Rusia
necesita un Irán predecible
Por
Piotr Goncharov
RIA Novosti, Moscú, 20/04/07
En las relaciones
ruso–iraníes se vislumbra una crisis, pero no debido al problema de
la construcción electronuclear de Bushire, la responsabilidad por el
cual las partes se empeñan en endosar la una a la otra. La obra de
Bushire es más bien una consecuencia.
La causa del
distanciamiento en ciernes es otra. Moscú ha recrudecido notoriamente
sus exigencias en el Consejo de Seguridad de la ONU respecto al
programa nuclear iraní. Rusia votó a favor de la resolución que
estipula endurecer las sanciones contra Irán en respuesta a su
negativa a inhibir los trabajos de enriquecimiento de uranio. A
juzgar por todo, las autoridades de Teherán no admitían la
posibilidad de que Moscú diera tal paso, pese a sus constantes
llamamientos a aceptar las exigencias de la ONU y retornar a la mesa
de negociaciones. ¿Cómo repercutirá la eventual crisis en las
relaciones ruso–iraníes?
Las relaciones
ruso–iraníes son comentadas exclusivamente en el contexto de los
intereses geopolíticos de ambos países y de su interacción
regional. Precisamente el carácter de estas relaciones basado en la
coincidencia de los intereses y su interdependencia, mueve a Teherán
a hablar de Rusia e Irán como de "aliados estratégicos".
Moscú, a decir verdad, da preferencia a definiciones más moderadas,
prefiriendo referirse a la "asociación estratégica" sin
rebasar los marcos de una región concreta.
Históricamente, en
todo el Cáucaso, el Caspio y el Asia Central, Rusia e Irán
practicaban una política basada en los principios de apoyo recíproco.
Siempre ha sido así, pero sobre todo es importante hoy. Los intereses
de Rusia e Irán están necesariamente presentes en Asia Central, el Cáucaso
y el Caspio, pero en ninguna de estas zonas entran en colisión sino
que se complementan.
He aquí un ejemplo
elocuente. Últimamente, Irán promueve su expansión económica en
Asia Central, zona de intereses tradicionales de Rusia. Ello no
obstante, el Kremlin lo aclama sigilosamente. Siendo incapaz de cubrir
toda esta región importante, Rusia prefiere la presencia iraní a la
estadounidense, turca y china.
Tal coincidencia de
los intereses se destaca especialmente en el contexto de los esfuerzos
de EEUU por hacer realidad el proyecto Cooperación en el Desarrollo
de la Gran Asia Central. En este proyecto, Washington agregó a los
tradicionales países centroasiáticos (Turkmenistán, Uzbekistán,
Tayikistán, Kirguizistán y Kazajstán) también a Afganistán y
Pakistán.
No importa los
objetivos que persiguen EEUU y Europa, la ejecución del proyecto en
cuestión inevitablemente conduce al desplazamiento de Rusia de la
región dada. Por lo menos, en un futuro visible. Según los autores
del proyecto, el comercio y diversos proyectos económicos deben
desplazarse en esta región hacia Afganistán, creando de este modo
una alternativa al monopolio ruso de exportación de hidrocarburos,
energía eléctrica, algodón y otras mercancías. Así las cosas, Irán
cuyas relaciones con EEUU son, dicho con suavidad, bastante
complicadas, también en esta cuestión se convierte en aliado de
Rusia.
Por lo que al Caspio
se refiere, Irán es el único país que, a diferencia de Azerbaiyán,
Kazajstán y Turkmenistán, comparte plenamente la postura de Rusia en
el tema de definición del estatus internacional de este mar. Irán y
Rusia se pronuncian por un estatus que descarte plenamente la
presencia de Estados no ribereños en el espacio acuático del Caspio.
Los demás problemas relativos al Caspio no son tan importantes.
Son afines asimismo
las posturas de ambos países respecto al Cáucaso. En este sentido
cabe destacar el papel desempeñado por Irán que ejerció la
presidencia en la Organización Conferencia Islámica en el período más
crítico para la política del Kremlin en Chechenia. Gracias en buena
medida a la actitud mantenida por Irán, la OCI, aunque a duras penas,
pero promulgó esta tesis: "Chechenia es asunto interno de
Rusia".
Sería raro que un país
como Irán, con su población, recursos e historia, no aspirara a ser
líder regional. De ahí que sean comprensibles las ambiciones de este
país.
Moscú, por su parte,
pronunciándose enérgicamente por atraer a Irán a la solución de
los problemas regionales, adopta una actitud reservada al tratarse de
todo Oriente Próximo, prefiriendo que Teherán practique en esta región
una política más tranquila y admisible para los países árabes.
Moscú está ante
esta disyuntiva: "asociación estratégica" sumamente
importante con Irán en Asia Central, el Cáucaso y el Caspio o la
perspectiva de aparición de un nuevo Estado nuclear en la región y,
como consecuencia, la confrontación en Oriente Próximo no sólo con
EEUU sino también con países vecinos colindantes.
En opinión de la
mayoría de los analistas, un Irán moderado y predecible sería más
preferible para Rusia.
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