Pakistán

 

Atentan contra Bhutto en su regreso

BBC News, 18/10/07

Karachi.- Más de100 personas murieron en Karachi cuando dos explosiones estremecieron la caravana de la ex primera ministra de Pakistán, Benazir Bhutto, quien regresaba de un exilio auto impuesto de 8 años. Entre las víctimas se encuentran 20 agentes de policía. Al menos 150 personas resultaron heridas.

Los ataques ocurrieron poco después de la medianoche, cuando la caravana en la que viajaba Bhutto se movía lentamente por las calles de Karachi, en medio de decenas de miles de personas.

La escena alrededor del lugar de los atentados es de devastación, con enormes charcos de sangre en las calles y el ulular de las ambulancias que transporta a muertos y heridos.

Las autoridades paquistaníes hablan de al menos un atacante suicida. Al parecer una de las explosiones ocurrió bastante cerca del autobus en el que se viajaba la ex primera ministra y alcanzó a destruir los vidrios de sus ventanas y a volar una de sus puertas.

El gobierno de Estados Unidos condenó el ataque y dijo que “no se permitirá que los extremistas impidan a los paquistaníes elegir a sus representantes a través de un proceso abierto y democrático”.

Bhutto, que regresó a Pakistán en medio de fuertes medidas de seguridad, fue recibida por multitud de simpatizantes. La seguridad obedece a las amenazas de atentados suicidas por parte de grupos islámicos seguidores del Talibán, según informó un funcionario del ministerio del Interior.

Amnistía

La ex primera ministra paquistaní, que fue destituida de su cargo en dos ocasiones acosada por escándalos de presunta corrupción, volvió a su país luego de pasar ocho años en un exilio auto impuesto.

El gobierno del general Pervez Musharraf le otorgó una amnistía contra los cargos de corrupción que la aguardaban en su país, y se especula sobre un posible acuerdo para compartir el poder. Además, Bhutto desea participar en las elecciones que se llevarán a cabo el próximo mes de enero.

El mandatario paquistaní se halla bajo fuertes presiones de la oposición, que lo han llevado a buscar aliados políticos. De igual forma, los gobiernos de Washington y Londres lo han instado a buscar acuerdos con líderes con credenciales democráticas como Bhutto.

No obstante, la corresponsal de la BBC en Pakistán Bárbara Plett informa que el regreso de la ex mandataria se topa con sentimientos encontrados de los electores. Muchos, señala Plett, quedaron decepcionados con el acuerdo firmado con el gobierno para eliminar las acusaciones de corrupción en su contra.

Unos 20.000 soldados y efectivos policiales fueron desplegados en las calles de la principal ciudad paquistaní. Según un vocero de las fuerzas de seguridad, alrededor del aeropuerto apostaron unos 2.500 efectivos paramilitares.

La preocupación no es menor. Según Javed Iqbal Chema, del ministerio del Interior, extremistas islámicos han lanzado amenazas de asesinato de Bhutto y Musharraf.

Legalidad en suspenso

Hace unos días, Musharraf había pedido a Bhutto que pospusiera su retorno hasta que se completen todos los procedimientos legales pendientes. La Corte Suprema paquistaní está revisando objeciones legales que se han hecho al acuerdo de reconciliación del mandatario con la ex primera ministra.

La máxima instancia judicial paquistaní también está decidiendo si el nuevo período presidencial de Musharraf es válido. La decisión abre la posibilidad de que los magistrados declaren que Musharraf no puede continuar como presidente, y también que Benazir Bhutto vaya a juicio por casos que se remontan a 20 años atrás.


Masacre con 150 muertos inauguró la “democracia contraterrorista” de Bhutto y Musharraf

IAR Noticias, 19/10/07

Un atentado con más de 150 muertos y 500 heridos frustró el “regreso triunfal” de la corrupta ex ministra Benazir Bhutto, una pieza sumisa de Washington, exportada de su exilio como parte de una operación que busca “lavarle la cara” a la desprestigiada dictadura militar pakistaní de Musharraf e instaurar una estrategia de combate al “terrorismo islámico” legitimada por la ONU y la Unión Europea.

El dictador, general “contraterrorista” y presidente paquistaní, Pervez Musharraf, no lo pudo haber expresado mejor: El ataque es una “conspiración contra la democracia”.

El aliado de Washington en la “guerra contra el terrorismo” se refería al atentado perpetrado el jueves en la ciudad paquistaní de Karachi contra la ex primera ministra Benazir Bhutto (también aliada de Washington) que ha causado al menos 150 muertos, cerca de 500 heridos, y se teme que esta cifra aumente, ya que parte mayoritaria de los víctimas están graves, según la información proporcionada a EFE por el gobernador de la región de Sindh.

Los hospitales de Karachi se encuentran desbordados de heridos y los servicios de emergencia “están en alerta”, indicó a la misma agencia el gobernador Ishratul Ebad Khan, que precisó que hay cerca de 500 heridos, varios en estado crítico, aunque en las últimas horas “unas 150 personas con heridas menores han sido dadas de alta”.

La mayoría de las víctimas son seguidores del Partido Popular de Pakistán (PPP), liderado por Bhutto, que celebraban la vuelta de la ex dirigente, aunque también hay al menos una treintena de miembros de las fuerzas de seguridad, según Ebad Khan.

Bhutto, fue primera ministra paquistaní durante dos períodos, y en ambos ejercicios fue destituida de su cargo por corrupción, y volvió a su país luego de pasar ocho años en un exilio “autoimpuesto” donde aprovechó para cultivar sus relaciones con sus aliados (y “admiradores”) de EEUU y la Unión Europea.

Educada en la Universidad de Oxford y en Harvard, con dominio del inglés a la perfección, la ex ministra proviene de una influyente y acaudalada familia de terratenientes de Pakistán, cuyos miembros fueron asesores de uno de los príncipes que gobernaban la región antes de la independencia del subcontinente indio del Reino Unido, en 1947.

Bhutto regresó a Pakistán como producto de un acuerdo político con el general Musharraf, mediante el cual el dictador fue “reelegido” por el Parlamento y la ex ministra corrupta retomará sus funciones por un tercer período, bendecida por Washington y la Unión Europea, los articuladores del pacto que situará a Pakistán en el marco de la “democracia contraterrorista”.

La “democracia contraterrorista”

En agosto pasado, luego de exterminar con su ejército a 300 militantes islámicos en la Mezquita Roja de Islamabad, el dictador de Pakistán, Pervez Musharraf, resolvió ratificar su alineamiento incondicional con la “guerra contraterrorista” de Washington anunciando que eliminaría el extremismo “allí donde exista”.

Pero la oleada de “venganza islámica” generada por la matanza en la mezquita sumió desde entonces a Pakistán en un proceso de “afganización” indetenible que ya ha causado centenares de muertos, la mayor parte soldados del régimen.

En este escenario, Washington decidió restablecer la  “imagen democrática” del país impulsando un farsesco proceso de reelección presidencial del general “contraterrorista” en el Parlamento, trazado mediante un pacto de “gobernabilidad” con la oposición corrupta liderada por la ex primera ministra exiliada, Benazir Bhutto.

La operación busca “lavarle la cara” a la desprestigiada dictadura militar pakistaní e instaurar una estrategia de combate al “terrorismo islámico” legitimada por la ONU y la Unión Europea, socia de EEUU en el nuevo armado de “democracia contraterrorista”.

En la primera semana de octubre, en un Pakistán “afganizado” y marcado por la violencia diaria, la Casa Blanca promovió la reelección de Musharraf, impulsando el nombramiento de un sustituto del general “contraterrorista” al frente del Ejército, arreglando el nuevo exilio del opositor Nawaz Sharif, y pactando un acuerdo con la sinuosa ex ministra y sumisa aliada de Washington y de la UE, Benazir Bhutto, que conferirá a la nueva administración mayor legitimidad internacional para “combatir al terrorismo”.

El pacto entre Musharraf y Bhutto posibilitará al primero ser nombrado nuevamente presidente sin las críticas de las potencias europeas aliadas de EEUU, mientras que a la segunda le permitirá disfrutar del cargo de primera ministra por tercera vez, con las acusaciones de corrupción que pesan sobre ella y su familia archivadas y disimuladas en el nuevo “proceso democrático” que lo cuenta como principal protagonista.

El tercer actor en este arreglo para “lavarle la cara” al gobierno represivo y militarista de Musharraf (y de paso ponerle un control con la primera ministra) es la Unión Europea que impulsó el retorno de Bhutto al poder ante su socio sionista en Washington, confiriéndole status “democrático” pese a su pasado vinculado a la corrupción y al lavado de dinero que la catapultó al exilio.

El pacto de Musharraf (cuyo gobierno se muestra impotente para controlar los ataques y atentados diarios de las organizaciones islámicas) con la oposición liderada por la exiliada ex primera ministra Benazir Bhutto, tiene como finalidad mostrar el comienzo de un “proceso democrático” que legitime a Pakistán dentro de una nueva etapa de la guerra contra el “terrorismo islámico”.

A su vez, el acuerdo de reelección del general en el parlamento, le sirve a Washington para afianzar su control sobre Musharraf (que ya no resulta confiable a la Casa Blanca) e instalar en el país una versión más “democratizada” de represión y persecución de grupos islámicos vinculados a Al Qaeda y  a la red Talibán que actúa contra la OTAN y EEUU en Afganistán.

Tanto la Casa Blanca como la “oposición” demócrata” siempre han acusado al dictador Pervez Musharraf, de tolerar “elementos” en el ejército y los servicios de inteligencia que mantienen vínculos ideológicos y estratégicos con militantes islámicos “extremistas”.

Tanto Musharraf como Bhutto, los socios de la “democracia contraterrorista” exportada por Washington, han sido amenazados de muerte por las organizaciones islámicas que resisten al eje sionista EEUU-Unión Europea.

Presionado por Washington, Musharraf le otorgó a la ex -primer ministra una amnistía contra los cargos de corrupción que la aguardaban en su país, mientras avanzan los acuerdos para compartir el poder, con Bhutto participando en las elecciones que se llevarán a cabo el próximo mes de enero.

No obstante, este reparto del poder impulsado por Washington ya generó críticas dentro de las dos formaciones políticas que apoyan a Musharraf y a Bhutto, lo que anticipa contradicciones y fisuras en el nuevo gobierno lacayo de EEUU.

Más allá de los planes de Washington y de sus socios del sionismo europeo con el naciente “proceso democrático” pakistaní, las corruptas fuerzas políticas que acompañan a Musharraf y a Bhutto, con su afán de protagonismo y de concentración de poder, se convierten en el principal enemigo en la búsqueda de un proceso de coherencia y organicidad en la “guerra contra el terrorismo islámico” que guía la estrategia de Washington.

Después del atentado del jueves contra la caravana de Bhutto, fuentes policiales de Karachi apuntaron a “grupos extremistas vinculados a la red Al Qaeda” como los posibles autores del ataque, que por ahora no ha reivindicado ninguna organización.

Pero el esposo de Bhutto, Asif Alí Zardari, apuntando a Musharraf, dijo en Dubai, en declaraciones recogidas por medios paquistaníes, que “el Gobierno debe ser considerado responsable” por no haber tomado las medidas de seguridad necesarias para evitar el atentado, que consideró “directamente dirigido contra Benazir”.

En declaraciones a la televisión Geo TV desde Dubai, Zardari aseguró tener “pruebas documentales” de que la inteligencia paquistaní estuvo relacionada con el ataque, “dirigido a asesinar a Benazir Bhutto”.

El esposo de la ex primera ministra añadió que, a su juicio, detrás de los atentados no estuvieron grupos extremistas, sino que los responsables fueron extremistas dentro del Gobierno, incluidos algunos ministros.

EEUU y la UE “horrorizados”

Los dos artefactos que estallaron en Karachi al paso del convoy de Bhutto a su regreso al país tras casi nueve años de exilio, detonó una ola de “condenas” de los espónsores de Bhutto y Musharraf en EEUU y la Unión Europea (socios de la ocupación en Irak y Afganistán), para quienes el atentado fue “una conspiración contra la democracia”, como lo aseguró Pervez Musharraf.

Para EEUU, que saludó con beneplácito la vuelta a casa de la ex primera ministra, sus autores buscan “fomentar el miedo y limitar las libertades”: “Estados Unidos apoya al pueblo pakistaní en la erradicación de las amenazas del terrorismo, y en la construcción de una sociedad abierta, democrática y pacífica”, dijo Tom Casey, portavoz del Departamento de Estado de EEUU, al asegurar que “no hay una justificación política para el asesinato de gente inocente”.

El ministro de Exteriores británico, David Miliband, se mostró “horrorizado” y calificó el ataque de “intento de aplastar el derecho de los paquistaníes a expresar su voz democrática” y mostró la voluntad británica de trabajar con “todos aquellos comprometidos con la construcción de un Pakistán pacífico y democrático”.

La presidencia de turno portuguesa de la Unión Europea (UE) también lo condenó enérgicamente y pidió a las autoridades que hagan “todo lo posible” para lograr el buen desarrollo de las próximas elecciones legislativas, previstas para principios de 2008.

La UE recordó que acciones así “ponen en peligro el proceso electoral” e instó a las autoridades del país a “llevar ante la Justicia a los responsables” del mismo.

El ataque, dos explosiones simultáneas de las cuales al menos una fue obra de un terrorista suicida, dejó “conmocionado” al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, que confió en que “todas las fuerzas políticas actuarán unidas para fortalecer la unidad nacional”.

Como se puede apreciar, el atentado selló un comienzo nada prometedor para la naciente ”democracia contraterrorista” consumada por el pacto Musharraf-Bhutto, con la santa bendición de EEUU y la Unión Europea, los invasores de pueblos que se “horrorizan” de todo menos de los crímenes de lesa humanidad que cometen con sus invasiones por todo el planeta.