Exigen
a Bush que ataque a Irán
Prédica
de guerra
Análisis
de Trita Parsi (*)
Inter
Press Service (IPS), 12/06/07
Washington.–
El pedido del senador estadounidense Joseph Lieberman, del opositor
Partido Demócrata, para que el gobierno de George W. Bush ataque a Irán
parece ser el punto culminante de una campaña iniciada por quienes
ven a la guerra como la única opción para resolver el conflicto con
Teherán.
Pero
la prédica "bombardeemos a Irán" está socavando el diálogo
iniciado entre los dos países para colaborar con los esfuerzos de
estabilización de Iraq.
Lieberman
se mostró más "halcón" –el ala más belicista del
gobierno–– que el propio Bush el domingo en el programa periodístico
Face the Nation (De cara a la nación), cuando reclamó "una
agresiva acción militar contra los iraníes".
El
senador, al retomar acusaciones prácticamente abandonadas por la
administración de Bush sobre la supuesta complicidad iraní en la
muerte de soldados estadounidenses en Iraq, desató una tormenta mediática.
Súbitamente,
la opción militar contra Irán volvió a ocupar el centro del debate.
La
semana pasada, el ministro de Comercio de Israel, Shaul Mofaz, un
"halcón" que también fue ministro de Defensa, viajó a
Washington para mantener conversaciones con funcionarios de Estados
Unidos acerca del programa nuclear iraní.
Según
informes de prensa, Mofaz instó al gobierno de Bush a fijar el fin de
este año como plazo límite para las negociaciones diplomáticas con
Irán. Superada esa fecha, la opción militar debería ponerse en práctica.
"Hay
que aplicar sanciones suficientemente severas como para forzar a los
iraníes a cambiar su política antes de fin de año", le dijo
Mofaz a la secretaria de Estado (canciller) estadounidense Condoleeza
Rice.
Según
el Canal 2 de la televisión israelí, Mofaz agregó que Israel
bombardearía las instalaciones nucleares iraníes después de esa
fecha en caso de que la diplomacia y las sanciones no forzaran a Teherán
a abandonar sus actividades de enriquecimiento de uranio, paso previo
a la construcción de armas atómicas.
Una
semana antes de la visita de Mofaz a Washington, Norman Podhoretz,
editor de la revista neoconservadora Commentary, publicó una larga
columna de opinión en The Wall Street Journal, uno de los más
prestigiosos diarios de economía y finanzas del mundo, con el título
"Las razones para bombardear Irán".
Podhoretz
comparó al presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, con Adolfo Hitler.
Asimismo, acusó a Teherán de buscar "el reemplazo del actual
orden internacional por una cultura político–religiosa de fascismo
islámico dominada por Irán".
En
su columna, Podhoretz descartó el camino de las sanciones y la
diplomacia. Según su opinión, "la verdad lisa y llana es que,
para evitar que Irán desarrolle un arsenal nuclear no hay más
alternativa que el uso de la fuerza, así como no había otra
alternativa para detener a Hitler en 1938".
Ese
año, en la conferencia de Munich, Gran Bretaña efectuó concesiones
al expansionismo nazi con el objetivo de evitar una guerra frente a la
cual Londres se sentía en desventaja. La estrategia, obviamente, no
funcionó.
Los
comentarios de Lieberman, Mofaz y Podhoretz tienen en común un
sentimiento de frustración y desesperación.
Ese
sentimiento tiene varias causas. La creciente oposición de la opinión
pública contra nuevas aventuras militares en Medio Oriente y la
salida de algunos "halcones" que tenían posiciones clave en
el gobierno de Bush son dos de ellas.
Pero
también se fundamenta en la férrea oposición a la guerra del
almirante William Fallon, nuevo jefe del Comando Central de Estados
Unidos, uno de los 10 que contempla la estructura del Pentágono, a
cargo del área de Medio Oriente y el Golfo Pérsico. En la época de
la Guerra del Golfo en 1991, el general Norman Schwarzkopf fue el jefe
del Comando Central.
Asimismo,
el Departamento de Estado prefiere la diplomacia a la guerra.
Para
que la opción militar sea considerada seriamente por Washington, a
pesar de sus riesgos impredecibles, la senda de las negociaciones debe
ser catalogada previamente como un fracaso total. Pero si la
diplomacia es capaz de producir algún resultado positivo dejará de
lado la opción de bombardear las instalaciones nucleares de Irán.
En
el escenario más pesimista, desde el punto de vista de quienes
proponen la guerra, un éxito de la diplomacia con Irán respecto de
la situación en Iraq podría llevar a Bush, a su vez, a alcanzar un
compromiso con Teherán en el tema nuclear. El entendimiento permitiría
a Irán un programa limitado de enriquecimiento de uranio, aunque bajo
una estricta supervisión de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Aunque
un programa limitado de enriquecimiento de uranio sólo plantea un
riesgo menor de proliferación atómica en el corto plazo, la
adquisición por parte de Irán del conocimiento sobre cómo manejar
el ciclo de combustible plantea una amenaza devastadora en el largo
plazo, opinan algunos expertos.
Además,
dicen, el mero acceso de Irán a la tecnología atómikca, aunque no
la use para fabricar armas, acabaría con el equilibrio estratégico
en Medio Oriente, algo que sólo podría ocurrir a expensas de otros
poderes regionales como Arabia Saudita e Israel, estrechos aliados de
Estados Unidos.
En
consecuencia, la utilización de la diplomacia con Irán es vista con
gran preocupación por los partidarios de la guerra. Lieberman, por
ejemplo, afirmó: Aun cuando exista "alguna esperanza de que los
iraníes acepten vivir de acuerdo con la ley internacional y suspendan
su programa de desarrollo de armas nucleares, nosotros no podemos
hablar con ellos".
La
discusión sobre bombardear Irán debilita el proceso diplomático que
constituye el mayor obstáculo para que la opción militar se
transforme en una realidad.
El
debate, por otra parte, le indica a quienes toman las decisiones en
Teherán, siempre afectos a la paranoia, que su cooperación con
Estados Unidos en Ira no llevará a que Washington descarte un ataque
en el futuro.
Ausente
la posibilidad de un intercambio de garantías de seguridad por
cooperación respecto de Iraq, los incentivos para que Irán adopte
una actitud conciliadora se reducirán y la diplomacia fracasará. Y
esto, en su momento, abrirá la puerta para que la opción militar sea
llevada a la práctica.
(*)
Trita Parsi es autor de "Treacherous Alliance. The Secret Dealings of
Israel, Iran and the United States", (Alianzas Traicioneras. Los
tratos secretos entre Israel, Irán y Estados Unidos), Yale University
Press, 2007. También es presidente del Consejo Nacional Iraní–Estadounidense.
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