Entrevista
con Gilbert Achcar (*)
Líbano y la
crisis de Oriente Próximo
Por Paul D’Amato
La Haine, 26/03/07
El
programa del gobierno de Siniora para la conferencia Paris III
contiene todas las recetas clásicas mediante las que las capas más
pobres de la sociedad son forzadas a soportar la carga principal de
medidas que supuestamente conducen a un equilibrio financiero más
saludable y capacitan al gobierno para que pague su deuda (La Haine).
La
editorial "Icaria" ha publicado hace poco en castellano
"La guerra de los 33 días. Israel contra Hezbolá en el Líbano
y sus consecuencias", escrita con Michael Warschawski. "El
choque de barbarismos" aparecerá pronto en español publicado
por la misma editorial. Por otro lado y en el mes de abril, "Paidós"
publicará su última obra "Poder peligroso" junto a Noam
Chomsky. Recientemente Gilbert Achcar volvió de un viaje al Líbano
La
prensa en este país muestra el movimiento de oposición encabezado
por Hezbolá en Líbano, que trata de cuestionar el gobierno de
Siniora, como un movimiento que provoca un conflicto sectario. ¿Cómo
lo ve usted? ¿Cuál es el carácter de la oposición, y qué trata de
lograr?
Ya
es un hecho que todo el conflicto toma cada vez más un carácter
sectario. Pero no es la división sectaria o religiosa a la que estábamos
acostumbrados en el pasado del Líbano – me refiero a la guerra
civil de quince años de 1975-1990, que principalmente opuso a un
campo predominantemente cristiano contra otro predominantemente musulmán
– aunque las cosas nunca fueron tan simples como parecen. La división
sectaria toma esta vez una forma que no tiene precedentes en el Líbano:
parece más como una extensión al Líbano de la división que
prevalece en Iraq, que opone a las dos ramas más importantes del
Islam, suníes y chiíes. La tensión entre las dos comunidades es
ciertamente bastante aguda en el propio Líbano.
Es
verdad que ni la oposición ni la así llamada mayoría – tiene una
mayoría parlamentaria, pero no puede pretender que represente a la
mayoría de la población – son homogéneas desde el punto de vista
religioso. Ambas involucran a varios grupos que pertenecen a
diferentes sectas y religiones. La abrumadora mayoría de los chiíes
libaneses está en la oposición: están organizados por Hezbolá por
una parte, y por Amal por la otra. Están aliados con una de las dos
principales fuerzas de los cristianos maronitas, dirigida por el ex
general Michel Aoun. Se puede sumar a eso una colección abigarrada de
varios otros grupos – fuerzas cristianas, una fuerza menor en la
comunidad drusa y algunas pequeñas fuerzas suníes, que tienen
fundamentalmente en común que están vinculadas al régimen sirio.
Frente
a esto, en el campo de la “mayoría,” está el clan Hariri, que
goza de una clara mayoría entre los musulmanes suníes, más la
dirección mayoritaria de la secta drusa, representada por Walid
Jumblatt, y una parte de los cristianos, compuesta por varios grupos
entre los cuales el más prominente son las Fuerzas Libanesas, fuerzas
de extrema derecha que fueron muy crueles durante la guerra civil que
duró quince años. Básicamente, en términos sectarios, los
cristianos son la única comunidad que está realmente dividida en dos
mitades. En cuanto a las otras comunidades, es obvio que por una
parte, la abrumadora mayoría de los chiíes está en la oposición,
mientras la mayoría de los suníes y drusos está en el campo de la
“mayoría.” La oposición exige una mayor representación en el
gobierno con poder de bloqueo (es decir un tercio de los escaños según
la constitución), así como una nueva ley electoral y elecciones
anticipadas.
Esto
parece representar un cambio ocurrido desde la invasión israelí del
año pasado. Después de que Hezbolá rechazó la agresión, los
miembros de Hezbolá se convirtieron en los héroes de la hora en el Líbano,
y en todo Oriente Próximo. Suena como si usted estuviera diciendo que
las cosas han vuelto a cambiar hacia una mayor división. ¿Por qué
razón?
Sí,
ha habido definitivamente un cambio, pero también hubo expectativas o
lecturas exageradamente optimistas respecto a la situación en esos días.
Durante la guerra, la brutalidad y la terrible furia de la agresión
israelí tuvieron el efecto de unificar más o menos al pueblo libanés
en su condena de Israel. Pero, si se hubiera seguido más de cerca la
situación, habría quedado claro que no hubo un cambio radical en la
situación política. Las divisiones que existían antes del ataque
israelí volvieron a prevalecer rápidamente después de la guerra,
debido a las dinámicas políticas internas y la actitud de los
diversos liderazgos – con aún más intensidad debido a la situación
creada por la guerra en sí. La lucha política después de la guerra
se volvió mucho más delicada y mucho más crucial para todos.
Para
Hezbolá, la actual confrontación política es absolutamente vital.
El partido ha sido el objetivo del intento israelí de destruirlo. El
intento fracasó, pero el proyecto no ha sido descartado. Washington
reemplazó a Israel y trata de continuar la guerra por otros medios.
Presionó para obtener la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de
la ONU, mediante la cual logró que las fuerzas de la OTAN fueran
desplegadas en el sur del Líbano como fuerzas suplentes a ser
utilizadas en caso de confrontación interna en el país, es decir, a
fin de prestar ayuda a los socios de Washington. Desde entonces,
Washington ha estado constante y activamente presionando hacia la
guerra civil en el Líbano. En realidad, si hubiera que resumir la política
de Washington hacia el Líbano así como hacia Palestina, podría ser
descrita adecuadamente como “incitación a la guerra civil”:
guerra civil entre palestinos y guerra civil entre libaneses, para no
hablar de la guerra civil que se desarrolla en Iraq. Tanto en el Líbano
como en Palestina, existe una fuerza que Washington ve como un enemigo
importante – Hamas entre los palestinos, Hezbolá en el Líbano.
Tras estas dos fuerzas, Washington apunta a Irán (a Siria también,
pero Irán es la principal preocupación de Washington). En ambos países
existen socios de Washington: la “mayoría” y el gobierno de
Siniora en el Líbano, Fatah y Madmud Abbas en Palestina.
Por
eso USA e Israel están entregando dinero a Fatah en Palestina.
Exactamente,
les están enviando armas. De manera que éstas son situaciones
gemelas, y al mismo tiempo son simétricas, como un reflejo en un
espejo. En el Líbano, la oposición lucha contra el gobierno (el
consejo de ministros), que es dominado por los socios de Washington
que tienen la mayoría parlamentaria, mientras el presidente (general
Emile Lahoud) está en la oposición. En Palestina es exactamente al
revés: El gobierno y la mayoría parlamentaria son dominados por
Hamas, y el presidente (el dirigente de Fatah, Mahmud Abbas) es el
socio de Washington. En ambos países, Washington impulsa la guerra
civil. En el caso del Líbano recurre a la única arma ideológica que
han encontrado USA y sus socios árabes para contrarrestar la
influencia de Irán en el área – o sea el sectarismo.
En
su esfuerzo por protegerse del impulso bélico de USA y de las
amenazas en su contra, Irán ha utilizado la retórica panislámica;
ha estado sobrepujando a todos los regímenes árabes en la retórica
anti-israelí – incluyendo posiciones provocativas sobre el
Holocausto. Teherán también está construyendo un escudo protector
en la forma de una red de alianzas que va más allá de las fuerzas
chiíes. La alianza dirigida por Irán no es un “eje chií,” como
lo presentan a los sunies Washington y sus aliados árabes. Involucra
a fuerzas que no son chiíes. Hamas es claramente no chií – incluso
la Hermandad Musulmana de Egipto, la mayor organización del
fundamentalismo islámico suní, salió políticamente en apoyo a Irán.
Tampoco el régimen sirio es un “régimen chií” – en realidad
está muy lejos de la ideología jomeinista iraní, ya que comparte la
ideología laica del anterior peor enemigo de Teherán, el régimen
baasista iraquí.
¿Utilizan
Washington y sus aliados toda la idea del “arco chií” como un
arma ideológica?
Es
exactamente así. El único instrumento que tienen para contrarrestar
a Teherán es utilizar el sectarismo, y denunciar a Irán y su arco de
influencia como un “arco chií” – hasta el punto de que
recientemente hubo incluso manifestaciones en los territorios
palestinos en las que manifestantes de Fatah contra Hamas gritaban
consignas denunciando a Hamas como chiíes, utilizando “chiíes”
peyorativamente como los antisemitas utilizan “judíos.”
¿Por
qué tienen algún éxito con algo semejante?
Por
desgracia, a falta de una izquierda, de fuerzas de clase, de
conciencia progresista – cuando las fuerzas dominantes de ambos
lados son fuerzas religiosas – es bastante fácil incitar a
sentimientos semejantes. Si estuvieran enfrentando a un partido de
clase que fuera más allá de las líneas sectarias, no será tan fácil
contrarrestarlo con argumentos sectarios. Pero enfrentan a fuerzas
religiosas, cuyas principales organizaciones tienen carácter
sectario: Irán y Hezbolá son fuerzas religiosas chiíes. En
semejantes condiciones, aunque Hamas forme parte de la alianza, suena
verosímil que se utilice el argumento sectario. Y esto ha sido muy
alimentado por la guerra civil que se desarrolla en Iraq, que enfrenta
a suníes contra chiíes.
¿Ha
aumentado la tensión sectaria después de la ejecución de Sadam
Husein?
Los
socios árabes de Washington la utilizaron como una oportunidad más
de agitar a los suníes sectarios contra la división chií. La
ejecución fue realizada de manera muy torpe por el gobierno iraquí.
Se obtiene la impresión de que Washington realmente quiso que
ocurriera de ese modo, sabiendo que sería utilizado por sus aliados
en el área para aislar a Irán y denunciar su influencia y sus
aliados. No me sorprendería en absoluto si alguna mano estadounidense
estuviera tras el vídeo del ahorcamiento de Sadam Husein – circuló
tan rápido y fue explotado de un modo tan flagrante. De repente, todo
tipo de personas que solían odiar a Sadam Husein mientras estaba en
el poder, lo convirtieron en un mártir del sunismo. ¡Fue bastante
grotesco!
¿En
qué medida ha tratado Hezbolá de actuar contra, o de superar, las
divisiones sectarias – o por lo menos proyectarse como parte de una
oposición amplia? Parece como si Hezbolá tratara, por lo menos en
algunos aspectos, de presentarse como parte de una oposición política
más amplia. ¿Diría que existe un elemento de eso, pero que no va a
tener éxito porque la lógica sectaria es demasiado profunda?
Si,
definitivamente. Hay algo de eso. Hezbolá no quiere aparecer como una
fuerza puramente sectaria, y trata de ampliar sus alianzas. Por eso
están perfectamente contentos por su alianza con Aoun, que es una
fuerza importante entre los cristianos, y tratan de congraciarse con
algunas fuerzas suníes, incluyendo a fundamentalistas islámicos suníes
libaneses y cualesquiera tipos de aliados que puedan encontrar en
comunidades aparte de la comunidad chií. Pero básicamente, son una
organización chií. Para ser miembro de Hezbolá, hay que ser chií.
Es por naturaleza no sólo una organización religiosa, sino una
organización sectaria. Se ha basado en la comunidad chií y nunca se
ha preocupado en serio de ninguna manera por extenderse fuera de ella.
Sus
prioridades son: primero, unidad entre los chiíes – de ahí su
alianza con Amal, la otra importante organización Amal. Luego quieren
evitar choques con otros musulmanes – los suníes – porque no es
de su interés ni del de Irán. De ahí sus posiciones conciliadoras.
La incitación al sectarismo, en realidad, es sólo de interés para
los regímenes saudí, egipcio y jordano, y de Washington tras ellos,
porque es el único instrumento ideológico efectivo que tienen. Y,
por los motivos mencionados, Hezbolá – aunque trata de impedir que
la situación deteriore hacia el sectarismo – es, por su propia
naturaleza, un objetivo fácil para los que quieren avivar el
sectarismo.
¿Es
ése el motivo por el que Hezbolá canceló las manifestaciones en
enero – por temor a que la violencia sectaria salga fuera de
control?
Hezbolá
comprende que algunos de los socios de Washington: Jumblatt y las
Fuerzas Libanesas en particular, son instrumentos de una estrategia
que apunta a provocar la guerra civil. Existe una diferencia en este
aspecto dentro de la “mayoría,” entre las fuerzas recién
mencionadas y el clan Hariri, es decir, las fuerzas vinculadas a los
saudíes. Estas últimas son más “moderadas” en el sentido de que
son más cautelosas. Es algo como la diferencia que existe en
Washington entre el gobierno Bush y el campo “realista” Baker-Hamilton.
Los gobernantes saudíes están en general ciertamente mucho más en
la onda de Baker-Hamilton que con el actual gobierno de Bush.
Estuvieron muy contentos con el gobierno de Bush padre, pero Bush hijo
es un problema para ellos porque su gobierno es de lejos demasiado
aventurero. Pueden ver lo desastroso que ya es para ellos el balance
de Bush.
¿Cuál
es el papel de Siria en todo esto?
Siria
sigue estando muy involucrada en Líbano, por cierto. Es también uno
de los problemas con la estrategia de Hezbolá: sus vínculos con
Siria. La mayor parte de las fuerzas en la oposición son fuerzas
pro-sirias – todas ellas en realidad, con la excepción de Aoun que
solía ser el enemigo más acérrimo de Siria en Líbano. Hezbolá es
un aliado de Siria, no hay misterios al respecto. Amal está aún más
estrechamente vinculado al régimen sirio. Y las otras fuerzas de
oposición están también estrechamente ligadas al régimen sirio.
Uno de los propósitos actuales del movimiento es bloquear el tribunal
internacional sobre el asesinato de Rafik Hariri, (Hariri fue
asesinado el 14 de febrero de 2005, por un coche bomba, y los
servicios sirios son acusados de ser responsables del asesinato), que
Washington impulsa a través de la ONU para utilizarlo como
instrumento para chantajear a Damasco. Es uno de los propósitos
obvios de lo que está sucediendo y, por ello, el clan Hariri puede
decir a sus partidarios sociales, sus partidarios sectarios: “Miren,
esa gente quiere proteger al régimen sirio, los asesinos de Rafik
Hariri. Quieren proteger a los asesinos del gran líder de la
comunidad,” etcétera.
Y
quieren convertir a Líbano en un protectorado de Siria...
Sí,
por cierto. Utilizan ese tipo de retórica. Y por desgracia es verosímil
porque grandes segmentos de la oposición están compuestos de fuerzas
pro-sirias totalmente podridas. Es un problema inmenso, bastante
alejado del modo como alguna gente en la izquierda en todo el mundo ha
romantizado a Hezbolá durante la guerra. No cabe duda de que Hezbolá
libró una resistencia verdaderamente heroica. Tuvo combatientes que
realmente defendieron admirablemente a su país, sus hogares, sus
familias: ¡no cabe discusión al respecto! Pero ir más lejos y creer
que Hezbolá sea de alguna manera una fuerza de izquierda no lo
justifica de ninguna manera la realidad.
En
la prensa se ha hablado de protestas sindicales contra políticas
neoliberales y de un nuevo acuerdo en París, que trata de la imposición
de políticas neoliberales en el Líbano. ¿Ha intentado Hezbolá de
organizar la resistencia utilizando el tema?
Aquí
llegamos al problema de la reunión Paris III del 25 de enero. Fue una
reunión de donantes, donantes ricos, países occidentales y
petroleros, reunidos para ayudar supuestamente al Líbano. Fue
convocada por el presidente francés Jacques Chirac, que ha estado
trabajando en una alianza muy estrecha con Washington en relación con
el problema libanés desde 2004. Chirac es uno de los más fuertes
patrocinadores del gobierno de Siniora y del clan Hariri – solía
tener lazos muy estrechos con Rafik Hariri. La conferencia fue
organizada alrededor de un programa económico y social que es un clásico
programa de “consenso de Washington.” En este me refiero a las
medidas neoliberales convencionales del FMI y el Banco Mundial que
fueron impuestas a tantos países durante los años ochenta y noventa
y que siguen siendo impuestas.
El
programa del gobierno de Siniora para la conferencia Paris III es una
versión brutal de lo mismo. Obtienes lo que quieras: privatización,
e impuestos al valor agregado en lugar de impuestos escalonados según
los ingresos. El plan contiene todas las recetas clásicas mediante
las que las capas más pobres de la sociedad son forzadas a soportar
la carga principal de medidas que supuestamente conducen a un
equilibrio financiero más saludable y capacitan al gobierno para que
pague su deuda. El Líbano ha acumulado una inmensa deuda con el pasar
de los años (actualmente más de 40.000 millones de dólares). De
modo que se trata por una parte de un programa del tipo clásico del
FMI-Banco Mundial. Por otra parte, esta conferencia fue un instrumento
político. Fue pensada por Chirac, y con él por Bush, como una manera
de dar un fuerte apoyo al gobierno de Siniora y a la “mayoría” en
el Líbano.
La
manera como la oposición encaró esa situación lo dice todo.
Diversas fuerzas de la oposición – Hezbolá, Aoun – criticaron el
programa de la conferencia Paris III, pero en realidad de modo
bastante moderado. Criticaron el programa del gobierno, como lo haría
cualquiera oposición, pero sin rechazar su lógica básica. Y luego
hubo la dirigencia de la confederación sindical que llamó a una
movilización contra el programa gubernamental. Esa dirigencia está
en realidad estrechamente relacionada con la oposición y con Siria:
es un producto del período de dominación siria sobre el país.
La
manifestación convocada por la confederación para el 9 de enero
contra la orden del día de Paris III resultó totalmente ridícula
– 2.000 personas, en un país que ahora está acostumbrado a
manifestaciones de cientos de miles de personas. Se debió a que la
oposición no se movilizó de ninguna manera seria. Aunque proclamó
su apoyo, no se movilizó realmente, por el motivo obvio de que la
lucha contra el neoliberalismo no es definitivamente su preocupación
real. ¡Realmente explicaron que no querían poner en peligro la
conferencia de París!
Parece
ser que la única manera posible de superar la división sectaria es a
través de organizaciones políticas y sindicales que presentaran una
alternativa no-sectaria basada en la resistencia contra esas políticas
neoliberales.
Es
exactamente el punto. Por suerte hay gente que trata de hacer eso. Es
lo que trata de hacer el Partido Comunista Libanés (PCL). El PCL no
participó en la sentada de la oposición desde que ésta comenzó en
diciembre pasado en el centro de Beirut. Se excluyó, declarando que
no comparte los puntos de vista de la oposición, que se orienta a
cerrar un acuerdo con la mayoría. Los comunistas dijeron: “Eso no
es nuestro programa, no pensamos que la salida en el Líbano resulte
de un acuerdo entre dirigencias sectarias. Estamos dispuestos a luchar
juntos con la oposición por exigencias democráticas – una nueva
ley electoral, nuevas elecciones. Pero no queremos vernos involucrados
en una lucha por un acuerdo entre fuerzas sectarias que terminaría en
la formación de un gobierno conjunto.” Y entonces, cuando llegó a
la oposición a Paris III, el PCL se negó a participar en el día de
manifestación convocado por la confederación sindical y apoyado por
la oposición porque, dijo, no era verosímil. Decidió organizar su
propia manifestación, pero el deterioro de la situación lo obligó a
cancelarla.
¿Los
choques sectarios en Beirut?
Sí,
por cierto. De manera que el Partido Comunista Libanés trata de
posicionarse fuera de los dos campos y constituir una tercera fuerza
sobre la base de un programa de izquierda. Ha estado haciéndolo desde
el comienzo del período que comenzó después del asesinato de Rafik
Hariri en 2005, cuando hubo las dos manifestaciones en marzo, una de
Hezbolá y la otra de lo que ahora llama la “mayoría,” o la
“coalición del 14 de marzo.” El PCL no participó en ninguna de
las dos manifestaciones, y llamó a una tercera en otra fecha – con
algunos miles de manifestantes. No fue gran cosa en comparación con
las inmensas manifestaciones de medio millón de los dos principales
campos.
Pero,
a pesar de ello, no fue totalmente menospreciable que hubiera algunos
miles de personas manifestando con banderas rojas y consignas libres
de todo carácter sectario – consignas progresistas. En la reciente
guerra, el PC libanés no permaneció neutral, desde luego. Participó
en la movilización y en la lucha contra la agresión israelí, en
alianza con Hezbolá, - una alianza sin subordinación, como lo señaló
el secretario general del PC. Fue una alianza desde una posición
independiente contra Israel, pero no una alianza alrededor del
objetivo de formar una empresa común de fuerzas sectarias por un
nuevo gobierno; esto último no forma parte del programa del PC.
Por
la estructura sectaria del sistema político libanés, ¿podría
decirse que no es posible negociar acuerdos que no incluyan una
aceptación de esa estructura?
Lo
que es posible es realizar una campaña que se base en consignas
democráticas, tales como una nueva ley electoral y nuevas elecciones.
La actual ley electoral diseñada por las autoridades sirias, deforma
la representación de diversas fuerzas. Originalmente, se quería que
redujera la representación de la fuerza de los partidarios de Aoun,
cuando este último era el peor enemigo de la presencia siria en el Líbano.
Por eso, lo primero que exigió Aoun – después de volver del exilio
una vez que partieron las tropas sirias – fue un cambio de la ley
electoral. Pero los socios de Washington se negaron a otorgarle eso, y
fueron a las elecciones en una coalición con Hezbolá y Amal. No hay
que olvidar que fue Hezbolá la que llevó a esta mayoría al poder.
Aoun
fue completamente excluido en las elecciones de 2005 por los socios de
Washington, aunque su papel había sido muy activo en contra de las
fuerzas sirias. Así que pasó a la oposición y, unos meses después,
formó una alianza con Hezbolá. Su ambición es obviamente llegar a
ser presidente. (Según las reglas electorales en el Líbano, el
presidente debe ser un maronita cristiano, y Aoun es maronita.) Aoun
pensó que la mejor de manera de satisfacer su ambición era llegar a
un acuerdo con Hezbolá, considerando la inmensa fuerza electoral que
representa como la principal fuerza dentro de la mayor comunidad en el
Líbano.
¿Existen
demandas del PC o de otras fuerzas laicas de izquierda, para reformar
por completo el sistema para que se siga basando en una identificación
y en partidos sectarios?
En
realidad, la idea de que las instituciones debieran ser transformadas
para librarse de la distribución sectaria de escaños y del poder fue
acordada por el consenso de los círculos dominantes en el Líbano
cuando la guerra civil terminó en los años 1989-1900. Una
conferencia de representantes libaneses se realizó en Arabia Saudí,
y acordaron una orden del día de reforma política, el Acuerdo Taif.
Oficialmente, todos en el Líbano están a favor de eso, pero es sólo
formal.
Sin
embargo hay quienes son más serios en cuando al cambio del sistema
político, como por ejemplo Aoun. Hezbolá está oficialmente a favor,
pero considerando que es sobre todo una fuerza sectaria, está
dividido entre su carácter sectario, que encaja en el sistema
sectario, y el hecho de que ya que los chiíes sean la minoría más
importante, son los ganarían con un sistema en el que no existe una
distribución sectaria predefinida de los escaños y del poder –
donde la distribución se arregla mediante elecciones y acuerdos
parlamentarios. Por lo tanto, es evidente que la situación es
ambigua. En los hechos, es la izquierda, los comunistas, los que están
dedicados más enérgicamente a una laicización del país, más allá
de la simple abolición del “sectarismo político.”
¿Cuáles
son los orígenes de la política sectarista en el Líbano? ¿Puede
datar de la Ocupación Francesa?
Sería
demasiado reductivo decir que el conflicto sectario tiene su origen en
el Monte Líbano gobernado por el imperio otomano en el Siglo XIX.
Antes de que el Líbano existiera en sus actuales fronteras, hubo una
división sectaria entre las dos principales comunidades en Monte Líbano,
que eran los maronitas y los drusos. Estas fueron dos minorías en una
región bajo dominación musulmana suní. Coexistieron en paz durante
muchísimo tiempo. Pero la primera guerra sectaria estalló en el Líbano
en el Siglo XIX, después – y esto es interesante – de un
levantamiento campesino contra los terratenientes feudales que tuvo
lugar en 1858. El levantamiento campesino, que comenzó entre
campesinos maronitas y amenazó con extenderse a todo el campesinado,
fue canalizado a un conflicto religioso entre maronitas y drusos. La
división horizontal entre sectas reemplazó la división vertical
entre campesinos y terratenientes. Esto llevó al desembarco francés
en el Líbano, cuando Napoleón III envió a su flota en 1860 para
“proteger” a los católicos maronitas. Por lo tanto, en el Siglo
XIX apareció un modelo histórico mediante el cual las divisiones
sectarias fueron utilizadas para impedir otras dinámicas políticas y
sociales, y fueron explotadas por las potencias extranjeras para
controlar el país.
¿No
ayudaron los franceses a establecer el sistema político basado en
divisiones sectarias?
Los
franceses volvieron sólo después de la Primera Guerra Mundial, con
un mandato colonial de la Liga de Naciones. Cuando los franceses se
establecieron en el Líbano como potencia colonial, definieron las
actuales fronteras del Líbano, ampliándolas de manera que tuvieron
una mezcla mayor y más precaria de comunidades sectarias, y diseñaron
instituciones basadas en una distribución sectaria del poder según
la clásica receta de “dividir para gobernar.” Y ése fue por
cierto el origen de las actuales instituciones libanesas.
Usted
ha hablado de una estrategia de Washington y sus aliados en la región
para fomentar guerras civiles. Usted también señala que USA trata de
aislar a Irán. Si se combina esto con el hecho de que USA está
enviando más fuerzas navales al Golfo y con la “elevación” en
Iraq, que parece estar relacionada con un plan de dar caza al Ejército
Mahdi, o a partes de éste - ¿forma parte esto de una estrategia
coordinada? ¿Existe alguna posibilidad, a su juicio, de que esto podría
ser parte del preludio de una acción militar limitada contra Irán?
¿Cómo vería el conjunto de estas cosas en términos de la política
de USA?
Si
se trata de pensar en los intereses imperiales de USA de alguna manera
racional, habría que excluirlo. Pero el problema es que hay un
gobierno en Washington que no corresponde a ningún estándar
racional. Es uno de los equipos más irracionales que haya estado
alguna vez a la cabeza del Imperio USA en toda su historia. Esa gente
es suficientemente demente para considerar realmente un ataque contra
Irán, tanto más porque está en dificultades, hundida en un cenagal
en Iraq. Como una bestia herida que se vuelve más feroz, está en una
posición política tan mala, perdiendo terreno tan rápido, que podría
suceder que se sienta tentada por alguna especie de juego de póquer
– el doble o nada.
Parece
casi que fuera un plan de gobernar o arruinar. Iraq va mal – así
que simplemente hagamos volar por los aires todo el asunto.
Es
lo que llaman la “elevación,” ¿no es cierto? Pienso que, por el
momento, las fuerzas contrapuestas dentro de los círculos dominantes
– todos los viejos “realistas,” gente como Baker-Hamilton que
representa un consenso imperialista bipartidario, más racional –
está frenando eso. Pero el gobierno de Bush – y los restos de los círculos
neoconservadores alrededor del gobierno – se sienten obviamente
tentados por lo que es en realidad el equivalente de acelerar un coche
contra un masivo bloque de cemento.
No
es una analogía perfecta, pero recuerde como después de la Ofensiva
del Tet, cuando una mayoría se volcó contra la guerra y quedó en
claro que era imposible ganarla, USA en realidad amplió la guerra
hacia Laos y Camboya.
Sí,
por cierto. Y luego, después de eso, Nixon-Kissinger sacaron las
lecciones de la situación y pensaron básicamente: “Estamos
perdiendo terreno, estamos metidos en un cenagal. Hablemos con los
patrocinadores de la resistencia vietnamita, los soviéticos y los
chinos.” Es ciertamente lo que hicieron, y entonces ellos se
desembrollaron de Vietnam. Y de eso trata la proposición Baker-Hamilton,
en realidad: “Hablemos con Siria e Irán.” Pero el gobierno de
Bush no quiere oír hablar del tema, porque contradeciría todas la
opiniones doctrinarias que han estado emitiendo por lo menos desde el
11-S, para no hablar de los puntos de vista expresados por los
neoconservadores mucho antes de que Bush llegara al poder.
Las
elecciones representaron un claro mensaje al respecto. Incluso si la
única otra alternativa era votar por demócratas que son partidarios
del imperialismo yanqui – fue claramente un voto contra USA en Iraq.
Y en esto parece que se podría llegar a un resucitar del movimiento
contra la guerra, que ha estado bastante dormido. ¿Sienten de alguna
manera donde usted se encuentra, en Europa, por ejemplo, que los
acontecimientos en este país revivan la oposición organizada contra
la guerra?
La
derrota electoral de los bushistas ha dado ánimo a la oposición a
sus políticas, desde luego. Lo importante, como dice usted, no es quién
ganó la elección, sino quién la perdió. El hecho de que este
gobierno reaccione como si no hubiera habido elección alguna, y como
si no hubiese sido derrotado, mostrándose sólo obstinado y decidido
a seguir su propia línea y a rechazar el consenso bipartidario
mayoritario de los círculos dominantes imperialistas de USA – esta
forma de comportarse está aislando a este gobierno aún más en la
propia clase gobernante de USA. Por lo tanto, ahora se abre sin duda
alguna un nuevo espacio para el movimiento contra la guerra, que es
probablemente el mayor espacio político que ha habido desde Vietnam.
No ha habido desde Vietnam una división tan aguda dentro de la clase
gobernante, con el ejecutivo tan aislado, y con una oposición
creciente a la escalada. De modo que, sí, es un gran momento para que
el movimiento contra la guerra ponga todo su peso en la balanza.
(*)
Nota de Correspondencia de Prensa: Gilbert Achcar, militante marxista
de origen libanés. Enseña ciencias políticas en la Universidad de
París -VIII. Autor de numerosas obras sobre el imperialismo y el
Medio Oriente, entre ellas: Le choc des barbaries. Terrorismes
et dédordre mondial (Complexe, Francia 2002) y L´Orient Incandescent.
Le Moyen-Orient au miroir marxiste (Editions Page Deux, Suiza, 2003). Fue
co-redactor del Atlas - Le Monde Diplomatique (editado en francés y
castellano, 2003).
International
Socialist Review. Traducido del inglés
para Rebelión por Germán Leyens. Correspondencia de Prensa. germain5@chasque.net
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