Anticipaciones
Por
Juan Gelman
Página 12, 06/09/07
Los
“halcones-gallina” no se duermen. Ari Fleischer, ex vocero de la
Casa Blanca, está invirtiendo 15 millones de dólares en la compra de
espacios televisivos para proyectar spots de 30 segundos
protagonizados por militares y civiles norteamericanos que padecen la
guerra de Irak en carne propia, pero insisten en que debe continuar.
Se pueden ver en el sitio //freedomswatch.org/video.aspx. y escuchar
al veterano John Kriesel, al que una bomba artesanal de la resistencia
le voló las dos piernas en una carretera cuando estaba por finalizar
su segunda permanencia en el país árabe: “No es el momento de
retirarse –dice–. No es el momento de hacer política”. En este
caso “hacer política” significaría desconocer la opinión de la
mayoría de los estadounidenses. El 60 por ciento estima que el número
de bajas norteamericanas es inaceptable y el 42 por ciento –contra
el 23– que las tropas deberían retirarse ya o escalonadamente
(//home.bussi neswire.com, 21-8-07).
La introducción a
estos “comerciales” –así se los define– señala que “ha
llegado la hora de que los norteamericanos luchen contra los grupos
anti-victoria que están socavando la guerra contra el terror”. En
efecto, todos los entrevistados repiten, como Bush, que la única
solución del conflicto es la victoria. Pero, ¿quiénes serían los
que no quieren “ganar”? Tal vez Adrienne King, lingüista que se
desempeñó cuatro años en el servicio de inteligencia del ejército,
pasó a la reserva y fue luego enviada al país árabe: “El Congreso
debe ponerse de pie y sacarnos de Irak –declaró–, quitarles ese
peso a nuestros soldados”. O tal vez las madres y los familiares de
efectivos caídos a los que se condecoró post-mortem con la Gold
Star: demandan “traer a casa de Irak a nuestros hijos e hijas e
impedir que otras familias experimenten el dolor que sentimos por
nuestras pérdidas”.
Es que no en todos
han calado las mentiras de la Casa Blanca para justificar la guerra:
las armas de destrucción masiva que nunca se encontraron, o el
presunto vínculo Saddam Hussein/Al Qaida. Diez días después de los
atentados, un informe de la CIA –depositado en los escritorios de W.
Bush, Dick Cheney, Colin Powell, Condoleezza Rice y otros altos
funcionarios del gobierno– indicaba que no había colaboración
alguna entre Irak y Al Qaida (MSNBC, 22-11-05). Bush se negó a
entregar el informe al Comité de inteligencia del Senado hasta
mediados del 2004, cuando la ocupación de Irak y el derrocamiento de
Hussein eran hechos cumplidos, pero no cesó de insistir en la
existencia de un vínculo inexistente. Ya lo decía Goebbels:
“Miente, miente, siempre algo quedará”.
Los neoconservadores
han lanzado esta nueva campaña mediática un par de semanas antes de
que el general David Petraus, comandante en jefe de las tropas
ocupantes, y Ryan Crocker, embajador norteamericano en Bagdad,
presentaran al Congreso un informe sobre los resultados del reciente
envío de 28.000 efectivos más que ha elevado su número a un nivel
nunca alcanzado anteriormente. Se descuenta que, con matices, dicho
informe celebrará los logros de ese aumento –estrategia elegida por
Bush para alcanzar la victoria que anunció hace más de cuatro años–,
aunque en una reciente evaluación unánime de los 16 servicios de
inteligencia estadounidenses se señala que los progresos son pocos y
que no ha disminuido el nivel de violencia imperante en Irak. La Casa
Blanca no quiere soluciones políticas. Y luego, los yacimientos de
petróleo son merecedores de control militar.
Los altos jefes
militares están divididos acerca del curso de la guerra, no pocos
desaprueban la estrategia de Bush y no falta el neoconservador que los
considera un casi “grupo anti-victoria”. El Pentágono no dará
una opinión única sobre la estrategia de Bush, hecho inusual
–especialmente con el país en guerra– en un ministerio que no
acostumbra a airear públicamente sus diferencias internas (McClatchy
Newspapers, 30-8-07). Varios comandantes elevarán evaluaciones
individuales directamente a Bush al mismo tiempo que el general
Petraus y el embajador Crocker presentarán las suyas ante el
Congreso: es evidente que estos militares –algunos, como el general
de Marines Pater Pace, jefe saliente del Estado Mayor Conjunto, han
propuesto reducir el número de efectivos, en vez de aumentarlo–
desean dejar en claro que cualquier futura decisión de Bush no es la
que ellos tomarían. El mandatario norteamericano enrostra a sus críticos
que están socavando la moral de las tropas; sus críticos quieren
retirarlas para que no pierdan la vida. La lógica de W. es bien
curiosa.
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