El
riesgo está en Pakistán, no en Iraq
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 19/07/07
Washington.– La última
evaluación de las agencias de inteligencia de Estados Unidos sobre la
amenaza de la red terrorista Al Qaeda renueva las dudas sobre la
invasión a Iraq en 2003. Y también llama la atención sobre el cada
día más conflictivo Pakistán.
Una versión no
clasificada de dos páginas de la última Estimación Nacional de
Inteligencia (NIE, por su sigla en inglés), elaborada en consenso por
las 16 agencias del sector para elevar al presidente George W. Bush,
fue divulgada en la capital estadounidense el martes.
El análisis indica
que Al Qaeda se ha recuperado tras su expulsión de Afganistán en
2001, al reconstituir su organización central y algunos de sus campos
de entrenamiento. Esto causa una atmósfera de "amenaza
intensificada" para Estados Unidos, según la evaluación.
Según el estudio, el
resurgir del grupo ha sido posible, básicamente, por los "paraísos
seguros" a los que tuvo acceso en áreas tribales del oeste de
Pakistán.
Otro motivo es su
asociación con Al Qaeda en Iraq, la cual ayudó a "energizar a
la comunidad sunita extremista, recaudar fondos y reclutar y
adoctrinar" nuevos miembros.
Estas conclusiones
fueron inmediatamente recogidas por los críticos de la política de
Bush, especialmente los líderes del opositor Partido Demócrata en el
Congreso legislativo.
Estos críticos
argumentan desde hace mucho tiempo que la invasión a Iraq no sólo
desvió recursos y atención sobre Afganistán y Pakistán sino que,
al mismo tiempo, operó como herramienta extraordinariamente efectiva
de reclutamiento para Al Qaeda y otros grupos terroristas.
"Iraq es
importante porque se ha convertido en una 'causa célebre'. Al Qaeda
en ese país y su organización central explotan la imagen de Estados
Unidos como potencia ocupante de tierra musulmana", anotó un
experto en Medio Oriente y analista retirado de la Agencia Central de
Inteligencia (CIA), Paul Pillar, en un análisis publicado por el
diario The Washington Post.
La NIE es la primera
evaluación sobre la amenaza potencial de Al Qaeda a Estados Unidos
desde los ataques que el 11 de septiembre de 2001 acabaron con 3.000
vidas en Nueva York y en Washington.
El estudio reavivó
un viejo debate sobre la afirmación del gobierno acerca de que Iraq
constituye "el principal frente de batalla en la guerra contra el
terrorismo". Curiosamente, el propio Bush basó esta certeza
sobre un comentario similar realizado por el líder de Al Qaeda, Osama
bin Laden.
Expertos en
contraterrorismo, particularmente en las agencias de inteligencia, han
cuestionado esta tesis.
La última estimación
de inteligencia apoya claramente ese escepticismo, al enfatizar que
los grupos de Al Qaeda presentes en Pakistán, junto con su extendida
red de afiliados y miembros operativos, siguen siendo "la amenaza
más seria" para Estados Unidos en su propio territorio.
El gobierno de Bush
presiona desde hace mucho tiempo al presidente de Pakistán, Pervez
Musharraf, para que ataque bases de Al Qaeda en las zonas tribales del
país, en la frontera con Afganistán.
El ejército pakistaní
lo hizo, con cierto grado de éxito, entre fines de 2001 y 2004,
cuando capturó o mató a importantes jefes de la organización,
algunas veces con ayuda de la inteligencia de Estados Unidos y sus
misiles Predator.
Sin embargo, luego de
una serie de enfrentamientos con milicias de la organización
islamista Talibán, que controló la mayor parte del territorio afgano
entre 1996 y 2001, las tropas pakistaníes se retiraron de esas áreas
en los últimos 18 meses.
Lo hicieron luego de
que el gobierno prometiera a jefes tribales de expulsar a insurgentes
extranjeros y prevenir la infiltración de miembros de Talibán desde
Afganistán.
De hecho, la retirada
del ejército dejó la zona bajo control de los talibanes pakistaníes,
quienes no sólo brindaron a Al Qaeda un refugio seguro para
reconstruir su capacidad operativa sino que, también, comenzaron a
ejercer agresivamente su influencia sobre territorios vecinos y el
propio Pakistán.
La semana pasada, el
sangriento desenlace del prolongado sitio del ejército a la Mezquita
Roja en Islamabad, la capital de Pakistán, dio paso a la ruptura de
los acuerdos de paz en Waziristan y una serie de ataques y atentados
suicidas con bombas.
Musharraf, alentado
por Washington para enfrentarse con los combatientes que controlaban
la mezquita, respondió con un nuevo despliegue de tropas en las áreas
tribales.
"Alguna acción
militar es necesaria y probablemente deberá ser tomada", dijo el
subsecretario de Estado para el Centro y Sur de Asia, Richard Boucher.
También señaló que
Washington espera otorgar casi la totalidad de los 350 millones de dólares
que pidió Musharraf para entrenar, equipar y desplegar fuerzas
pakistaníes en las áreas tribales.
Los planes incluyen
la creación de un cuerpo de custodia de la frontera, que se sumaría
a los esfuerzos para reafirmar el control del gobierno central.
Washington ya
comprometió la entrega de 750 millones de dólares, en un periodo de
cinco años, para promover el desarrollo de las áreas tribales. La
ayuda total, sin embargo, representa menos de lo que lo que gasta en
cuatro días Estados Unidos por su esfuerzo militar en Iraq.
Boucher agregó que
la decisión de Musharraf de atacar la mezquita "implicó
traspasar una línea. Ya no hay vuelta atrás".
El presidente de
Pakistán afronta una creciente oposición interna de parte de los
partidos políticos seculares.
El gobierno de Bush
realmente tiene la esperanza de que Musharraf y los militares lleven
la lucha a las áreas tribales para, de tal forma, ocasionar el máximo
daño posible a la estructura de Al Qaeda.
"Vamos a ver el
desbaratamiento de grupos extremistas vinculados con Al Qaeda y también
otros de carácter local, que realizan ataques a través de la
frontera en Afganistán", declaró por televisión otro ex agente
de la CIA, Robert Grenier.
Una acción militar más
agresiva, sin embargo, acarrearía serios riesgos para Musharraf
quien, según trascendidos, fue forzado a retirarse de las regiones
fronterizas por presión de los comandantes militares.
"Están muy
preocupados ante la posibilidad de desatar una guerra civil más
generalizada entre los pashtuns" pakistaníes, indicó Anatol
Lieven, experto en el sur de Asia del centro de estudios Fundación
Nueva América. La etnia pasthun (patana) es mayoritaria en Afganistán
y en la frontera pakistaní. Entre sus miembros predomina el Islam
sunita.
"La mayoría de
los pashtuns viven en Pakistán, no en Afganistán, pero están muy
identificados con los que se encuentran al otro lado de la frontera. Y
este grupo es también el que más hombres proporciona, de manera
desproporcionada, al ejército pakistaní", agregó Lieven.
Un especialista del
Centro Nixon de esta capital, Alexis Debat, se hizo eco de esa
preocupación.
"Existe una gran
tensión entre los pashtuns y los punjáis", de ascendencia
indo–aria, afirmó. "Si se ataca a los patshuns, los punjáis
están felices y si ambos grupos empiezan a matarse entre ellos las
consecuencias pueden ser muy serias", declaró a IPS. "Lo
que veo como una amenaza, incluso en el corto plazo, es que Pakistán
simplemente se desintegre", agregó.
Otro problema, indicó
Debat, es que el ejército "carece de la capacidad para combatir
a los insurgentes en las áreas tribales. Las pocas operaciones
realizadas no resultaron para nada exitosas y, sencillamente, tiraron
la toalla".
Si el ejército de
Pakistán es realmente incapaz de iniciar operaciones ofensivas, o no
desea hacerlo, puede aumentar la presión en Estados Unidos para
intervenir de manera directa, más allá de las operaciones
encubiertas de inteligencia y su hoy limitada cooperación con
misiones especiales.
La mayoría de los
analistas se declara en contra de ese curso de acción. "Provocará
disturbios en Pakistán y el mundo árabe y llevará con toda certeza
a un mayor nivel de insurgencia contra las fuerzas de Estados
Unidos", advirtió un experto en el sur de Asia del centro de
estudios RAND Institute, Seth Jones.
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