Amenazas de guerra
en Medio Oriente

 

Defendemos incondicionalmente a Irán de los ataques del imperialismo...

...pero no damos ningún apoyo político a Ahmadinejad ni al régimen de los ayatollas

Por Claudio Testa
Socialismo o Barbarie, 30/09/07

El peligro (sea inmediato o más lejano) de una guerra de EEUU-Israel contra Irán ha planteado, una vez más, cuál debe ser la posición frente a estos conflictos, especialmente de los luchadores obreros y populares, y de la izquierda.

Como en otras ocasiones, esto ha generado distintas respuestas. Aquí vamos a comenzar analizando  dos posiciones equivocadas. La primera, lamentablemente, tiene cierto peso en EEUU y, más desigualmente, en otros países imperialistas. La segunda la vamos a ver más generalizada en América Latina.

En EEUU, por ejemplo, se advierte un lamentable mutismo de muchos sectores “progresistas” y de “izquierda” (“liberals” y “radicals”, como se dice allí) en relación a la defensa de Irán, si este país es atacado por el imperialismo. En las marchas que se realizaron hace unos días en Washington contra la guerra de Iraq, el tema del peligro de agresión a Irán estuvo casi ausente. Estos sectores “progres” quedan paralizados ante los rasgos antidemocráticos y archireaccionarios del régimen iraní, la situación que impone a la mujer, la persecución a los homosexuales, la negación del holocausto (el genocidio de los judíos europeos durante la Segunda Guerra Mundial), etc., etc.

La propaganda yanqui (un imperialismo que ha apoyado y apoya las dictaduras más sanguinarias) explota hábilmente esos rasgos siniestros del régimen de Teherán. Este es un cuento viejo. Cuando la invasión de Afganistán, un gran tema de propaganda imperialista para consumo “progre” fue que iban a “liberar a la mujer” de la opresión islámico-talibán. Hoy la situación femenina allí es peor que nunca. Jamás la ocupación imperialista de un país ha mejorado en ningún aspecto la situación de los explotados y oprimidos.

Pero en América Latina enfrentamos más bien un error opuesto aunque simétrico. Como nos oponemos a la agresión imperialista, entonces algunos presentan al régimen de Teherán bajo una luz relativamente favorable o, como mínimo, cierran los ojos ante sus fechorías. Y si además hay posibilidades de hacer buenos negocios con Ahmadinejad, entonces, hasta es candidato a la beatificación. Chávez es hoy la máxima expresión de esta postura, que es heredada de la que sostenía el stalinismo el siglo pasado respecto a gobiernos “amigos” que circunstancialmente tenían contradicciones con el imperialismo yanqui. Evo Morales ahora va también por esa ruta.

Por el contrario, pensamos que los trabajadores y la izquierda debemos evitar ambos errores. El que no esté incondicionalmente contra la agresión a Irán –sea con el pretexto que sea–, objetivamente es cómplice de una atrocidad imperialista. Este ataque va a ser efectuado para someter a los trabajadores y al pueblo de Irán, y no para "liberarlos" de una dictadura. Simétricamente, confundir la defensa de la nación iraní frente al imperialismo, con el apoyo político, así sea parcial o relativo, al régimen, está incluso debilitando la misma lucha contra el imperialismo. Es que a EEUU, hipócritamente, todavía le sigue dando réditos utilizar las cuestiones democráticas que el régimen de Irán no satisface.

En el caso de Irán, no sostenemos esto por cumplir con tal o cual “principio” abstracto. El pueblo iraní está en un grave peligro y el régimen de Teherán tiene una responsabilidad fundamental en que se haya llegado a esta situación. En efecto, desde la misma invasión a Iraq, la posición de Teherán no fue la de impulsar la unidad nacional y regional en la lucha contra el imperialismo, sino la real-politik de aprovechar la catástrofe que se descargaba sobre el pueblo de Iraq para catapultarse como gran potencia del Medio Oriente. Los sectores en Iraq afines al clero chíita y al régimen de Teherán contribuyeron a dividir al pueblo iraquí, y a desatar y exacerbar las matanzas sectarias. Muchos de ellos son o han sido colaboradores directos de la ocupación, con puestos en el gobierno títere y participación en las elecciones fraudulentas montadas por los ocupantes.

Si el pueblo iraquí, por encima de la diferencias confesionales, se hubiese unido en la lucha contra los ocupantes –como se insinuaba en los primeros tiempos de la resistencia– EEUU ya habría sido probablemente expulsado de Iraq. Si aún el imperialismo tiene márgenes para quedarse e incluso planear una nueva agresión, es en buena medida una lamentable consecuencia de la real-politik del régimen de Teherán.

Por eso, insistimos: ¡Defensa incondicional de Irán frente a la agresión imperialista! ¡Ninguna confianza en Ahmadinejad ni en el régimen de los ayatollas!