La mayor amenaza a los mullahs está dentro del país
No hay lugar para la casualidad
Por
Txente Rekondo (*)
La Haine, 13/04/07
No es de extrañar que los mullahs utilicen las
amenazas de Occidente para acabar con cualquier alternativa a su poder
y busquen al mismo tiempo un cierre de filas en torno suyo.
Nada es casual en esta
compleja región del mundo, de ahí que los recientes acontecimientos
que se han sucedido en torno a Irán se deben enmarcar dentro de esta
lógica.
La detención de quince
marinos británicos por operar en aguas iraníes, el silencio oficial
de Washington, los movimientos y protagonismos dentro de la clase política
y religiosa iraní, el desenlace de la crisis y el nuevo anuncio del
presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, están relacionados entre sí.
La detención de los
soldados británicos hay que situarla en una coyuntura muy
determinada, con secuestros o detenciones de diplomáticos iraníes en
Iraq, con sanciones impuestas al régimen de Teherán, y con maniobras
estadounidenses en torno al Consejo de Seguridad de naciones Unidas
para incrementar aún más la presión sobre Irán. De ello algunos
analistas deducen que esas detenciones “más que un acto de
desesperación, ha sido una maniobra calculada para mandar un mensaje
directo a EEUU: combatir el fuego con más fuego”.
Llama la atención en esos
acontecimientos el supuesto silencio mantenido por EEUU, sin embargo
el papel de Washington en esta nueva crisis se ha situado por detrás
del escenario principal. Desde hace tiempo los neoconservadores
planean el cambio de régimen en Irán y sus maniobras abarcan
diferentes ámbitos de la realidad de aquel país. La presión sobre
la representación diplomática iraní en Iraq es una muestra de ello,
pero también las maniobras en torno a la producción petrolera de Irán.
Durante meses EEUU ha
desplegado presiones para atacar la capacidad financiera y energética
de Teherán. En los primeros meses de este año, diplomáticos
estadounidenses se han reunido y han presionado a compañías de la
mayoría de países europeos, para que eviten mantener lazos
comerciales con Irán, aunque de momento los resultados han sido muy
pobres, ya que la mayoría d empresas siguen primando sus beneficios
económicos por encima de los políticos. El propio embajador
estadounidense en Madrid se habría reunido con ejecutivos de Repsol
para “avisarles de la delicada situación en torno a inversiones en
Irán.
Paralelamente a ello
Washington busca también que la banca internacional se suma a su
campaña contra el régimen de Teherán, al tiempo que desarróllale
proyecto “Democracia en Irán” para buscar la desestabilización
interna de aquel país, muy en la línea de la llamadas
“revoluciones coloristas”.
También llama la atención
en todo este asunto que desde Occidente se resalte que “no se han
pagado ningún precio” por la liberación de los quince soldados,
que no se ha aplicado al política de quid pro quo. Entonces cómo
entender la liberación del diplomático iraní retenido desde febrero
por las tropas de ocupación, o el permiso para que los cinco diplomáticos
del consulado iraní en Irbil (acusados de espías, en realidad habían
sido invitados por el propio gobierno iraquí), secuestrados también
por los ocupantes, sean visitados. En estos movimientos queda un fleco
que ha pasado desapercibido en muchos medios, el secuestro, deserción
o desaparición del general iraní Ali Reza Asgari en Turquía.
La política interna de Irán
también se ha movido estos días. La pugna entre el presidente
Ahmadinejad y el líder supremo, Ayatollah Ali Khamenei, sigue su
curso. Este, preocupado por el ascenso del primero habría optado por
apoyar a figuras como el ministro de exteriores, Manuchehr Mottaki o
el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional, Ali Larijani.
El silencio inicial del presidente iraní dio pie a especular sobre el
futuro político del mismo, sin embargo, su aparición para anunciar
el final de la crisis y su reciente anuncio en trono a la producción
nuclear del país, le vuelven a situar en una posición reforzada ante
su pueblo y los líderes políticos de Irán.
Dos mensajes destacan de
estos movimientos. Por un lado, en clave externa, los dirigentes iraníes
han demostrado a Occidente y a sus vecinos del Golfo que son capaces
de enfrentarse militarmente a las potencias que le amenacen, y que si
se acercan a ellos en actitud pacífica y con fines negociadores, Irán
responderá en la misma actitud. Irán lleva tiempo señalando que
ellos apuestan por una salida negociada al conflicto, pero que ésta
debe realizarse sin condiciones previas y en una situación de
igualdad.
Y en clave interna, el régimen
ha logrado que la población se olvide de sus penurias diarias, una
población que vive con una importante sensación de acoso externo,
pero que a pesar de que no apoya al cien por cien a sus dirigentes, ha
señalado en numerosas ocasiones que cualquier cambio político en el
país deberá realizarse sin ingerencia externa.
Los mullahs son
conscientes de que la mayor amenaza la tiene dentro de Irán. Así,
las protestas del año pasado (con los conductores de autobuses de
Teherán en huelga), o las de este mismo año, protagonizadas por las
profesoras del país (cerca del 80% de trabajadores de enseñanza son
mujeres) son buena muestra de que las cosas pueden ir cambiando, sobre
todo porque estos movimientos, a diferencia del tantas veces alabado
“movimiento reformista” no se enmarcan dentro de alguna de las
corrientes del aparato de poder iraní, haciendo más difícil su
control. Por todo ello no es de extrañar que utilicen las amenazas de
Occidente para acabar con cualquier alternativa a su poder y busquen
al mismo tiempo un cierre de filas en torno suyo.
* Gabinete Vasco de Análisis
Internacional (GAIN)
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