Por
Enrico Piovesana
peacereporter.net, 27/06/07
Traducido por Juan Vivanco para Tlaxcala
Cerca del 90% del
opio producido en el país se convierte en morfina y heroína antes de
venderlo en el exterior. El refino se hace en cientos de laboratorios
que han surgido recientemente en el país.
La prensa mundial se
ha hecho eco ampliamente del auge de la producción de opio en
Afganistán. En realidad, el nuevo informe de la Oficina de las
Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC por sus siglas en
inglés) publica datos referidos a la cosecha del año pasado, que
superó en casi un 50% a la del año anterior (de 4.100 toneladas en
2005 a 6.100 en 2006). Nada nuevo, pues, con respecto a lo que ya se
sabía desde hacía meses.
Pero nadie parece
haber reparado en la verdadera novedad del informe de la ONU,
mencionada de pasada en la introducción del documento pero
debidamente resaltada por la representante de la UNODC en Afganistán,
Christina Oguz: Afganistán ya no exporta opio bruto sino directamente
morfina y heroína, refinadas en los laboratorios afganos.
El
90% del opio se refina
«Hasta hace un par
de años la mayor parte de la droga con que se traficaba en
Afganistán era opio», ha explicado Orguz en una conferencia de
prensa en Kabul. «Hoy, en cambio, cerca del 90% del opio producido en
el país se convierte en morfina y heroína antes de venderlo en el
exterior. El refino se hace en cientos de laboratorios artesanales que
han surgido recientemente en el país. Si se sobrevuelan las zonas de
producción se ven muchas columnas de humo en las alturas: son los
laboratorios.
Una confirmación de
la capacidad de refino en Afganistán —se lee en el informe de la
ONU— son las numerosas incautaciones de anhídrido acético (C4H6O3)
que se han llevado a cabo recientemente en el país. Esta sustancia
interviene en el proceso químico de síntesis de heroína a partir de
la morfina extraída del opio.
El
60% procede de los campos del gobierno
La representante de
la UNODC en Kabul también ha criticado la campaña de erradicación
de cultivos de adormidera emprendida por la «comunidad
internacional», con pésimos resultados. Según Oguz, la única
manera eficaz de reducir la producción de opio en Afganistán es
brindar alternativas concretas de cultivo a los campesinos necesitados
de dinero.
Pero el problema del
opio en Afganistán requiere otros planteamientos, que tengan en
cuenta un factor fundamental: la implicación del gobierno de Kabul en
su producción. Tal como ha revelado recientemente Ayub Rafiqi,
director de la Sociedad de Terratenientes de la provincia de Kandahar,
«cerca del 60% de las plantaciones de adormidera están en terrenos
de propiedad estatal, arrendados por las autoridades locales, a menudo
bajo cuerda, a particulares».
No es de extrañar,
pues, que otros propietarios de tierras cultivadas con adormidera, los
de Helmand, se hayan manifestado ante la sede del gobernador local
para pedir su mediación en un conflicto salarial con los jornaleros.