Cheney,
Lieberman y la conspiración para una
guerra en Irán
Por
Gareth Porter (*)
Huffington Post / ZNet, octubre de 2007
Traducido por Eva Calleja y revisado por Anahí Seri
El vicepresidente
norteamericano, Dick Cheney, está conspirando para llevar adelante un
plan específico para la guerra con Irán. Y el senador Joe Lieberman
es una parte activa de esta conspiración.
Nunca fui de aquellos
que creyeron que el gobierno de Bush se estaba preparando para atacar
a Irán en el 2006 o a principios del 2007. Pero ahora, está claro
que por lo menos el vicepresidente Dick Cheney está conspirando para
sacar adelante un plan especifico para una guerra con Irán. Y el
senador Joe Lieberman es una parte activa de esta conspiración.
Sabemos desde hace
tiempo que Cheney quiere atacar las instalaciones nucleares iraníes y
otros objetivos militares y económicos. Pero el 9 de agosto, una
noticia publicada por el periódico McClatchy revela que, en vez de
esperar a que se tome una decisión para llevar a cabo dicho ataque
estratégico contra Irán, Cheney espera ahora conseguir que Bush
apruebe un ataque a campamentos en Irán donde supuestamente ha estado
entrenando la milicia shiita iraquí estos últimos años.
La historia del
McClatchy dice que Cheney propuso esta idea al gobierno "hace
varias semanas" citando "a dos funcionarios de EE.UU. que
están implicados en la política con Irán". Fuentes oficiales
dicen que Cheney "argumentó a favor de un ataque militar si
aparecen nuevas pruebas firmes del apoyo que reciben de Irán las
fuerzas antinorteamericanas en Irak." Un ejemplo de estas
"nuevas pruebas firmes", según una de las fuentes oficiales
del informe, sería "detener un camión lleno de soldados o de
armas cruzando de Irán a Irak."
La historia también
indica que esos mismos funcionarios dicen que Condoleezza Rice
"está en contra de esta idea" y sugiere que el secretario
de Defensa, Robert M. Gates, está de acuerdo con su postura.
La propuesta de
Cheney para un ataque aéreo contra tres bases en Irán solo puede
tener un objetivo: provocar una represalia iraní que haría posible
desencadenar un ataque aéreo en condiciones contra Irán. La
provocación estratégica sería el camino obvio para evitar los obstáculos
políticos para un ataque no provocado.
Esta no sería la
primera vez que se atribuye una estrategia de provocación al gobierno
de Bush. En febrero del 2007, Hillary Mann, director del Consejo de
Seguridad Nacional para Asuntos de Irán y del Golfo Pérsico hasta
2004, dijo a la CNN que el gobierno de Bush estaba "forzando una
serie de provocaciones contra los iraníes anticipando que Irán al
final tomaría represalias, y eso le daría a los EE.UU. la
posibilidad de lanzar ataques limitados contra Irán, contra objetivos
en Irán que nosotros consideramos importantes."
La revelación de la
propuesta de ataque de Cheney proporciona una nueva perspectiva sobre
una serie de asuntos relacionados con Irak desde principios de junio.
El primer asunto que toma un nuevo significado es el llamamiento público
que hizo Joe Liebeman el 11 de junio para exactamente la misma clase
de ataque contra las supuestas bases de entrenamiento en Irán por las
que Cheney estaba abogando dentro del gobierno.
En el programa de la
cadena CBS Face the Nation, Lieberman dijo: "Creo que tenemos que
estar preparados para realizar una campaña militar agresiva contra
los iraníes para que dejen de matar a norteamericanos en Irak. Y para
mí, eso incluiría atacar al otro lado de la frontera, en Irán,
donde tenemos pruebas de que existe una base en la que están
entrenando a gente que vuelve a Irak a matar a nuestros
soldados."
¿Fue esto una simple
coincidencia? De ninguna manera, dice una fuente en Washington que está
muy familiarizada con Lieberman y el funcionamiento interno de la
clase neoconservadora. "Lieberman no es la clase de hombre que
hace una propuesta como ésta por su cuenta", dice el observador.
"Es muy disciplinado. Es un soldado de a pie, una parte integral
del movimiento neoconservador."
En otras palabras,
Lieberman estaba actuando como una pantalla para la propuesta de
Cheney, debilitando la oposición pública para una posterior
propaganda de guerra.
Más tarde, el 2 de
julio, el nuevo portavoz del mando de EE.UU. en Bagdad, Brig. Gen.
Kevin Bergner, dio una charla a la prensa en perfecta conjunción con
la estrategia de Cheney. Uno de sus temas principales fue sugerir que
Irán participó en la planificación de un ataque de la milicia
shiita en enero en Karbala en la que murieron cinco soldados
norteamericanos. Otro punto importante que expuso Bergner fue que Irán
estaba usando lo que él denominaba "grupos especiales" de
milicias shiitas "radicales"que desestabilizan Irak, en
parte, al entrenarlos en campamentos en Irán.
He desacreditado
estos argumentos aquí y allá. Y en otro análisis de esta semana
muestro que el índice de muertes de tropas de EE.UU. en la lucha con
el Ejército Mahdi está principalmente en función de los objetivos
del ejército de EE.UU. contra esas unidades y de la dirección de las
operaciones militares, no de la política iraní.
Pero parece que la
charla de Bergner ha sido un elemento clave hacia la conspiración
para la guerra, dirigida a conseguir la clase de "pruebas"
que podrían usarse para sacar adelante la propuesta de Cheney dentro
y fuera del gobierno.
Para traducir el
impacto mediático de la charla de Bergner a un apoyo político para
la propuesta de Cheney, el senador Lieberman tenía preparada una nota
de prensa emitida el mismo día de la charla, la cual citaba como
prueba de que Irán estaba entrenando a shiitas en Irán que estaban
matando a soldados de EE.UU. Lieberman utilizó la ocasión para
repetir su llamamiento para un ataque de EE.UU. contra los campamentos
en Irán. Entonces Lieberman presentó una enmienda que decía:
"El asesinato de miembros de las Fuerzas Armadas de EE.UU. por
parte de un gobierno extranjero o sus agentes es un acto de hostilidad
intolerable contra los EE.UU."
Esto sonaba como una
declaración de guerra, aunque se borraron de la enmienda, que se
aprobó por 97 votos a 0, las palabras de apoyo a un ataque militar
contra Irán.
No está claro si
Bush ha autorizado explícitamente a Cheney a que prepare las bases
para su nueva estrategia de provocación. En la primavera, Rice tuvo
éxito al conseguir que Bush aceptara contactos diplomáticos directos
con Irán. Cheney dejó claro en los círculos conservadores de
Washington que le preocupaba que Bush no apoyase la opción militar
contra Irán y que él, Cheney, estaba planeando una "jugada
estratégica" para asegurarse de que esto no ocurra. Pero en una
reunión de políticos sobre Irán en la Casa Blanca en junio, según
un artículo del mes pasado del The Guardian, Bush se puso de parte de
Cheney en una discusión sobre si estas conversaciones diplomáticas
deberían seguir hasta 2009.
Tanto si la
conspiración de Cheney con Lieberman y el mando de EE.UU. es parte de
una "jugada estratégica" como si Bush las sanciona, la
habilidad que tiene Cheney para manipular a Bush supone la
escalofriante posibilidad de que un desventurado presidente cometa la
última metedura de pata con una guerra contra Irán.
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