Ola
de huelgas inéditas
Por
Adam Morrow y Khaled Moussa al–Omrani
Inter
Press Service (IPS), mayo 2007
El
Cairo.– La racha de huelgas y protestas registradas en Egipto en los
últimos meses responde, según varios analistas, al sostenido aumento
del costo de vida y no a conspiraciones políticas, como pretenden las
autoridades.
"Las
acciones de los trabajadores son el resultado de la agobiante situación
económica", dijo a IPS Magdi Hussein, secretario general del
Partido Laborista, proscrito desde 2000.
"Pero
ante la actual agitación política, los trabajadores comenzaron a
derribar los muros del miedo empuñando las armas de la huelga y la
ocupación de los lugares de trabajo", añadió.
El
1 de este mes, unos 3.000 empleados de la estatal Autoridad de
Transportes, incluidos conductores, recaudadores y trabajadores de
mantenimiento, amenazaron con realizar una huelga por tiempo
indefinido en reclamo de mejores salarios y beneficios.
En
lo que fue su mayor demostración de fuerza, los empleados bloquearon
por un breve lapso la salida de autobuses de un gran estacionamiento
en el distrito capitalino de Nasr City.
Tras
llamar a una huelga con ocupación hasta que sus demandas fueran
escuchadas, unos 1.000 empleados de la también estatal Autoridad de
Trenes Metropolitanos se unieron a las medidas de fuerza de los
trabajadores del transporte con una lista de reclamos similares.
Luego
de dos días de negociaciones, el Ministerio de Transportes prometió
analizar las reivindicaciones de los trabajadores y tomar una decisión
al respecto a fines de este mes.
"Ocupamos
nuestros lugares de trabajo porque exigimos el respeto de nuestros
derechos básicos, garantizados por la ley. Pero si siguen violando
nuestros derechos, llamaremos a una gran huelga, en serio", dijo
a IPS un dirigente del sindicado del tren metropolitano.
El
director de la gubernamental editorial Dar al–Tahrir, Ali Hashem,
experto en cuestiones de transporte, pronosticó que el Ministerio
cumplirá, seguramente, la mayoría de las exigencias de los
trabajadores, y es posible que las contemple a todas.
"El
Ministerio está determinado a mejorar el servicio de transporte público
y eso no puede lograrse sin mejorar, a su vez, la situación de los
trabajadores del sector", dijo Hashem a IPS.
En
los últimos seis meses hubo una cantidad de medidas sindicales de
fuerza sin precedentes en este país árabe. Desde principios de año
se registraron más de 50 huelgas y manifestaciones, entre ellas 11
solo en la última semana de abril.
La
ofensiva sindical transcurre en varios de los sectores más
importantes del país, tanto del ámbito público como del privado.
Además del transporte, se tomaron medidas en diversas industrias,
como la textil y la construcción.
La
mayor acción sindical se implementó en diciembre, cuando unos 25.000
trabajadores participaron en la huelga de la estatal Compañía de
Hilado y Tejido de Egipto, en la ciudad de Mahalla, en el delta del río
Nilo.
Luego
de tres días de huelga, que le habrían costado a la empresa unos 12
millones de dólares, se otorgaron las bonificaciones prometidas por
la empresa cuyo cumplimiento exigían los trabajadores.
"Lo
sucedido en diciembre fue la inspiración para que otros trabajadores
oprimidos defendieran sus derechos", según el legislador Saad
al–Husseini, secretario general del bloque parlamentario afín con
la proscripta Hermandad Musulmana.
Según
Al–Husseini, la iniciativa tuvo éxito porque "los trabajadores
hicieron una huelga pacífica, no pusieron en peligro ninguno de los
bienes de la compañía, no insultaron al gobierno ni se distrajeron
con otras cuestiones de orden político".
Las
últimas muestras de agitación laboral no contó con el apoyo de los
sindicatos oficiales. En su mayoría fueron convocadas por
trabajadores organizados de forma independiente.
Eso
responde a que la Federación de Trabajadores Egipcios, la única
central sindical legal, no protege los derechos de sus asociados, según
sus críticos.
La
Federación es acusada de obedecer a los dictámenes del gobernante
Partido Nacional Democrático, que encabeza el presidente Hosni
Mubarak.
En
muchos casos, además de exigir mejores salarios y condiciones de
trabajo, los trabajadores reclamaron la renuncia de sus representantes
en el sindicato oficial.
"Nuestro
sindicato siempre estuvo del lado del gobierno y no del nuestro",
señaló uno de los organizadores de la ocupación del metro que pidió
reserva sobre su identidad. Hashem coincidió con esta declaración.
"Si
los trabajadores no tienen representantes auténticos que los
defiendan, la huelga es una consecuencia lógica", señaló
Hussein
Pero
portavoces del gobierno atribuyeron los conflictos a la prédica de
organizaciones comunistas y asociaciones ilegales de trabajadores.
Las
autoridades clausuraron el mes pasado en El Cairo el independiente
Centro de Servicios para Trabajadores y Sindicatos. La medida fue
objeto de una ola de condenas emitidas por organizaciones de derechos
humanos.
Pero,
según la mayoría de los analistas, lejos de ser el resultado de una
conspiración política, el fenómeno obedece al aumento del costo de
vida: la inflación prosigue al alza desde la devaluación dispuesta
por el gobierno en 2003.
"Los
salarios no subieron al ritmo de la inflación. La vida se volvió
insostenible para la mayoría de los egipcios", señaló Hussein,
del Partido Laborista.
Respeto
de la huelga en el sector textil, Al–Husseini se preguntó "¿Cómo
se puede pretender que la gente trabaje 25 años sin que aumenten sus
ínfimos salarios, de unos 100 dólares al mes?".
Mientras,
los trabajadores del transporte capitalino perciben entre 30 dólares
y 50 dólares al mes. "Apenas me alcanza para alimentar a mi
familia. Gano unos 80 dólares al mes que no duran ni 10 días",
dijo a IPS un empleado de tren metropolitano, que participó en las últimas
movilizaciones y es padre de tres niños.
El
descontento sindical estuvo acompañado de numerosas acusaciones al
gobierno por intimidaciones contra los organizadores de las protestas.
Pero
hubo relativamente pocos casos de violencia por parte de las fuerzas
de seguridad, como las que se vieron en huelgas anteriores o en
recientes manifestaciones de carácter político.
"Las
fuerzas de seguridad no pueden recurrir a la violencia contra los
huelguistas como lo hicieron en los años 80 y 90 porque ellos, mejor
que nadie, conocen la dimensión del resentimiento" por esos
acontecimientos, explicó el trabajador.
Algunos
oficiales se mostraron contrarios al uso de la fuerza. "No nos
corresponde perseguir trabajadores. De hecho, nos solidarizamos con su
lucha en defensa de sus derechos", señaló un oficial que pidió
reserva sobre su identidad.
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