Entrevista con el conde Hans Christof von Sponeck,
ex secretario general
adjunto de la Organización de las Naciones
Unidas
Crímenes de guerra: la implicación de la ONU
Reportaje
de Silvia Cattori (*)
Red Voltaire, 19/03/07
Para el ex secretario general adjunto de
la ONU, Hans Christof von Sponeck, en vez de velar por el respeto del
derecho internacional y la consolidación de la paz, la ONU se ha
convertido en instrumento de la injusticia. Tal es el caso de las
sanciones contra el Irak de Sadam Husein, sanciones que provocaron un
desastre humanitario. Hoy, por ejemplo, tratados internacionales como
el de no proliferación nuclear sirven para garantizar la hegemonía
de ciertos países y amenazar a otros. Es hora ya de cambiar
radicalmente este sistema.
EL conde Hans Christof von Sponeck, nacido en
Bremen en 1939, trabajó durante 32 años en el Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo (PNUD). Nombrado en 1998 Coordinador
Humanitario de las Naciones Unidas en Irak con rango de secretario
general adjunto por Kofi Annan, el conde von Sponeck presentó su
renuncia en marzo del año 2000 como protesta por las sanciones que
hundieron al pueblo iraquí en la miseria y el hambre. Silvia Cattori
lo entrevista para la Red Voltaire.
Silvia Cattori: En su libro «Otro tipo
de guerra: El régimen de sanciones de las Naciones Unidas contra Irak»,
[1] usted acusaba al Consejo de Seguridad de haber traicionado la
Carta de las Naciones Unidas. ¿Podría usted darnos ejemplos precisos
en los que el Secretariado de las Naciones Unidas se comportó de
manera a su entender condenable?
Hans von Sponeck: El Consejo de Seguridad está
obligado a someterse a la Carta de las Naciones Unidas; no debe
olvidar la Convención sobre los Derechos del Niño ni los aspectos
generales de las diferentes Convenciones. Cuando el Consejo de
Seguridad sabe que las condiciones son inhumanas en Irak, que la gente
de todas las edades es profundamente desgraciada, no por culpa de un
dictador sino por causa de su propia política de acompañamiento en
el marco del programa «petróleo por alimentos», por causa de las
excepciones humanitarias, y decide no hacer nada –o no hacer lo
suficiente– por proteger a la población de las consecuencias de su
política, no queda otro remedio que afirmar que hay que condenar al
Consejo de Seguridad. Hay que condenarlo en particular por el gran
incremento de las tasas de mortalidad en Irak.
Veamos las pruebas: durante los años 80, bajo el
gobierno de Sadam Husein, la UNICEF había comprobado que en Irak 25
niños de cada mil, de menos de 5 años, morían por diferentes
causas. Durante los años de aplicación de las sanciones, de 1990 a
2003, se produjo un rápido incremento: de 56 por mil (a principios de
los años 90), la mortalidad de los niños de menos de 5 años alcanzó
la cifra de 131 por mil (en los primeros años del nuevo siglo). No
resulta difícil de entender para nadie que este incremento de la
mortalidad infantil fue consecuencia de las sanciones; es por
consiguiente indudable que el Consejo de Seguridad prefirió ignorar
las consecuencias de su propia política hacia Irak por causa de las
presiones de los principales participantes, en particular, las de
Estados Unidos y del Reino Unido.
Silvia Cattori: ¿Cómo pudo el Consejo
de Seguridad no tener en cuenta las consecuencias humanitarias de las
sanciones contra Irak, sobre todo sabiendo que adoptó otras
resoluciones –como la 1559, por ejemplo– que abrían el camino a
los bombardeos contra la población civil? ¿Equivale eso a decir que
el Consejo de Seguridad y el Secretariado de la ONU se convirtieron
durante estos últimos años en los primeros responsables de catástrofes
humanitarias?
Hans von Sponeck: Yo diría que solamente los
ignorantes, o aquellos que no pueden aceptar la derrota, siguen
afirmando que el drama humanitario en Irak no se debe, en gran medida,
a una política errónea, a una política de castigo. El pueblo iraquí
fue castigado simplemente porque se encontraba bajo la dirección del
gobierno de Bagdad, o sea a pesar de ser totalmente inocente.
Silvia Cattori: Nuestros dirigentes políticos,
presentes en todas las instancias internacionales, sabían
perfectamente que las sanciones tenían consecuencias desastrosas. ¿Quiere
decir eso que, mediante su silencio, aceptaron que se impusiera el
hambre a los civiles?
Hans von Sponeck: No podemos olvidar que hubo
algo que podemos llamar silencio, complicidad, apoyo o incluso
esfuerzo deliberado por crear el tipo de condiciones que prevalecieron
en Irak durante los 13 años de las sanciones. Lo cual implica
diferentes grados de responsabilidad política. El primer ministro de
Gran Bretaña y el presidente de Estados Unidos y sus gobiernos no
fueron los únicos responsables. También hubo otros.
España e Italia desempeñaron un papel de apoyo
que hace también responsables a sus gobiernos de aquel entonces.
Aznar en Madrid y Berlusconi en Italia son altamente responsables por
haber contribuido al desastre y al drama humano que tuvo lugar en
Irak. Ellos no aceptarán esa responsabilidad para las pruebas están
ahí.
Silvia Cattori: Si el problema principal
es la manipulación del Consejo de Seguridad por parte de Estados
Unidos y este último país sigue cometiendo crímenes con el pretexto
de que tiene un mandato de Naciones Unidas, ¿qué puede hacerse para
corregir esa situación?
Hans von Sponeck: Yo pienso que esa es una
pregunta muy importante y particularmente apropiada en el marco del
debate sobre el tipo de Organización de Naciones Unidas que
necesitamos para proteger a la comunidad internacional, para proteger
a los 192 gobiernos de los Estados miembros de los peligros que
ciertos gobiernos les imponen cuando abusan de su autoridad, de sus
informaciones, de sus finanzas, de su poder, para favorecer sus
propios intereses yendo en contra de los intereses de la paz, de los
intereses de la justicia, de los intereses de la humanidad.
Silvia Cattori: ¿Cuál fue la reacción
de usted ante la ejecución de Sadam Husein y de los que junto a él
fueron acusados y condenados a muerte por un tribunal formado por
Estados Unidos?
Hans von Sponeck: Yo diría primero que todo que
no me sorprendió. Ese era el objetivo final de los que están en el
poder en Bagdad y de quienes ocupan Irak. No hay defensa posible para
Sadam Husein pero sí se puede condenar el hecho de que no haya tenido
un juicio justo, que se trató de una farsa. Era un tribunal que, bajo
una apariencia de respetabilidad, escondía la decisión
predeterminada de condenar a los acusados a la pena de muerte. Sadam
Husein, como cualquier otra persona, tenía derecho a un juicio justo,
y no lo tuvo. Por eso fue que me indignó esa demostración evidente
de que, a pesar de que existe un derecho internacional, a pesar de que
las naciones europeas, Estados Unidos y Canadá, así como otras
naciones, no paran de proclamarse como defensoras de la justicia, la
realidad es que no defienden la justicia.
Silvia Cattori: Usted se dirigió a
George W. Bush para solicitar la liberación de Tarek Aziz. ¿Recibió
respuesta?
Hans von Sponeck: No obtuve respuesta alguna.
Escribí aquella carta porque conocí a Tarek Aziz. Mi predecesor y yo
mismo lo considerábamos una persona con la que teníamos una relación
cordial, una persona que –a pesar de lo que de él se haya dicho en
los grandes diarios– trataba de ocuparse del pueblo iraquí, una
persona que estaba por consiguiente dispuesta y disponible cuando se
trataba de tomar en consideración proposiciones tendientes a mejorar
el programa de asistencia humanitaria.
Desde nuestro punto de vista, desde mi punto de
vista, se trataba de una persona correcta. No puedo emitir juicios
sobre lo que Tarek Aziz hizo en Irak fuera del sector del que yo era
responsable pero, todo lo que pido, es que una persona enferma, aunque
sea sólo por razones humanitarias, sea tratada dignamente; esa
persona debería ser autorizada a disponer de un seguimiento médico y
a gozar de un juicio justo. Tarek Aziz tenía derecho, y tiene derecho
–como debería haberlo tenido además el propio Sadam Husein– a
ser tratado conforme a lo establecido en las convenciones de La Haya y
de Ginebra. Yo me pronuncio contra el hecho que, tres años después
de que él se entregara voluntariamente a las fuerzas de ocupación,
todavía no se hayan presentado cargos en su contra y [en contra de]
que se le siga manteniendo en prisión cuando se sabe que necesita
urgentemente un seguimiento médico.
Silvia Cattori: Aunque la situación
creada por la ocupación de Irak es aterradora, hay muchísimas
razones que llevan a temer que Estados Unidos utilice la resolución
contra Irán para atacar a ese país. La marina [de guerra] alemana
–con un mandato formal de la ONU– se encuentra ya en posición en
el Mediterráneo oriental. ¿Conocía usted el grado de implicación
de su país en los planes de guerra de Estados Unidos y es por eso qie
le pidió a Angela Merkel, en una carta abierta, que rechace todo uso
de la fuerza contra Irán?
Hans
von Sponeck: Exactamente. Veo perfectamente que,
progresivamente, Alemania y otros países europeos están siendo
empujados a actuar en el sentido de una política de poderío definida
en Washington por gente ávida de poder. Y eso es más grave aún
cuando, al darse cuenta de que ellos solos no podrán llevar a vías
de hecho su política de dominación, tratan de apoyarse en otros
gobiernos. Y esos otros gobiernos parecen ser gobiernos de Europa
Central y de Europa Oriental, desde Lituania hasta Gran Bretaña.
También tratan de politizar la OTAN para utilizarla como instrumento,
[un instrumento] que ya se encuentra en gran medida al servicio de
Estados Unidos.
Es por eso que, como todo individuo normal de
este mundo, no puedo aceptar los intentos –apoyados por la canciller
Merkel durante la reciente cumbre de la OTAN– tendientes a atribuir
a esa alianza militar una misión política. La OTAN es un instrumento
de la guerra fría. Desde hace muchos años estaba en busca de una
nueva misión, de un nuevo papel. Lo único que sabían los
partidarios de la alianza es que la OTAN tenía una responsabilidad
militar pero, con el fin de la guerra fría, ya no existía esa
responsabilidad, ya no era necesaria. De ahí esa desesperada búsqueda
de un nuevo papel.
Personalmente, considero extremadamente peligroso
que la OTAN se presente hoy como un instrumento democrático al
servicio de las democracias occidentales, cuando en realidad se trata
de un instrumento en manos de Estados Unidos para la puesta en práctica
del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano . Se trata de la famosa
proposición que hicieron los neoconservadores estadounidenses durante
los años 90 –[proposición] que la administración Bush ha
convertido en estrategia nacional de seguridad para el 2000 y los años
posteriores–, a cuya aplicación debe contribuir la OTAN. Los
responsables políticos que se reunieron recientemente en Munich deberían
rechazar esa tesis [2].
Vladimir Putin, que al menos esta vez no vaciló
en hablar claro, declaró abiertamente lo que sentimos muchos de
nosotros. Claro está, sus palabras fueron rechazadas por aquellos que
tienen otra agenda. Pero las palabras de Putin reflejan una realidad.
Yo estoy convencido de que, por causa de esta
politización militarista de la OTAN, se ha avanzado rápidamente no sólo
hacia un regreso a un clima de guerra fría entre las principales
potencias sino también, y esto es lo dramático, hacia un aumento de
los gastos en materia de defensa, lo cual incluye a China, Rusia y los
países de Europa Occidental. Gastos que son ya extremadamente
elevados en muchos países; lo que no puede más que favorecer una
escalada de la polarización entre diferentes grupos a escala mundial.
El mundo, fuera de Europa Central y Estados
Unidos, ya no está dispuesto a aceptar una vía occidental que vaya
en una sola dirección. El público no acepta ya las exigencias de las
potencias políticas militares del pasado siglo. Aquella época quedó
atrás y si no tenemos eso en cuenta las cosas no pueden más que
empeorar.
Para mí las palabras claves de este momento son
“diálogo” y “diplomacia”. Hay que dedicarse a ambos con una
mentalidad claramente multilateral, no con la mentalidad de una
superpotencia que en realidad ya no es tal, ni en plano económico, ni
en el político, y mucho menos en el moral, por no mencionar el plano
ético.
Aunque Estados Unidos siga conservando aún algo
de superpotencia gracias a la fuerza militar, eso no bastará para
salvar la Pax Americana. La Pax Americana es algo que pertenece al
pasado y cuanto más rápidamente lo reconozcamos en Europa, más rápidamente
nos prepararemos para una cooperación multilateral –o sea, para
algo diferente a una cooperación bilateral o como la de la OTAN– y
sería lo mejor.
Silvia Cattori: La OTAN participa en
guerras de ocupación –lo cual está en contradicción con su propia
Carta– y en la realización con la CIA de operaciones de carácter
criminal: estoy pensando en el caso de los secuestros y los traslados
de sospechosos a prisiones secretas. Si Europa sigue plegándose y
aceptando la instalación de sistemas antimisiles estadounidenses en
países miembros de la OTAN, ¿no podría eso llevar a la confrontación,
e incluso a un regreso a los peores días de la guerra fría?
Hans von Sponeck: Es una locura. Eso no tiene
nada que se pueda defender y el argumento de Condoleezza Rice que
afirma que Rusia no tiene por qué preocuparse por la instalación de
10 sistemas antimisiles posicionados en Polonia y en la República
Checa es totalmente deshonesto, ya que si hoy se pueden emplazar 10,
mañana se pueden emplazar 20 más. El solo hecho de emplazar esos
sistemas antimisiles en la frontera de la antigua URSS, o de Rusia, es
ya suficiente para intensificar las razones de confrontación entre
Rusia y Occidente, por no mencionar a China.
Estamos creando, estamos modelando nuestro
enemigo del mañana. Como muchas otras personas a través de todo el
mundo, yo no puedo aceptar esa evolución. Pero no nos tienen en
cuenta, somos débiles, nos consideran ingenuos, nos consideran
“gente de ojos azules”, como dicen en Estados Unidos, se supone
que no entendemos la visión global.
Si vivimos en una democracia, entonces yo tengo
derecho a entender esa visión global. Sin embargo, no me dicen nada;
solamente me piden que me someta a la buena voluntad y a las buenas
intenciones de un gobierno como el de Washington. Pero no puedo
hacerlo, no podemos hacerlo porque nos han engañado mucho y muchas
veces con su desinformación, con su deshonestidad brutal, con un
poder politiquero al servicio de un solo partido. Estoy lejos de
aceptar todo eso y es por ello que considero que toda esa política,
tendiente a convencer a los gobiernos checo y polaco para que acepten
esos sistemas antimisiles, resulta extremadamente peligrosa y fuera de
lugar. No es más que una grosera y vulgar política de poderío que
no necesitamos y contra la cual tenemos que luchar. No es lo que
necesitan la paz, el futuro internacionalismo y la consolidación de
naciones y el progreso conforme al sentido de la Carta de las Naciones
Unidas y de otras leyes internacionales.
Silvia Cattori: Usted estaba en Kuala
Lumpur para participar en una conferencia que denunciaba los crímenes
que cometen las potencias militares. En nuestros medios de difusión
no hubo la menor cobertura sobre ese importante encuentro. Si se
silencia ese tipo de encuentros, que denuncian las transgresiones que
comete la OTAN y las violaciones de la Carta de las Naciones Unidas,
¿cómo se puede lograr que se abra un debate para reformar esas
instancias? ¿No tiene usted la impresión de estar predicando en el
desierto?
Hans von Sponeck: ¿Sabe usted?, no debemos
desanimarnos porque los medios nos ignoren. La mayor parte de las
veces, cuando hay ciudadanos que han tratado de convencer a sus
dirigentes de que es necesario cambiar de rumbo, estos últimos los
han ignorado. ¿Significa eso que tengamos que poner fin a esos
esfuerzos? No lo creo. El hecho mismo de que haya gente, no locos ni
soñadores que no saben dónde están parados, sino gente muy
realista, con grandes aspiraciones para el mundo, que comprende los
procesos políticos, que se reúne para discuter seriamente sobre las
condiciones y el abuso de poder, ese hecho es de por sí una
importante prueba de que la conciencia internacional está viva, de
que la conciencia internacional existe. [El encuentro de] Kuala Lumpur
no estuvo en los titulares de la prensa; pero Hollywood sí. La emoción
barata y hechos mediáticos de baja calidad, como el programa Big
Brother en Londres, sí se ven reflejados en los titulares.
El hecho de que la presencia de 5 mil personas en
Kuala Lumpur para hablar de la guerra como crimen, teniendo como telón
de fondo todos los sufrimientos que han causado esas guerras ilegales,
no haya aparecido en los titulares es, por supuesto, algo deplorable.
Pero eso no debe hacer que la gente tenga menos deseos de expresarse.
[El encuentro] merecía ser resaltado por todos aquellos que de alguna
manera están siendo afectados por esos crímenes.
Todos y cada uno de nosotros tenemos una
responsabilidad que asumir como individuo, tenemos el deber de dar a
conocer nuestros puntos de vista. El encuentro de Kuala Lumpur, de eso
estoy seguro, permitió desarrollar más conciencia en numerosos círculos
del mundo, lo cual se transformará finalmente en mayor resistencia
ante las políticas engañosas, egoístas y unilaterales que Occidente
trata de imponer.
No tomo posición contra Occidente, soy un «occidental»
pero eso no quiere decir que no pueda ver con ojo crítico la vía de
una sola dirección que se ha desarrollado, la autopista de sentido único
que siguen el poder internacional, el comercio internacional, la
cultura internacional. Eso, como ya dije, no puede seguir así porque
ya no es aceptable, y en Kuala Lumpur se reunió gente del mundo
entero que comparte esa misma preocupación. Eso permitió, seguro
estoy de ello, aumentar la conciencia y la voluntad de los
participantes de dedicar cada vez más fuerzas a cambiar las cosas. Y
si eso no nos lleva a los titulares y a un cambio inmediato, pues
entonces quizás suceda mañana. Y si no es mañana, será después de
mañana.
Silvia Cattori: Voces como las del
presidente Jimmy Carter y John Dugard denuncian los crímenes de
Israel en Palestina, voces que, como la de Dennis Halliday [3] y la de
usted mismo denuncian las violaciones de la OTAN en Irak, todas esas
voces despiertan un inmenso respeto. Pero son escasas y los que
ejercen el poder pueden marginalizarlas. ¿No está usted decepcionado
de que al nivel de ustedes no haya casi nadie, o de que sean tan pocos
los que siguen el ejemplo de ustedes y toman posición contra esos crímenes
y abusos cometidos por el Estado?
Hans von Sponeck: Claro que estoy decepcionado.
¿Sabe usted?, en los últimos tiempos, día a día espero con ansia a
que un general estadounidense de primer plano, que un político
estadounidense de primer plano diga: basta ya, yo no voy a seguir
apoyando esta locura, yo no voy a apoyar la ilegalidad, yo no voy a
apoyar políticas que nos han sumido en grandes dificultades y en
graves violaciones de todo lo que cualquier persona civilizada debería
defender estar defendiendo. Claro que estamos decepcionados pero,
viendo día por día lo que ha estado sucediendo durante las últimas
décadas, sobre todo durante estos años en que Bush ha estado en el
poder, no podemos darnos el lujo de ser ineficaces. Es este un llamado
que tenemos que lanzarle al movimiento internacional antiguerra.
Es necesario que el movimiento por la paz se
oriente hacia una mejor coordinación, en forma de red; en el sentido
de incrementar los esfuerzos combinados, las declaraciones comunes en
los que gente de todos los países del mundo se den la mano y
demuestren, [se demuestren] a sí mismos y a la mayor cantidad de público,
que tienen la firme intención de no aceptar lo que nos ha traído a
esto: a un mundo en el que existe un abismo entre los que nada tienen
–y se trata de una mayoría muy muy grande, más de mil millones de
seres humanos que viven con menos de un dólar diario entre los 6 mil
millones y medio que habitan nuestro planeta– y el 10% más
favorecido que vive en el lujo y rodeado de un bienestar
inimaginables.
Eso no puede seguir así. Y si alguien que oye
nuestra conversación está pensando: Ahí tenemos realmente un gran
ingenuo, o está pensando: Ahí tienen un comunista, es terrible,
pidiendo la igualdad para todos, pues le digo que no, que no soy nada
de eso. En primera, no creo ser un ingenuo; en segunda, no creo ser un
comunista en el sentido tradicional. Soy un hombre que, al cabo de 32
años en las Naciones Unidas, aprendió a aceptar que todos no somos
iguales pero que sí deberíamos tener todos las mismas posibilidades
de desarrollo en el marco de la contribución a la paz. No es cuestión
de que no haya dinero, hay suficiente dinero para todos, pero lo que
escasea es el deseo de compartir los recursos y de hacer más que
apoyar, más que de palabra, ese magnífico conjunto de instrumentos
creado por tanta gente respetable después de la Segunda Guerra
Mundial y que durante 60 años ha estado tratando de crear las bases
de una mayor justicia y de un progreso socioeconómico para todos.
Silvia Cattori: Todos esas esperanzas que
usted alimenta seguramente le hacen sufrir más aún porque usted está
conciente de que, para que esos pueblos musulmanes que están siendo
humillados por las granes potencias, lo peor todavía está todavía
por delante.
Hans von Sponeck: Por supuesto. No pasa un día,
cuando usted lee, cuando usted ve lo que sucede en el Medio Oriente,
que usted no se sienta lleno de vergüenza, que usted no sienta la
exigencia de humildad que se puede sentir viendo a esa gente que sufre
horriblemente, desde Palestina hasta Irak y en otras regiones del
Medio Oriente. Las palabras de los hombres, por lo menos para mi
sensibilidad, no alcanzan para expresar los sentimientos que me
invaden.
Es espantoso. Yo vengo de un país que tuvo que
pasar por la experiencia, y que fue el causante, de una tremenda y
horrible Segunda Guerra Mundial, que duró 5 años y de la que todavía
se sigue hablando. ¿Y qué pasa con todo lo que ha sucedido durante
todos estos años en Irak, 30 años de dictadura, 13 años de
sanciones, 3 años y medio de ocupación? ¿Cuánto puede soportar un
individuo? ¿Cuánto puede soportar una nación? ¡Cuando usted ve
–y estoy pensando ahora en las universidades de Bagdad que yo
conozco, como Mustanseriya University, Baghdad College, Baghdad
University– que esas instituciones que preparan para la vida a jóvenes
inocentes, están destruidas por las bombas! ¡Cuando yo visitaba a
los iraquíes, que vivían pacíficamente en barrios en los que convivían
diferentes poblaciones, nunca oí ese tipo de conversación de “Yo
soy chiíta, tú eres sunnita y tú eres turkmeno”!
Bagdad es la ciudad kurda más grande del mundo,
con más de un millón de kurdos y, por supuesto, había muchos
problemas, había un dictador, había asesinatos políticos, pero eso
no era nada comparado con lo que se ve ahora. El enfrentamiento
sectario que hoy existe fue creado por una guerra ilegal. Y las
amenazas contra el gobierno de al–Maliki son el colmo de la
deshonestidad: “Si usted no restablece la seguridad en Irak,
nosotros, los americanos, vamos a revisar en qué medida seguimos apoyándolo”.
¿Qué es eso? ¿Quién creó ese tipo de condiciones? ¿Quién es el
responsable de ese caos y del actual enfrentamiento sectario?
Silvia Cattori: Los países occidentales
condenan a Irán, firmante del Tratado de No Proliferación Nuclear,
por causa de una bomba atómica que no tiene; pero no condenan a
Israel, que no ha firmado ese tratado y que sí tiene armas nucleares.
Entre Israel, que no oculta que está preparándose para librar una
guerra nuclear preventiva, e Irán que quiere dotarse de una industria
nuclear civil, ¿no es Israel quien realmente amenaza la paz mundial
mientras que Irán es el objetivo? ¿Cuál es su reacción personal
ante esa injusticia?
Hans von Sponeck: Sólo tengo una respuesta muy
directa y es que este caso es una ilustración clásica de la política
de doble rasero. Hay un pedido de creación de una zona
desnuclearizada: la Resolución 687 del Consejo de Seguridad, adoptada
en abril de 1991, que llama, en su párrafo 14, a la creación de una
zona desnuclearizada que englobaría todo el Medio Oriente. Israel ni
siquiera ha firmado el Tratado de No Proliferación. Puede ser que Irán
albergue intenciones contrarias a intereses internacionales, pero Irán
todavía no ha cruzado la línea roja. ElBaradei, el director de la
Agencia Internacional de la Energía Atómica, no ha dicho que Irán
haya cruzado esa línea. Se limitó a decir que Irán no ha revelado
completamente, con la suficiente transparencia, cuáles son sus
intenciones y que puso en marcha nuevas centrífugas.
¡Pero qué extraordinaria demostración de doble
rasero constituye el hecho de no señalar a Israel y a otros países!
¿Qué pasa con Pakistán? ¿Qué pasa con la India? ¿Y con los
propios Estados Unidos, que están trabajando abiertamente en una
nueva generación de armas nucleares, en lo que constituye una total
violación del Tratado de No Proliferación, aún cuando ese país es
uno de sus iniciadores? Se trata de un caso de doble rasero que
resulta catastrófico. Si yo fuese iraní, les diría: Lo siento.
Decidan en qué consiste la norma de la que ustedes hablan y, después,
podremos hablar. Sentémonos a la mesa [de negociaciones] al mismo
nivel, sin condiciones previas.
En este caso yo apruebo la demanda iraní de diálogo.
Yo pienso que exactamente eso lo que hay que hacer. Irán dice:
Ustedes no están de acuerdo. Reunámonos, pero no vengan a decirme,
antes de que yo me haya reunido con ustedes, que tengo que aplicar
ciertas decisiones que ustedes quieren que yo aplique. [Primero]
venimos, nos reunimos, conversamos y ponemos las cartas sobre la mesa
. Y lo que en realidad estamos viendo es un horrible intento de
proteger un doble rasero.
Silvia Cattori: ¿Qué mensaje quisiera
usted hacer llegar a los dirigentes políticos que ignoran
completamente los derechos humanos y que hacen la guerra violando el
derecho internacional? ¿Qué mensaje quisiera usted enviar a los
pueblos actualmente expuestos a la ocupación y al terror desatado por
los Estados? ¿Qué mensaje quisiera usted enviar a todos los que se
oponen a esas guerras y que no saben cómo pararlas y que deploran la
inacción de los partidos?
Hans von Sponeck: A los que violan los derechos
humanos les diría: Ustedes tienen que vivir con su propia conciencia,
por consiguiente, ¿cómo pueden ustedes, cuando ven todos estos daños
evidentes, vivir con su propia conciencia? ¿No creen ustedes que haya
mejores formas de proteger sus propios intereses y permitir a la vez
que otros se beneficien con las oportunidades que existen?
A las víctimas y a quienes se preocupan por
ellas les diría: no se rindan nunca, hagan todo lo posible, todos
somos libres, como individuos en pleno uso de nuestras facultades, de
aportar nuestra contribución, por muy pequeña que sea, si nos
juntamos en ese sentido, si cooperamos, si unimos nuestras fuerzas, si
damos a conocer nuestra opinión a los que están en el poder. Si
utilizamos nuestro derecho al voto –los que vivimos en países que
tienen elecciones libres–, no votemos de forma mecánica porque
depositar un voto en la urna es un acto de gran responsabilidad. Vayan
también al encuentro de sus representantes electos, presiónenlos,
considérenlos responsables, verifiquen sus actos y, cuando haya una
reelección, si ustedes no están satisfechos, animen a los que han
demostrado merecer la confianza que ustedes depositaron en ellos a
postularse para un nuevo mandato. ¿Qué más podemos hacer?
Notas:
(*) Periodista suiza
[1]
A different war: The UN sanctions regime in Irak. Berghahn Books 2006,
ISBN 1845452224
[2]
«La Russie appelle les Européens à quitter l’OTAN», por Thierry
Meyssan, Réseau Voltaire, 9 de marzo de 2007.
[3] Dennis Halliday, ex subsecretario general y
coordinador para las operaciones humanitarias en Irak, predecesor de
Hans von Sponeck, que presentó su renuncia en septiembre de 1998 como
protesta por las sanciones. “Estamos destruyendo toda una sociedad
(…). Es ilegal e inmoral”, había declarado Dennis Halliday. A su
renuncia siguió la del propio Hans von Sponeck y, dos días después,
la de la señora Jutta Burghardt, responsable del Programa Alimentario
Mundial, que se asoció a las declaraciones de los anteriores.
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