El sector obrero hace frente al Nuevo
Orden Económico
Por Joel Beinin y Hossam el-Hamalawy
Merip/CEPRID, 03/09/07
Traducido por Mey Cage
Muhammad 'Attar de 36 años de edad, ha trabajado durante
los últimos 10 años en el departamento de acabado del complejo Misr
Spinning and Weaving Company en Mahalla al-Kubra, en medio del Nilo
Delta. Lleva a casa un salario base de aproximadamente 30 dólares
(poco más de 19 euros). Con reparto de beneficios e incentivos, su
salario neto es de casi 75 dólares al mes. Su esposa de 33 años,
Nasra 'Abd al-Maqsoud al-Suwaydi, gana cerca de 70 dólares al mes
trabajando en la división de ropa terminada de la misma firma.
Estos ingresos no alcanzan para alimentarse, vestirse,
cubrir los gastos del hogar ni pagar por las lecciones obligatorias
privadas tras terminar la escuela para sus tres hijos: Magdi (12 años),
'Umar (10 años), y 'Ali (5 años). El ingreso de la familia 'Attar es
casi el doble del de la línea de pobreza absoluta de 975 dólares
anual (624 euros) por cada familia de cinco miembros en una zona
urbana del Nilo Delta, pero muy por debajo de las líneas más altas y
más bajas de pobreza internacional establecidas por el Banco
Mundial.[1]
Sayyid Habib empezó a trabajar en Misr Spinning and
Weaving Company en 1964, cuando tenía 18 años de edad. Luego de 44 años
de servicio gana el salario básico de cerca de 40 dólares mensuales,
más participación en los beneficios e incentivos.
Trabajadores como 'Attar y Habib toleran esos salarios
tan bajos porque la firma Misr es parte del gran sector público
egipcio. El sector obrero y de oficina que trabaja en el sector público
tiene empleo de por vida y el derecho a una pensión equivalente al
80% de su salario al momento de retirarse. Sin embargo, desde el 2004
el gobierno egipcio ha vuelto a insistir en sus esfuerzos por
privatizar la industria textil. Los trabajadores temen que los nuevos
inversionistas, muchos de ellos de la India, no les provean la
seguridad laboral o los beneficios que ellos y otros trabajadores del
sector público han disfrutado desde que la mayoría de empresas
textiles, junto con otras grandes y medianas empresas de todos los
sectores de la economía, fueran nacionalizadas a principios de los 60
bajo el mandato de Gamal Abdel Nasser. Estos temores han provocado una
ola de huelgas salvajes sin precedente, que desde finales del 2004 se
han centrado en el sector textil, y también se han expandido a otras
industrias. A finales del 2006 y en el 2007, la ola de huelgas alcanzó
un clímax particular.
Desde la promulgación de la Ley de Trabajo Unificada de
Egipto en el 2003, técnicamente se legalizó la huelga para el sector
obrero, pero sólo si la aprueba la directiva de de la Federación
General de Sindicatos. Desde que la Federación, así como demás
comités sindicales y empresariales, están firmemente enganchados al
Partido Democrático Nacional (NDP), que actualmente está en el
poder, todas las huelgas desde el 2003 han sido "ilegales".
Muhammad 'Atar y Sayyid Habib fueron parte de los líderes
de la huelga de diciembre de 2006 en Mir Spinning and Weaving, una de
las protestas más significativas militante y políticamente en la
actual ola de huelgas.
Este incremento de acción laboral colectiva se da en
medio del fermento político que empezó en diciembre de 2004 con
manifestaciones que rompieron el silencio hacia el Presidente Husni
Mubarak, exigiéndole que no se lanzara como candidato a las
elecciones en el 2005 (aunque lo hizo), y que su hijo Gamal no lo
sucediera como presidente. La enmienda constitucional que permitió la
primera elección presidencial con varios candidatos, generó
expectativas de que las elecciones presidenciales y parlamentarias
fueran justas y democráticas, pero no fue así. Aunque un gran sector
del público, generalmente absorto en tratar de ganar algo para poder
vivir, empezó a darse cuenta de la política.
Con la elección de los 88 miembros de los Hermanos
Musulmanes en el 2005, el parlamento egipcio normalmente adormecido
adquirió un bloque de oposición substancial que ejerce una continua
presión sobre el régimen. El gobierno, novato en participar en
debates públicos serios, ha empezado de manera enfermiza a tomar
fuertes medidas contra los disidentes - desde los Hermanos Musulmanes,
hasta bloggers y periodistas. La aprobación en marzo del 2007 de una
segunda ronda de enmiendas constitucionales hace más difícil para
grupos independientes y para los Hermanos Musulmanes postularse como
candidatos políticos y los obligará a aceptar prácticas policíales
abusivas que han sido nominalmente ilegales o admisibles sólo bajo el
estado de emergencia "temporal" vigente desde 1981.
Incluso antes de que el régimen tomase estas fuertes
medidas hubo una notable disminución en la actividad del conocido
movimiento de izquierda Kifaya y de otras formas de oposición
extraparlamentarias. Pero la ola de huelgas y otras formas de acciones
colectivas del sector obrero continúan sin disminuir. Eso representa
la forma de resistencia mas substancial y externa ante el régimen,
que debe ser manejada de manera muy delicada si Hosni Mubarak insite
en mantener la "estabilidad" que necesita para pasarle la
presidencia a su hijo, como la mayoría del pueblo egipcio está
convencido que intenta lograr.
Espíritu de lucha
Los 24.000 trabajadores del Mahalla al Kubra, del
complejo Misr Spinning and Weaving, estuvieron encantados de recibir
la noticia del 3 de marzo del 2006, de que el primer ministro Ahmad
Nazif, había decretado un aumento de 100 libras egipcias (17 dólares)
a dos meses de salario en los bonos anuales que recibe el sector
manufacturero. La última vez que se había aumentado el bono anual,
había sido en el año 1984, de 75 a 100 libras.
"Leímos el decreto, y empezamos a difundir la
propuesta en la fábrica", dijo 'Attar. "Irónicamente,
hasta los oficiales de los sindicatos pro gubernamentales,
publicitaron la noticia como uno de sus logros". Continua:
"Cuando llegó diciembre (mes en el que se pagan los bonos), estábamos
esperándolo, pero descubrimos que fuimos estafados, sólo nos dieron
el mismo monto de 100 libras, que para ser más precisos, son
realmente 89 libras, ya que hay deducciones por impuestos". [2]
En el ambiente había un espíritu de lucha. Durante los
dos días siguientes, en protesta, algunos grupos del sector obrero
rehusaron a aceptar sus salarios. Luego, el 7 de diciembre, se
empezaron a reunir miles de trabajadores del turno de la mañana, en
Mahalla's Tal 'Harb Square, en dirección hacia la entrada de la fábrica.
El ritmo de trabajo de la fábrica era lento, pero la producción se
detuvo totalmente cuando cerca de 3.000 mujeres costureras dejaron sus
puestos de trabajo y marcharon hacia las secciones de hilado y tejido,
donde sus colegas hombres aun no habían parado sus máquinas, y les
gritaron furiosas, consignas como " ¿Donde están los hombres?
Aquí están las mujeres!" y los hombres, apenados, se unieron a
la huelga.
Cerca de 10.000 trabajadores y trabajadoras se reunieron
en la sede de la empresa gritando "¡dos meses! dos meses!"
para reclamar por los bonos que se les había prometido. Los
escuadrones antimotines fueron desplegados rápidamente alrededor de
la fábrica y por toda la ciudad, pero no actuaron para sofocar la
protesta. "Se sorprendieron por la cantidad de gente", dijo
'Atar, "esperaban que nos esfumáramos en la noche o al día
siguiente". Con el impulso de la seguridad del estado, la
administración ofreció un bono de pago de 21 días. Pero, como
recordó 'Atar sonriente, "las mujeres trabajadoras, casi
despedazaban a cada representante de la administración que venía a a
negociar".
Al caer la noche, dijo Sayyid Habib, "fue muy difícil
para los hombres, convencer a las mujeres para que regresaran a sus
hogares. Ellas querían quedarse y dormir ahí. Nos tomó horas
convencerlas para que volvieran con sus familias y regresaran al día
siguiente ". 'Atar agregó, sonriente, "las mujeres eran más
militantes que los hombres. Resistieron a pesar de haber sido
sometidas a intimidaciones y amenazas de parte de la seguridad".
Antes del momento de la oración del alba, la policía
antimotines irrumpió en la fábrica donde dormían setenta
trabajadores que se habían encerrado ahí, incluyendo 'Atar y Habib.
"Los oficiales de la Seguridad del Estado nos dijeron que éramos
pocos, y que lo mejor era que saliéramos de ahí", dijo 'Atar.
"Pero no sabían realmente cuántos de nosotros había dentro, así
que mentimos y les dijimos que éramos cientos de trabajadores".
'Atar y Habib despertaron rápido a sus camaradas, y todos los
trabajadores juntos empezaron a golpear fuertemente los barriles de
hierro y hacer ruido. "Despertamos a todos en la empresa y en la
ciudad. Gastamos todo el crédito de nuestros teléfonos móviles,
porque llamamos a nuestros familiares y amistades de afuera para
pedirles que abrieran sus ventanas y les hicieran saber a la seguridad
que todos estaban viendo lo que pasaba. También llamamos a todos los
trabajadores que conocíamos para que vinieran a la fábrica rápidamente".
Ya en ese momento la policía había cortado el servicio
de agua y electricidad en la fábrica. Y agentes del estado corrieron
a las estaciones del tren para decirles a los trabajadores que venían
de fuera de la ciudad que la fábrica había cerrado por un problema
de electricidad., pero su intento fracasó.
"Acudieron más de 20 mil trabajadores", dijo
'Atar. "Tuvimos una manifestación masiva, e hicimos simulacros
del funeral de nuestros jefes. Las mujeres nos trajeron comida y
cigarros y se unieron a la marcha. La seguridad no se atrevió a
intervenir. Alumnos de las escuelas cercanas de primaria y secundaria
tomaron las calles en apoyo a los manifestantes". El cuarto día
de la toma de la fábrica, los oficiales del gobierno, ya entrados en
pánico, ofrecieron un bono de 45 días y nos aseguraron que la compañía
no seria privatizada. Entonces se suspendió la huelga, y el sindicato
de trabajadores controlado por el gobierno fue humillado por el éxito
de las acciones "no autorizadas".
El Gran Golpe
Poco después, activistas como 'Attar y Habib resolvieron
dar lo que podría ser el golpe más grande a toda la federación.
Lanzaron una campaña para impugnar a los funcionarios de sindicatos
locales que se habían opuesto a la huelga y que, según los
activistas, disfrutan de vínculos estrechos con los servicios de
seguridad.
Para finales de enero de 2007, cerca de 12.800 empleados
habían firmado una petición dirigida al Sindicato General de
Trabajadores Textiles, en la que pedían impugnar al sindicato local
de Mahalla y realizar nuevas elecciones. Los trabajadores de Misr
dieron como limite al Sindicato General hasta el 15 de febrero para
despedir a los oficiales del sindicato local, si no, enfrentarían
renuncias masivas en la Federación General. Este fue el primer paso
de los trabajadores hacia la construcción de un Sindicato
independiente.
La directiva de la Federación se opuso firmemente a la
demanda de impugnación por temor a que desencadene una oleada de
iniciativas similares en otros lugares. En cambio, los negociadores
del Sindicato General asomaron la idea de un "comité de
representantes" que trabajarían mano a mano con el comité que
los trabajadores trataban de impugnar. Este Comité de Representantes
incluiría cerca de 105 obreros electos directamente desde la planta.
Uno de los trabajadores activistas que asistió a la reunión dijo que
representantes de la Federación implicaba que el viejo Comité seria
"marginalizado" y que el Comité de representantes
eventualmente tendría "más derecho de opinión en la manera en
la que se llevarían las cosas en la planta". Sin embargo, la Unión
General no quiso dejar nada por escrito. Los trabajadores, explicó
'Attar "tenían el presentimiento de que los representantes serían
realmente los conserjes de los funcionarios del sindicato".
Desde que fracasaron estas negociaciones, los obreros han
estado enviando diariamente sus renuncias al Sindicato General de
Trabajadores Textiles, explicaron 'Attar y Habib. Estiman que a
principios de marzo se habrían enviado 6.000 renuncias. Hubo un
enfrentamiento entre los trabajadores y la directiva a finales de
marzo, porque para entonces el sindicato tuvo que dejar de descontar
de sus salarios la afiliación al sindicato.
Repercusiones
El resultado de esta batalla podría determinar
perfectamente el curso de los movimientos de trabajadores en los próximos
años. La victoria alcanzada por los huelguistas de Mahalla ha tenido
repercusiones en el sector textil. Durante los tres meses luego del
paro de diciembre de 2006, cerca de 30.000 trabajadores de más de
diez empresas textiles en el Nilo Delta y Alejandría participaron en
protestas que iban desde paros y disminuciones del ritmo de trabajo,
hasta amenazas de acciones colectivas si no se les daba lo que
consiguieron los huelguistas de Mahalla.
Prácticamente en todos los casos el gobierno perdió la
batalla. Al igual que en Mahalla al-Kubra, los escuadrones antimotines
fueron desplegados alrededor de las textileras y rodearon los
recintos, pero en ningún caso cumplieron sus amenazas de romper la
huelga a la fuerza. En la mayoría de los casos, la directiva de los
sindicatos locales se oponía a las huelgas e intentaban hacerlas
fracasar. En las textileras de Misr en Kafr al-Dawwar los
manifestantes "detuvieron" a la directiva del sindicato
dentro de la fábrica para obligarlos a unirse a la huelga.
Aunque prevalece la hostilidad hacia la burocracia de los
sindicatos en todos lados, sólo los huelguistas de Kafr al-Dawwar y
de la empresa Shibin al-Kum Spinning han presionado con la demanda de
Mahalla de impugnar a la directiva de los sindicatos locales. Se habló
de esta demanda en otras regiones, pero hasta ahora no se ha
materializado. En un caso, los obreros desecharon la demanda luego de
finalizar la huelga; en otro, incoaron una demanda [3], pero no hubo
movilización para apoyar tal acción legal.
Según trabajadores activistas de Kafr al Dawwar, Mahalla
al-Kubra y El Cairo, la mayoría de los líderes de la huelga no
pertenecen a ninguna organización política, más bien desconfían de
ellas. Tampoco hay evidencia de una coordinación logística entre las
tiendas, aunque los manifestantes reciben con entusiasmo las noticias
de triunfo en cualquier parte. De acuerdo con un reporte desde Kafr
al-Dawwar, "al recibir las noticias de sus colegas en Zifta, (los
manifestantes) celebraron su victoria sosteniendo "Huelga hasta
la muerte!, Huelga hasta el pago!""[4]
La huelga de Misr Spinning and Weaving ha hecho eco en
los esfuerzos de los trabajadores fuera del sector textil, aunque no
ha habido una coordinación activa. En diciembre de 2006, empezaron
huelgas en fábricas de cemento de Helwan y Tura. Al mismo tiempo,
trabajadores de Mahalla al-Kubra simularon una huelga y una
manifestación pacifica.
En enero de 2007, ingenieros del ferrocarril empezaron
una huelga bloqueando las áreas de primera clase del tren Turbini del
Cairo a Alejandría, que transporta principalmente profesionales y
personas de negocios. Luego amenazaron con un paro nacional, hasta que
el gobierno aceptó la mayoría de sus demandas y prometió consentir
en otras. Durante la huelga del ferrocarril, los conductores del metro
del Cairo disminuyeron la velocidad de sus trenes, de 55 a 20 millas
por hora, en solidaridad. Los huelguistas del ferrocarril hablaron de
cómo "les animó la victoria de Mahalla". También hubo
huelgas de parte de conductores de camiones y microbuses, granjeros avícolas,
colectores de basura, jardineros públicos y trabajadores de sanidad.
Hay señales de que los trabajadores textiles militantes
están impulsando un mecanismo de cooperación nacional. Un mes después
de la victoria de la huelga en Kafr al-Dawwar, se distribuyó en la fábrica
una declaración firmada por "los Trabajadores por el Cambio en
Kafr al-Dawwar", en la que se hacía un llamado a "expandir
la coordinación entre los trabajadores de las empresas que estuvieron
en huelga junto a nosotros, para crear alianzas de solidaridad
necesarias e intercambiar experiencias."
La historia familiar de la militancia
La compañía Misr Spinning and Weaving en Mahalla
al-Kubra cuenta con una larga historia de militancia de la clase
trabajadora desde 1930, incluyendo una feroz huelga entre septiembre y
octubre de 1947, en la que se demandaba un sindicato independiente.[5]
Las victorias ganadas por los trabajadores frecuentemente tenían
repercusiones mucho mas allá de Mahalla. Desde que se estableció en
1927, la textilera de Misr ha sido considerada como la piedra angular
del esfuerzo de industrialización de Egipto. Ha contratado a
generaciones de campesinos de las comunidades de los alrededores y los
ha convertido en trabajadores "modernos", mientras
procesaban algodón, primer producto agrícola de Egipto, para
producir vestimenta terminada. No es por accidente que el conglomerado
de Misr, cuya empresa principal era la textilera Spinning and Weaving,
haya sido la primera en ser nacionalizada bajo el régimen de Gamal
Abdel Nasser en 1960, cuando se empezaba a adoptar el "Socialismo
Árabe". Algunos de los manifestantes de hoy día, cuentan con
una herencia de activismo en sus propias familias.
El padre de Sayyid Habib, después de casarse, dejo su
pueblo Tala, para trabajar en el departamento de tejido de la empresa
Misr Spinning and Weaving, justo el año en que esta abrió sus
puertas. Su sueldo mensual inicial era de 90 piastres (un piastre es
un centésimo de una libra). Después de la nacionalización de la
empresa, las pensiones estaban sujetas al incremento del costo de la
vida, por lo que su último sueldo, al morir en 1996, era de 182
libras. El padre de Habib, solía contarle a sus hijos historias de
las luchas de los trabajadores de antaño. "Hizo un buen
trabajo", dijo 'Attar sonriendo.
Justo luego de que fuera nacionalizada la firma Misr,
todas las textileras de más de 200 trabajadores pasaron al sector público.
La nacionalización era como una ola que crecía cada vez más. Los
empleados con mayores beneficios ganaban 7,5 libras al mes. (Hasta
hace poco, la libra egipcia había estado altamente sobrevaluada, y no
se podía cambiar libremente en el mercado monetario internacional,
por lo que resulta difícil establecer una cifra equivalente en dólares).
"(Cuando empecé a trabajar) las condiciones de
trabajo eran mejores que las de hoy día", dijo Sayyid Habib.
"Solía ganar 2'05 libras al mes, por una jornada diaria de 8
horas. Los trabajadores apoyaron la nacionalización, porque aumentaba
el salario y se garantizaba el seguro social. Otro logro de la
nacionalización fue la fundación de una cafetería para los
trabajadores. Para ese entonces un desayuno costaba un piastre, y
contenía una taza de te, un plato de abas (granos), ensalada y una
rueda de pan. El almuerzo, que consistía en dos trozos de carne o un
cuarto de pollo, mas arroz, vegetales y frutas, costaba 2
piastres". A mediados de los 60, recuerda Habib con una sonrisa,
"mi madre iba al mercado a comprar todo lo que hacia falta en la
casa por 20 piastres al día". La cafetería de los trabajadores
se cerró en 1994, dijo Habib. Y añadió 'Attar con amargura, que
"todavía esta abierta, pero sólo para la elite" - gerentes
y sus amiguetes.
Para finales de los 60, los sueldos empezaron a quedarse
por debajo del costo de la vida. Esa tendencia se exacerbó a finales
de los 70, cuando el presidente Anwar al-Sadar sucedió a Nasser, y
los recursos eran destinados a la preparación militar para la guerra
de 1973. Sin embargo, Habib sintió que "cuando Sadat anunció la
política económica de "puertas abiertas" (en 1974), la
situación estaba mejorando. La compañía tenía 184 clientes
internacionales; la materia prima y la mano de obra eran económicas,
y había cerca de 40.000 trabajadores en la textilera". En
respuesta al decadente salario, en 1975 Habib participó en una
manifestación pacífica, que terminó en un incremento del salario de
9 a 15 libras diarias para todo el sector público de producción en
Egipto.
Los trabajadores de Mahalla tenían sentimientos
encontrados con respecto a Sadat. Tenían dudas sobre la política de
las puertas abiertas, a pesar del progreso que veían en la textilera.
Apreciaban los bonos que Sadat distribuía cuando estaba de visita, y
cansados de las sucesivas guerras con Israel, tuvieron que aceptar el
acuerdo de paz de 1979, el Camp David. Pero seguían desconfiando de
Israel, y la conclusión del acuerdo no le dió popularidad a Sadat.
Habib relató una anécdota de su colega Gabr, quien "preparó
una jarra de sharbat ponche" para sus compañeros de trabajo
cuando Sadat fue asesinado en 1981. "Fue detenido por la
Seguridad". "Cuando Nasser murió, las mujeres trabajadoras
se vistieron de negro; cuando murió Abd al-Halim Hafiz (cantante
legendario), también se vistieron de negro. Pero cuando murió Sadat,
nadie se vistió de negro".
En octubre de 1985, Habib fue arrestado y detenido por 12
días por planificar una huelga para demandar incremento de las
bonificaciones homogéneas de trabajo y los incentivos de pago. Después
de dos meses y medio, participó en una huelga que logró que se
pagaran los días festivos semanales y que se pagara el doble por
trabajar los viernes. Estas medidas también se aplicaron a todos los
trabajadores del sector público.
Resquebrajando el régimen social de Nasser
La memoria colectiva de las mejorías en los salarios y
condiciones de trabajo ha animado el activismo de los trabajadores,
mientras que el régimen de Mubarak continua destrozando el compacto
social establecido bajo el mandato de Nasser.
Desde mediados de los 80, se ha intensificado la crisis
estructural de la industria textil egipcia, a medida que se deterioran
los salarios y las condiciones de trabajo. La proporción de
trabajadores textiles con respecto a la fuerza de trabajo industrial,
empezó a decaer en 1960; el numero total de trabajadores textiles
empezó a decaer en 1976.[6] El índice de salarios reales de los
trabajadores textiles bajo de 100 en 1986, a 61 en 1994, un declive
aun mas precipitado que el de la fuerza de trabajo industrial. 7] .
Debido a la falta de inversión de capital, la productividad de la
industria textil egipcia era mas baja en 1999 que en 1985. Y ahora es
mucho mas baja que la de los países vecinos como Tunes o Turquía. Un
cuarto de la maquinaria es obsoleta y necesita ser renovada o
remplazada.[8]
La guerra del Golfo de 1991 creó las condiciones para
que Egipto firmara un acuerdo de "ajuste estructural" con el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Este acuerdo abrió
el camino hacia la privatización del sector público, paso en el que
las instituciones financieras internacionales insistían desde más de
una década. Después de resistir a la privatización desde 1974, la
directiva de la Federación General de Sindicatos Egipcios terminó
suscribiéndolo. Como consecuencia, varias firmas textileras del
estado se vendieron a inversionistas egipcios y extranjeros a mediados
de los 90, generando 12% de todos los fondos de la venta de las
empresas del sector público. De 1992 al 2000 la participación de
mercado del hilado de algodón en el sector privado aumento de 8% a
58%.[9]
La privatización no mejoró la situación de los
trabajadores. Los salarios de los trabajadores textiles egipcios están
entre los más bajos en el mundo: 85% de los sueldos en Pakistán y
60% de los sueldos en la India. El oficio de tejer en una empresa
privada bien administrada tiene un sueldo estipulado de cerca de 1.000
libras al mes; el de hilado, cerca de 880 libras al mes. Y las
hiladoras peor pagas son en su mayoría mujeres. Estos salarios son el
doble de lo que ganan los trabajadores en los mismos oficios en el
sector publico, pero los trabajadores del sector textil privado
trabajan por turnos de 12 horas (a diferencia del sector publico, que
trabaja 8 horas diarias) y casi nunca reciben seguro de salud o
cualquier otro beneficio que les corresponda por ley10].
Es difícil obtener información precisa de las
condiciones de trabajo en las textileras privadas, así como pasar por
las empresas de prendas de vestir. De acuerdo a Muhammad 'Attar,
"los trabajadores del sector privado están bajo condiciones
terribles; cuando ingresan a la empresa, deben firmar tres documentos:
su carta de renuncia, sin fecha; un cheque en blanco, y una carta
aceptando el empleo". El hijo de Sayyid Habib fue a trabajar en
la Compañía al Maisiri en el 2005. "Yo le advertí", dijo
Habib, "y cuando fue y vio la situación, (la cartas de renuncia
sin fecha que debía firmar), se rehusó a trabajar en la
textilera".
Ya para 1999, 137 de 314 firmas del sector público que
se habían declarado aptas en 1991, habían sido privatizadas. Y como
la legislación de 1991 prohibía despidos masivos luego de que se
privatizara la empresa, los gerentes de las firmas del sector público
reducían la mano de obra para que sus empresas fueran más atractivas
al momento de la venta. Así, las preocupaciones sobre el desempleo y
otras consecuencias posibles de la privatización provocaron la
reanudación de las huelgas y acciones colectivas a mediados de los
90, siendo las huelgas de mayor trascendencia las de Misr Fine
Spinning and Weavind en Kafr al-Dawwar en noviembre de 1994 y las de
Misr Helwan Spinning and Weaving en agosto de 1998. El resultado de
esta última fue que se le dio a toda la fuerza laboral (8.700
empleados) tres semanas de vacaciones. Los rumores decían que la
empresa sería vendida a un inversionista privado. [11]
Al principio de la actual ola de huelgas, en Qalyoub
cerca de 4.000 empleados se manifestaron pacíficamente en su empresa
desde febrero hasta junio del 2005 protestando por la venta de su
firma a un inversionista privado porque ni el gobierno, ni el nuevo
dueño, les iba a garantizar el nivel de sus salarios, beneficios y
pensiones.
Pocas firmas del sector privado están sindicalizadas.
Hubo intentos de organización de los trabajadores en dos textileras
privadas en Mahalla. En el 2003 se estableció un sindicato en la
compañía Samuli, de 3.500 empleados. El dueño al principio aceptó
negociar con el sindicato, pero luego de varias confrontaciones
despidió a 18 empleados, incluyendo a los tres representantes electos
del sindicato. En la firma Abu al-Siba'i, de 1.500 empleados, el dueño
intentó sobornar a los tres representantes del sindicato con pagos de
20.000 libras cada uno, pero fracasó.
A pesar de los bajos salarios y la gran
"flexibilidad" de los gerentes al privatizar las firmas, la
industria textil egipcia continúa siendo incompetente en el mercado
mundial. Las exportaciones empezaron a descender en 1990, exacerbadas
por la recesión global textil del 91. Dada la falta de inversión,
sea publica o privada, en el 2001 el valor de la producción total
alcanzo el nivel mas bajo desde que se empezaron a archivar las estadísticas
por el gobierno en 1996 - 1997.[12]
El panorama general de los manifestantes
Los trabajadores de Mahalla, junto a miles de otros
trabajadores, aprovecharon la oportunidad de la apertura política
lograda por las manifestaciones contra el régimen de Mubarak del 2004
- 2005 para presionar por sus reclamos. El régimen de Mubarak, a
pesar de su compromiso con la privatización, no se puede dar el lujo
de alienar a ese sector de la población tan grande e importante
estratégicamente.
El régimen es especialmente cauteloso con los trabadores
de Mahalla, por su desafío a la directiva de la Federación General
de los Sindicatos Egipcios, porque la federación es su principal
medio para hacer movilizaciones de apoyo en las calles. Los
"seguidores" del Partido Nacional Democrático que fueron
movilizaron a las zonas de votación en las provincias para llenar las
urnas de votación en las elecciones parlamentarias de noviembre del
2005, eran principalmente obreros del sector público con sueldos
miserables, rodeados por burócratas del sindicato, afiliados al PND.
Los jefes de los trabajadores también impulsan los saludos masivos
"espontáneos" al presidente cuando visita pueblos, así
como las "manifestaciones masivas", como la protesta
aprobada por el régimen contra la guerra de Irak, en el Estadium del
Cairo en febrero del 2003. En el pasado, la Federación General (junto
a la Unión Socialista Árabe, organización predecesora del PND),
suministró la infantería para los encuentros "masivos" pro
- Nasser, luego de la derrota de Egipto en la guerra de 1967, y para
los encuentros "populares" contra la "intifada del
pan" de enero de 1977.
En encuentros públicos y entrevistas privadas, los
obreros activistas y líderes de huelgas del sector textil y
ferroviario mencionan con frecuencia la frase: "sindicato
nacional paralelo de trabajadores". Aunque hasta ahora no haya
ningún acuerdo concreto, varias organizaciones de izquierda hablan de
construir algo similar: los Revolucionarios Socialistas Trotskistas,
el Partido Naserista Karama, lo que queda del Partido Comunista
Egipcio, el Partido Socialista del Pueblo, El Centro de los Sindicatos
y los Derechos de los Trabajadores, los Comités de Coordinación de
los Trabajadores. Lla "izquierda legal", Partido Tagammu
esta casi ausente de tal deliberación.
El éxito de tales esfuerzos dependerán de varias
condiciones: si se mantiene la militancia en las industrias, si los
activistas políticos pueden intervenir en las manifestaciones, y si
los trabajadores pueden establecer una coordinación efectiva entre sí.
Además, dependerá de si los trabajadores de Misr Weaving and
Spinning realmente logran salirse de su sindicato dominado por el
gobierno. Si logran la victoria contra la burocracia del sindicato,
otros trabajadores se animarán a hacer lo mismo, porque no es un
secreto que hay una tremenda frustración hacia los líderes de los
sindicatos entre la gente común en los ferrocarriles y otros
sectores.
Debido al alto precio del petróleo y los ingresos por
las ventas de las firmas del sector público, el gobierno cuenta con
significativas reservas de dinero para satisfacer las necesidas de
"pan y mantequilla" de los obreros. Y lo ha hecho con la
esperanza de que los trabajadores regresen felices a sus trabajos,
pero algunos trabajadores, no está claro cuantos, han empezado a
relacionar sus billeteras vacías con las circunstancias políticas y
económicas de afuera - el afianzamiento de la aristocracia, la
difundida incompetencia y corrupción del gobierno, el servilismo del
régimen hacia los Estados Unidos y su inhabilidad para ofrecer un
apoyo significativo a la población palestina, o una oposición
significativa contra la guerra de Irak, el alto desempleo y la
lamentable pero obvia brecha entre los ricos y pobres. Muchos egipcios
han empezado a hablar abiertamente sobre la necesidad de un cambio
real, Los trabajadores del sector público están bien posicionados
para jugar su papel si se pueden organizar en una base nacional.
Notas:
(*) Joel Beinin es colaborador editor del Middle East
Report y es director de Estudios del Medio Oriente en la Universidad
Americana del Cairo. Hossam el-Hamalawy es periodista radicado en El
Cairo y blogger.
[1] La pobreza absoluta se define como el ingreso
inadecuado para proveer del alimento, cobijo y vestimenta necesaria
para preservar la salud. La cifra que se da aquí, es específica de
Egipto. El Banco Mundíal utiliza líneas de referencia de pobreza
internacional establecidas en 1,08$ y 2,15$ en 1993 en términos de
igualdad de poder adquisitivo. Lo que significarían 1,971$ y 3,924$
para la familia 'Attar.
[2] Los autores entrevistaron a a Muhammad 'Attar y
Sayyid Habib en Mahalla al-Kubra el 9 de marzo del 2007, y están
profundamente agradecidos por su disposición de compartir sus
experiencias y puntos de vistas.
[3] Al-Masri al-Yawm, 10 de febrero de 2007.
[4] Ver "Díary of a Working Class," (Diario de
una Clase Trabajadora) Memorias recogidas por el Comité de Coordinación
Nacional de Trabajadores el 6 de febrero de 2007. Disponible en el
sitio: http://arabist.net/arabawy/2007/02/06/díary-of-a-working-class/
[5] Ver Joel Beinin y Zachary Lockman, Workers on the
Nile: Nationalism, Communism, Islam and the Egyptian Working Class,
(Trabajadores en el Nilo: Nacionalismo, Comunismo, Islam y la Clase
Trabajadora Egipcia) 1882-1954 (Cairo: Universidad Americana en Cairo
Press, 1998).
[6] Tamer Abdel-Kader, "State, Capital and Workers'
Protests in Egypt" (Estado, Capital y Protestas de los
Trabajadores en Egipto). (Tesis de maestría no publicada, Universidad
Americana del Cairo, 1998), p. 79.
[7] Ibid., p. 84.
[8] Camara Americana de Comercio en Egipto, The Textile
and Clothing Industry in Egypt (La industria Textil y de Ropa en
Egipto) (Cairo, agosto 2004), p. 70.
[9] Jolynn Khamky, "Liberalization to Divestment:
Egypt, 1960-2000" (Liberalizacion para el Deslinde: Egipto, 1960
- 2000) (Tesis no publicada, Departamento de Historia, Universidad de
Stanford, 2003), pp. 50, 65.
[10] Entrevista con el dueño de una empresa del sector
privado textil, que desea permanecer anónimo, Cairo, 19 de marzo del
2005.
[11]
Agnieszka Paczynska, "Globalization and Pressure to Conform:
Contesting Labor Law Reform in Egypt," University of Maryland,
October 23, 2002.
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