Bush
anuncia un “encuentro regional” sobre
la paz en Oriente Medio
Amanecer
del Nuevo Siglo, agosto de 2007
La historia de
promesas incumplidas del presidente George W. Bush y su apoyo fanático
a las políticas expansionistas israelíes han llevado a la mayoría
de los palestinos y los árabes a considerar sus últimas propuestas
de paz en Oriente Medio como falsas y carentes de sinceridad. “Sólo
la gente más crédula dará a Bush el beneficio de la duda,” señaló
Hamas, reaccionando así al reciente llamamiento de Bush en favor de
la convocatoria de “un encuentro regional e internacional” que
fije algunos principios generales con vistas a un posible acuerdo
sobre el estatus final. “Hamas no confía en Bush y no da crédito a
sus propuestas. Hemos tenido la experiencia de este hombre en una, dos
y tres ocasiones, y todo lo que hemos oído de él son mentiras y más
mentiras,” declaró el portavoz de Hamas, Yahya Musa, al periódico
Al Ahram. Musa hizo un llamamiento a la “Umma árabe e islámica”
para que “apoye a los palestinos” y no dejen su causa “a merced
de Israel y EEUU.”
En contraste, señala
Al Ahram, “la Autoridad Palestina (AP), encabezada por Mahmud Abbas,
saludó las propuestas de Bush con un limitado optimismo. El gobierno
de Salam Fayyad, radicado en Ramala, emitió una declaración formal
en la que saludaba “la propuesta del presidente Bush acerca de la
creación de un foro internacional para analizar el conflicto
palestino–israelí.” La declaración añadía que “esperamos que
en esta ocasión que las
promesas se transformen en hechos tangibles sobre el terreno.”
La declaración de la
Autoridad Palestina también valoraba positivamente “la promesa de
ayuda financiera” de la Administración Bush. Esta tibia respuesta
del régimen Abbas–Fayyad, que depende casi por completo del
respaldo norteamericano, sugiere que incluso ellos dudan de la
sinceridad del compromiso del presidente estadounidense en la creación
de un estado palestino viable y genuino.
Bush se ha negado a
ejercer ningún tipo de presión sobre Israel. Él criticó en una
ocasión el Muro del Apartheid, que los israelíes están construyendo
en Cisjordania, pero no hizo nada para impedir que Israel robara gran
cantidad de tierras palestinas para su construcción. Él tampoco ha
movido un dedo para frenar la expansión de los asentamientos en
Cisjordania, aunque su existencia hace imposible cualquier proyecto
para la creación de un estado palestino. En 2003, él dio al entonces
primer ministro, Ariel Sharon, garantías escritas de que Israel podría
mantener todos los grandes asentamientos judíos en Cisjordania tras
cualquier acuerdo de paz con los palestinos. Bush aludió a esta
promesa en su reciente discurso en el que señaló que el propuesto
encuentro regional tendría que tener en cuenta “las realidades
existentes” en Cisjordania.
Al Ahram añade que
“el discurso de Bush parece haber sido un intento desesperado, y
probablemente final, para salvar el moribundo plan de la Hoja de Ruta
que, a pesar de las declaraciones diplomáticas en sentido contrario,
está considerado como muerto por todos los grandes actores del
proceso. Hanan Ashrawi, la famosa portavoz palestina conocida por su
optimismo, cree que el último discurso de Bush es, en primer lugar y
sobre todo, un intento de Washington de mejorar su imagen en esta
parte del mundo. “Ellos quieren dar la impresión de que EEUU no sólo
es capaz de iniciar guerras, sino también de impulsar negociaciones
en pro de la paz,” señaló.
Los propios
responsables norteamericanos han querido rebajar la importancia del
encuentro. El secretario de Prensa de la Casa Blanca, Tony Snow, señaló:
“Creo que mucha gente está inclinada a pensar en este evento como
en una gran conferencia de paz. Pero no lo es.” El director de la
política de Oriente Medio de la Administración Bush, el neocon
Elliot Abrams, aseguró recientemente a los grupos pro–israelíes de
EEUU que los viajes de Rice por la región formaban parte solamente de
un “proceso” diseñado para aplacar a los árabes y ganarse su
apoyo con el fin de incrementar la presión sobre Irán. El presidente
Bush, señaló Abrams, no tiene la intención de presionar a Israel
para que vuelva a la mesa de negociaciones.
Alastair Crooke,
director de Conflicts Forum, una organización sin ánimo de lucro con
sede en EEUU y el Reino Unido que trabaja en favor del diálogo con
los islamistas, señaló a este respecto: “Casi ningún palestino
cree ahora que si los palestinos mantienen “un buen
comportamiento” –como Fatah ha prometido a Israel– esto inducirá
a EEUU a ignorar al lobby pro–israelí de EEUU y a ejercer presiones
sobre Israel para que se retire de los territorios ocupados en 1967…
Los palestinos han visto el territorio que se tendría que convertir
en su estado dividido por los asentamientos, puestos militares, zonas
militares, vallas y carreteras sólo para israelíes. Todos ellos
dividen los territorios ocupados en enclaves en los que 2,5 millones
de palestinos viven confinados y con su capacidad de movimiento
fuertemente restringida… EEUU y la Unión Europea afirmaron que la
violencia palestina era el problema. Sin embargo, los palestinos han
señalado que en los períodos de tranquilidad es cuando los israelíes
se apropiaron de más tierras palestinas y, sin embargo, la comunidad
internacional permaneció en silencio.”
La conferencia también
buscaría aislar a Hamas con el fin de debilitar al frente de la
resistencia –integrado por Irán, Siria, Hezbollah y Hamas–, que
se opone a la hegemonía norteamericana e israelí en la región. La
Administración Bush está tratando de vincular el ascenso de Hamas a
las relaciones que el movimiento
mantiene con Irán. Tras la victoria de Hamas en las elecciones de
enero de 2006, la Administración Bush adoptó rápidamente una política
de castigo colectivo. Se cortó la ayuda a los palestinos hasta que éstos
revirtieran aquella decisión electoral. Los líderes israelíes
contemplaron con sorna como el gobierno norteamericano cambiaba todo
lo que había dicho hasta entonces acerca de la democracia en
Palestina al pedir que todos los poderes relativos a la seguridad, las
finanzas y todo lo demás fueran colocados en manos del presidente y
no del gobierno electo. Más importante aún, la Administración Bush
comenzó a preparar los planes de un golpe que haría que las fuerzas
de seguridad palestinas, respaldadas por EEUU y bajo la dirección de
un hombre fuerte de Fatah, Mohammed Dahlan, tomaran el control de Gaza.
Hoy, todo el mundo sabe cómo terminó dicho plan.
Un número creciente
de observadores palestinos, israelíes y extranjeros creen que las
oportunidades para establecer un estado palestino viable se están
reduciendo día tras día. La creación de más de 200 asentamientos
judíos en Cisjordania y Jerusalén Este simplemente no deja el
espacio suficiente para ello. Sin embargo, la expansión de los
asentamientos continúa sin freno, a la vista de la Administración
Bush y de toda la comunidad internacional. Este hecho demuestra que
Israel quiere tanta tierra palestina como sea posible, con tan pocos
palestinos como pueda. Según el analista político israelí Aluf Benn,
existe ahora un firme consenso en el espectro político israelí en
que la retirada de Cisjordania es inconcebible en un futuro
previsible. “En esta atmósfera,” escribe Benn, “está claro que
cualquier manifestación acerca de una “solución basada en dos
estados” y que las declaraciones del primer ministro Ehud Olmert en
la cumbre de Sharm el Sheij acerca de las “nuevas oportunidades que
se abrían” y la “aceleración del proceso hacia un estado
palestino” son una mentira.”
Israel espera también
obligar a los palestinos a aceptar un “estado palestino” en
algunos pequeños y aislados bantustanes de Cisjordania. Los
territorios ocupados palestinos representan meramente el 22% de la
Palestina histórica, pero Israel quiere reducir esta cifra al 10% o
menos. Sin embargo, esto nunca será aceptado por los palestinos, que
probablemente comenzarán a pedir pronto una solución basada en un
solo estado.
De este modo, la
realidad, señala el periódico Al Ahram, “es que no ha habido ningún
cambio en la política exterior norteamericana con respecto a
Palestina. EEUU, Israel y algunos regímenes árabes están siguiendo
las mismas viejas políticas y tratan simplemente de ajustarlas al
nuevo contexto político.”
¿Caerá
Abbas en la trampa israelí?
Amanecer
del Nuevo Siglo, agosto de 2007
Con el fin de
asegurar su propia supervivencia política, el presidente palestino
Mahmud Abbas está coordinándose activamente con Israel para destruir
a Hamas, su formidable oponente, que representa a la gran mayoría de
los palestinos en los territorios ocupados y probablemente también en
el extranjero. Con este fin, él está recibiendo ayuda: dinero para
asegurarse la lealtad de sus seguidores, armas para reprimir a sus
oponentes, apoyo político que le legitime como un líder
internacional y nuevas leyes que deslegitimen el proceso legal y
democrático que llevó a la victoria de Hamas en enero de 2006. Así
pues, el régimen que Abbas está ahora creando demostrará pronto ser
poco más que una mera fotocopia de los decrépitos y autocráticos
regímenes árabes de la región.
En el momento en el
que Abbas creó su gobierno de emergencia, abiertamente
inconstitucional, las pesadas sanciones occidentales fueron levantadas
– o, dicho de manera más precisa, fueron levantadas sólo para
Cisjordania. Con el fin de asegurarse que ninguna ayuda llega a quien
desafíe a su régimen, la Oficina de Abbas revocó las licencias de
todas las ONGs que operan en Palestina, requiriendo que ellas
presenten nuevas solicitudes. Aquellas que sean leales a Abbas recibirán
nuevas licencias. El resto no.
Abbas ha recibido
armas y entrenamiento militar en abundancia. Los palestinos, a los que
se ha negado el derecho a defenderse y que han sido descritos como
“terroristas” durante décadas si intentaban hacerlo, se han
convertido de repente en destinatarios de grandes depósitos de armas
que proceden de todas las direcciones. Sin embargo, estas armas no
servirán para proteger al pueblo palestino contra la brutalidad de
Israel porque Abbas ha declarado el fin de la resistencia armada de
Fatah contra la ocupación israelí, así que ellas sólo pueden
servir para luchar contra otros palestinos.
Sin embargo, los
expertos señalan que muchos militantes de Fatah se muestran en
desacuerdo con esta estrategia. El analista Jalid Amyreh señala que
la facción de Abbas dentro de Fatah es muy pequeña y que su
disposición a aceptar el tutelaje estadounidense es rechazada por
aquellos que estuvieron más cerca de Arafat. Otros miembros de Fatah
critican también la falta de reformas en la organización. “Yo no
he visto ninguna acción dirigida a promover una reforma dentro de
Fatah. Ésta es una causa fundamental de preocupación. Hay signos de
que Fatah no se ha despertado todavía,” señaló un alto
responsable de Fatah, Sufian Abu Zaideh, a Reuters. En reconocimiento
quizás de su actual aislamiento, Abbas ha sacrificado a Mohammed
Dahlan, su principal asesor en temas de seguridad nacional (y favorito
de Bush y Rice).
Así pues, Abbas será
presionado probablemente por otras personalidades de su partido para
que acepte algún tipo de acercamiento a Hamas. Jamil Mizher, el líder
político del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP)
en la Franja de Gaza, ha advertido a Abbas que no caiga en la trampa
que los israelíes quieren tenderle con el fin de destruir la unidad
nacional palestina. “Los israelíes sólo te ofrecerán falsas
promesas, Abbas,” señaló. Con el fin de fundamentar sus
afirmaciones, Mizher citó las inútiles negociaciones entre la
Autoridad Palestina e Israel que se prolongaron durante más de una década
y en las que Israel ofreció únicamente bellas promesas a los líderes
de la AP, sin que luego las materializara sobre el terreno.
Además, no será fácil
marginar a Hamas. Responsables de inteligencia occidentales han señalado
que la organización islamista, aislada del mundo exterior en una
estrategia apoyada por Israel y la Administración Bush, podría
reforzar incluso su posición entre los palestinos. “Por un lado, la
estrategia de Cisjordania–primero es un esfuerzo encomiable. Sin
embargo, parece ser una manifestación de la errónea creencia de que
si se realizan los esfuerzos suficientes para aislar y presionar a
Hamas, Hamas desaparecerá. Sin embargo, Hamas no va a desaparecer,”
manifestó Paul Pillar, antiguo analista jefe para Oriente Medio del
Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, al Washington Post. Pillar cree
también que la Administración Bush no está escuchando atentamente a
la comunidad de inteligencia en lo que se refiere a la crisis
palestina.
En realidad, la
“generosidad” norteamericana e israelí no durará mucho. Israel
ha dado sólo a Abbas limitadas cantidades de fondos que pertenecían
a la Autoridad Palestina, pero que habían sido retenidos desde la
victoria electoral de Hamas. Israel ha accedido también a liberar a
unos 250 de los 11.000 prisioneros palestinos, incluyendo mujeres y niños,
que se hallan en su poder. Sin embargo, todos ellos serán miembros de
bajo nivel de la facción de Abbas. En contraste, Hamas está
utilizando su captura, hace más de un año, del soldado israelí
Gilad Shalit para negociar la liberación de más de 1.000 prisioneros
palestinos y se ha cuidado en señalar que sus listas incluyen a
presos de todas las facciones. Cualquiera puede adivinar cuál será
la postura más popular entre los palestinos.
En realidad, los
norteamericanos y los israelíes saben que Abbas tiene pocas cartas
que jugar y creen que él no tendrá más opción que aceptar
cualquier cosa que le ofrezcan. Ellos le permitirán únicamente
avanzar hasta un límite, pero no más allá, porque esto le convertiría
en un líder fuerte y esta fuerza resucitaría la amenaza que para
ellos representa un movimiento palestino unificado, y cabe recordar
que el ascenso al poder de Abbas ha sido propiciado para impedir
precisamente tal posibilidad. Ellos quieren también que Abbas ponga
fin a la resistencia armada palestina con el fin de incrementar el
nivel de seguridad de Israel. A cambio, no le darán nada o muy poco.
Sin embargo, Abbas podría acabar convirtiéndose en un prisionero en
el sótano de su complejo presidencial si se atreve a vender los legítimos
derechos de su pueblo.
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