Iraq–EEUU
Bush,
cada vez más solo
Por
Eli Clifton
Inter Press Service (IPS), 21/08/07
Washington.–
Aumenta el descontento de políticos y legisladores de Estados Unidos
con la escalada en Iraq dispuesta por el gobierno de George W. Bush,
según un sondeo de opinión entre expertos y ex funcionarios.
El mundo se ha vuelto
un lugar más peligroso para los estadounidenses, advierten los
consultados para el "Índice del Terrorismo", estudio
divulgado esta semana y realizado por el no gubernamental Centro para
el Progreso Americano y la revista Foreign Policy.
La efectividad de la
"guerra contra el terrorismo" lanzada por Bush fue objeto de
análisis para el más de un centenar de expertos en política
exterior consultados, entre ellos varios ex secretarios de Estado
(cancilleres), altos oficiales militares, especialistas en
inteligencia y académicos.
La encuesta indica
que 91 por ciento de los entrevistados creen que el mundo se ha
convertido en un lugar más peligroso para Estados Unidos. Apenas un
dos por ciento piensa que se ha vuelto más seguro.
Asimismo, 84 por
ciento no coincide con la idea de que Washington está ganando esta
"guerra".
El conflicto de Iraq
es la razón principal de pesimismo: 92 por ciento de los expertos
––cinco puntos porcentuales más que en el sondeo realizado el año
pasado–– consideran que la guerra afecta de manera negativa la
seguridad de Estados Unidos.
La escalada en Iraq
dispuesta por Bush, que llevó el número de tropas estadounidenses en
ese país a 165.000, ha tenido un impacto negativo para 53 por ciento
de los entrevistados, un marcado aumento de 22 puntos porcentuales
respecto de la cifra registrada hace seis meses.
"Esto indica que
el último semestre puede haber sido el momento más decisivo en la
guerra contra el terrorismo", dijo a IPS el editor de Foreign
Policy, Michael Boyer.
La retirada de las
tropas de Iraq en un plazo de 18 meses recibió el apoyo de 68 por
ciento de los expertos consultados, aunque la mayoría de ellos se
oponen a hacerlo de manera inmediata.
Sorpresivamente, 25
por ciento de los consultados de ideología conservadora reclaman un
retiro inmediato de las fuerzas desplegadas en Iraq, superando
ligeramente a la porción de moderados y progresistas que apoyan esta
alternativa.
"Es poco común
encontrar tal nivel de coincidencia en un tema tan politizado. La
oposición a la escalada no reconoce barreras partidarias", señaló
Boyer.
Los expertos tampoco
comparten los argumentos del gobierno de Bush, según los cuales una
retirada alentaría ataques terroristas en Estados Unidos.
Ochenta y ocho por
ciento de los consultados afirmaron que no existe correlación entre
ambos asuntos y que es poco probable que se produzcan atentados en
territorio estadounidense si los soldados abandonan Iraq.
"El gobierno
dice que necesitamos una victoria en Iraq o sufrir las consecuencias
aquí, pero los especialistas afirman que esto no es así. No ven una
correlación entre quedarse o retirarse de Iraq y la posibilidad de
ataques terroristas en Estados Unidos", dijo Boyer.
La encuesta revela la
preocupación de los expertos por las consecuencias de la guerra en
Iraq en el panorama político de Medio Oriente.
En este aspecto, 58
por ciento de los entrevistados consideran que las tensiones entre las
dos ramas del Islam, la chiita y la sunita, se habrán incrementado de
aquí a 10 años, 35 por ciento estiman que los dictadores árabes no
liberalizarán sus regímenes, cinco por ciento creen que la red
terrorista Al Qaeda se debilitará y sólo tres por ciento prevén que
Iraq se convertirá en un "faro" de la democracia en Medio
Oriente.
Más de la mitad de
los expertos opinan que el apoyo al gobierno de Pakistán, que se
incrementó notablemente desde la invasión de Estados Unidos a
Afganistán, tiene un impacto negativo en la seguridad nacional.
Aun más: 35 por
ciento de los consultados señalaron que Pakistán se convertiría en
el próximo bastión de Al Qaeda, mientras que para 74 por ciento ese
país es el más proclive a transferir tecnología nuclear a
terroristas en el curso de los próximos tres a cinco años.
Sólo 22 por ciento
de los expertos, sin embargo, describieron a Pakistán como el aliado
menos útil para Estados Unidos.
En cambio, 34 por
ciento de los entrevistados indicaron que Rusia es el socio que menos
sirve a los intereses estratégicos estadounidenses, probablemente
como reacción al creciente papel de "hombre fuerte" del
presidente de ese país, Vladimir Putin.
Los expertos en
seguridad nacional, el conflicto en Iraq y la "guerra contra el
terrorismo", concluyó Boyer, "coincidieron en que en esas
tres áreas nos encontramos en el camino equivocado".
El
general Pace quiere un recorte del 40% del actual contingente
desplegado en el país árabe
Jefe
del Ejército planteará a Bush una reducción de las tropas
Por
Idoya Noain
Corresponsal en Nueva York
El Periódico, 24/08/07
Lo que al principio
era unidad lleva tiempo agrietándose y ahora amenaza con convertirse
en un abismo. La presencia militar de EEUU en Irak, que el presidente
George Bush incrementó este año, es cuestionada cada vez más por
algunos miembros de su propio partido y, también, del estamento
militar. El último en sumarse a la idea de que no hay que ampliar ni
mantener el contingente, sino reducirlo, es nada menos que el
presidente de la Junta de Jefes de Estado Mayor, el general Peter
Pace.
La posición de Pace
hace ilusorio pensar que, cuando en septiembre llegue el ansiado
informe sobre la situación en Irak del general David Petraeus, máximo
responsable de las fuerzas estadounidenses en el país árabe, todo el
Gobierno y el Ejército hablarán con una única voz.
La idea de Pace,
avanzada ayer en exclusiva por Los Angeles Times, es transmitir en
privado a Bush su opinión de que mantener más de 100.000 soldados en
Irak impondrá una pesada carga a la institución militar. Esa cifra
supone recortar en alrededor del 40% el actual contingente de 162.000
soldados. Pace, además, explicará a Bush que el recorte es vital
también para mantener un Ejército preparado para otras potenciales
amenazas, como Irán, una opinión que comparte el secretario de
Defensa, Robert Gates.
Maliki,
en el punto de mira
La publicación de
las ideas de Pace dio leña a quienes, antes de que se conozca el
informe del general Petraeus, han empezado a preparar el fuego. Se
anticipa que el máximo mando militar de Washington en Bagdad va a
alinearse con la filosofía dominante en la Casa Blanca, va a asegurar
que el incremento de tropas aprobado por Bush en enero ha sido y puede
seguir siendo útil y achacará el estancamiento político al Gobierno
de Nuri al Maliki.
El primer ministro
iraquí ––al que Bush criticó el martes y apoyó públicamente el
miércoles, y cuya labor fue denostada el jueves por un informe de los
servicios de espionaje–– sigue convertido en diana. Y quienes
disparan hacia ella hieren colateralmente a Bush. El jueves, por
ejemplo, el senador John Warner se sumó al creciente número de
miembros del Partido Republicano que han resquebrajado el apoyo total
al presidente. Warner, miembro del comité de Servicios Armados del
Senado y exsecretario para la Marina, propuso a Bush que en septiembre
anuncie un repliegue que debería comenzar en Navidad y que, según él,
forzaría a Maliki a buscar activamente más progresos.
Disensión
peligrosa
La disensión entre
los republicanos es grave para la Administración, pero más lo es que
se escuchen ideas diferentes sobre la intervención entre los
militares. Bush siempre ha insistido en que sus decisiones se basan en
las opiniones de los mandos del Ejército, y que la Junta de Jefes de
Estado Mayor plantee dudas sobre lo adecuado de la actual política en
Irak es preocupante para la Casa Blanca.
Es cierto que
Petraeus representa mejor que nadie la imagen de "los oficiales
sobre el terreno", a los que siempre se refiere Bush como
referente para sus decisiones estratégicas. Pero la Junta de Jefes de
Estado Mayor es la institución que vela por el bienestar del Ejército.
Aunque las fuentes
citadas por Los Angeles Times sugieren que Pace puede moderar algo el
mensaje para no contribuir a la imagen de quiebra, su discurso puede
mantenerse franco. El general no fue nominado por Bush para un segundo
mandato y abandonará el cargo a final de septiembre. Su relevo,
Michael Mullen, actual jefe de la Marina, ha sido hasta ahora incluso
más claro al denunciar los problemas a los que la continuada y fuerte
presencia en Irak está sometiendo a los militares.
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