Por
Marianna Bélenkaya
RIA Novosti, Moscú, 03/09/07
A mediados de
septiembre, en el Congreso de EEUU será presentado un informe sobre
la situación en Iraq.
El documento ha sido
redactado por el embajador norteamericano en Bagdad, Rayan Crooker, y
el comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq, el general David
Petraeus. Hace unas semanas Crooker había mostrado decepción por el
desarrollo del proceso político en Iraq. El presidente George W. Bush
también ha expresado descontento por la labor del primer ministro
iraquí Nuri al-Maliki.
El hecho es que la
realidad iraquí no se inscribe en el marco trazado por Washington ni
responde a las exigencias de la campaña electoral iniciada en EEUU.
Pero el problema no radica sólo en Iraq. Los resultados de una
encuesta a 108 expertos norteamericanos que habían estado trabajando
los diez últimos años en distintos poderes públicos (Departamento
de Estado, Secretaria de Defensa, Administración Bush, etc.) arrojan
que la política de EEUU en el 'Gran Oriente Próximo' ha fracasado.
En su tiempo, la
Administración Bush había anunciado que las campañas militares en
Afganistán y en Iraq era una guerra contra el terror con el fin de
resguardar, ente todo, la seguridad de los norteamericanos dentro y
fuera de EEUU. Además, se dijo que la seguridad era imposible sin la
democratización de los países del Gran Oriente Próximo, y que
precisamente Afganistán e Iraq llevarían la antorcha de la
democracia a esa región.
Pues, ¿qué opinan
los expertos norteamericanos pasados casi seis años desde el inicio
de la campaña militar afgana y cuatro años y medio desde el comienzo
de la campaña iraquí? Si tomar en cuenta los resultados de la citada
encuesta y valorar la política exterior de Washington en los últimos
años, se puede afirmar que esa política fracasó. El 91% de los
encuestados está convencido que el mundo ha llegado a ser más
peligroso para EEUU.
Además, un 84% duda
que EEUU esté ganando la guerra contra el terror, y más del 80% teme
que en los diez próximos años ocurra un atentado semejante al del
11-S.
Los expertos critican
prácticamente todo lo que está haciendo EEUU en el ámbito
internacional, desde la política respecto a los prisioneros de
Guantánamo hasta los intentos de arreglar el conflicto mesoriental.
Ni qué decir de la guerra en Iraq que, según el 92% de los
consultados, perjudica la seguridad de EEUU.
El 53% de los
expertos arremete contra el plan de Bush de enviar una fuerza militar
adicional a Iraq. Un 68% estima necesario retirar paulatinamente las
tropas norteamericanas emplazadas en ese país, y sólo un 3% confía
en que Iraq realmente es el "faro" de la democracia en
Oriente Próximo.
En lo que se refiere
a otras vertientes de la política oriental de EEUU, las cosas tampoco
andan bien. Pakistán, uno de los aliados de Washington, encabeza la
lista de los países considerados como refugio potencial para Al
Qaeda. Así lo piensa el 35% de los expertos consultados. Otros
países que figuran en la mencionada lista son Iraq (22%), Somalia
(11%), Sudán (8%) y Afganistán (7%).
Pakistán también es
el número uno (74% de los encuestados) en la lista de los países a
través de los cuales los terroristas pueden recibir acceso a las
tecnologías nucleares. Le siguen Corea del Norte (42%), Rusia (38%),
Irán (31%) y los propios EEUU (5%).
Evidentemente, las
valoraciones de los expertos señalan que en Washington están
decepcionados con su propia política. EEUU se ha llevado un chasco en
Iraq y en Pakistán y no sabe qué hacer con Irán (en general, se
impuso la opinión de que las ambiciones nucleares de Teherán hay que
reprimirlas mediante negociaciones y sanciones). O sea, se necesita
revisar toda la política de EEUU en Oriente Próximo.
La mayoría de los
encuestados considera necesario cooperar -en determinado grado- con
los grupos caracterizados por Washington como terroristas si tienen
apoyo en la población de su país. Se trata, ante todo, del
movimiento palestino Hamas y del libanés Hezbollah. En este caso
Washington deberá hacer un viraje de 180º en su política
mesoriental.
El análisis de las
respuestas que han dado los expertos señala que la élite
norteamericana está totalmente desorientada. La estrategia vieja ha
resultado ineficaz, y la nueva aún no existe. Ello impide comprender
quién es amigo y quién es enemigo.
Otra de las preguntas
incluidas en la encuesta era cuál de los aliados servía en la menor
medida a los intereses de EEUU. La mayoría (34%) contestó que era
Rusia, seguida por Pakistán (22%), Arabia Saudí (17%), Israel (14%),
México (5%) y Egipto (5%).
¿Y por qué Rusia?
Pues no por oponerse al escudo antimisiles de EEUU en Europa, que ha
sido uno de los más ruidosos episodios en las relaciones
ruso-norteamericanas de los últimos tiempos. Tan ruidoso que se
habló de una nueva guerra fría. Tampoco ha tenido que ver el
"menoscabo a la democracia" en Rusia, uno de los reproches
que gusta lanzar Washington. En realidad, Moscú ha merecido tal
desconfianza por criticar la guerra en Iraq, censurar las aspiraciones
hegemónicas de EEUU y negarse a respaldar las sanciones más duras
contra Irán.
Pero, acaso ¿la
mayoría de los norteamericanos no considera un error la guerra en
Iraq? ¿Acaso no indican lo mismo las respuestas de los expertos
consultados? En lo que se refiere a las ambiciones nucleares de Irán,
Moscú se pronuncia ante todo contra la solución militar de ese
problema. En cuanto a las sanciones, es sólo una táctica y no una
estrategia. Además, las sanciones difícilmente ayuden a establecer
contactos con Hamas y Hezbollah, un hecho que resultaría muy útil,
según expertos. Es sólo un detalle en el complejo cuadro de las
relaciones entre Teherán y Washington. ¿Qué tiene que ver entonces
Moscú?
Por último, vale
señalar que no es Rusia la que se opone al liderazgo mundial de EEUU.
Es la propia vida que ha mostrado el fracaso del mundo unipolar. En
ese sentido, las respuestas de los expertos no necesitan
explicaciones.