El genocida Bush redobla las amenazas de guerra contra Irán
¿Bluff o peligro real?
Por Claudio Testa
Socialismo o
Barbarie, 30/09/07
Después de un tiempo
en que habían amainado las amenazas de una nueva guerra en Medio
Oriente, en los últimas semanas la cuestión ha vuelto a ponerse al
rojo vivo. La bestia imperialista con capital en Washington no parece
haber quedado saciada con el millón doscientos mil iraquíes muertos
contabilizados desde la invasión. Tampoco su no menos sanguinario
socio, el Estado de Israel, está satisfecho después de la paliza
recibida el año pasado en Líbano. Y como una especie de anticipo a
la agresión yanqui-israelí que se anuncia contra Irán, la aviación
sionista realizó un bombardeo contra Siria el 6 de septiembre.
¿EEUU-Israel podrían
lanzar una nueva guerra, a pesar de sus respectivos descalabros en
Iraq y Líbano?
Esta es la principal
cuestión en debate entre los analistas, tanto de izquierda como de
derecha. Las opiniones están divididas acerca de lo que va a pasar.
En una punta, están los que opinan que la nueva guerra ya es prácticamente
inevitable. En la opuesta, estiman que se trata más bien de un bluff
para obligar a Ahmadinejad
(o a su eventual reemplazante a la cabeza del régimen teocrático de
Teherán) a una negociación capituladora.
• Los que
caracterizan esto como un bluff conjunto yanqui-israelí, se
basan en un hecho fundamental e indiscutible: ni Bush ni su socio en
crímenes, el gobierno de Olmert, están precisamente en el cenit de
su poderío político y militar.
No necesitamos
detallar la grave crisis política y militar por la que atraviesa la
ocupación imperialista en Iraq. Los analistas coinciden en que allí
el ejército estadounidense está al límite de sus fuerzas. También
en Afganistán las cosas van de mal en peor, aunque EEUU se las ha
arreglado para tirarle parte del fardo a sus socios imperialistas
europeos.
Así, EEUU no tendría
capacidad militar ni política para comprometerse en una nueva guerra,
que además agravaría su precaria situación en Iraq, donde sectores
colaboracionistas u oscilantes (como los que representan el actual
primer ministro títere al-Maliki y el clérigo Moqtada al-Sadr,
respectivamente), podrían pasar a la lucha abierta contra EEUU,
debido a sus afinidades con Teherán.
Asimismo, una guerra
con Irán podría disparar a las nubes el precio de los hidrocarburos,
lo que significaría un duro golpe para la economía estadounidense,
que en estos momentos está rodando hacia una recesión por el
estallido de la burbuja inmobiliaria y la consiguiente crisis
financiera.
• Por el
otro lado, se dan también argumentos atendibles para subrayar el
grave peligro actual de una nueva guerra. En primer lugar, ni
Bush ni Olmert se han caracterizado por tomar decisiones políticas y
militares acertadas. En el fondo, todo el asunto de Iraq fue una
orientación estratégicamente insensata, aunque respondiese a
necesidades profundas económicas y geopolíticas del imperialismo
yanqui (y de su sucursal en Medio Oriente, Israel).
Más en general, la
historia ha visto infinidad de gobiernos burgueses e imperialistas
que, en situaciones críticas, pierden el sentido de la realidad,
deciden “huir hacia adelante” y precipitan catástrofes.
Por otra parte, la
guerra que EEUU e Israel preparan contra Irán, no intentaría la
ocupación de territorio (lo que llevaría inmediatamente a un
super-Iraq). El objetivo sería devastar el país con bombardeos aéreos
y de misiles. Los políticos imperialistas más sanguinarios
norteamericanos e israelíes –como el precandidato presidencial
Giuliani y varios ministros de Olmert– proponen incluso que este
ataque se realice con armas nucleares.
Suponen que esta
guerra sin ocupación territorial, terminaría provocando un cambio de
gobierno y de régimen en Teherán, que se avendría a capitular. Con
ese objetivo, Washington viene también alentando la actuación no sólo
de grupos de exiliados traidores, sino también de minorías étnicas
y/o religiosas a las que el régimen de los ayatollas oprime
brutalmente.
Un peligro serio,
en cualquiera de los casos
Nadie está en
condiciones de asegurar con absoluta certeza de si estamos simplemente
ante un bluff para forzar una negociación favorable o ante el
peligro real e inmediato de una nueva guerra.
Aquí sólo
corresponde señalar que, sea como sea, hay que tomarse muy en
serio el peligro de una nueva agresión imperialista. Es que además,
como la historia ha demostrado muchas veces, el bluff, por su
misma “lógica”, puede finalmente pasarse de la raya.
Pero, más
ampliamente, aunque no se llegue a una guerra bajo el mandato de
Bush, (un “comandante” muy alicaído como para afrontar nuevos
conflictos) la delirante campaña racista e islamofóbica del
imperialismo contra Irán está preparando el terreno para que las
operaciones militares las pueda iniciar el próximo presidente demócrata
(Hilary Clinton o Barak Obama). El nuevo gobierno estaría en
condiciones mucho mejores para hacer aceptar una nueva guerra al público
estadounidense.
Mientras tanto, los
medios masivos de idiotización en EEUU (las cadenas de TV y todos los
diarios, desde la “prensa seria” hasta los pasquines más
amarillos) han desatado una campaña que no tiene precedentes por su
nivel de racismo demencial y de odio religioso. Para encontrar algo comparable a lo que hoy puede oírse y
leerse en EEUU, hay que remontarse a la Alemania de Hitler.
Las principales
mentiras de esta campaña son parecidas a las usadas en Iraq: ayer,
las “armas de destrucción masiva” que Saddam Hussein guardaba en
el ropero y, ahora, las “armas nucleares” que Ahmadinejad
estaría a punto de poseer. Pero, a partir de allí, hay una
diferencia importante: en el caso de Iraq, la guerra se presentaba
como una operación para “liberar” al pueblo de una dictadura.
Ahora, en el caso de Irán, el centro de la campaña no es ése, sino
el racismo islamofóbico. Esta ideología, que están metiendo
a martillazos en la cabeza de millones de estadounidenses, encaja bien
con una guerra que no se propondría ocupar territorio, sino masacrar
a la población incluso con armas atómicas.
En otras palabras: avanza la campaña para preparar el
“frente interno” del imperialismo para una nueva aventura militar,
aunque esto puede no ocurrir con Bush en la presidencia, sino bajo el
mando de su sucesor o sucesora.
Problemas de fondo en el enfrentamiento EEUU-Irán
Es que, como demuestra la política hipócrita y falaz de
la “oposición” demócrata, aunque ésta pueda tener discrepancias
tácticas más o menos importantes con Bush, ambos comparten el
fondo de la misma política imperialista. Las prioridades geopolíticas
del imperialismo yanqui (mantener avasallados a los pueblos de Medio
Oriente e imponerles a Israel como única potencia regional) y las económicas
(principalmente, el dominio directo de las reservas de petróleo y
gas, y de sus rutas de transporte) son idénticas para
republicanos y demócratas, “conservadores” o “liberales
progres”.
Es por eso que, si bien el régimen teocrático-burgués
de Teherán quiere llegar a acuerdos con el imperialismo yanqui, esos
vitales puntos de disputa no son fáciles de cerrar. Por un
lado, la torpeza estratégica de Bush al comprometerse así en Iraq y
Afganistán, elevó a Irán al cenit como potencia regional. Por otro
lado, para disgusto de Washington, el fracaso iraquí ha potenciado
mundialmente las “fuerzas centrífugas” a nivel geopolítico.
Cada vez hay más estados y gobiernos que actúan “por las suyas”,
sin consultar ni pedir la aprobación de Washington.
Entre otras consecuencias, esto la reaparición de
Rusia en el juego geopolítico regional. La retirada sin gloria de
Afganistán y luego el derrumbe de la ex URSS había eclipsado a Moscú
de la escena. Ahora, la Rusia de Putin vuelve con todo a intervenir
política y militarmente en la región. Calladamente, mientras
EEUU se hundía en el pantano iraquí, Rusia fue tejiendo
silenciosamente una trama de pactos y de organismos políticos y
militares, tanto con China como con la mayoría de los ex estados de
la URSS en Asia Central.
El Kremlin, además de ser su principal proveedor de
armas, ha abierto a Irán las puertas para participar en estas
instancias como “observador invitado”... al mismo tiempo que le
impone condiciones de subordinación (que implican en primer
lugar un estricto control ruso de su industria nuclear).
Asimismo, Rusia impulsa con Irán un proyecto muy desagradable para
EEUU y la Unión Europea. A principios del 2008 se reunirá en Moscú
una conferencia de países productores de gas, para crear una
entidad similar a la OPEP que regule mundialmente la producción y los
precios... es decir, que los lleve bien altos.
Un situación de
EEUU que no termina de definirse
Pero un rasgo
fundamental de esta situación, es que aún no termina de
“decantar” en una categórica derrota, tanto la situación
del imperialismo yanqui en Iraq como la crisis política de la
administración Bush en EEUU. No hay todavía un derrumbe. Aún se
presentan muchas “medias tintas” (que pueden dar márgenes a
cualquier aventura bélica de Bush... y con mayor razón de su
sucesor). Esto hace más difícil predecir el curso de los
acontecimientos.
En Iraq, EEUU está
en medio de un desastre. Pero, simultáneamente, el imperialismo
ha tenido éxito en exacerbar las contradicciones étnicas y
sectario-religiosas en ese país. Al mismo tiempo que hay fuertes
ataques a las tropas de ocupación, se desarrollan enfrentamientos
fraticidas entre los mismos iraquíes.
En Estados Unidos,
hay una seria crisis política por la desaprobación ampliamente
mayoritaria a continuar con la guerra y la ocupación de Iraq. Pero,
por diversos motivos, hasta ahora, esta amplia desaprobación
no se traduce una masiva movilización.
En las últimas
elecciones, este sentimiento contrario a la guerra de Iraq motivó el
voto masivo por los demócratas... pero, como era de prever, le
dejaron seguir a Bush con la ocupación. Ahora se renueva la estafa
electoral: la guerra la terminaría el próximo presidente demócrata...
Pero tanto Hilary Clinton como Obama tienen planes muy distintos.
Estos dos elementos
–la fragmentación de la resistencia iraquí y los crímenes étnicos
y sectarios, por un lado, y el retardo en que el rechazo mayoritario a
la guerra en EEUU se convierta en movilizaciones de masas, por el
otro– ha dado un “tiempo suplementario” a Bush y al
imperialismo en general. No necesitamos subrayar los peligros
potenciales de esta situación.
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