La
auténtica agenda de Bush para Palestina
Por
Ramzy Baroud (*)
Al Ahram, El Cairo, 26/07/07
OIC–Palestina,
31/07/07
Traducido
por Sinfo Fernández
Al
parecer, las duras medidas adoptadas por el gobierno de Hamas en la
Franja de Gaza a lo largo del mes de junio contra las corruptas
fuerzas de seguridad de Mohamed Dahlan y sus bandas afiliadas marcaron
un punto de inflexión en la política exterior de la administración
Bush con respecto a Palestina e Israel. Sin embargo, el supuesto giro
no es sino más de lo mismo en los esfuerzos de Washington para
aplastar la democracia palestina, para ampliar el abismo que separa a
Hamas de Fatah y para asegurar el éxito del proyecto israelí,
centrado en la colonización y anexión de lo que queda de la tierra
palestina.
Es
vital que, en cualquier discusión política sobre el conflicto,
tengamos muy presente esta obvia realidad: los territorios palestinos
ocupados representan un mero 22% de la Palestina histórica.
Actualmente, Israel está tratando de reducir aún más ese porcentaje
conquistando de forma oficial Cisjordania y la Jerusalén Este
ocupada. Gaza es sólo importante en cuanto que representa una
oportunidad de oro para dividir más a los palestinos, para complicar
su proyecto nacional y para presentar un cuadro sombrío sobre ellos
como pueblo ingobernable en el que no cabe confiar como socios de paz
ante los mucho más civilizados y democráticos israelíes.
Al
prolongar la disputa palestina, Israel conseguirá el tiempo necesario
para consolidar su proyecto colonial y para racionalizar sus
unilaterales políticas, vis–à–vis con una serie de cuestiones
que deberían ser naturalmente negociadas con los palestinos.
Además,
uno no debe perder tampoco de vista el contexto regional. El lobby
israelí y sus aliados neocon en la administración y en los medios
estadounidenses están ansiosos por una confrontación militar con Irán,
que debilitaría la posición política de Siria en cualquier
negociación futura con Israel respecto a los ocupados Altos del Golán
y que destruiría la fortaleza militar de Hizbollah, una vez
comprobado que es el enemigo más duro al que Israel ha tenido que
enfrentarse en sus largas décadas de conflicto con los árabes.
Así,
resultaba de suma importancia que el “surgimiento” de Hamas
apareciera directamente unido a sus relaciones con Irán; tales lazos,
exagerados en gran medida, son ahora fácilmente utilizados como
fundamento para explicar el supuesto giro histórico de Bush desde
apoyar a Israel a una distancia discreta (para así no aparecer
demasiado implicado) a iniciar una conferencia internacional de paz
con el único objetivo de aislar a Hamas, debilitando así aún más
el campo iraní en Oriente Medio.
También
explica el generoso apoyo ofrecido por los regímenes autocráticos árabes
a Abbas, y las advertencias de los dirigentes árabes acerca del
surgimiento de una amenaza iraní. Por una parte, al eliminar a Hamas
estarían enviando un mensaje nada ambiguo a sus propios islamistas
políticos; por otra, supone un mensaje para Irán de que desista de
un conflicto que ha sido desde hace mucho tiempo interpretado como
exclusivamente árabe–israelí. La ironía es que, a fin de asegurar
la importancia del papel árabe en el conflicto, algunos árabes están
haciendo movimientos históricos para normalizar relaciones con Israel
a cambio de absolutamente nada.
De
forma parecida, para asegurar su propia relevancia, el Fatah de Abbas
está coordinándose activamente con Israel para destruir a su
formidable oponente, que representa a la gran mayoría de los
palestinos en los territorios ocupados y, podría decirse, también en
el exterior. Para esto se necesita ayuda: dinero para asegurar la
lealtad de sus seguidores, armas para oprimir a los oponentes,
convalidación política para legitimarse a sí mismo como dirigente
mundial, y nuevas leyes para deslegitimar el proceso legal y democrático
que produjo la victoria de Hamas en enero de 2006. En un conflicto que
es conocido por sus agonizantemente lentos movimientos, ninguna clase
de milagro puede explicar cómo Abbas recibió tantos beneficios a una
velocidad astronómica.
El
momento en que Abbas declaró su inconstitucional gobierno de
emergencia, como podría bien denominarse, se levantaron las
agobiantes sanciones aunque, precisando más, tan sólo en Cisjordania.
Para garantizar que no pueda llegar ayuda alguna a nadie que desafíe
a su régimen, la oficina de Abbas revocó todas las licencias de
todas las ONG que se encontraban operando en Palestina, obligándolas
a presentar nuevas solicitudes. Las que fueran leales a Abbas, se
quedaban. El resto, afuera.
También
llegaron en abundancia armas y entrenamiento militar. Los palestinos,
a los que se negó el derecho a defenderse a sí mismos y que durante
décadas fueron descritos como “terroristas”, de repente se
convirtieron en los destinatarios de muchos alijos de armas que vienen
de todas partes. Israel anunció el perdón para los militantes de
Fatah; los combatientes por la libertad se convirtieron en gangster
que ya no defienden más a su pueblo de la brutalidad israelí, pero
que serán utilizados como arma militante lista para su uso contra
Hamas cuando llegue el momento.
En
cuanto a la legitimidad regional e internacional, la administración
Bush “decidió” cambiar su política a otra de compromiso directo,
haciendo un llamamiento para una conferencia internacional de paz en
Oriente Medio. La conferencia tendrá de paz tan sólo el nombre,
porque no va a abordar ninguna de las cuestiones más importantes que
afectan a los palestinos y que han alimentado durante años el
conflicto: el problema de los refugiados, Jerusalén y la definición
de fronteras. Israel, desde luego, está deseando “hacer
concesiones” siempre que estos esfuerzos lleven a formular que el
conflicto es exclusivamente palestino y mientras no haya objeciones a
su ilegal anexión de la tierra palestina en Cisjordania y Jerusalén.
La
realidad es que no ha habido cambio alguno en la política exterior
estadounidense respecto a Palestina. Los EEUU, Israel y unos cuantos
regímenes árabes están siguiendo la misma vieja política que,
simplemente, está siendo ajustada para adaptarla al nuevo contexto
político.
Mientras
que Abbas y sus hombres puedan regodearse con las muchas primas que
están recibiendo a cambio de su papel de destruir el proyecto
nacional palestino, el futuro probará que los “gestos de buena
voluntad” de Israel, el apoyo del lobby israelí en Washington y las
generosidades de última hora no van a durar mucho. Abbas podría fácilmente
encontrarse prisionero en el sótano de su propio recinto
presidencial, de igual manera que su predecesor, si llega a atreverse
a afirmar los legítimos derechos de su pueblo, que son, con mucho,
los auténticos perdedores de esta batalla sin escrúpulos.
(*) Ramzy Baroud es un autor
palestino–estadounidense y editor de PalestineChronicle.com. Sus
trabajos se han publicado en numerosos periódicos y revistas de todo
el mundo, incluidos el Washington Post, Japan Times, Al Ahram Weekly y
Le Monde Diplomatique. Su libro más reciente es “The Second
Palestinian Intifada: A Chronicle of a People’s Struggle” (Pluto
Press, London) y se puede conseguir en Amazon.com. Su página web es:
ramzybaroud.net.
Abbas,
dispuesto a trabajar sobre una "declaración de principios"
con Israel antes de un acuerdo de paz
EP/AP/OIC–Palestina, 02/08/07
El
presidente palestino, Mahmud Abbas, dijo hoy que está dispuesto a
trabajar con Israel sobre una "declaración de principios"
como paso previo a un acuerdo de paz final, después de que el primer
ministro israelí, Ehud Olmert, planteara esta idea la semana pasada.
Dicha
declaración, según prevé Israel, plantearía los contornos de un
futuro Estado palestino, sin abordar inmediatamente las cuestiones más
espinosas como las fronteras finales o los refugiados.
Abbas
dio a entender hoy que está dispuesto a considerar la idea. Las
conversaciones palestino–israelíes "se centrarán en aplicar
lo que se mencionaba en la ‘Hoja de ruta’, dijo, en referencia al
plan de paz elaborado por el Cuarteto y que prevé un Estado palestino
junto a Israel.
"Luego
podríamos terminar en una declaración de principios", añadió
Abbas durante la rueda de prensa conjunta con la secretaria de Estado
norteamericana, Condoleezza Rice. "Lo importante aquí es que
lleguemos a resultados y que sepamos que no el techo (la fase final),
sino las fases de aplicación pueden ser acordadas".
Por
su parte, Rice dijo que Olmert está dispuesto a discutir
"cuestiones fundamentales" que lleven a la creación de un
Estado palestino. Asimismo, la secretaria de Estado firmó un acuerdo
en virtud del cual se concederán 80 millones de dólares (59 millones
de euros) a la Autoridad Palestina para la reforma de sus servicios de
seguridad.
Rice
dijo que la conferencia de paz internacional que está promoviendo el
presidente estadounidense, George W. Bush, para este otoño "no
es para que la gente se junte para hacerse una foto" sino
"para que realmente podamos avanzar hacia un Estado
palestino".
Rice
asegura a Abbas que el objetivo de la conferencia internacional es
avanzar hacia el Estado palestino
EP/AP/OIC–Palestina,
02/08/07
La
secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, aseguró hoy al
presidente palestino, Mahmud Abbas, que la conferencia de paz
internacional que quiere convocar Estados Unidos este otoño busca
avanzar hacia la creación de un Estado palestino y le indicó que
Israel está dispuesto actualmente a discutir cuestiones
fundamentales.
Por
su parte, Abbas expresó su voluntad de compromiso, afirmando que está
dispuesto a trabajar sobre una "declaración de principios"
como paso previo a un acuerdo de paz. El primer ministro israelí,
Ehud Olmert, planteara esta idea la semana pasada. Dicha declaración,
según prevé Israel, plantearía los contornos de un futuro Estado
palestino, sin abordar inmediatamente las cuestiones más espinosas
como las fronteras finales o los refugiados.
Rice
se reunió con Abbas en Ramala y ambos firmaron un acuerdo que
garantizará a los palestinos 80 millones de dólares (59 millones de
euros) para reformar sus servicios de seguridad. Asimismo, la
secretaria de Estado indicó que es probable que regrese a la región
antes de la conferencia internacional este otoño.
Durante
la rueda de prensa conjunta, Rice indicó que el presidente
estadounidense, George W. Bush, quiere que se hagan progresos hacia un
Estado palestino durante la conferencia. Según la secretaria de
Estado, los líderes regionales, incluidos los de Arabia Saudí, le
han dicho durante su actual gira que la conferencia debe abordar
cuestiones con sustancia.
"El
primer ministro Olmert me dijo anoche que también él compartía ese
punto de vista de que esta es una reunión que debe y tiene que ser
sustantiva y con significado y que, de hecho, ayude a conseguir una
solución de dos Estados", explicó Rice. "El presidente de
Estados Unidos no tiene ningún deseo de convogar a personas para una
fotografía. Esto es para convocar a personas para que podamos
realmente avanzar hacia un Estado palestino", añadió.
Por
su parte, Hamás denunció hoy la última demostración del apoyo de
Estados Unidos hacia Abbas y su Gobierno –Rice se reunió hoy con
todos los ministros de Salam Fayyad–. Su portavoz, Sami Abu Zuhri,
consideró que Rice "no ha venido a establecer un Estado
palestino sino a construir escuadrones de la muerte que trabajarán
contra los grupos de resistencia, incluido Hamás".
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