El más antiguo preso palestino
escribe desde la cárcel
Por Said
Al-Atabah (1)
FDLP, 14/08/04
“Como individuos estamos
convencidos de que, a pesar de la situación política imperante, los
prisioneros harán frente a la criminal agresión contra ellos”.
Fui uno de los jóvenes que de
repente abrió sus ojos y presenció la ocupación israelí en 1967 a la
edad de 16 años. Estudiábamos en las escuelas de Nablus Oriental, en
momentos en que comenzaban las acciones organizativas de la resistencia
popular contra la ocupación a través de enfrentamientos con el ejército
israelí, y de los fedayines (combatientes) nacientes
en aquel entonces, parte de los cuales se vinculó a los destacamentos
palestinos que comenzaron a formarse rápida y públicamente en Jordania y
de manera clandestina en la patria como consecuencia y reacción natural a
la agresión de 1967.
La agresión israelí a la aldea Al
Sammu, al Sur de Cisjordania, en el mes octubre de 1966, constituyó uno
de los indicios y premisas de los preparativos de Israel para la más
grande agresión llevada a cabo el cinco de junio de 1967, con la cual
completó la ocupación de Palestina. Una de las consecuencias de la
agresión a dicho poblado fue la incontenible Intifada Popular ocurrida en
noviembre de 1966, en Cisjordania, que en aquel momento formaba parte de
Jordania. Tras largas semanas de Intifada
ocurrió un choque armado con la policía en el que hubo numerosos
heridos y mártires de mi generación, entre ellos Yousef Al-Shahruri,
Mahmoud Jaradnah, Al-Hanbali y otros. Todo ello influyó sobre
generaciones de jóvenes palestinos de las que soy uno de ellos.
Este era el clima que imperaba
cuando me afilié al Frente Democrático para la Liberación de Palestina
(FDLP). Pasé en el exterior varios cursos militares clandestinos
que me permitieron llevar a cabo operaciones con explosivos bajo las
condiciones de guerra y conflicto existentes en los territorios ocupados
en aquel momento; y otras que dejaron como resultado cuantiosas pérdidas
materiales y bajas al enemigo invasor, lo cual continuó hasta mi detención
el 29 de julio de 1977.
La primera cárcel en la que fui
interrogado fue la de Ramallah. Luego de concluido el interrogatorio me
trasladaron a la antigua cárcel de Nablus y estuve en una celda por
espacio de varios días. Más tarde fui trasladado a un calabozo de la
propia prisión donde permanecí durante todo el tiempo de mi detención
hasta que fui condenado a cadena perpetua en el mes de junio de 1978.
El interrogatorio duró tres
semanas en las que emplearon métodos criminales y variados como el
llamado Fantasma (de pie con las manos esposadas a la reja de la celda
casi al nivel de la cabeza durante varios días) y otros como golpear
directamente al prisionero en el piso hasta que se desmaya y despertarlo
echándole agua, ejercer presión sobre sus genitales mientras está
esposado a la reja de la celda, obligar al detenido a tomar agua,
obligarlo a sentarse a la turca o mantenerlo de pie para debilitar el
cuerpo y afectar el cerebro, el sistema nervioso y los músculos, amarrar
las piernas y golpearlas con un grueso palo de madera de forma regular y
continuada hasta que, tras varios golpes, causar punzadas directamente en
la cabeza y el cerebro. También está el de golpear fuerte y rítmicamente
la cabeza por detrás con el puño o con la palma de la mano, de forma
estudiada y de acuerdo con un patrón médico conocido, así como el de
prohibir dormir, comer y beber. A pesar de que el Tribunal Israelí
promulgó nuevas resoluciones que limitan la utilización de esos métodos
de tortura, la inteligencia sionista continúa empleándolos contra los
prisioneros, tanto palestinos como árabes, con el pretexto de una
supuesta medida de seguridad.
Tras ser condenado me trasladaron a
la cárcel “Beer Sheva”, en la que había una situación de huelga
general y estaban prohibidas las visitas. Llevaba muy poco tiempo preso y
estaba asombrado de todo lo que veía, pero dispuesto a participar junto
con mis compañeros en cualquier acción que llevaran a cabo. Permanecí
en esa cárcel un año y
medio, luego fui trasladado en 1980 a la cárcel Askalan. Recuerdo que allí
conocí al mártir Omar Al-Qasim (2), quien disfrutaba de una gran
popularidad entre los detenidos y era considerado un líder.
El encuentro con él influyó mucho en mí y me sentí muy
orgulloso de conocerlo.
La prisión de Askalan pasó por
muchas etapas que constituyeron importantes hitos en su historia, entre
ellas la huelga de hambre en 1970,
en la que murió Abdel Kader Abu Al-Fahm, y la de 1976 que duró 45 días
seguida por otra que duró 20 días. Esas huelgas representaron saltos
cualitativos en la vida de los detenidos, quienes
obtuvieron colchones para dormir, ya que lo hacían en el suelo, y
dejar de hacer trabajos no retribuidos en las instituciones del estado
sionista.
En el año 1980, se inauguró la
prisión de Nafha diseñada
para 800 prisioneros, cuyo objetivo era aislar a los dirigentes de los
detenidos y limitar su influencia. A los dos meses de inaugurada, los
detenidos sorprendieron a la administración con una huelga que duró 34 días.
Con esta huelga obtuvieron logros pero perdieron la vida Ali Ya’afari y
Rasim Halawa, en Nafha; Issac Maragah en Beer Sheva, y Anis Doleh, en
Askalan.
Permanecí en Askalan cuatro años
y medio y luego fui trasladado a Jened. Fui llevado a diferentes prisiones
hasta que Israel decidió, tras el acuerdo de El Cairo, inspirado en el
Acuerdo de Oslo, trasladar a los prisioneros que aún permanecían en las
cárceles (un grupo especial
que cumplía largas condenas) a las prisiones del interior como Askalan,
Nafha, Beer Sheva y otras. Esa decisión confirmó el trato que aún las
autoridades carcelarias le dan a los prisioneros, violando las leyes
internacionales y la Cuarta Convención de Ginebra, ya que el traslado de
prisioneros del territorio ocupado al interior de Israel es algo que prohíbe
la legislación internacional. Generalmente Tel Aviv no respeta la Cuarta
Convención de Ginebra relativa a los prisioneros y al trato que deben
recibir dentro de las cárceles, lo que afecta a los detenidos de forma rápida
y directa por efectos de la coyuntura política actual.
Sin dudas, los recientes sucesos
políticos influyeron directa y negativamente sobre la vida de los
detenidos lo que condujo a un retroceso y a debilitar en gran medida los
logros obtenidos durante años
de lucha y sacrificios. La dirección de prisiones tomó recientemente una
serie de medidas entre ellas:
* Colocar cristales aislantes en el
recinto donde se reciben las visitas lo que impide el mínimo de
comunicación humana permitido.
* Poner multas muy altas a los
detenidos lo que indica que la dirección de prisiones decidió financiar
su presupuesto a costa de los presos.
* Confiscarle a los prisioneros los
materiales de aseo para obligarlos así a comprarlos en las casetas en que
los venden a precios muy altos.
* Agredir físicamente a los
prisioneros, algo que se repite constantemente en los últimos tiempos.
* Prohibir las visitas entre los
pabellones y las celdas.
* Cerrar las bibliotecas que son
consultadas por los prisioneros en las cárceles.
* Disminuir el paseo diario.
* Registros intensos, provocaciones
y humillaciones.
* Prohibir a los prisioneros
recibir objetos de la familia, excepto ropas y con condiciones
extremadamente difíciles.
* Confiscar y romper las maletas de
los prisioneros.
* Llevar a cabo registros
humillantes a las familias cuando van a visitar a sus hijos.
* Colocar chapas metálicas entre
cada división de la cárcel.
Teniendo en cuenta que el contexto
general del movimiento de los prisioneros siempre fue avanzar y acumular
conquistas para lograr mejores condiciones humanas, que consoliden la
lucha de los prisioneros como movimiento y como individuos, estamos
seguros de que, a pesar de la coyuntura política imperante, los
prisioneros enfrentarán este ataque criminal contra ellos y trabajarán
por lograr condiciones nacionales apropiadas para el trabajo en las
prisiones.
Tras 27 años en prisión yo, cuyos
sus días no han terminado, declaro:
Este largo viaje no me ha agotado a
pesar de que el agotamiento es una característica inherente al ser
humano. Seria una presunción de mi parte negarlo. El cansancio es una
cuestión relativa, por eso el hecho de haberme cansado de la cárcel
no significa que me haya cansado de llevar mi causa y mi convicción
por la cual entré a prisión. Aún tengo energías para continuar.
Nosotros, como pueblo, no tenemos muchas opciones. La cuestión es ser o
no ser, o continúas con el mismo espíritu o caes y terminas como hombre
y como causa.
Quien ha vivido la experiencia de
la cárcel, sabe cuan larga y dura es, pero comprende que no se puede
rendir. Hoy, al dar este testimonio y pensar en los 27 años que he pasado
en prisión, veo una imagen completa con dos caras: una situación brutal,
salvaje y sádica representada por el carcelero y otra de firmeza y heroísmo
consagrada por parte del prisionero palestino, quien ha logrado preservar
su existencia como ser humano, salvaguardar su identidad como combatiente
y enfrentar esas condiciones adversas y convertirlas en una verdadera
escuela revolucionaria.
Notas:
(1) Said Al-Atabah (Abu Al-Hakam),
decano de los prisioneros palestinos y árabes.
(2) Destacado líder nacional,
miembro del Comité Central del FDLP, fue arrestado en el año 1968 y
muerto en 1989 después de permanecer durante 21 años en las cárceles
israelíes. Su muerte fue provocada por la falta de atención médica que
Israel intencionalmente le negó. Al Qasim fue considerado decano y
maestro del movimiento de los prisioneros palestinos. Durante su
encarcelamiento dirigió las huelgas y enfrentamientos contra las
autoridades carcelarias sionistas.
|