Respaldo
a una ocupación corrupta
Por
Amira Hass (*)
Haaretz 03/08/07
Rebelión, 04/08/07
Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R. (**)
Un artículo sobre
las alarmantes noticias de la última semana informaba de que Israel
ha dado luz verde al traslado de 1.000 rifles de Jordania para las
fuerzas de seguridad fieles al presidente de la Autoridad Palestina,
Mahmud Abbas.
Esta no es la primera
vez que Israel permite el traslado de armas y equipamiento de
seguridad para las fuerzas de Abbas. Lo más alarmante de este informe
es que Abbas y su círculo continúan aferrándose a la ilusión de
que el fracaso en la Franja de Gaza fue puramente militar. Igual de
alarmante es la determinación de Fatah de llevar a cabo lo que Israel
y Estados Unidos esperan que haga (y que fracasó en Gaza): combatir a
Hamás.
Y ha habido varios
artículos más de noticias preocupantes en los últimos días: una
vez más se permite a los representantes israelíes hablar en el
extranjero con representantes oficiales palestinos; el primer ministro
Ehud Olmert y Abbas se encontrarán de nuevo en un futuro cercano,
esta vez en Jericó; la coordinación civil entre Israel y la
Autoridad Palestina se ha renovado y en la Muqata de Ramala se ha
lanzado un nuevo proyecto de negociación estadounidense–palestino
después de que el presidente George W. Bush aprobara un préstamo de
228 millones de dólares para pequeñas y medianas empresas palestinas
con el fin de mejorar el nivel de vida de la población: "Estados
Unidos se compromete a fortalecer la economía palestina... como un
paso importante hacia un estado palestino pacífico e
independiente", afirmaba la declaración oficial del Departamento
de Estado del 27 de julio.
¿Por qué son
preocupantes las noticias de estos artículos? Porque muestran que las
cosas han vuelto a donde estaban; es decir, al estilo de
"administrar la ocupación" que reinó entre los años 1994
y 2001 en los que el movimiento de Fatah se integró bien. Ahora, como
entonces, hay un gobierno palestino (cuya legalidad es provisional y
vacilante) aceptable para Israel y Occidente; supuestamente se están
manteniendo conversaciones, la ocupación continúa y los palestinos
están riñendo. ¿No es lo mismo que desembocó en la segunda
Intifada?
No es un hombre de
Fatah el que encabeza el gobierno palestino en Ramala, sino el espíritu
de Fatah como un movimiento gobernante que continúa prevaleciendo
–y con él lo que hizo que gran parte del público alimentara al
movimiento–. Por ejemplo, Yasser Arafat infló innecesariamente sus
fuerzas de seguridad con personas de familias pobres y refugiados, con
el objetivo de crear un gran grupo de leales bajo su égida a cambio
de un sueldo magro pero vital. Arafat esperaba que esto perpetuara el
apoyo político a su movimiento sin conexión con su impotente política
vis a vis con la colonización israelí y la política de cierres y
separación.
El fracaso de esta táctica
quedó claro en las elecciones de 2006. La confianza estadounidense e
israelí en el "apuntalamiento" de los mecanismos de
seguridad de Abbas demuestra que la lógica de Arafat continúa
guiando a los tres líderes que ven al pueblo palestino como objeto de
toda clase de "gestos", incluso en forma de sueldos para el
superfluo personal de seguridad.
Es como si la vida
bajo la ocupación israelí no sea la razón principal del desamparo
de los palestinos sino la "pobreza" que parece haberse
materializado como caída del cielo.
Bajo los auspicios de
lo que se llama "el proceso de paz", entre 1994 y 2001 y
bajo el mantra de "fortalecer la economía palestina adelantará
la paz", muchas personas importantes de Fatah y su círculo se
dieron prisa en amasar fortunas personales. Esto podría haber sido
legítimo, por supuesto, si la situación económica de una parte
considerable de los habitantes de los territorios ocupados no se
hubiera puesto peor debido a las restricciones israelíes a la
movilidad, no hubiera existido el asunto del dinero que se encontró
en los cofres de Arafat y la OLP y otras cuestiones más sombrías.
También, demasiado a
menudo, todo era una correlación directa entre los lazos de los
nuevos ricos palestinos con los miembros de la fuerza de seguridad
palestina y los vínculos posteriores con el servicio de seguridad
israelí, el Shin Bet o gente importante de Israel. La proximidad a
esta clase (los miembros importantes de Fatah y el Shin Bet)
proporcionaba permisos de movilidad y aseguraba la “reunificación
familiar” y otras prebendas. Ésta y otras cuestiones de tipo
proteccionista dependientes de la ocupación llevaron a los palestinos
a establecer una conexión entre “el proceso de paz” y la corrupción.
Los fracasos de 2006
y 2007 parece que no han sido suficientes, todavía, para que Fatah
haya aprendido la lección. No se ha distanciado del proteccionismo ni
del sistema por el que los que están cerca de la gente apropiada
tienen buenas oportunidades para hacerse más ricos en un mar de
depauperación.
(*)
Amira Hass, hija de dos supervivientes del Holocausto (Bergen–Belsen),
nació en Jerusalén en 1956. Escritora y periodista israelí del
diario Haaretz, es especialmente conocida porque vive en la Franja de
Gaza y Cisjordania y desde allí informa sobre los acontecimientos del
conflicto israelo–palestino, desde la perspectiva palestina, en sus
columnas del periódico israelí. Comenzó su carrera periodística
como redactora de Haaretz y empezó a informar desde los territorios
palestinos en 1991. En 2003 era la única periodista judía israelí
que vivía a tiempo completo entre los palestinos, en Gaza desde 1993
y en Ramala desde 1997.
(**)
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión,
Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente
a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, al
traductor y la fuente.
|