El
impasse de Khyber (1)
No
queda sino retirarse
Por
Tariq Ali (2)
CounterPunch,
27/02/07
APIA
(Agencia Periodística de Información Alternativa), 05/03/07
Traducido
por Beatriz Morales Bastos
Estamos
en el sexto año de la ocupación de Afganistán por Estados Unidos
apoyado por la OTAN, una misión conjunta de Estados Unidos y la Unión
Europea. El pasado 26 de febrero hubo un intento de asesinato de Dick
Cheney por parte de un suicida talibán cuando aquel visitaba la
'segura' base aérea estadounidense de Bagram (que antaño fue una
igualmente segura base aérea soviética durante un conflicto
anterior).
Dos
soldados y un mercenario ('contratista') estadounidenses murieron en
el ataque, lo mismo que otras veinte personas que trabajaban en la
base. Sólo este episodio debería haber centrado la mente del vice
-presidente estadounidense en la magnitud de la debacle afgana. En
2006 aumentó considerablemente el número de víctimas y el ejército
de la OTAN perdió cuarenta y seis soldados en enfrentamientos con la
resistencia islámica o a causa del derribo de helicópteros.
Ahora
los insurgentes controlan al menos veinte distritos en las provincias
de Kandahar, Helmand, Uruzgan en las que las tropas de la OTAN han
reemplazado a los soldados estadounidenses. Y apenas es un secreto que
muchos funcionarios de aquellas zonas apoyan encubiertamente a los
luchadores de la guerrilla. La situación está fuera de control. Al
principio de esta guerra tanto Bush como Blair aparecieron en
numerosos programas de radio y televisión afirmando que el objetivo
de la guerra era liberar a las mujeres afganas. Traten de repetirlo
hoy y las mujeres les escupirán a la cara.
¿Quién
es responsable de este desastre? ¿Por qué el país continúa
sometido? ¿Cuáles son los objetivos estratégicos de Estados Unidos
en la zona? ¿Cuál es la función de la OTAN? Y, ¿cuánto tiempo
puede permanecer ocupado cualquier país en contra del voluntad de la
mayoría de su pueblo?
Pocas
lágrimas se derramaron en Afganistán y en otros lugares cuando los
talibanes cayeron, las esperanzas creadas por la demagogia occidental
no duraron demasiado. Pronto se vio claro que las nuevas elites
trasplantadas se quedaban con gran parte de la ayuda extranjera y
creaban sus propias redes criminales de intriga y patronazgo. La gente
sufría. Una casita de adobe con un techo de paja como vivienda para
una familia de refugiados cuesta menos de quinientos dólares. ¿Cuántas
se han construido? Prácticamente ninguna. Cada año se informa de
cientos de afganos sin hogar que mueren de frío cada invierno.
En
vez de ello, empresas de relaciones públicas organizaron a un alto
precio y a toda velocidad elecciones y esencialmente a beneficio de la
opinión pública occidental. Los resultados no lograron reforzar el
apoyo a la OTAN dentro del país. El presidente títere, Hamid Karzai,
simbolizó su aislamiento e instinto de auto-conservación negándose
a ser protegido por un destacamento de seguridad procedente de su
propia base étnica pastún. Quería matones, Terminators al estilo de
los marines estadounidenses, y se le concedieron.
¿Afganistán
podría haber sido más seguro con una intervención limitada al
estilo del Plan Marshall? Por supuesto, es posible que la construcción
de escuelas y hospitales gratuitos, casas subvencionadas para los
pobres y la reconstrucción de las infraestructuras sociales
destruidas tras de la retirada del ejército soviético en 1989
hubiera estabilizado el país.
También
habría sido necesario que el Estado ayudara a al agricultura y la
industria artesanal para reducir la dependencia del cultivo de la
amapola. El 90 % de la producción mundial de opio está en Afganistán.
Cálculos de Naciones Unidas sugieren que el 52% del producto nacional
bruto del empobrecido país depende de la heroína y que el sector de
la agricultura del opio continúa creciendo a ritmo acelerado.
Todo
ello habría requerido un Estado fuerte y un orden mundial diferente.
Sólo un utópico ligeramente loco habría esperado que los países de
la OTAN, que están privatizando y deregularizando a toda velocidad
sus propios países, se embarcaran en progresistas experimentos
sociales en el extranjero.
Y
así la corrupción de la elite creció como un tumor sin tratar. Los
fondos occidentales destinados a ayudar a realizar algo de
reconstrucción fueron desviados a la construcción de lujosas
mansiones para los dirigentes nativos.
En
el año 2 de la ocupación hubo un descomunal escándalo inmobiliario.
Ministros del gobierno se concedieron a sí mismos y a sus compinches
favoritos excelentes propiedades inmobiliarias en Kabul donde el
precio del terreno se disparó después de que los ocupantes y sus
seguidores sobre el terreno tuvieran que vivir al estilo de lo que se
habían acostumbrado. Los colegas de Karzai construyeron sus enormes
villas, protegidas por los soldados de la OTAN y completamente a la
vista de los pobres.
A
esto hay que añadir que el hermano pequeño de Karzai, Ahmad Wali
Karzai, se ha convertido en uno de los principales barones de la droga
en el país. En un reciente encuentro con el presidente de Pakistán,
cuando Karzai se estaba quejando de la falta de eficacia de Pakistán
para detener el contrabando entre los dos países fronterizos, el
general Musharraf sugirió que quizá Karzai debería dar ejemplo
manteniendo controlado a su hermano.
Al
tiempo que no mejoraban las condiciones económicas, los ataques
militares de la OTAN con mucha frecuencia se dirigían a civiles
inocentes, lo que desencadenó violentas protestas anti-estadounidenses
en la capital afgana el pasado año. Lo que inicialmente fue visto por
algunos afganos como una acción policial necesaria contra al Qaeda
tras el 11 de septiembre, una gran mayoría en toda la región lo
percibe ahora como una ocupación imperialista con todas las de la
ley.
Los
talibán están creciendo y creando nuevas alianzas no porque sus prácticas
sectarias se hayan vuelto populares, sino porque es el único paraguas
disponible para la liberación nacional. Como descubrieron por
experiencia propia los británicos y rusos en los dos siglos
anteriores, a los afganos nunca les ha gustado ser ocupados.
No
hay modo alguno de que la OTAN pueda ganar la guerra ahora. Enviar más
soldados llevará a más muertes. Y combates a gran escala
desestabilizarán el vecino Pakistán. Musharraf ya ha cargado con la
culpa de un ataque aéreo a una escuela musulmana en has Pakistán.
Murieron docenas de niños y los islamistas de Pakistán organizaron
multitudinarias protestas en las calles. Personas cercanas a las
autoridades sugieren que de hecho el ataque 'preventivo' fue llevado a
cabo por aviones de guerra estadounidenses que supuestamente atacaban
una base terrorista, pero el gobierno paquistaní consideró que eran
mejor asumir la responsabilidad para evitar una explosión de ira anti-estadounidense.
No
se puede echar la culpa del fracaso de la OTAN al gobierno paquistaní.
En todo caso, la guerra en Afganistán ha creado una situación crítica
en las dos provincias paquistaníes. La mayoría pastún siempre ha
mantenido estrechos lazos con sus compañeros pastunes en Pakistán.
La frontera fue una imposición del Imperio Británico y siempre ha
sido porosa. Yo mismo la crucé en 1973 sin problema alguno ataviado
con ropas pastunes. Es prácticamente imposible construir una valla
tejana o un muro israelí a través de los montañosos y poco
definidos 2.500 kilómetros de frontera que separan ambos países. La
solución es política, no militar.
Parece
que no existen intereses estratégicos de Washington en Afganistán, a
menos que necesite el conflicto para castigar a los aliados europeos
que lo traicionaron en Iraq. Es cierto, los dirigentes de al Qaeda
siguen sueltos, pero su captura será el resultado de un trabajo
policial eficaz, no de una guerra de ocupación. ¿Cuál será el
resultado de una retirada de la OTAN ? Irán, Pakistán y los Estados
de Asia Central serán vitales aquí para garantizar una constitución
confederal que respete la diversidad étnica y religiosa. La ocupación
de la OTAN no ha facilitado esta tarea. Su fracaso ha reactivado a los
talibán y los pastunes se están uniendo cada vez más tras ello.
Aquí,
como en Iraq, la lección es básica. Para un cambio de régimen es
mucho mejor que venga desde abajo, aunque ello signifique una larga
espera como en Sudáfrica, Indonesia o Chile. Las ocupaciones
trastocan las posibilidades de cambios orgánicos y crean un desorden
mucho mayor que el que existía antes. Afganistán no es más que un
ejemplo de ello.
Notas:
1.-
Juego de palabras: el Paso (pass en inglés) Kyber es el famoso
desfiladero por donde se ingresa a Afganistán desde el Este. Ha sido
en la historia teatro de sangrientas batallas, como en la Guerras
Afganas de 1839-42, 1878-80 y 1919, cuando el Imperio Británico
intentó apoderarse de ese país.
2.-
El último libro de Tariq Ali “Pirates of the Caribbean: Axis of
Hope” está publicado por Verso, Londres.
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