Van
por Irán
Por
Roberto Bardini
Bambú Press, 10/10/07
El
vicepresidente estadounidense, Richard Cheney, está conspirando para
desencadenar una guerra con Irán y cuenta con la complicidad de uno
de los “pesos pesados” del Congreso, el senador Joseph Lieberman,
miembro del ala conservadora del Partido Demócrata y entusiasta
partidario de la guerra del Golfo Pérsico en 1991, bajo la
presidencia de George Bush padre.
La advertencia no
proviene de un comunicado de la cancillería iraní ni de un video de
la organización terrorista Al Qaeda, sino de uno de los más
respetados analistas de seguridad nacional de Estados Unidos, el
historiador Gareth Porter, colaborador habitual de los diarios The
Guardian y The Nation, las revistas Foreign Affairs
y Middle East Policy y la agencia de noticias Inter Press
Service (IPS).
Nacido en Kansas en
1942 y graduado en historia por la Universidad de Illinois, Porter
hizo una maestría en política internacional en la Universidad de
Chicago y luego un doctorado sobre el sudeste asiático en la
Universidad de Cornell. Autor de varios libros, publicó el último en
junio de 2005: “Peligro de dominio: Desequilibrio de poder y
el camino hacia la guerra en Vietnam”.
Porter no es uno de
esos académicos típicos, que analizan la realidad sumergidos en un
montón de libros dentro de una torre de marfil: durante la guerra de
Vietnam, estuvo en Saigón como jefe de la oficina de News Service
International, la empresa periodística creada en Nueva York a
comienzos del siglo XX, famosa por los corresponsales que cubrieron
las dos guerras mundiales. Actualmente, News Service International
cuenta con ocho mil corresponsales y enviados especiales repartidos en
todo el mundo. Sus trabajos se distribuyen en 600 diarios y cadenas de
radio de Estados Unidos y en alrededor de 70 periódicos de América
Latina.
“Cheney espera
conseguir que Bush apruebe un ataque a campamentos en Irán donde
supuestamente ha estado entrenando la milicia chiíta iraquí estos últimos
años” y para ello “argumentó a favor de un ataque militar si
aparecen nuevas pruebas firmes del apoyo que reciben de Irán las
fuerzas antinorteamericanas en Irak”, escribe Porter en The
Huffington Post, el blog político más leído de Estados Unidos,
que con tres millones y medio de visitas diarias es un serio
competidor del New York Times.
Una de estas
“nuevas pruebas firmes”, explica una de las fuentes oficiales
citadas por Porter, sería “detener un camión lleno de soldados o
de armas cruzando de Irán a Irak”. Según esos mismos funcionarios,
la secretaria de estado Condoleezza Rice se opone a la idea y cuenta
con el respaldo del secretario de Defensa, Robert Gates.
Joseph Lieberman, un
judío ortodoxo de 58 años representante por Connecticut, es hijo de
un vendedor de bebidas alcohólicas. Consiguió estudiar Derecho en la
Universidad de Yale, donde se hizo amigo de William Clinton pero se
transformó en uno de sus más feroces críticos por el affaire Mónica
Lewinsky. En las controvertidas elecciones presidenciales de noviembre
de 2000 fue compañero de fórmula del ex vicepresidente Albert Gore,
pero terminaron derrotados por George W. Bush y Richard Cheney.
Considerado “la
conciencia” del Senado por sus posturas moralistas, Lieberman es un
firme aliado de los neoconservadores de Washington. No obstante, en
temas vinculados a los homosexuales, el derecho al aborto y la defensa
del medio ambiente se comporta como un disciplinado demócrata.
Divorciado de su primera esposa, actualmente está casado con Hadaza
Freilich, de origen checo e hija de una pareja de sobrevivientes del
Holocausto.
Gareth Porter
recuerda que el 11 de junio pasado, Lieberman participó en el
programa Face the Nation, de la cadena CBS, y dijo:
“Tenemos que estar preparados para realizar una campaña militar
agresiva contra los iraníes para que dejen de matar a norteamericanos
en Irak. Y para mí, eso incluiría atacar al otro lado de la
frontera, en Irán, donde tenemos pruebas de que existe una base en la
que están entrenando a gente que vuelve a Irak a matar a nuestros
soldados”. Pero, como es habitual en estos casos, Lieberman no
presentó ninguna prueba.
El historiador llega
a una conclusión que pone los pelos de punta: “Tanto si la
conspiración de Cheney con Lieberman y el mando de Estados Unidos es
parte de una ‘jugada estratégica’ como si Bush la sanciona, la
habilidad que tiene Cheney para manipular a Bush supone la
escalofriante posibilidad de que un desventurado presidente cometa la
última metedura de pata con una guerra contra Irán.”
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