Musharraf
gana voto presidencial
BBC,
06/10/07
Funcionarios
pakistaníes informaron que, como ya se esperaba, el líder militar
Pervez Musharraf ganó la elección presidencial que tuvo lugar este sábado,
en medio de dudas sobre la legitimidad de su candidatura.
El
resultado de esta votación parlamentaria tendrá ahora que ser
formalmente aceptado por la Suprema Corte del país, la máxima
instancia judicial paquistaní.
Pero
eso no ocurrirá inmediatamente, ya que el viernes, la Suprema Corte
sentenció que no se anunciará el ganador de las elecciones hasta que
la Corte determine si Musharraf puede ser o no un candidato para la
reelección mientras siga siendo jefe del Ejército.
Esa
decisión sobre la validez de la candidatura de Musharraf no se dará
a conocer hasta el 17 de octubre.
Acuerdo
con Bhutto
La
victoria de Musharraf ya había sido ampliamente pronosticada, después
de su acuerdo con la ex premier pakistaní, ahora en el exilio,
Benazir Bhutto.
Algunos
analistas señalaban que Musharraf necesitaba conocer la decisión de
la corte para formalizar un acuerdo y compartir el poder con Benzair
Bhutto, una medida que, en los cálculos de Musharraf, añadiría
credibilidad al gobierno.
El
acuerdo con la ex premier despejaría el camino para su retorno al país
y su eventual participación en las elecciones parlamentarias de enero
de 2008.
La
propuesta de reconciliación fue aprobada este viernes por el gabinete
de gobierno, lo cual –informa el corresponsal de la BBC en Islamabad
Damian Grammaticas– allana el camino para un pacto para compartir el
poder.
En
los últimos meses, el país se ha visto envuelto en la confrontación
política, al mismo tiempo que las fuerzas de seguridad han sufrido
una serie de ataques de grupos que apoyan al Talibán y que se oponen
al apoyo que Musharraf presta a la llamada "guerra contra el
terrorismo" dirigida por Estados Unidos.
El
general en su laberinto
Por
Carmen González
Corresponsal en Karachi, Pakistán
BBC, 05/10/07
El
presidente de Pakistán, general Pervez Musharraf, logrará sin duda
en unas pocas horas que el Parlamento lo confirme como jefe del
ejecutivo para una nueva legislatura.
Sin
embargo, ni se anunciará el resultado definitivo, ni tomará posesión
oficial hasta dentro al menos diez días ya que depende de una decisión
del Tribunal Supremo sobre la legalidad de su candidatura.
También
puede que no tome posesión nunca. O que decrete la Ley Marcial y se
perpetúe en el poder como líder militar ignorando el proceso
electoral.
Tal
es la encrucijada legal y política en la que Pakistán se encuentra
en estos momentos y a la que se ha llegado después de meses de
complicadas alianzas políticas y pulsos de poder entre las
principales instancias de autoridad del país.
Ahora,
el futuro depende de la interpretación que nueve jueces de la Corte
Suprema hagan de varios artículos de la Constitución paquistaní y
de algunas enmiendas introducidas en años recientes.
Pervez
Musharraf llegó al poder en un golpe de Estado en 1999. Después logró
mantenerse no sólo como jefe del Ejército sino como presidente
gracias a una enmienda legal ratificada por el Parlamento que le
permitía asumir los dos cargos hasta el 15 de noviembre de 2007. La
enmienda fue sometida a referendo popular en 2002.
¿Con
o sin uniforme?
Musharraf
había prometido, sin embargo, en 2003 que "se quitaría el
uniforme", es decir, renunciaría a su cargo como jefe del ejército
un año después pero el tiempo pasó y la promesa no se materializó.
A
principios de este año, el general anunció que el momento de
quitarse el uniforme se estaba aproximando, al tiempo que expresó su
deseo de seguir como presidente otros cinco años mas "para
garantizar el restablecimiento de la democracia y de un gobierno civil
en el país".
Esta
vez asumiría el cargo como un civil y se sometería a votación en el
parlamento. Sin embargo, desde el primer momento, quedó claro que la
maniobra del presidente era algo oblicua.
No
se iba a quitar el uniforme antes de que se le confirmara como
presidente por cinco años más y no iba a esperar a que se celebraran
elecciones legislativas –que deben ocurrir en los dos próximos
meses– para ser ratificado por el nuevo parlamento emergente de esos
comicios.
Un
juego "inaceptable"
Musharraf
no quería correr riesgos. Sus aliados de gobierno tienen la mayoría
en este parlamento pero podrían no tenerla en el próximo.
Cuando
la jugada real del general se dio a conocer, la oposición –que
ahora le había crecido a Musharraf, al haberse unido a ella algunos
de los grupos religiosos que lo habían apoyado durante años–
denunció su juego como inaceptable, ilegal y antidemocrático.
¿Cómo
podía el presidente pretender ser elegido por una asamblea que tiene
los días contados y cuya legitimidad es cuestionable?, ¿cómo podía
pretender presentarse a presidente civil un general, jefe de las
fuerzas armadas?, clamaron los miembros de la oposición.
Ataque
a la jurisprudencia
En
medio de la polémica, Musharraf cometió lo que muchos creen que fue
un error táctico enorme. Ordenó la destitución del presidente del
Tribunal Supremo de Pakistán.
El
poder judicial se echó a la calle y tras semanas de protestas,
muertes y disputas políticas, el juez fue restituido en su cargo y
Musharraf se encontró con un enemigo en la instancia de poder que más
daño le podía hacer a sus pretensiones presidenciales.
Un
grupo formado ahora por la oposición y miembros del poder judicial
está detrás del intento de veto de la actual candidatura de
Musharraf. Están dispuestos a llevar su batalla hasta el final, pero,
¿a qué final? Estas son las incógnitas con las que se vive hoy en
Pakistán.
¿Aceptará
Musharraf un veredicto en su contra y dejará el poder el 15 de
noviembre convocando elecciones legislativas para restaurar un
gobierno civil en el país?
¿Aceptarán
los miembros de la oposición a Musharraf en uniforme –aunque ha
prometido que se lo quitará antes de tomar posesión– como
presidente por otros cinco años en el caso de que la Corte Suprema lo
considere candidato legítimo?
Otros
con más poder...
La
respuesta a esas preguntas está abierta a la especulación. Sin
embargo, la opinión más generalizada dentro de Pakistán es que los
hilos de lo que está ocurriendo en este país se están moviendo a
muchos miles de kilómetros de aquí y, por lo tanto, Musharraf –el
favorito de Occidente– tendrá su nueva legislatura y muy
probablemente a una nueva compañera de viaje, la ex primer ministro
Benazir Bhutto, que regresará del exilio el 18 de octubre.
Diálogos
secretos entre Bhutto y Musharraf se han venido desarrollando durante
los últimos doce meses bajo los auspicios de representantes de la
administración estadounidense que ven en ellos a la mejor alternativa
a los partidos religiosos y a la creciente islamización de algunas
provincias de Pakistán.
Estos
diálogos culminaron este viernes con el anuncio oficial de un Acuerdo
de Reconciliación Nacional entre ambos.
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