Bush
y los demócratas coinciden en la "guerra final" contra Al
Qaeda
Musharraf
en la mira
IAR
Noticias, 07/08/07
El
plan de invasión militar (en el cual ya coinciden públicamente demócratas
y republicanos) buscaría derrocar
al general Musharraf (que ya no resulta confiable a Washington) e
instalar en el país una versión pakistaní de "guerra
civil" con exterminio y persecución de grupos islámicos
vinculados a Al Qaeda y a
la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán. Una
especie de Bagdad y Kabul, pero en Islamabab.
Desde
que en un sorpresivo giro, la semana pasada el candidato demócrata a
la presidencia de EEUU, Barak Obama, afirmara que (en caso de ser
presidente) podría invadir Pakistán para "capturar
terroristas" la administración republicana (para no quedar
malparada electoralmente) retomó la ofensiva, y el lunes Bush anunció
que va a "perseguir a Al Qaeda" en suelo pakistaní.
"Con
buena información, haremos nuestro trabajo", advirtió el
presidente de EEUU.
Pero
Obama, en su lanzamiento "contraterrorista" no está solo,
ya que los demócratas desde el Congreso de EEUU donde detentan
la mayoría en ambas cámaras, ya han iniciado su propia "guerra
contraterrorista" en una línea de continuidad con las estrategia
oficial de la Casa Blanca.
Nancy
Pelosi, líder demócrata y presidenta de la Cámara de
Representantes, activa militante del lobby sionista liberal que
impulsa la candidatura de Hillary Clinton, señaló que las
recomendaciones formuladas por la comisión sobre la prevención del
"terrorismo" son prioritarias para su partido.
Pelosi
agregó que demócratas (lobby sionista liberal)
y republicanos (lobby sionista conservador) deben acelerar las
negociaciones para aprobar el proyecto y enviarlo a la promulgación
por parte del presidente de EEUU, George W. Bush, antes del receso
legislativo de agosto.
El
sorpresivo cambio de postura del candidato demócrata a la presidencia
Barak Obama (quien se "opone" al despliegue de tropas en
Irak) cayó como una bomba en Camp David, donde el presidente Bush
llevaba dos días recluido junto a su homólogo afgano, Hamid Karzai.
Barack
Obama, aseguró el miércoles pasado que enviaría tropas
estadounidenses a Pakistán para "buscar terroristas" aunque
no cuente con el permiso del gobierno de Musharraf, según la difusión
anticipada de un discurso de campaña realizada por Associated Press.
"Déjenme
dejarlo claro", expresó Obama en el texto preparado para un
discurso en el Centro Internacional Woodrow Wilson. "En esas
montañas hay terroristas escondidos que han asesinado a 3.000
estadounidenses y están conspirando para dar otro golpe".
Luego
añadió que "fue un terrible error no actuar cuando teníamos la
oportunidad de sostener una reunión en 2005 con la cúpula de Al
Qaeda". "Si tenemos información de los servicios de
inteligencia acerca de los objetivos de alto valor de los terroristas
y el presidente paquistaní, Pervez Musharraf, no actúa, lo haremos
nosotros", advirtió.
El
lunes Bush le respondió anunciando que está dispuesto a
lanzar una ofensiva militar contra los "terroristas de Al
Qaeda" ocultos en Pakistán: "Con buena información,
haremos nuestro trabajo y llevaremos a los líderes de Al Qaeda ante
la justicia", señaló Bush sin aclarar si pediría permiso al
Gobierno de Musharraf.
"No
creo que actuáramos sin decirle a Musharraf lo que vamos a
hacer", aseguró, por su parte, el domingo el secretario de
Defensa, Robert Gates, en el programa Meet the press.
Desde
que Obama afirmara que podría invadir Pakistán sin consultar a su
gobierno, toda la Administración Bush se concentró en explicar la
necesidad de actuar en Pakistán con el permiso explícito del
presidente Pervez Musharraf.
Este
martes, el presidente paquistaní, el general Pervez Musharraf, afirmó
que las recientes insinuaciones de EEUU de lanzar un ataque contra Al
Qaeda en Pakistán sería "contraproducente" en la lucha
contra el terrorismo.
Las
declaraciones de Musharraf son simultáneas a declaraciones de la Casa
Blanca y de los candidatos presidenciales sobre la posibilidad de
lanzar ofensivas dentro del territorio, planteamiento que Pakistán ve
como un desafío a su soberanía.
La
"afganización"
Según
apreciaciones de los servicios pakistaníes difundidas por la prensa,
un pacto CIA–Talibán para derrocar a Musharraf y posibilitar que
EEUU intervenga directamente en Pakistán habría comenzado a
funcionar con los ataques y atentados islámicos que sobrevinieron
tras la masacre en la Mezquita Roja perpetrada por el ejército y la
policía paquistaníes, según la versión del propio gobierno de
Pakistán difundida por las agencias internacionales.
Luego
de la masacre perpetrada por el ejército de Musharraf en la Mezquita
Roja, en la úlyima semana de julio, Pakistán ingresó en una
"afganización" de su territorio con ataques y atentados
diarios de las organizaciones islámicas que han jurado vengarse por
el asesinato de sus militantes.
Al
menos 216 personas murieron y 305 resultaron heridas durante la ola
atentados suicidas que se perpetraron en el transcurso de un mes en
Paquistán, comunicó este martes el Ministerio del Interior en
Islamabab.
Según
un informe de la institución armada paquistaní, esos ataques se
incrementaron tras la ofensiva de las fuerzas de seguridad contra la
Mezquita Roja de Islamabad, donde se encontraban atrincherados
centenares de extremistas religiosos.
De
acuerdo con el documento oficial, entre el 4 de julio y el 4 de agosto
se ejecutaron 14 atentados suicidas en este país surasiático que
ocasionaron 83 soldados muertos, entre ellos 68 policías y 65
civiles.
La
realidad de la "afganización" pakistaní, con el ejército
y el gobierno de Musharraf como blancos principales, torció el
anuncio original de Musharraf que había anunciado –luego de la
masacre en la Mezquita Roja– una guerra total contra el
"terrorismo".
Luego
de exterminar con su ejército a 300 militantes islámicos en la
Mezquita Roja de Islamabad, el presidente de Pakistán, Pervez
Musharraf, resolvió ratificar públicamente su alineamiento
incondicional con la "guerra contraterrorista" de Washington
anunciando que eliminará el extremismo "allí donde
exista".
La
feroz respuesta y la masacre que lanzaron las organizaciones islámicas
y los talibanes contra su gobierno lo obligaron a reformular su
anuncio, poniéndose en contra de los planes de Washington de invadir
Pakistán para combatir al "terrorismo" desde adentro.
El
problema de los talibanes a lo largo de la frontera paquistaní y
afgana será discutido el próximo 9 de agosto en un encuentro entre
jefes tribales afganos y paquistaníes al que se espera que acudan
tanto Karzai como Musharraf.
Afganistán
ya se ha quejado a menudo ante su homólogo paquistaní del flujo de
extremistas que cruza a su país provenientes de Pakistán y ante lo
que Musharraf parece "lavarse las manos".
George
W. Bush, sincerando los planes de invasión de la Casa Blanca, dijo el
lunes que si EEUU y Pakistán se arman con buena inteligencia, podrían
seguir la pista y acabar con los líderes de Al Qaeda en el país asiático.
En
un comunicado, el Ministerio de Exteriores pakistaní explicó que
Musharraf transmitió al senador estadounidense Richard J. Durbin en
una reunión en la ciudad de Karachi, en el sur del país, que Pakistán
continúa luchando contra el terrorismo.
"Hizo
hincapié en que sólo las fuerzas de seguridad paquistaníes, que son
completamente capaces de tratar cualquier situación, lanzará
acciones antiterroristas dentro del territorio", señaló el
comunicado.
En
esa línea, Musharraf apuntó que "las declaraciones
estadounidenses son contraproducentes para la estrecha cooperación y
colaboración entre los dos países a la hora de combatir la amenaza
del terrorismo".
El
lunes, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Tasnim Asalam, subrayó
que no hay refugios seguros de Al Qaeda o los talibán en Pakistán,
contradiciendo a los servicios de Inteligencia de EEUU que habían
estimado n que Al Qaeda se está reagrupando en la frontera con
Afganistán.
Históricamente
el régimen pro–Washington de Pakistán se ha valido de las
madrassas (escuelas islámicas) para concretar sus propios proyectos
políticos, tanto internos, como en su disputa regional con la India,
en la cual las organizaciones islámicas juegan un papel de provocación
digitadas por el servicio de inteligencia pakistaní, tradicional vínculo
de esos grupos fundamentalistas con al CIA y los servicios
occidentales.
Desde
la década del ochenta, y
con la finalidad de desestabilizar al ex Imperio soviético en la región,
la CIA infiltró
los cuadros combatientes islámicos utilizando de intermediario al
servicio de inteligencia paquistaní (ISI), que en la actualidad sigue
actuando de nexo entre los grupos terroristas que operan en Asia, los
Balcanes y Medio Oriente, principalmente la red Al Qaeda.
Según
la BBC, antes del 11–S y la invasión a Afganistán, Washington
utilizó la infraestructura islámica como un instrumento político
para salvaguardar sus intereses en Afganistán e India apoyando al
Talibán y a varias organizaciones en la disputada región de
Cachemira.
En
ese escenario (solo explicado por el "doble juego" y la política
de "tercerización terrorista" de la CIA con los grupos islámicos)
la política esquizofrénica del presidente Pervez Musharraf (adherir
a la "guerra contraterrorista" y a la vez mantener una
relación de aprovechamiento político
con el movimiento islamista afgano Talibán y con la red
"terrorista" Al Qaeda) pasó a ser severamente cuestionada
en Washington.
La
crisis que terminó con la masacre en la Mezquita Roja había
comenzado apenas unos días después de que el periódico The New York
Times informara el 28 de junio que el propio Ministerio del Interior
pakistaní le había alertado a Musharraf que la "política de
contemporización con el Talibán" sólo sirvió para
"fortalecer aun más al extremismo islámico", sobre todo en
Afganistán.
Musharraf
en la mira
Para
un conjunto de analistas europeos y estadounidenses, la masacre en la
Mezquita Roja fue solo el punto de partida para un proceso
represivo–militar de los grupos islámicos paquistaníes que traerá
como consecuencia la "venganza" y la inestabilidad del país,
como ya está sucediendo.
En
ese escenario, la "guerra contraterrorista" lanzada por
Musharraf señaló el principio de una "afganización" de
Pakistán, que ya convirtió a ese
país en otro teatro de muertes y atentados diarios, parecido
al que ya se vive en Irak y Afganistán.
En
la teoría oficial de Musharraf y su gobierno –recogida por los
medios locales– el levantamiento en la Mezquita Roja fue promovida
por "terroristas" de la yihad islámica en alianza con los
talibanes para detonar un baño de sangre por todo el país que
justifique una intervención estadounidense como en Afganistán.
Eso
explicaría –según la versión oficial– porqué esos grupos han
decidido romper los acuerdos de paz que mantenían con el gobierno
central en las zonas tribales del país lanzando oleadas de ataques
suicidas contra el ejército en las citadas regiones, que ya han
dejado centenares de muertos.
En
este escenario, el plan de invasión militar (en el cual coinciden demócratas
y republicanos) buscaría derrocar
al general Musharraf (que ya no resulta confiable a Washington) e
instalar en el país una versión pakistaní de "guerra
civil" con exterminio y persecución de grupos islámicos
vinculados a Al Qaeda y a
la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán.
Esa
es la versión que está difundiendo el propio gobierno de Musharraf
para justificar sus denuncias sobre un plan de intervención militar
de EEUU en Pakistán. Intervención militar, donde el "gran
perdedor" sería Musharraf.
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