Amenazas contra Irán
¿La próxima guerra de Bush?
Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, periódico, 22/02/07
El año pasado, después de la derrota de
Israel en el Líbano, que agravaba la crisis del imperialismo yanqui
en Medio Oriente, decíamos que se presentaba un gran riesgo:
“EEUU–Israel pueden tratar de «huir
hacia delante». [Es que]... se
ha abierto una situación política mundial de «crisis de dominación»
de Estados Unidos, pero no todavía una debacle «estructural»
de este imperialismo. Esto hay que tenerlo muy en cuenta,
porque el imperialismo yanqui no ha quedado reducido a la impotencia
ni se va quedar de brazos cruzados. Lo más grave es que algunos
sectores del imperialismo, especialmente en el campo afín al Estado
de Israel, siguen insistiendo en la línea de «huir hacia delante».
La reciente guerra [de Líbano] fue una ilustración de esta política:
«ante la catástrofe de Iraq (que se perfila también en Afganistán),
huyamos hacia la guerra con Irán, pasando primero por el Líbano».
Después de este fracaso, estos mismos sectores comienzan proponer
algo peor: un ataque directo, incluso con armas nucleares, a
Irán.
“No
decimos, por supuesto, que esto sea lo más probable. Señalamos
estos hechos para subrayar la necesidad de redoblar la lucha contra un
imperialismo que, en su progresiva decadencia, está siendo en estos
momentos peligrosamente dirigido por una pandilla tan imbécil como
criminal” (Socialismo o Barbarie 85, 17–8–06)
Seis
meses después de este pronóstico, debemos decir que la política de
“huir hacia adelante” es la que ha sido decidida para todo Medio
Oriente: también para Iraq, al enviar más tropas en vez de preparar
la retirada, y que “un ataque directo, incluso con armas
nucleares, a Irán” aparece con mayores posibilidades que
en agosto pasado.
El
gobierno de Bush ya ha desatado la acostumbrada campaña mediática de
provocaciones y mentiras, idéntica a la que precedió a la invasión
de Iraq, falsedades que repiten como loros bien disciplinados la mayoría
de las cadenas de TV y algo menos la prensa escrita.
Pero
no se trata sólo de pantomimas mediáticas. EEUU ha concentrado en el
Golfo Pérsico una parte importante de su flota, desde donde podría
bombardear Irán, posiblemente con Israel.
Como
parte de la “guerra de nervios” que suele preceder las agresiones
imperialistas desde Hitler hasta Bush, las agencias abundan en
“revelaciones”. Así, por ejemplo, la BBC, la agencia estatal británica,
informó el martes 20 con lujo de detalles cómo sería el ataque,
para el que también fijó fecha: el mes de abril.
Puede
haber una nueva guerra... pero en condiciones de crisis política y
militar de EEUU
Efectivamente,
estamos asistiendo a una mala remake de una película vista
hace poco, la que precedió el ataque a Iraq. Pero el ingenio de los
guionistas de Washington se ha agotado, y se limitan a repetir todas y
cada una de las fábulas de ese momento, desde las “armas de
destrucción masiva” hasta el “terrorismo islámico”. Pero hoy la
situación de EEUU es muy diferente a la del 2003. Existen, por lo
menos, tres cambios de importancia.
Por
abajo, en EEUU hay un rechazo popular mucho mayor (aunque aún
pasivo) a las aventuras bélicas de Bush. Esto se expresa
especialmente en relación a la guerra de Iraq, y puede ser más débil
y confuso en el caso de Irán. Sin embargo, aun teniendo en cuenta a
esa “desigualdad”, es evidente que el “clima” de la “opinión
pública” ha cambiado radicalmente desde los días de los delirios
triunfalistas en Afganistán e Iraq.
Por
arriba, hay otro factor que tampoco existía en 2003: hay una división
de la burguesía estadounidense y de su personal político, debido
a los estrepitosos fracasos del gobierno neoconservador en Medio
Oriente y, en general, a la evidente pérdida de poder e influencia de
EEUU en los asuntos mundiales. A nivel político, esta división no
sigue las fronteras de los dos partidos burgueses tradicionales,
Republicano y Demócrata, sino que atraviesa a ambos.
En
relación a la posible guerra con Irán este fraccionamiento se puede
apreciar bien en el rechazo de Bush al llamado “Informe Baker”.
Recordemos que después de la catástrofe de Bush en las elecciones de
noviembre pasado (que se transformaron en un plebiscito abrumador
contra la guerra de Iraq) se constituyó una Comisión bipartidista de
“sabios”, presidida por James Baker (ex secretario de Estado de
Bush padre). Las recomendaciones del “Informe” eran comenzar a
preparar la retirada de Iraq y, para ello, negociar con Irán y
Siria (dos miembros, según Bush, del “eje del mal”) para que
ayudaran a “mantener el orden” en Iraq y en toda la región.
Pero, como advirtió
en su momento el Financial Times (11/12/06), encubierta por una
ambigua bienvenida al dictamen de la Comisión, “Bush se distanció
del Informe Baker (...) ha dejado muy claro que no va a aceptar su
sugerencia de que Washington negocie con Irán y Siria una conferencia
regional que propicie estabilidad en Irak”. Esta decisión
política de Bush ha tenido luego dos consecuencias principales y
estrechamente relacionadas: 1) El anuncio de la “nueva estrategia”
para Iraq, un último esfuerzo desesperado para lograr la victoria
enviando más tropas. 2) El relanzamiento de la campaña de amenazas
de guerra a Irán.
El tercer cambio en
relación a 2003 no es menos importante: EEUU no sólo está
empantanado en Iraq sino también ante el espectro de otra
derrota militar estilo Vietnam (que es lo que trata de evitar el
Informe Baker recomendando una retirada a tiempo y en orden). Hay una
crisis fenomenal del aparato militar yanqui, que hace inconcebible
que pueda invadir y ocupar Irán como hizo en Iraq.
Pero esto no hace
menos criminales los planes del imperialismo yanqui (y de Israel).
Como no pueden invadir y ocupar, la guerra planeada contra Irán
consiste en arrasar el país con bombardeos aéreos. Además,
un sector, especialmente del lobby israelí, propone utilizar armas
atómicas.
La movilización
de masas puede parar un nuevo genocidio
Sin embargo, no está
dicha la última palabra. Las condiciones en que Bush está preparando
un nuevo genocidio son, como ya señalamos, muy diferentes a las de
hace cuatro años.
Las divisiones en la
burguesía y los políticos estadounidenses hace que ahora muchos
salgan a reivindicar, como alternativa a este curso hacia la guerra,
el reciente acuerdo entre EEUU y Corea del Norte, sobre el tema
nuclear. Eso demostraría que la “negociación multilateral” da
mejores resultados. El acuerdo EEUU–Corea del Norte habría
reavivado esta disputa dentro del mismo aparato político y militar
del estado.
Sin embargo, no
podemos confiar en que esto, por sí sólo, evite un nuevo genocidio.
Lo decisivo va a ser si las amenazas de guerra alientan una gran
movilización mundial de protesta. Y especialmente si en EEUU las
opiniones contra las guerras se transforman en acciones de masas.
Esto es lo que inclinó la balanza cuando Vietnam.
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