Convertir
a Irán en un "Estado débil o en bancarrota" para
“reconstruirlo en democracia”. Igualito que en Irak
Tres
días y ya
Por
Juan Gelman
Altercom,
22/09/07
El
profesor Víctor David Hanson es el historiador favorito de la Casa
Blanca y suele buscar en la guerra del Peloponeso símiles forzados
para justificar cualquier tipo de decisión bélica de W. Bush.
Hay quien sospecha que si los "halcones-gallina"
decidieran invadir la Patagonia, Hanson desenvainaría una inevitable
cita de Pericles. Dicta cátedra en la Hoover Institution, entre
otras, y un ex alumno relató que en una de sus clases "Hanson
contó que estaba en la Oficina Oval analizando (con el presidente) la
cuestión de Irán... y que Bush se comprometió a hacer algo con Irán
antes de terminar su mandato" (LewRocwell Blog, 26-8-07).
Pareciera
que así será nomás: el ministro de Relaciones Exteriores de
Francia, Bernard Kouchner, anuncia que "hay que prepararse
para lo peor, la guerra" contra Irán, el comandante en jefe
de los ocupantes, general David Petraeus, quiere que buena parte de
los 5000 efectivos británicos estacionados en Basora patrulle la
frontera iraquí con Irán, y John Bolton, el ex virrey de Irak,
explica que el raid aéreo israelí contra Siria de principios de mes
fue "una advertencia también para Irán". No por
nada W. dijo a Hanson lo que dijo.
La anécdota sintetiza el contenido de un
estudio que detalla los preparativos ya cumplidos del ataque
norteamericano a Irán. Sus autores, Dan Plesh y Martin Butcher, son
reputados especialistas británicos en diplomacia y armamentos, dos términos
cada vez más intercambiables.
El estudio -«Análisis
de una guerra con Irán»- concluye que el Pentágono ha planeado
no sólo la destrucción de las instalaciones nucleares iraníes:
también el derrocamiento del régimen, la aniquilación de sus
fuerzas armadas y de su infraestructura económica.
Se trata de convertir a Irán en un "Estado
débil o en bancarrota" para reconstruirlo en democracia.
Igualito que en Irak.
La intervención sería masiva con bombarderos
y misiles que están listos "para destruir 10.000 objetivos en
unas pocas horas", registran Plesh y Butcher. Hay además
infantería, fuerza aérea y marines en el Golfo Pérsico. Se cuenta
con armar a grupos étnicos opositores en algunas provincias iraníes
para alimentar una suerte de "resistencia popular".
De hecho, hay unidades de fuerzas especiales
norteamericanas que ya operan clandestinamente en Irán. Están
preparadas las bombas nucleares, que los autores del estudio
consideran de improbable utilización. No obstante, agregan, las
instalaciones nucleares iraníes de Natanz tienen tal protección "que
se podría requerir el empleo de armas nucleares (antibunker) y, una
vez comenzado el ataque, sería simplemente cuestión de seguir la lógica
y la doctrina militares en toda su extensión, lo que demandaría la
utilización de bombas nucleares si los otros medios fracasan".
Más claro, imposible.
El
ambiente se está calentando en Washington y bastarán tres días para
cumplir los objetivos previstos, señalan diversos analistas
militares. Pero Larry Johnson, ex agente de la CIA y ex subdirector de
la oficina antiterrorista del Departamento de Estado a cargo de
operaciones especiales, no se afilia al optimismo: "El estudio
(de Plesh y Butcher) parece aceptar sin cuestionamiento alguno que la
fuerza aérea y los bombarderos navales de EE.UU. pueden efectivamente
destruir a Irán, y al parecer ignoran el hecho de que el poderío aéreo
estadounidense no consiguió en Irak destruir todos sus medios
principales en los terrenos militar, político, económico y de
transporte".
La Casa Blanca no quiere perder más efectivos
en otra invasión, pero olvida un viejo principio de la guerra: para
derrotar a un país hay que ocuparlo y la infantería es clave. Y aun
así, véase Irak.
El marco local de estos planes contra Irán son
las elecciones presidenciales del año próximo. Crece el repudio a la
guerra de Irak de la opinión pública norteamericana, para no hablar
de la soledad internacional que W. Bush ha sabido conseguirle a
EE.UU., pero la pugna política por ganar al electorado es difícilmente
comprendida en Europa y Medio Oriente, afirman los autores del
estudio: "Es un contexto que algunos considerarían divorciado
de la realidad, pero con la capacidad estadounidense de proyectar su
poderío militar a todo el globo, tal vez la realidad de Washington
D.C. es la que importa más que cualquier otra".
A continuación reconocen que, aunque Irán
quede reducido a un Estado rico en petróleo, pero muy debilitado, "los
riesgos para la humanidad en general y para los estados de Medio
Oriente en particular son verdaderamente graves". En esto no se
equivocan: W. ya amenazó a Teherán con "un holocausto
nuclear".
La Casa Blanca está segura de que atacar a Irán
contará con el consenso de demócratas y republicanos, que no querrán
quedar en falta con el rubro patriotismo.
Y es verdad que Hillary Clinton, que lleva la
delantera en la interna demócrata por la candidatura presidencial y
tal vez llegue a la Casa Blanca nuevamente, de otro modo esta vez,
criticó con dureza a su conmilitón y contrincante Barack Obama
porque éste afirmó que sería muy peligroso utilizar armas nucleares
en Pakistán y Afganistán para terminar con Osama bin Laden.
"Creo que ningún presidente -contestó
Hillary a Obama- debe hacer declaraciones terminantes con respecto al
uso o no uso de armas nucleares". Tampoco a esto le falta
claridad.
Preguntitas
Por Juan Gelman
Página 12, 16/09/07
La expresión es común y corriente: se gana
tiempo para entregar un trabajo atrasado, o calmar a los acreedores, o
cumplirle una promesa a la mujer, y para tantas otras cosas. Los
estadounidenses, más pragmáticos, dicen "comprar tiempo".
Es lo que procura W. Bush y su complaciente comandante en jefe de las
tropas en Irak, el general David H. Petraeus. En el informe que rindió
ante el Senado de EE.UU. el lunes y el martes pasados anunció que hay
progresos en Irak, aunque calificó de "compleja, difícil, a
veces frustrante" la situación en el país invadido, afirmó que
la victoria es posible, aunque "no será rápida ni fácil",
y que no puede haber retirada del "aumento" de 30.000
efectivos sumados a los 135.000 ya en el lugar antes de agosto del
2008, con excepción de los 5700 que Bush, cediendo a las presiones,
dijo que retiraría en diciembre y que en cualquier momento pueden ser
regresados a Irak. El senador republicano Chuck Hagel, veterano de
Vietnam, formuló una preguntita al general: "¿Adónde va a
parar esto? ¿Seguiremos invirtiendo sangre y dinero norteamericanos
para qué? El presidente dice que le dejen comprar tiempo. ¿Comprar
tiempo? ¿Para qué?" Tal vez no sea imposible contestarle. La
respuesta es Irán.
Los indicios sobran. El presidente Bush ha
virado de amenazar a Irán con "un holocausto nuclear" si
continúa el enriquecimiento de uranio, a acusarlo de abastecer a la
insurgencia iraquí de los llamados "artefactos explosivos
improvisados" (IED, por sus siglas en inglés), de manufactura
casera. Abundan en la prensa norteamericana trascendidos en la misma
dirección: dicen que hay pruebas contundentes, pero nadie las
presenta. El general Peter Pace, jefe saliente del Estado Mayor
Conjunto, declaró en su momento que no había evidencia alguna en
apoyo de esas afirmaciones. No importa demasiado, tampoco la había
sobre las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein.
Los pasajes más importantes de las
declaraciones de Petraeus se refieren a Irán (www.crookksand
liars.com, 10-9-07), al que constantemente señala como el culpable de
la falta de mayores progresos en Irak. Se precia de haber capturado a
los líderes de "los grupos especiales apoyados por Irán, así
como a un jefe operativo libanés de Hezbolá que apoya las
actividades iraníes en Irak", pero se abstiene de explicar cuáles
son esos líderes y quién es el miembro de Hezbolá, nada menos que
en una audiencia ante el Senado Y si hay violencia
"etnosectaria", dice, se debe en parte a las "perversas
acciones de Siria y, especialmente, de Irán". Tampoco aclara en
qué consisten dichas acciones. No le molesta inventar: afirma que sus
tropas capturaron al subcomandante del "departamento 2008 de
Hezbolá", perfectamente ignoto salvo para él, cuyos elementos
"han asesinado y secuestrado a dirigentes del gobierno iraquí,
matado y herido a nuestros soldados con IED de técnica avanzada
proporcionados por Irán". Como asegura una solicitada de la
agrupación pacifista Mov.On.org, el general Petraeus "es un
militar siempre en guerra con los hechos" (The New York Times,
10-9-07). Y otra preguntita le aguardaba.
El senador John Warner, también republicano,
le espetó a Petraeus: "Espero que en el fondo de su corazón
sepa usted que con esa estrategia habrá más bajas, se mantendrá el
esfuerzo de nuestras tropas, la tensión de sus familias, la tensión
de todos los estadounidenses... ¿La continuación del 'aumento' hará
que EE.UU. gane en seguridad?". La respuesta del general:
"Señor, en realidad no, estoy seguro". Algo desconcertante
si no se percibe que ese "aumento" tiene a Irán por
objetivo. No bastó para secar en seis meses el pantano iraquí y no
ha producido mayores variantes en el curso de la guerra. La Casa
Blanca insiste en que la violencia ha disminuido y es verdad, sólo
que a costa de modificar el significado de la palabra: los militares
muertos en las carreteras por el estallido de bombas artesanales ya no
cuentan (Los Angeles Times, 4-9-07); las víctimas baleadas en el
rostro, tampoco (Washington Post, 6-9-07); mucho menos los que pasan a
mejor vida en los enfrentamientos chiítas versus sunnitas (Center for
Strategic and International Studies, 6-8-07). W. Bush está
"comprando tiempo" para desatar la que algunos comentaristas
han bautizado ya "la Cuarta Guerra Mundial".
Una moneda usada –en más de un sentido–
para semejante compra es la reaparición de Osama bin Laden en vísperas
del sexto aniversario del 11/9. El video que lo muestra con la barba
negra y rizada despertó dudas. El senador republicano Norman Coleman
preguntó al director de Inteligencia Nacional, Michael McConnell, si
esa barba era auténtica, dado que se la veía siempre gris y lacia en
los videos anteriores (www.rawstory, 10-9-07). Es que Osama aparece
cada vez que Bush lo necesita para atizar fervores bélicos alicaídos.
Con ocasión de la "BlackHat conference" que se llevó a
cabo en Las Vegas del 1 al 3 de agosto de este año, el experto
norteamericano Neal Krawetz demostró acabadamente que la empresa
IntelCenter, estrecha colaboradora del Pentágono, manipula esos
videos (blog.wired.com). Y luego: ¿cómo se explica que un sistema
informático tan avanzado como el estadounidense no pueda localizar a
una pequeña agencia terrorista que produce videos tan modestos? Tal
vez por el mismo motivo que impide a fuerzas armadas y servicios de
inteligencia tan poderosos como los de EE.UU. localizar a Bin Laden.
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