
virtualmente, sí. Se lee, sorprendentemente – tiene ese extraño
sabor periodístico. Habla permanentemente de “se acaba el
tiempo,” de “fronteras porosas.” Me recuerda el tipo de material
que nos llega de la Brookings Institution o de mi periodista favorito,
Tom Friedman del New York Times. Así que sugiero que antes de
que lo lean... – me las arreglé para leerlo ayer en el Vuelo 979 de
United. Antes de que lo lean, sugiero que empiecen por el fin, porque
descubrirán que los señores Hamilton y Baker tuvieron la gentileza
de enumerar a los expertos que les ayudaron. Los llaman realmente
antiguos funcionarios y expertos.
Voy
a repasar algunos para ustedes: Strobe Talbott, de la Brookings
Institution; George Will, del Washington Post; Kenneth Pollack,
el que les ofreció “The Threatening Storm,” el libro que les dijo
que realmente había armas de destrucción masiva en Iraq; la
Brookings Institution; Carlos Pascual, de la Brookings Institution;
Michael O’Hanlon de la Brookings Institution; Instituto de la
Empresa USamericana; Martin Indyk de la Brookings Institution. Se
recibe la idea de que tal vez estas proposiciones no vayan a funcionar
en realidad, ¿no es cierto? Y luego, lo tenemos: Thomas Friedman, del
New York Times. Así que les aconsejo enérgicamente que lean
este documento.
Tal
vez Mr. Bush tenga razón. Ya saben, creo que no queremos democracia,
nosotros, los occidentales. No queremos democracia en Oriente Próximo.
No tenemos la menor intención, creo que la gente de Oriente Próximo
– bueno, en realidad, estoy enteramente de acuerdo – querría algo
de nuestra democracia. Pero ellos también, creo, quieren una clase
diferente de libertad. Quieren estar libres de nosotros. Y no estamos
dispuestos a concedérsela.
¿Tiene
que ver con petróleo? Claro que sí. ¿Pensáis realmente que si la
exportación nacional de Iraq fuera espárragos o zanahorias tendríamos
a la 82 Aerotransportada en Mosul o a los Marines de USA en Ramadi o
Faluya y otros sitios en la provincia Anbar? Realmente, no lo creo.
Pero
también tiene que ver con otra cosa. Tiene que ver con la necesidad
visceral de las potencias imperiales de proyectarse – militarmente
– de expandir. Quiero decir: los romanos lo hicieron, los británicos
lo hicieron. Tuve una conversación muy extraña hace un par de años
cuando los españoles se retiraban después de los atentados de
Madrid. Fui al cuartel español en Kufa, en las afueras de Najaf. Y
mientras hablaba con algunos oficiales españoles, todos los cuales
estaban ansiosos de volver a España, apareció caminando un hombre,
un militar USamericano: pistola, rifle, ropa civil, obviamente de la
CIA. Y dice: “Dicen que hay hombres, 60 o 70, con armas, que se
mueven por las calles aquí, de noche. Y yo dije: “Probablemente lo
hacen.”
Dijo:
“¿Cómo lo haremos? ¿Qué haremos? ¿En qué nos equivocamos?” Y
yo dije: “Mire, cuando los romanos conquistaban a otro país – y
lo hicieron con gran brutalidad; crucificaban a todo el que se les
opusiera – convertían a todos en ciudadanos de Roma. Cada cual tenía
el equivalente de un pasaporte romano. Imagínese,” dije, “lo que
habría ocurrido si, cuando los primeros soldados USamericanos
cruzaron el río Tigris en abril de 2003, USA le hubiera dicho a cada
ciudadano de Iraq que lo desee que puede unirse a nuestra democracia y
convertirse en ciudadano USamericano.” No puedo describir lo larga
que sería la fila ante la primera embajada de USA que se abriera. Eso
no quiere decir que toda la gente de Iraq quisiera ir a vivir en USA,
o viceversa. Pero no creo que habría habido una insurgencia si se
hubiera mostrado generosidad a los iraquíes.
Cuando
vi a Bagdad ardiendo – sus instituciones, sus museos, sus galerías
de arte, su patrimonio... – los militares de USA deberían haber
establecido una masiva ciudad de carpas médicas alrededor de Bagdad.
Ayuda médica gratuita para todos: los enfermos, los heridos, los que
sufrían dolor, para mostrar que somos sus semejantes. Pero eso, desde
luego, no formaba parte del plan. Que error terrible, terrible, mucho
peor que la disolución del ejército iraquí o la disolución de la
policía. Incluso peor que el robo del petróleo.
Ya
saben, hoy enfrentamos en los medios el mismo problema constante de
debilidad, flojera y miedo. Al tratar de informar sobre las
realidades, ¿qué periódico han leído recientemente en su país,
periódico de la tendencia dominante, en el que un periodista normal
de la tendencia dominante pueda decir las cosas que les he dicho esta
noche? Probablemente sea por eso que yo estoy aquí y no Tom Friedman,
¿no es así? Bueno, Tom Friedman podría decirlas hasta cierto punto,
pero creo que podemos leerlo en este informe.
Me
temo que el problema sea que nos hemos acostumbrado a un tipo de
información suave, moderada, sobre Oriente Próximo en los medios de
USA, que es incomprensible a menos que conozcas la región. El
“muro” se convierte en “barrera de seguridad,” como la barrera
de seguridad de Berlín, que tal vez algunos de ustedes recuerden.
“Territorio ocupado” es “territorio en disputa.” Una
“colonia” se convierte en “vecindario.” Y por lo tanto, desde
luego, los palestinos, son genéricamente violentos por oponerse a
esto lanzando piedras, o algo peor.
Pienso,
ya saben, que lo mismo ocurre con el informe Mearsheimer–Walt.
Entrevisté al pobre Walt en Harvard justo después de que produjera
su famoso informe sobre el lobby israelí y el poder del lobby de
Israel, y estaba en un estado de choque casi catatónico. Y le dije:
“Cálmate, sabes. Únete al club. Todos hemos pasado por lo mismo
antes.” Todo el que haga una crítica razonablemente decente de
Israel, incluyendo los israelíes, será llamado antisemita. Y
respondemos a eso de manera muy clara. En Gran Bretaña, amenazamos
con demandar a todo el que nos llame eso, porque es una mentira. John
Malkovich, el actor, que dijo en Cambridge Union que quería
dispararme, continuó con lo mismo en el Observer diciendo que
me odia por mi, cito, “depravado antisemitismo.” Nuestros abogados
entraron inmediatamente en acción. El Observer retiró la
historia y se disculpó. Hay que mantenerse firme. Y los periodistas
tienen que mantenerse firmes cuando son falsamente acusados de
racismo.
Estoy
totalmente de acuerdo con mi amigo cuando habla sobre la vergüenza de
negar el Holocausto judío. Sucedió. Seis millones de judíos fueron
asesinados en Europa. He estado en Auschwitz. He estado en Birkenau.
He estado en Treblinka. Todo es verdad. Lean el magistral libro de
Martin Gilbert “The Holocaust.” Pero por qué no dice el
presidente Ahmadinejad y todas esas personalidades árabes que dicen
las mismas cosas, pero no tan fuerte, ¿por qué no dice: “Sí, sí,
asesinaron atrozmente a seis millones de judíos, y es verdad, pero no
lo hicimos nosotros.”? Ése es el error.
Una
y otra vez, acusan ahora a los árabes por el Holocausto. ¿Recuerdan
a Menachem Begin, cuando enviaba a sus tropas hacia Beirut en 1982,
escribió esa desvariada, demencial carta a Reagan diciendo que él
era el Ejército Rojo que avanzaba sobre Berlín donde estaba Hitler?
– Hitler; el pobre Yasir Arafat, afirmaba en la época, a propósito,
que estaba defendiendo a Beirut como Stalingrado.
Todos
están obsesionados con la Segunda Guerra Mundial. Todos. Bush,
incluso nuestro propio querido Mr. Blair, creen que son Winston
Churchill. Y todos nuestros enemigos, cada uno de ellos, créanme, es
un Hitler del Tigris. Antony Eden se refirió realmente a Nasser, como
el Mussolini del Nilo. Todos nos ponemos nuestros disfraces de la
Segunda Guerra Mundial, es increíble. Y si alguien, alguien, sugiere
que la guerra es un error, entonces somos Neville Chamberlain, estamos
en la casa del apaciguamiento, y miren lo que pasó en 1939.
Y
los periodistas se acomodan con esto. Pollack, uno de ellos, se adaptó
a esa línea. Nos contentamos con tratar de repetir los trocitos de
historia que recordamos inexacta y erróneamente. Y no recordamos la
invasión británica de Iraq en 1917, cuando el comandante británico
colocó un documento en los muros de Bagdad, que decía: “Vinimos
aquí” – al pueblo del Mohafazat, el gobierno de Bagdad –
“Vinimos aquí, no como conquistadores, sino como liberadores para
liberaros de generaciones de tiranía.” Y en 1920, cuando comenzó
la insurgencia, la insurgencia iraquí contra el régimen británico
en Iraq, bombardeamos Faluya, y bombardeamos Najaf. El ejército británico,
en 1920. He visto el telegrama escrito por la inteligencia británica
en Bagdad al Departamento de Guerra en Londres, diciendo que
terroristas cruzaban la frontera, desde... ¿?
MIEMBRO
DEL PÚBLICO:
Siria.
ROBERT
FISK: Sí,
exactamente. Usted leyó ese telegrama. Usted conocía ese telegrama.
Y entonces Lloyd George, el primer ministro británico, se levantó en
la Cámara de los Comunes y dijo: “Si las tropas británicas
abandonan Iraq, habrá...” ¿?
MIEMBRO
DEL PÚBLICO:
Guerra civil...
ROBERT
FISK:
Exacto. Usted
leyó el informe parlamentario del Times de 1920, ¿cierto? No
leemos historia. Nuestros periodistas no leen historia. ¡Santo
cielo!, tampoco nuestros dirigentes.
Ya
saben, pienso que esto – uno de estos problemas del periodismo es
que no llevamos libros de historia en el bolsillo del pantalón. Y
creo que el otro problema es que tampoco los llevan nuestros
dirigentes. Y existe un problema importante, por sobre todos los demás,
que no consideramos. Muchos de nosotros, muchos de ustedes, muchos de
nosotros hemos vivido guerras. Pero no hay un solo miembro de algún
gobierno occidental en alguna parte del mundo que haya jamás
experimentado, o estado en, una guerra. Mr. Bush podría haber estado,
desde luego. Mr. Cheney podría haber estado. Colin Powell estuvo, y
ya se fue; tenía experiencia. Cuando estaba creciendo, Churchill,
Eden, tuvimos muchos primeros ministros en Gran Bretaña que habían
estado en la guerra. Sabían que uno no va a la guerra por motivos
falsos o aparentes. Pero eso se acabó. La experiencia de la guerra de
nuestros dirigentes es ahora Hollywood.
Pienso
que, ya saben, el proyecto de rehacer el Oriente Próximo es un
proyecto infantil. Ya ha sido olvidado. Los planificadores
neoconservadores ya han dicho: “No nosotros, compadre. No nosotros,
no, no. Nos vamos. Es su culpa. Y mira a esos iraquíes.” Lo último
que nos llega, a propósito – lean a David Brooks en el New York
Times – es que los iraquíes han demostrado que no se merecen
los frutos de la civilización que deseamos darles. Codiciosos.
Sectarios. Lo único que conocen es la tribu. Hasta que, por cierto,
encontremos otra nación apropiada para ser invadida y que se le
ofrezcan los frutos de nuestra civilización. Seguro, hay toda una
selección. No será Corea del Norte, porque tiene la bomba.
Miren
cómo nos hemos tragado toda la línea sobre Irán. Irán, cuyas
instalaciones nucleares fueron iniciadas con nuestro aliento, y con el
aliento de Washington, bajo el Shah. Existe realmente un país musulmán
en el Sudoeste Asiático, que tiene muchos partidarios de los
talibanes, mucha gente de al–Qaeda, y tiene una bomba. Se llama
Pakistán. Pero nosotros no hablamos de eso. No forma parte de la
narrativa establecida por nuestros dirigentes. Es Irán, Irán, Irán.
Como si a cualquiera, durante miles, millones de años por venir, que
tenga un turbante, no se le vaya a permitir que tenga centrales eléctricas
nucleares. Es disparatado. Es un lenguaje infantil y una política
infantil. Y somos nosotros, la presencia de la superpotencia más
poderosa en Occidente, la que permite algo semejante y realmente lo
organiza.
Señoras
y caballeros, no vamos a rediseñar Oriente Próximo. Podemos ayudar a
destruirlo, pero no vamos a rediseñarlo. Si quieren saber quién
decide ahora la política de USA y quién decide la política británica,
no es Mr. Blair, y no es Mr. Bush, son los iraquíes. Muchas gracias,
señoras y caballeros.
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