EEUU
en Iraq
Bush
afirma el timón contra viento y marea
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 23/08/07
Washington.– El
presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se muestra ante el público
decidido a resistir los crecientes llamados para que repliegue sus
tropas de Iraq, aun cuando estos provengan de su propio Partido
Republicano.
"El presidente
no va a cambiar. Va a insistir en mantener el curso" de los
acontecimientos, sostuvo el analista John Johns, experto en
contrainsurgencia. "Lo que se necesita es que los líderes
republicanos en el Congreso (legislativo) presionen al mandatario para
que adopte un cambio. No veo eso en los hechos hoy, y no sé por qué",
añadió.
Inaugurando una nueva
campaña para defender su estrategia en Iraq, el mandatario comparó
el miércoles a ese conflicto con la Segunda Guerra Mundial
(1939–1945) y con la Guerra de Vietnam (1965–1975), y alertó que
una retirada en el corto plazo sería un desastre para "millones
de ciudadanos inocentes".
Hablando ante la
Convención de Veteranos de Guerra en la central ciudad de Kansas
City, Bush confirmó su apoyo al gobierno del primer ministro iraquí
Nouri Al Maliki, cuya renuencia a implementar los planes de Washington
para la reconciliación nacional desilusionó a varios congresistas
estadounidenses, que incluso han pedido su renuncia.
"El primer
ministro Maliki es un buen hombre con una tarea muy difícil, y yo lo
apoyo", dijo Bush.
"No depende de
los políticos en Washington decidir si continuará en su cargo. Eso
depende del pueblo iraquí, que ahora vive en una democracia y no en
una dictadura", afirmó.
Las declaraciones de
Bush, las primeras en una serie de apariciones públicas y otras
iniciativas de la administración destinadas a ganar respaldo público
a su plan de mantener unos 170.000 soldados en Iraq hasta 2008,
demostraron que el mandatario sigue decidido a resistir la presión
para un repliegue inmediato.
El discurso del
presidente, al día siguiente de la jornada con mayor muertes en Iraq
en el último año, fue hecho en el marco de una creciente especulación
sobre el destino del gobierno de Al Maliki y una polémica sobre un
informe del embajador estadounidense en Bagdad, Ryan Crocker, y del
comandante militar David Petraeus, que será entregado al Congreso a
inicios del mes próximo.
Es probable que el
informe, una evaluación de los seis meses de la estrategia
estadounidense "surge" (oleada) ––que implicó el
aumento de la presencia militar en Iraq––, haga eco del creciente
consenso sobre la falta de progresos en el frente político, a pesar
de que el envío adicional de 30.000 soldados y la adopción de más
severas tácticas contrainsurgentes redujeron la violencia sectaria en
Bagdad.
El parlamento iraquí
no sólo no pudo lograr un consenso sobre una legislación para la
distribución de las ganancias petroleras, sobre la habilitación a ex
funcionarios del partido Ba’ath, de Saddam Hussein, para presentarse
a cargos del gobierno, y sobre la celebración de elecciones para
darle a los sunitas una mayor voz en los concejos provinciales y
locales, sino que el bloque sunita, alineado con el gobierno, se
desarticuló a comienzos de este mes.
El propio Crocker
dijo el martes que los progresos hacia la reconciliación nacional
iraquí eran "extremadamente decepcionantes", mientras Bush,
en una vistita a Canadá, llamó a Iraq "a hacer más a través
de su parlamento para ayudar a cerrar las heridas causadas por haber
vivido años bajo un tirano".
A inicios de esta
semana, el presidente de la poderosa Comisión de Servicios Armados
del Senado estadounidense, Carl Levin, al regresar de una visita a
territorio iraquí, señaló que el gobierno era "no
funcional" y dijo esperar que "el parlamento saque al
gobierno de Maliki y tenga la sabiduría para reemplazarlo por uno
menos sectario y más unificador".
Levin también divulgó
un comunicado conjunto firmado por el senador John Warner, miembro de
la comisión y crítico de la estrategia "surge", en el que
también hicieron un llamado a remover al primer ministro iraquí.
La mayoría de los
analistas consideran improbable que Al Maliki sea desalojado. Y si lo
fuera, sería muy difícil encontrar un candidato menos sectario, dado
el actual equilibrio de poder dentro del parlamento y la falta
aparente de disposición de la mayoría chiita y sus aliados kurdos a
hacer el tipo de concesiones a los sunitas que pide Estados Unidos.
"Se puede
cambiar a Maliki por otro chiita, pero francamente no veo que la dinámica
básica de la política iraquí abra la puerta al tipo de reconciliación
que nosotros necesitamos", sostuvo Steven Simon, del Consejo de
Relaciones Exteriores, quien habló con Johns durante una
teleconferencia organizada por la Red de Seguridad Nacional luego del
discurso de Bush.
A pesar de que el
presidente estadounidense subrayó su apoyo a Al Maliki, el primer
ministro iraquí se quejó de la creciente presión sobre su persona,
en una visita a Damasco el miércoles.
"El gobierno
iraquí fue elegido por el pueblo iraquí. Nadie tiene derecho a
fijarle un plazo", dijo en referencia a las afirmaciones de
Levin.
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