Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 22/10/07
Washington.– La
línea dura predomina tanto en Washington como en Teherán. Mientras
el vicepresidente estadounidense Dick Cheney amenazó con "graves
consecuencias" a Irán si continuaba con su programa nuclear, el
gobierno iraní designó a un funcionario radical para negociaciones
clave este martes.
"Debido a la
naturaleza de los gobernantes iraníes, las declaraciones del
presidente y los problemas que el régimen está causando en toda la
región (de Medio Oriente), incluyendo su directa responsabilidad en
el asesinato de estadounidenses, nuestro país y toda la comunidad
internacional no pueden quedarse quietos mientras un estado que
patrocina el terrorismo y cumple sus más agresivas ambiciones",
dijo Cheney en un discurso el domingo en el Instituto sobre Políticas
del Cercano Oriente (WINEP, por sus siglas en inglés)
"El régimen
iraní necesita saber que si mantiene el actual curso, la comunidad
internacional está preparada para imponer graves consecuencias",
añadió.
"Estados Unidos
se une a otras naciones para dar un claro mensaje: no vamos a permitir
que Irán tenga un arma atómica", subrayó.
En su discurso de
casi 30 minutos, que constituyó una férrea defensa de la política
del gobierno de George W. Bush en Medio Oriente, Cheney sostuvo que
"la mayor amenaza estratégica que afrontan los chiitas iraquíes
hoy en la consolidación de su legítimo papel en la nueva democracia
de Iraq son las subversivas actividades del régimen iraní".
Además, el
vicepresidente acusó a "Siria y a sus agentes" de apelar al
"soborno y a la intimidación para impedir que la mayoría
democrática en Líbano elija a un presidente verdaderamente
independiente".
"Líbano tiene
derecho a celebrar sus próximas elecciones libre de cualquier
interferencia extranjera", afirmó, y añadió que Washington
"trabajará junto a (la organización) Free Lebanon (Liberen a
Líbano) y a otros amigos y aliados para preservar la independencia
libanesa, que mucho costó conquistar, y para derrotar las fuerzas del
extremismo y del terror que amenazan no sólo a la región, sino a los
países de Estados Unidos (sic) en toda la región".
El discurso de Cheney
llegó en un momento de crecientes tensiones entre Estados Unidos e
Irán. La semana pasada, Bush alertó durante una breve conferencia de
prensa que la adquisición de armas atómicas por parte de Teherán, o
al menos de la experiencia necesaria para fabricar una, podría
derivar en una nueva guerra mundial.
"He dicho que si
están interesados en evitar una Tercera Guerra Mundial, deberían
estar interesados en impedir que (Irán) obtenga el conocimiento
necesario para fabricar armas nucleares", dijo a los periodistas,
aunque la Casa Blanca luego aclaró que el presidente estaba haciendo
meramente un "punto retórico" y aún cree que la crisis con
Teherán debe resolverse en forma diplomática.
Dos días después,
el jefe negociador iraní Ali Larijani renunció y fue reemplazado por
el menos prominente diplomático Saeed Jalili.
Aunque el gobierno
luego aclaró que tanto Larijani como Jalili asistirían a las
conversaciones de este martes en Roma con el jefe de la diplomacia de
la Unión Europea, Javier Solana, el cambio fue interpretado como un
triunfo de la línea dura y antioccidental en el gobierno del
presidente Mahmoud Ahmadinejad contra los elementos más moderados y
pragmáticos.
Aunque carece de
experiencia, "Jalili goza de una estrecha relación con
Ahmadinejad. Por lo tanto, el cambio, si es confirmado, refleja otro
logro del presidente en la política iraní", dijo el analista
Farideh Farhi, experto en Irán de la Universidad de Hawai.
Como Ahmadinejad,
Cheney es visto como el líder de las fuerzas de línea dura en su
respectiva administración, y el mero hecho de que su discurso haya
sido tan beligerante –en especial que haya acusado a Irán de estar
directamente involucrado en la muerte de estadounidenses–– fue una
señal de que los "halcones" –el ala más belicista dentro
del gobierno de Bush—intentan tomar la ofensiva.
Ni la secretaria de
Estado (canciller), Condoleezza Rice, ni el secretario de Defensa,
Robert Gates, han hecho una acusación tan inequívoca como la de
Cheney. De hecho, Gates intentó minimizar esas mismas afirmaciones
cuando fueron hechas por los comandantes militares estadounidenses en
Iraq.
El foro elegido por
Cheney para dar su discurso fue también significativo, así como su
momento y contexto. El WINEP, centro de estudio dominado por los
halcones, fue fundado hace unos 20 años por el director de
investigaciones del influyente grupo de presión [lobby israelí]
Comité Estadounidense–Israelí de Asuntos Públicos (AIPAC, por sus
siglas en inglés).
El AIPAC lideró
esfuerzos para persuadir al Congreso legislativo de que impusiera
nuevas y severas sanciones a Irán, así como a las compañías
extranjeras que hacen negocios con ese país, y más recientemente
para que las Guardas Revolucionarias iraníes fueran declaradas
organización terrorista.
Como el propio Cheney
dijo el domingo, su propio consejero de seguridad nacional, John
Hannah, fue subdirector del AIPAC. Mientras el WINEP no tomó una
posición específica sobre esas propuestas contra Irán, es
considerado el instituto que provee a AIPAC de la información y los
datos que utiliza en sus campañas de presión.