EEUU
no contará con el apoyo de sunitas en una guerra contra Irán
Por
Veniamín Popov
RIA Novosti, Moscú, 19/04/07
La eventual guerra
contra Irán es hoy uno de los temas más debatidos. Pero hay otra
cuestión: ¿quiénes apoyarían a los norteamericanos si éstos
deciden atacar a Irán?
Muchos columnistas
sostienen que si los planes de la Casa Blanca no son aprobados en EEUU
ni en Europa, Bush y su equipo procurarán asegurarse apoyo en el
mundo islámico, ante todo entre los vecinos de Irán que rivalizan
con este país por la influencia en el área. Por lo menos, muchos
politólogos del mundo islámico están convencidos de que EEUU hará
cuanto esté a su alcance para avivar el conflicto entre los chiítas
y sunitas.
El número de chiítas
se evalúa en 180 millones, o sea, un 15% de los musulmanes. Su
abrumadora mayoría vive en Asia del Sur y del Sudoeste (según datos
correspondientes a 1998): en Irán (49 millones, o el 87% de la
población); en Pakistán (32 millones, o el 26%); en Iraq (11
millones, o el 59%); en India (unos 10 millones, o el 1%); en Turquía
(8,9 millones, o el 16%); en Yemen (4,8 millones, o el 38%); en
Azerbaiyán (4 millones, o el 56%); en Afganistán (3,5 millones, o el
21%); en Arabia Saudita (2 millones, o el 14%); en Siria (1,9
millones, o el 15%); en el Líbano (1,2 millones, o el 40%); en Kuwait
(429 mil, o el 20%); en Bahrein (330 mil, o el 64%); en los Emiratos
Árabes Unidos (318 mil, o el 17%); en Omán (103 mil, o el 7%); en
Qatar (49 mil, o el 11%).
Tras la caída del régimen
de Sadam Husein en Iraq, EEUU de hecho transfirió el poder en este país
a los chiítas, y los sunitas de hecho resultaron marginados. Iraq está
sumido en una guerra civil, los enfrentamientos armados se cobran a
diario decenas de vidas humanas. Hablando en rigor, la situación en
Iraq refleja la existente en todo el mundo islámico.
Toda una serie de
atentados terroristas contra mezquitas chiítas en Pakistán a finales
de 2006–comienzos de 2007. La incesante confrontación política
entre sunitas y chiítas genera la amenaza de una nueva guerra civil
en el Líbano.
En otros países de
momento no hay derramamiento de sangre, pero la situación es muy
tensa. En diciembre de 2006, las autoridades de Sudán cerraron el
stand iraní en la Feria del Libro de Jartum, después de que
activistas sunitas acusaran a los iraníes de hacer la propaganda chiíta.
Periódicos de Argelia informaban de que los misionarios chiítas
intentaban convertir a su fe a niños sunitas.
Es sugestivo que en
Palestina, al protagonizar manifestaciones contra el movimiento sunita
HAMAS los partidarios del movimiento laico FATAH gritaran consignas ¡Chiítas,
chiítas!, acusando de este modo a los de HAMAS de mantener vínculos
con Irán. En Jordania, habitantes de varios poblados intentaron
detener a unos peregrinos que se dirigían a un santuario chiíta
local.
No podemos dejar de
prestar atención a los artículos antiiraníes insertados últimamente
en varias importantes ediciones árabes. Por ejemplo, un editorial de
Al–Ahram (Egipto) acusaba a Irán de torpedear la paz en Iraq,
Palestina y el Líbano con el objetivo de debilitar a los Estados árabes
sunitas. Una campaña análoga se está instrumentando también en
Arabia Saudita.
Sin lugar a dudas, a
los sauditas no les place ni mucho menos el acrecido prestigio de
Teherán en el mundo islámico, por lo cual tratan de limitar su
influencia, adelantando diversas iniciativas encaminadas a poner cotos
a las guerras intestinas en Iraq, Palestina y el Líbano. Ello no
obstante, pese a la rivalidad entre Teherán y Riyad, los mandatarios
sauditas dieron a entender bien a las claras que la eventual operación
de EEUU contra Irán ocasionaría daño a sus proyectos políticos.
Además, la acción militar repercutiría negativamente no sólo en
Arabia Saudita sino en toda la zona.
Precisamente por eso,
muchos líderes musulmanes se empeñan en poner fin al enfrentamiento
entre los sunitas y chiítas para impedir que las fuerzas externas
aprovechen la escisión entre estas dos corrientes del Islam.
Enérgicos esfuerzos
emprendió la Organización Conferencia Islámica (octubre de 2006, la
Meca) a la que asistieron representantes de chiítas y sunitas. En
2007, Qatar invitó para mantener debates a 400 personalidades
religiosas sunitas y chiítas. Los debates resultaron ser nada fáciles.
El ayatollah Muhammad Taashiri, principal negociador iraní, tuvo que
escuchar no pocas acusaciones de perseguir a los sunitas.
En esta relación,
tuvo un efecto positivo el mensaje remitido por la prestigiosa
personalidad chiíta Muhammad Husein Fadlallah (Líbano) quien
manifestó: "Si los sunitas y chiítas no cesan las luchas
intestinas, los musulmanes se adherirán a los secularistas para
hallar una salida de la situación configurada".
De momento es difícil
evaluar los resultados de esta actividad conciliadora. Pero de todas
formas es evidente que el mundo islámico no secundará la operación
militar de EEUU para no buscarse serios problemas.
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