Venganza
islámica:18 soldados paquistaníes muertos en ola de atentados
"Afganización"
de Pakistán
IAR-Noticias,
14/07/07
Luego
de exterminar con su ejército a 300 militantes islámicos en la
Mezquita Roja de Islamabab, el dictador de Pakistán, Pervez Musharraf,
resolvió ratificar su alineamiento incondicional con la "guerra
contraterrorista" de Washington anunciando que eliminará el
extremismo "allí donde exista".
Como
respuesta, y en venganza por la masacre en la Mezquita Roja, desde el
jueves las organizaciones islámicas lanzaron una ola de ataques y
atentados que ya mataron a más de 25 soldados paquistaníes y
amenazan con sumir al país en un derramamiento de sangre parecido al
que se vive en Irak y Afganistán.
Según
un portavoz militar citado por Reuters y otras agencias
internacionales, un coche bomba mató el sábado a 18 soldados
paquistaníes e hirió a otros 24, en un atentado vinculado al asalto
del Ejército a la Mezquita Roja de Islamabad.
"El
convoy estaba patrullando cuando se produjo el ataque", dijo el
portavoz militar el mayor general Waheed Arshad sobre la explosión en
Waziristán Norte.
El
general Arshad reconoció que el número de soldados fallecidos en el
ataque podría aumentar ya que las tropas todavía están buscando uno
de los cuatro vehículos que fueron atacados en la carretera.
El
atacante hizo estallar su coche contra un convoy militar en la región
de Waziristán Norte, en la frontera con Afganistán, a 20 kilómetros
de la principal ciudad de la región, Miranshah.
Fue
el segundo ataque contra las fuerzas de seguridad en el noroeste de
Pakistán el sábado.
Dos
agentes de seguridad resultaron heridos en una explosión anterior en
la ciudad de Bannu, en la provincia Frontera Noroccidental.
Waziristán
Norte es considerada una de las bases principales de los talibanes y
de la red Al–Qaeda.
Tras
la masacre de la Mezquita Roja los líderes tribales prometieron
venganza y anularon un acuerdo
de paz que firmaron con el gobierno, mientras el gobierno de Musharraf
enviaban miles de soldados a la región para cumplimentar su
nueva estrategia de "guerra contra el terrorismo".
En
la orientación de los deseos expresados por los funcionarios de la
Casa Blanca, el presidente Musharraf subrayó que profundizará la
campaña contra los militantes islámicos "radicalizados" ,
especialmente en la frontera con Afganistán, en donde supuestamente
se refugian los líderes talibanes y miembros conspicuos de Al Qaeda
como el mítico Bin Laden.
"El
terrorismo y el extremismo no han terminado en Pakistán",
advirtió Musharraf, "pero es nuestra determinación eliminar el
extremismo y el terrorismo allí donde exista" y garantizó que
serán "derrotados en cualquier rincón del país".
En
medio de manifestaciones que claman por venganza contra el gobierno de
Musharrah se espera que los partidos religiosos lideren más
manifestaciones a lo largo y ancho de Pakistán en protesta por el
asalto a la mezquita y como respuesta a la guerra represiva lanzada
por el aliado de Washington.
En
Islamabad, cientos de manifestantes participaron en una marcha
organizada por la principal alianza de oposición, los Muttahida
Majlis–e–Amal (MMA).
"Esta
masacre será el último clavo en el ataúd del régimen dictatorial
de Pervez Musharraf en Pakistán", le dijo uno de los líderes
del grupo, Maulana Abdul Ghafoor Hydri, a la multitud.
"Ahora
habrá mezquitas rojas por todos lados en Pakistán", agregó.
Las
fuerzas islamistas dijeron que en el asalto militar a la Mezquita Roja
hubo "al menos ochocientos muertos" y repartieron
carteles que rezaban "¡Musharraf asesino!" por todo el país,
produciéndose también la quema de fotos del presidente.
En
otra de las principales ciudades de Pakistán, Lahore, los
manifestantes siguieron la intervención de Liaqat Baluch, líder del
MMA, quien señaló que "esto no acaba así, es tan sólo el
inicio de la gran revolución islámica en Pakistán".
En
las provincias del norte se registraron las concentraciones más
numerosas.
De
esta región del país, fronteriza con Afganistán, venían la mayor
parte de alumnos de la Mezquita Roja y es la zona donde más
extendidas están las llamadas "escuelas radicales" o
madrassas.
En
la última semana, treinta personas han muerto en esta parte del país
debido a ataques suicidas, tres ciudadanos chinos han sido abatidos a
tiros y se han quemado las tiendas de campaña de varias ONG.
El
escenario que dejó la masacre en la Mezquita
EEUU,
Pakistán, y el "doble juego" con el "terrorismo islámico"
IAR–Noticias,
13/07/07
Finalmente,
y al costo de 120 muertos (fuentes extraoficiales hablan de 800) el ejército
de Pakistán tomó el control de
la Mezquita Roja luego de ocho días de ataques y bombardeos que
convirtieron en escombros al edificio donde se encontraban estudiantes
y combatientes islámicos opuestos al gobierno del general
Pervez Musharraf, un aliado de Washington en la "guerra
contra el terrorismo", al que la Casa Blanca viene acusando
sutilmente de mantener un "doble juego" con la yihad islámica
y las organizaciones talibanes que protegen al mítico Bin Laden
supuestamente "escondido" en la región.
Informe
especial
Históricamente,
la Mezquita Roja de Pakistán, en estos momentos demolida por el fuego
del gobierno aliado de Washington, fue la fragua doctrinaria de los
mujaidines que iniciaron la "Guerra Santa" contra el Imperio
soviético en Afganistán en la década del 80, con financiación y
entrenamiento de la CIA y reconocidos por EEUU como "luchadores
de la libertad".
Coincidentemente,
tanto Al Qaeda como el "fundamentalismo checheno", y sus
principales líderes, Bin Laden y Shamil Basayev, tuvieron como génesis
común la CIA y la guerra en Afganistán de la época del imperio soviético.
También
históricamente el régimen pro–Washington de Pakistán se ha valido
de las madrassas (escuelas ialámicas) para concretar sus propios
proyectos políticos, tanto internos como en su disputa regional con
la India, en la cual las organizaciones islámicas juegan un papel de
provocación digitadas por el servicio de inteligencia pakistaní,
tradicional vínculo de esos grupos fundamentalistas con al CIA y los
servicios occidentales.
Desde
la década del ochenta, y con la finalidad de desestabilizar al ex
imperio soviético en la región, la CIA
infiltró los cuadros combatientes islámicos utilizando de
intermediario al servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la
actualidad sigue actuando de nexo entre los grupos terroristas que
operan en Asia, los Balcanes y Medio Oriente, principalmente la red Al
Qaeda.
Según
la BBC, antes del 11–S y la invasión a Afganistán, Washington
utilizó la infraestructura islámica como un instrumento político
para salvaguardar sus intereses en Afganistán e India apoyando al
Talibán y a varias organizaciones en la disputada región de
Cachemira.
El
Pakistán "terrorista"
Paradojalmente,
luego del 11–S y de de la invasión norteamericana a Afganistán,
Washington comenzó a considerar el noroeste pakistaní, en la
frontera con Afganistán, como el principal "refugio de
terroristas del mundo".
En
ese escenario (sólo explicado por el "doble juego" y la política
de "tercerización terrorista" de la CIA con los grupos islámicos)
la política esquizofrénica del presidente Pervez Musharraf (adherir
a la "guerra contraterrorista" y a la vez mantener una
relación de aprovechamiento político con el movimiento islamista
afgano Talibán y con la red "terrorista" Al Qaeda) pasó a
ser severamente cuestionada en Washington.
La
crisis que terminó con la masacre en la Mezquita Roja había
comenzado apenas unos días después de que el periódico The New York
Times informara el 28 de junio que el propio Ministerio del Interior
pakistaní le había alertado a Musharraf que la "política de
contemporización con el Talibán" sólo sirvió para
"fortalecer aun más al extremismo islámico", sobre todo en
Afganistán.
No
obstante, el gobierno de Bush mantuvo –en el discurso–
apoyo incondicional a Musharraf.
El
portavoz del Departamento de Estado (cancillería) estadounidense,
Sean McCormack, se limitó a decir a periodistas que "todavía
hay mucho por hacer" para someter a los radicales islámicos en
Pakistán y destacó que Washington "respalda los esfuerzos"
de Islamabad.
Los
analistas de las grandes cadenas norteamericanas deslizaron que la
Casa Blanca sabía que Musharraf siempre ha mantenido un doble juego
con Al Qaeda y con el Talibán, no obstante, Bush y los halcones
siguen considerándolo un aliado clave en la "guerra contra el
terrorismo".
El
"doble juego" de Musharraf
No
obstante, los tanques de pensamiento conservador en EEUU señalan que
los acuerdos que logró el gobierno de Musharraf en 2004 y 2006 con
los grupo pro–talibanes en las provincias fronterizas Waziristán
del Sur y del Norte ayudaron al movimiento islamista afgano a crecer
en número de combatientes y en capacidad logística.
El
vicepresidente Dick Cheney visitó Islamabad en febrero, acompañado
del vicedirector de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), Stephen
R. Kappes, cuando funcionarios estadounidenses no identificados
dijeron al periódico The Washington Post que tenían evidencias de
que campamentos de Al Qaeda en Pakistán estaban entrenando a
combatientes islámicos.
Horas
después de trascender que Cheney advirtió con suspender la
asistencia a Pakistán si Islamabad no actuaba decididamente contra Al
Qaeda, el gobierno de Musharraf divulgó un comunicado subrayando que
"Pakistán no acepta los dictados de nadie".
Funcionarios
estadounidenses, afganos y de la Organización del Tratado del Atlántico
Norte (OTAN) concluyeron que el servicio de inteligencia pakistaní ha
seguido colaborando con las bases del Talibán y Al Qaeda en las
provincias de Waziristán del Norte y del Sur.
Finalmente,
y como dejaron trascender las usinas ultraconservadoras de Washington,
Cheney y el ala ultradura del gobierno de Bush comenzó a presionar
para que la Casa Blanca definiera en términos claros que la política
de Musharraf estaba favoreciendo el crecimiento y la proyección del
"terrorismo talibán" en Afganistán.
El
gobierno colaboracionista de Afganistán, distribuyó entre
periodistas en enero una grabación de vídeo
en la que Muhammad Hanif, portavoz del Talibán detenido por
las fuerzas de la coalición, aseguraba que el mulá Omar, máximo líder
de los talibanes, vivía en la occidental ciudad pakistaní de Quetta
bajo protección de los servicios de inteligencia de Pakistán.
El
analista Barnett Rubin, especializado en temas afganos para la
Universidad de Nueva York, dijo en una entrevista a la cadena de
televisión pública estadounidense PBS que los militares de la
coalición en Afganistán creían que Pakistán podía hacer un daño
severo a las fuerzas talibanes si detenían a sus líderes en Quetta.
"El
principal centro del terrorismo mundial es Pakistán", dijo Rubin
en un testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado
de Estados Unidos.
Para
los sectores y analistas demócratas de EEUU, la actitud tolerante del
gobierno de Musharraf con el "extremismo islámico" se
explica como una estrategia para usar a los partidos políticos de esa
ideología como base de apoyo para contrarrestar a las "fuerzas
democráticas" opuestas al régimen militar
nstaurado en el golpe de Estado de 1999.
Según
esa usinas, Musharraf ayudó al partido Jammat–e–Islami, que tuvo
en el pasado vínculos con Al Qaeda, y a otros cinco grupos musulmanes
aliados a ganar las elecciones regionales de octubre de 2002 en las
provincias fronterizas con Afganistán.
Según
un informe del Grupo Internacional de Crisis divulgado en diciembre, y
citado por la agencia IPS, el gobierno pakistaní "liberó a
combatientes, les devolvió sus armas, desarmó puestos de vigilancia
y permitió a terroristas extranjeros permanecer dentro del territorio
si renunciaban a la violencia".
Esta
política "facilitó el crecimiento de la militancia y de los
ataques en Afganistán, dándole a los elementos pro–talibanes
libertad para reclutar, entrenar y armar", añade el informe.
El
escenario post–masacre en la Mezquita
Tanto
la Casa Blanca como la "oposición" demócrata" siempre
han acusado al dictador de Pakistán, general Pervez Musharraf, de tolerar "elementos" en el ejército y los
servicios de inteligencia que mantienen vínculos ideológicos y
estratégicos con militantes islámicos "extremistas".
¿Significa
la actual ofensiva militar en la Mezquita Roja
que el general Musharraf ha decidido plantar cara a esos
"elementos"? ¿Cuáles serían las consecuencias?, se
pregunta en un análisis la cadena británica BBC.
La
periodista Carlotta Gall, corresponsal del diario The New York Times,
que visitó la frontera afgano–pakistaní en enero, descubrió
"señales de que las autoridades de Pakistán fomentan a los
insurgentes, si no los auspician".
En
las provincias pakistaníes fronterizas con Afganistán abundan las
madrassas (escuelas islámicas), de donde surgen combatientes
musulmanes. El número de partidarios del terrorismo islámico en
Pakistán se estima en cientos de miles, señaló la corresponsal.
Cabe
recordar que Musharraf ayudó al partido Jammat–e–Islami, que tuvo
en el pasado vínculos con Al Qaeda, y a otros cinco grupos musulmanes
aliados a ganar las elecciones regionales de octubre de 2002 en las
provincias fronterizas con Afganistán.
Luego
de esa victoria electoral, líderes de esos partidos comenzaron a
colaborar activamente en las operaciones transfronterizas del Talibán
y de Al Qaeda.
Sin
embargo, funcionarios de Washington –citados por la agencia IPS–
señalan que los arrestos de varios líderes de Al Qaeda hechos por
Pakistán desde los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001
en Nueva York y Washington son una evidencia de la buena fe de
Islamabad.
Por
su parte, el periodista James Risen, corresponsal de The New York
Times, señaló en su libro "State of War" ("Estado de
guerra") que el gobierno de Musharraf está lejos de cooperar con
Estados Unidos en los esfuerzos para destruir a Al Qaeda.
Risen
indicó que miembros de esa red terrorista instalaron un nuevo centro
de operaciones en Waziristán del Sur tras huir de Afganistán en
2002, y que los militares pakistaníes impidieron que las fuerzas
estadounidenses los persiguieran.
Agentes
de la CIA se instalaron luego en Pakistán para buscar al líder
terrorista saudita Osama bin Laden, pero estos eran siempre escoltados
por funcionarios pakistaníes que limitaban sus acciones, aseguró
Risen.
Según
la BBC, los observadores argumentan que el gobierno de Musharraf sigue
protegiendo sus conexiones "terroristas" dentro de
los servicios de seguridad, sin cuya complicidad los militantes en la
Mezquita Roja no hubieran podido aprovisionarse de armas para combatir
durante más de una semana.
La
cadena británica sostiene este miércoles que los movimientos de
tropas durante los últimos cuatro días en áreas sensibles del
noroeste del país indican que el gobierno desea llevar la campaña
contra los militantes de la Mezquita Roja hasta las mismas puertas de
los "islámicos radicales".
Según
la BBC, los militares ha sido desplegados en el distrito de Swat.
También, en el distrito tribal del norte de Waziristán, en la
frontera con Afganistán, el ejército se ha arriesgado a poner en
peligro un tratado de paz al reocupar puestos de control que había
abandonado como parte de un acuerdo con
militantes"extremistas"
locales.
En
venganza –señala la BBC– durante el asedio a la Mezquita Roja han
sido asesinadas 19 personas –incluidos 11 funcionarios públicos–
en la provincia de la Frontera Noroeste, cuya capital es Peshawar,
considerada una conexión entre Pakistán y Afganistán
Según
el analista vasco, Txente Rekondo, "los enfrentamientos en torno
a la mezquita Lal Masjid (la Mezquita Roja) han mostrado con toda su
crudeza los desesperados intentos del General Pervez Musharraf por
mantener su supervivencia política".
"Tras
su pulso con el máximo juez del país, con buena parte de los medios
de comunicación locales, con una oposición política que aprovecha
cada conflicto para buscar sus propios réditos políticos, unido todo
ello a la fuerte presión que desde Occidente se mantiene para que
lance una ofensiva contra toda esa nebulosa forjada en torno al
movimiento islamista radical, el presidente pakistaní ha optado por
actuar con mano firme para desactivar todas esas presiones".
La
masacre en la Mezquita Roja –según Rekondo–
puede desembocar en un baño de sangre por todo el país, tal y
como ya han adelantado algunos círculos jihadistas que amenazan con
lanzar ataques en las principales ciudades pakistaníes.
"Además,
–continua el analista– esos grupos han decidido romper también
los acuerdos de paz que mantenían con el gobierno central en las
zonas tribales del país. Los primeros resultados ya se han visto, con
diferentes ataques suicidas contra el ejército en las citadas
regiones, y con ataques contra miembros de la administración central.
También el ataque contra el avión del propio Musharraf nos muestra
hasta donde están dispuestos a llegar en su respuesta esas
organizaciones".
En
la capital pakistaní circulan algunas noticias que apuntan también a
un intento por parte del presidente de adelantarse a una especie de
"golpe de mano" que estarían preparando diferentes sectores
del país, precisa Rekondo.
Para
la cadena BBC, la masacre del ejército pakistaní en la Mezquita
Roja, indica que el gobierno de Musharraf
ha decidido romper su política de equilibrio con el
"terrorismo islámico" en función de mantener el poder
garantizado por su alianza estratégica con Washington.
¿Podrá
el general Musharraf continuar trabajando en esa línea en los próximos
meses?, se pregunta la cadena británica.
La
solución militar del conflicto en torno a Lal Masyid, la Mezquita
Roja de Islamabad, podría dar origen a la radicalización del Islam
en Pakistán, opina el profesor Hagai Segal, conocido experto británico
en temas de lucha antiterrorista, citado este miércoles por la
agencia rusa RIA Novosti.
"Es
probable que la operación (militar) ayude a neutralizar a un grupo
extremista pero, al mismo tiempo, será una fuente de inspiración y
entusiasmo para otras formaciones de islamistas radicales", señaló
Segal al comentar el sangriento asalto a la Mezquita Roja.
"Cualquiera
que sea la versión oficial de estos acontecimientos, serán
interpretados como una masacre en los círculos islámicos",
afirmó.
Lo
sucedido podría debilitar las posiciones del presidente Pervez
Musharraf, tener "repercusiones negativas en el nivel de
confianza hacia el régimen laico" y "empujar hacia los
extremistas a la gente que hasta ahora se encontraba al borde",
señala Segal.
Según
Txente Rekondo, luego de la masacre de la Mezquita Roja, "No es
sencillo anticipar el escenario hacia el que se dirige ese país asiático,
pero la mayoría de los análisis coinciden en señalar que sea cual
fuese la salida a esta nueva crisis, el difícil equilibrio que
sostiene Musharraf puede acabar pasándole factura".
Los
gobiernos occidentales –continúa el analista– son conscientes de
esa situación, de ahí sus maniobras para buscar algún recambio
consistente, pero al no haberlo encontrado pueden seguir apoyando al
cada día más debilitado Musharraf.
El
"segundo frente islámico"
En
la valoración de IAR Noticias, Washington y la CIA, luego de la
masacre en la Mezquita Roja, van
seguir utilizando y financiando a grupos de la yihad
"terrorista" en Pakistán
en la búsqueda de dos objetivos precisos:
A)
Derrocar al general Musharraf (que ya no resulta confiable a
Washington) e instalar en el país una versión pakistaní de
"guerra civil" con represión y persecución de grupos islámicos
vinculados a Al Qaeda y a
la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán.
B)
Utilizar a los grupos radicalizados de la yihad pakistaní (fragua
histórica de la "guerra santa" contra occidente) como
"segundo frente" de "amenaza terrorista"
proyectado en Europa y EEUU, luego de Irán, y consecuentemente
extender la "guerra contraterrorista" a Pakistán.
En
esa orientación se vienen moviendo desde hace unos meses Cheney y los
halcones de la Casa Blanca, además de las usinas mediáticas y
"tanques de pensamiento" ultraconservadores de Washington.
La
masacre en la Mezquita Roja fue solo el punto de partida para un
proceso represivo–militar a los grupos islámicos paquistaníes que
traerá como consecuencia la "venganza" y una nueva
declaración de "guerra santa" contra EEUU y Occidente.
Se
trata, en definitiva, de crear una nueva lógica manipuladora con el
"terrorismo islámico" (esta vez procedente de Pakistán)
que arrime más argumento justificatorio
y consenso internacional para que los tres grupos de ataque aeronaval
nuclear posicionados en el Golfo
lancen la ofensiva contra Irán y vayan por la recaptura de
Medio Oriente.
Lo
que queda de la segunda gestión de Bush va a girar sobre ese
objetivo.
Culmina
el sangriento asalto a la Mezquita Roja y "aparece" Al Qaeda
IAR-Noticias,
13/07/07
La
operación militar en la Mezquita Roja de Islamabad culminó, según la versión oficial, con 73 militantes islámicos
y 9 soldados muertos, pero según fuentes de inteligencia
citadas por la prensa internacional, luego de la masacre el ejército
sacó 286 cadáveres de los escombros de la institución del islamismo
paquistaní. Simultáneamente, se informaba que
presidente Musharraf anunciará una estrategia de "guerra
contra el terrorismo", y el segundo de Al Qaeda advertía que
comenzaba una "guerra santa" en venganza por la masacre de
militantes islámicos en la Mezquita.
Luego
de ocho días de asedio, las fuerzas de seguridad pakistaníes
ingresaron a sangre y fuego en la Mezquita Roja, apagaron los últimos
focos de resistencia y tomaron el
control del complejo religioso de Islamabad.
No
obstante, para la prensa internacional existen aún muchas dudas
acerca del número final de víctimas y de si en el asalto al complejo
religioso conocido como Lal Masjid murieron mujeres y niños.
Casi
300 cadáveres han sido retirados de la Mezquita Roja de Islamabad,
aseguró este jueves a la agencia EFE una fuente de los servicios de
inteligencia, que sostuvo que se está preparando una fosa común para
ocultar la matanza ocurrida durante el asalto al complejo.
La
fuente, que pidió el anonimato, sostuvo que 286 cadáveres han sido
trasladados desde la mezquita a un almacén frigorífico privado a
unos 20 kilómetros de distancia, mientras cientos de trabajadores
cavan en un cementerio para enterrarlos antes del alba.
Los
cadáveres retirados del complejo religioso han sido trasladados al
depósito frigorífico privado 'Sarhad Balochistán' en el sector
I–8 de Islamabad, que según agregó, está siendo vigilado por
contingentes paramilitares y policiales.
Asimismo,
el jefe de la Fundación humanitaria Edhi, Abdul Sattar Edhi, reveló
a la prensa en Islamabad que, tras la operación contra la mezquita,
las autoridades militares le encargaron 400 sudarios blancos, que los
musulmanes emplean para cubrir a sus muertos.
Esta
circunstancia sería especialmente negativa para el presidente Pervez
Musharraf, que se enfrenta a unas elecciones para revalidar un segundo
mandato por cinco años.
El
primer ministro, Shaukat Aziz, advirtió que el Gobierno "no
tolerará más el uso de 'madrassas' para promover ideas
extremistas", aunque seguirá apoyando la enseñanza religiosa.
Aziz
aseguró que la ley seguirá su curso si el Ejecutivo detecta otra
mezquita involucrada en actividades militantes como la Roja de
Islamabad.
La
"guerra santa"
En
tanto, el supuesto "número dos" de la red terrorista Al
Qaeda, Ayman al Zawahiri, hizo ayer un llamamiento a los paquistaníes
a que se unan a la guerra santa (o Yihad) contra el régimen del
general Pervez Musharraf en venganza por el asalto a la Mezquita Roja
de Islamabad.
Así
lo manifiesta en un video de cuatro minutos titulado "La agresión
contra Lal Masjid (Mezquita Roja)" difundido
por la página multimedia de Al Qaeda 'As Sahab'.
Su
autenticidad no ha sido confirmada todavía, pero grupos
estadounidenses de control antiterrorista también han informado de
estas imágenes.
"Musulmanes
y paquistaníes: vuestra salvación sólo está en la Yihad",
subraya Al Zawahiri en el vídeo, que contiene subtítulos en inglés.
"Las elecciones no os salvarán, los políticos no os salvarán y
las negociaciones con los criminales y las maniobras políticas no os
salvarán", señala, al tiempo que advierte de que
"Musharraf y sus perros de presa han atacado vuestro honor en un
sucio servicio a los cruzados y los judíos".
El
"número dos" de Al Qaeda califica la muerte del clérigo
radical Abdul Rashid Ghazi durante el asalto a la Mezquita Roja de
"sucio y despreciable crimen cometido por la inteligencia militar
paquistaní". "Este crimen sólo puede ser lavado con el
arrepentimiento o la sangre", afirma Al Zawahiri.
Respuesta
"terrorista" a Musharraf
Mientras
fuentes del gobierno citadas por agencias internacionales adelantaban
que el presidente aliado de Washington, Pervez Musharraf, formulará
los lineamientos de su nueva estrategia de "guerra contra el el
terrorismo" la "guerra santa" contra su gobierno
comenzaba.
Tres
agentes de Policía murieron este jueves en un atentado suicida con
coche bomba en el noroeste de Pakistán, mientras que dos funcionarios
del Gobierno perdieron la vida en otro ataque suicida cerca de la
frontera con Afganistán, según informaron las autoridades.
Aunque
nadie asumió la responsabilidad de los ataques, se producen después
de los últimos llamamientos de los talibán y los miembros de Al
Qaeda, en los que pedían ataques para vengar la ofensiva del Ejército
contra la Mezquita Roja de Islamabad.
En
el primero de los atentados, el conductor del coche bomba detonó sus
explosivos después de que unos policías lo detuvieran en un puesto
de control en una carretera y le pidiera a él y sus acompañantes que
salieran, según indicó un responsable de la Policía local, Mohamed
Iqbal. Varias personas también sufrieron heridas en el ataque, que
tuvo lugar cerca de Mingora, la principal ciudad del Valle del Swat,
indicó Iqbal.
Mientras
tanto, los dos funcionarios del Gobierno perdieron la vida cuando un
suicida se inmoló frente a la sede del Gobierno, en la región
Waziristán Norte, cerca de la frontera con Afganistán. El ataque
ocurrió en Miran Shah, principal ciudad de la región, considerada
bastión de milicianos e insurgentes.
|