Victoria
electoral de los "islamistas moderados" del AKP en las
elecciones legislativas
La
batalla por el poder continuará
Por
Txente Rekondo (*)
La
Haine, 23/07/07
Nadie
duda del éxito del AKP, que probablemente aumente considerablemente
su apoyo popular, sin embargo, paradojas del complejo sistema
electoral turco, ese aumento de votos no traerá un mayor número de
parlamentarios.
Las
recién celebradas elecciones parlamentarias en Turquía han sido
calificadas como históricas, ya que para muchos analistas el
resultado de las mismas puede traer un importante giro en las bases
que hasta la fecha han sustentado a la república turca desde su
creación el siglo pasado. Para otros no obstante, los cambios de
producirse no serán tan transcendentes.
En
muchos medios occidentales se sigue presentando esta convocatoria como
el enfrentamiento entre el fundamentalismo islamista y el laicismo
republicano, es decir, entre el gobernante Partido de la Justicia y el
Desarrollo (AKP) y las fuerzas opositoras del Partido Republicano del
Pueblo (CHP) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP), que cuentan
además con el apoyo del todopoderoso ejército turco.
Sin
embargo, nos encontramos ante un escenario que representa una
verdadera lucha por el poder. Un pulso entre los que buscan un cambio
y los que se oponen a él. Buena parte de la población turca ha
apoyado al AKP, logrando esta formación además la incorporación de
personas que en el pasado podrían estar cerca de las élites
favorables al status quo. Estas han reaccionado ante esta situación y
han querido presentar las elecciones como una lucha basada en una
división religiosa.
Lo
que algunos sectores han definido como la Santísima Trinidad turca,
lo tres pilares de la Turquía moderna hasta la fecha (Ejército, la
república y Mustafa Kemal Ataturk), podían comenzar a tambalearse.
De ahí que en los últimos meses, el que se autocalifica como
defensor a ultranza de esos principios, el Ejército turco, lleve a
cabo diferentes maniobras para mantener el status quo actual.
La
intervención directa o indirecta de los generales turcos ha sido
evidente en estos meses, con comunicados calificados como golpe de
estado virtual (el de abril) o el más reciente de 8 de junio donde ha
llegado a calificar a los defensores de los derechos humanos y a otros
críticos como "simpatizantes o colaboradores de organizaciones
terroristas". Además de atacar al gobierno y avisar "de
amenazas del fundamentalismo religioso y el terrorismo", ha
dejado claro que intervendrá "cuando sea necesario", aunque
no ha especificado cómo. A esa cadena de eventos hay que sumar la
amenaza de invadir Kurdistán Sur o el incremento de acciones
militares contra los kurdos del norte.
La
promoción de sentimientos chauvinistas, con el apoyo de partidos como
el CHP o el MHP, la utilización de la organización paramilitar
fascista Lobos Grises (ya en los años 70 lo hizo para atacar a las
organizaciones de la izquierda revolucionaria), y la caracterización
del gobierno del AKJP como fundamentalista y traidor a los principios
de la República han sido algunas de las tácticas militares. Y todo
ello para defender sus importantes intereses políticos, ideológicos
y sobre todo económicos (sería interesante conocer a fondo el peso
de los militares en empresas importantes turcas y toda la red de
propiedades que poseen).
En
esta línea, algunos preguntan por la posibilidad de un golpe de
estado militar tras las elecciones si el AKP logra la mayoría
absoluta. En términos de legitimación sería bastante complicado
tanto a nivel interno como de cara a la comunidad internacional. Sin
embargo esa estrategia sí ha reforzado a los partidarios de la
actuación militar, y aunque pocos, se mostrarían muy decididos. De
todas formas probablemente, la táctica a seguir en el peor de los
escenarios sería "presentar una causa "nacional" que
afectará a la opinión pública, el gobierno debería actuar con
mayor pasividad, los burócratas se hacen de nuevo con el control y éstos
delegan en los salvaguardas de la nación, los militares". Como
señalaba un profesor universitario en Estambul, no se puede olvidar
que los militares han dado cuatro golpes de estado en la joven
historia de la República, de ahí que convenga ser cauto, pero al
mismo tiempo indicaba que "la verdadera amenaza para nuestra
democracia no es el fundamentalismo religioso, sino el ejército
turco".
Otra
de las incógnitas que se presentarán al cierre del recuento será la
fórmula de gobierno que tendrá Turquía en los próximos años.
Nadie duda del éxito del AKP, que probablemente aumente
considerablemente su apoyo popular, sin embargo, paradojas del
complejo sistema electoral turco, ese aumento de votos no traerá un
mayor número de parlamentarios, sino que probablemente pierda su
actual mayoría absoluta. Todo dependerá del número de partidos políticos
que logren superara el 10% estatal (el CHP lo hará, y probablemente
lo mismo ocurra con el ultraconservador MHP. Otras dos formaciones
albergan alguna esperanza, aunque no lo tendrán nada fácil, el
Partido Democrático (DP) y el Partido Joven (GP)), y del peso que
finalmente adquieran los independientes, en su mayoría kurdos.
Si
el AKP logra rebasar los 276 parlamentarios (número necesario para
formar un gobierno monocolor) puede optar por gobernar en minoría o
buscar el apoyo de algunos independientes. Sin embargo esta fórmula
tendrá importantes consecuencias para la estrategia del propio AKP,
pues deberá buscar alianzas y consensos, ante una oposición
parlamentaria (CHP y MHP) y otra extraparlamentaria (ejército) que
buscan acabar con su proyecto. Además no podrá llevar adelante su
anunciada reforma constitucional que limitaría los poderes del
presidente y del ejército, ni diseñar una agenda con contenido
religioso.
Un
gobierno alternativo de la oposición tampoco se presenta como una
opción muy consolidada. Las diferencias de fondo entre esos partidos,
aunque se muestren de acuerdo en "combatir al AKP", y la
mala imagen de experiencias similares en el pasado son obstáculos de
peso para rechazar esta fórmula. También cabe la posibilidad de una
alianza del AKP con algún partido de la oposición, pero en estos
momentos esa salida sería a corto plazo, pues si alguno ve debilitada
a la otra parte tras las elecciones buscará su marginación política
inmediata.
Sea
cual sea la composición final del parlamento turco, es evidente que
ese estado tendrá ante sí todavía importantes retos que superar: el
acceso a la Unión Europea, el tema kurdo, los derechos de las minorías
religiosas, Chipre, los derechos humanos, el papel del ejército...
Además también hay que tener en cuenta que del resultado final puede
depender también la elección del próximo presidente turco, y sobre
todo nos mostrará quien sale vencedor de este pulso, si los que
desean cambiar el actual status quo o sus acérrimos defensores. O
como señalaba un periodista turco, el tema clave es si "nos
convertimos en parte de un mundo globalizado y libre, o somos un
estado xenófobo dirigido por burócratas y chovinistas
demagogos".
El
triunfo del AKP
La
victoria del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) está fuera
de duda, aunque ésta pueda tener un cierto sabor agridulce, en función
del número de parlamentarios que logre alcanzar al final del recuento
electoral.
De
todas formas es interesante diseccionar brevemente los motivos que han
llevado a esta formación política a romper los esquemas que existían
hasta la fecha y lograr alcanzar cotas de apoyo popular tan
importantes. De confirmarse su aumento de votos sería la primera vez
en la historia reciente turca que un partido político que llega al
gobierno logra, no sólo mantener sus votos, sino aumentarlos. Hasta
ahora "hacerse con el gobierno ha significado descender por
debajo del diez por ciento en las siguientes elecciones".
Para
entender este avance del AKP nos encontramos con todo un abanico de
claves que explican ese triunfo. Por un lado es evidente que el
discurso positivo de su campaña ("una nueva Turquía" o
"la esperanza para el futuro") contrasta con los mensajes de
una oposición que no representa alternativa consistente alguna. Además,
buena parte de la población percibe el mensaje y actitud del CHP o
del MHP como una fuente de inestabilidad política y económica.
Otro
elemento clave son los logros económicos conseguidos por el AKP,
logrando doblar la renta per cápita, reduciendo la deuda pública, y
el clima de estabilidad que ha logrado ha sido atrayente para las
inversiones extranjeras. También hay que señalar que la campaña
contra el gobierno turco dirigida por los militares y los partidos de
la oposición ha logrado que buena parte de la llamada "mayoría
silenciosa" turca perciba al AKP como una víctima de esa campaña.
Esa victimización ha contribuido a atraer votos indecisos.
Y
si abordamos la caracterización del propio Partido de la Justicia y
el Desarrollo, también obtenemos importantes argumentos para entender
su resultado electoral. El giro hacia el centro político, mostrando
que islamismo y democracia son compatibles, como lo son el
cristianismo y la democracia para algunos en Occidente, supone
presentarse como cualquier partido conservador europeo. Además si
esta fórmula de "democracia–islamista" consigue
asentarse, puede servir de ejemplo para las agendas occidentales en
Oriente Medio.
A
ello hay que añadir el importante peso de una figura carismática
como la que representa su líder, Tayyip Erdogan, y la propia
composición geográfica del AKP, que le lleva a "recoger votos
de todos los rincones de Turquía", o su estructura interna,
"que contiene un número muy importante de cuadros por todo el país",
sin olvidar tampoco que el partido es "una coalición de alianzas
que representan a diferentes segmentos de la población".
Finalmente,
nos encontramos con el apoyo de las congregaciones religiosas que ven
en la actitud del ejército y sus aliados políticos un ataque contra
sus posturas. La imagen de "centro liberal" es
significativa, pues ha logrado atraer el apoyo de importantes sectores
de la minoría cristiana, como el patriarca armenio que ha pedido el
apoyo al AKP.
(*)
Gabinete
Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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