EEUU
confunde la mira con la culata
Análisis
de Gareth Porter (*)
Inter
Press Service (IPS), 15/08/07
Las fuerzas de
Estados Unidos en Iraq responsabilizan a milicias chiitas vinculadas
con Irán de 73 por ciento de sus bajas de julio en Bagdad. Pero esos
ataques parecen responder más a una escalada militar estadounidense
que a los supuestos designios de Teherán.
El teniente general
Raymond Odierno aseguró que existe una "escalada" en la
asistencia iraní a los insurgentes, destinada a expulsar a Estados
Unidos de Iraq, según informes de inteligencia en su poder.
Pero otra razón
explica el aumento de las bajas por ataques de milicias chiitas,
ignorada en los informes que la prensa estadounidense dedicó a las
acusaciones de Odierno, el militar que sigue en jerarquía al máximo
comandante de este país en Iraq, general David Petraeus.
El incremento en los
ataques de las milicias comandadas por el clérigo chiita Moqtada
al–Sadr responde a una anterior escalada de las tropas
estadounidenses contra esos grupos insurgentes, que coincidió, además,
con una caída de la actividad de la red terrorista Al Qaeda en Iraq,
de predominio sunita.
Odierno afirmó el 5
de agosto en conferencia de prensa que, según informes de
inteligencia, Irán "está enviando más dinero (y) más
armas" a Iraq y "entrenando a más gente".
El general reiteró
sus acusaciones en una entrevista que el diario The New York Times
destacó en su portada el 8 de agosto.
Pero los hechos que
Odierno atribuye a una decisión política tomada en Teherán pueden
ser explicados por el simple hecho de que las fuerzas de Estados
Unidos en Iraq montaron más operaciones contra el Ejército Mahdi,
que comanda Al–Sadr.
El comando militar
estadounidense no entregó información sobre los blancos de sus
operaciones en los últimos meses, pero la información periodística
revela un patrón de creciente actividad contra las fuerzas de Al–Sadr
desde marzo de este año.
Entre el 26 de abril
y el 30 de junio, el comando militar anunció que había realizado
docenas de operaciones en Bagdad con el propósito de capturar o
eliminar a insurgentes chiitas pertenecientes a las denominadas
"células secretas", término usual para aludir a las
milicias de Al–Sadr, apoyadas por Irán.
El 9 de julio, por
ejemplo, tropas de Estados Unidos rodearon un área de Bagdad en busca
de una "milicia criminal" a la que acusaron de colocar
bombas en las calles. Se informó que fueron atacadas con
"granadas propulsadas por cohetes y disparos de armas pequeñas
desde numerosas posiciones".
El aumento de bajas
estadounidenses, por lo tanto, es consecuencia del mayor número de
operaciones militares realizadas por las tropas ocupantes.
Odierno prácticamente
admitió este hecho en la conferencia de prensa. Hizo referencia a los
éxitos contra Al Qaeda en Iraq y los insurgentes que se identifican
con la rama sunita del Islam.
Por lo tanto,
"nos estamos concentrando mucho más en grupos especiales aquí
en Bagdad", como el Ejército Mahdi, agregó.
Otros informes sobre
el apoyo iraní a las milicias chiitas parecen contradecir los dichos
de Odierno. El brigadier general Kevin Bergner dijo a la prensa el 2
de agosto que el ritmo de entrenamiento de milicias en Irán se había
mantenido estable por un largo tiempo.
Bergner tampoco señaló
que hubiera existido un mayor flujo de fondos desde Teherán para el
Ejército Mahdi.
El comentario de
Odierno acerca de un incremento en el envío de armas sigue la línea
argumental del gobierno del presidente George W. Bush, que acusó a
los funcionarios iraníes de aprovisionar a las milicias chiitas.
Sin embargo, tras
cuatro años de investigaciones, no se ha encontrado evidencia
concreta al respecto.
Las acusaciones del
general Odierno también coinciden con la postura de su gobierno según
el cual toda actividad realizada en Iraq por chiitas desalineados del
gobierno responde al mandato de Irán, que habría decidido expulsar a
Estados Unidos del país del Golfo Pérsico (o Arábigo).
Además, Washington
evalúa que Al–Sadr perdió control sobre el Ejército Mahdi, que se
habría fracturado en varias "unidades renegadas", también
llamadas "grupos especiales", convertidas en instrumentos de
Irán.
Aunque estas milicias
siempre operaron sobre la base de un esquema altamente
descentralizado, y algunos grupos se embarcaron en actividades que no
contaron con la aprobación de Al–Sadr, Washington jamás pudo
demostrar que un número significativo de unidades ya no respondan a
su liderazgo.
El argumento de las
"unidades renegadas" ha servido a un doble propósito. Fue
usado para sugerir que los grupos leales a Al–Sadr estaban
cooperando con Estados Unidos y, por otra parte, para justificar los
ataques contra estas milicias tanto en Bagdad como en el sur de Iraq.
El general Petraeus
declaró públicamente que Al–Sadr accedió ante el primer ministro
Nouri al–Maliki al despliegue de tropas estadounidenses en una
amplia zona de Bagdad, siempre y cuando realizaran sus registros e
incursiones de manera "respetuosa".
Sin embargo, el
portavoz de Al–Sadr en el parlamento dijo que el entendimiento
contemplaba que fuerzas iraquíes realizarían las inspecciones y que
los soldados de Estados Unidos sólo intervendrían en casos de
resistencia armada. Ese acuerdo, agregó, fue violado.
Las milicias de Al–Sadr
se mantuvieron fuera de las calles y no enfrentaron a las tropas
estadounidenses. Pero en marzo, el despliegue de fuerzas de Estados
Unidos fue cuestionado públicamente y se realizaron manifestaciones
de protesta.
Un clérigo chiita
exhortó en las plegarias de los días viernes a no cooperar con las
fuerzas ocupantes.
El 8 de abril, Sadr
reclamó a la policía y el ejército iraní que dejaran de cooperar
con Estados Unidos, y pidió a sus guerrilleros que se concentraran en
la expulsión de las tropas estadounidenses del país.
No se necesita una
"mano iraní", entonces, para explicar la escalada del
conflicto con las milicias que es responsable por el mayor número de
bajas de soldados de Estados Unidos en Bagdad.
(*)
Gareth Porter es historiador y experto en políticas de seguridad
nacional de Estados Unidos. "Peligro de dominio: Desequilibrio de
poder y el camino hacia la guerra en Vietnam", su último libro,
fue publicado en junio de 2005.
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