Una
guerra de humillación
Por Robert Fisk
The Independent, 02/04/07
rodelu.net,
03/04/07
Traducción
de Jorge Anaya
Nuestros
marines están cautivos. Puede que los sometan a juicio. Bombas
molotov estallan tras los muros de la embajada británica en Teherán.
Pero en definitiva no es una guerra al terror. Es una guerra de
humillación.
La
humillación de Gran Bretaña, de Tony Blair, de las fuerzas armadas
británicas, de George W. Bush y de todo el duelo de disparos en Irak.
Y el maestro de la humillación –aunque Tony Blair no se dé
cuenta– es Irán, nación que se siente humillada por Occidente
desde siempre. ¡Qué complacidos han de sentirse los iraníes al
escuchar a Blair y Bush exigir la liberación "inmediata" de
los infortunados 15, porque es una demanda a la que fácilmente se le
pueden poner oídos sordos! Y así será: tanta insistencia de los dos
gobernantes ha asegurado que permanezcan semanas encerrados.
"Conducta
inexcusable", rugió Bush el sábado... y a los iraníes les
encantó. El ministro iraní, entre tanto, esperaba un cambio en la
"conducta" de Gran Bretaña. Mahmoud Ahmadinejad, el
presidente del infierno, negador del holocausto, llama a Blair
"arrogante y egoísta" –lo mismo decimos todos nosotros,
por cierto– luego de negarse a actuar ante el público en la
Organización de Naciones Unidas. Soltarán a la "servidora"
Faye Turner. Luego que siempre no. Faye, de velo, con un cigarrillo y
con una cortina barata estampada de flores al fondo, presentando esas
ridículas cartas donde expresa almibarada amistad hacia el
"pueblo iraní" y se disculpa con abyección por la incursión
británica en aguas iraníes –escrita, sospecho, por los chicos del
Ministerio de Orientación Islámica– es la estrella del espectáculo
en Irán.
Allá
en 1980, cuando Teherán montó su mucho más ambiciosa ocupación de
la embajada estadounidense, la estrella fue un balbuciente infante de
marina –un tal sargento Ladell Maples–, a quien se indujo a
expresar aprecio por la Revolución Islámica del ayatola Jomeini poco
antes de los noticieros estadounidenses de horario triple A.
Los
iraníes, ven ustedes, entienden a Occidente. Lo entienden mucho mejor
de lo que nosotros entendemos –o nos molestamos en entender– a Irán.
Hemos
olvidado los años de ocupación aliada en la Segunda Guerra Mundial,
la deposición del sha pro alemán y luego, humillación de
humillaciones, el derrocamiento del primer ministro democrático
Mohamed Mossadeq, orquestada por Allen Dulles, de la CIA, y un excéntrico
profesor británico de griego, ex operativo de los Servicios
Especiales –llamado Monty Woodhouse–, con algunas armas y un montón
de dólares.
Y
los iraníes recuerdan bien hasta qué extremos llegó el sha de Irán,
nuestro "policía" en el Golfo, el Rey de Reyes, Luz de los
Arios, descendiente de Ciro el Grande, para tender a los jóvenes
hombres y mujeres iraníes de la resistencia en las parrillas
tostadoras de los torturadores de su Ministerio de Seguridad, conocido
como Savak.
Tampoco
han tenido los iraníes ninguna intención real de llevar a Faye y sus
amigos ante cualquier tribunal; prefieren con mucho tener a los británicos
mordiéndose las uñas frente a las imágenes de su "nana"
en Sky TV, por cortesía, claro, del canal árabe Alalam de Teherán.
¿Y notaron ustedes esa pequeña etiqueta de "exclusiva" en
la esquina superior izquierda de la pantalla cuando el riflero Nathan
Summers decidió presentarse en público?
Cómo
les encanta a los iraníes remedar a sus opresores. Cuando la jerarquía
del Ministerio de la Defensa presentó una complejidad de mapas para
demostrar que nuestros chicos estaban en aguas iraquíes, los iraníes
sacaron a un humilde guardacostas con un mapa Minotauro para mostrar
que estaban en su zona de soberanía. La bandera británica aún ondea
en su balsa de hule, pero arriba de ella flota la enseña iraní. Noto
que nadie ha explicado todavía para qué llevan rifles nuestros
chicos y chicas en sus aventuras de navegación si su deber es
entregarlas cuando los atacan. ¿Será que en realidad estamos
tratando de proporcionar más armas a los guardias revolucionarios?
Pero
detrás de todo esto yacen algunas preguntas oscuras... las cuales
tendrán, me temo, respuestas aún desconocidas pero todavía más
oscuras. Los servicios de seguridad iraníes están convencidos de que
los servicios de seguridad británicos tratan de provocar a los árabes
de la provincia iraní de Khuzestan para que se subleven contra la República
Islámica. Ha habido bombazos allí, uno de los cuales dio muerte a
todos los ocupantes de un camión de los guardias revolucionarios, y
Teherán culpó al MI5 británico. Escandaloso, dijo. Inexcusable.
Los
británicos no hicieron comentarios, ni siquiera cuando los iraníes
colgaron a un hombre acusado de esas muertes, del cual se dijo que
colaboraba con Londres.
¿Está
el Servicio Aéreo Especial británico acosando en el suroeste de Irán
a los chicos de Basora con armas ultranovedosas, como dicen que hacen
los iraníes en el sureste de Irak? ¿Soltarán los británicos a los
cinco iraníes que daban visas a kurdos en Erbil, a los que encerraron
hace un par de meses? No, dice Bush. Bueno, ya veremos.
Hay
mucho que no sabemos –o no nos interesa– en todo esto. Mientras
tanto, quedará para Blair, Bush y el eje de conmoción y pavor de SKY–BBC–CNN–FOX–CBS–NBC–ABC
seguir con el jueguito iraní. ¿Enjuiciarán a Faye? ¿Amenazarán a
nuestros muchachos con la ejecución? Respuesta: no, pero de seguro
pronto los iraníes nos dirán que todos son espías. Mentira, por
supuesto. Pero Blair fulminará y Bush rugirá y los iraníes se
sentarán a disfrutar cada segundo.
Decenas
de miles de iraníes murieron para destruir las legiones de Saddam
Hussein. Y ahora nos observan retorcernos las manos de angustia por 15
almas perdidas. Para ellos es una superproducción, la humillación
política en pantalla gigante. Y los iraníes no sólo saben montar el
drama: hasta escribieron el guión para Blair.
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