¿Por qué Sharon no mata
a Arafat?
Agustín Velloso (*)
CSCAweb, 28/10/04
Cuando
se escribió este texto, a la vuelta de un viaje a Palestina durante la
primera semana de Octubre de 2004, no se conocía el estado de salud de
Arafat. Sin embargo es sencillamente natural que un hombre de 74 años
puede caer enfermo y morir. La causa palestina se ha de ver afectada
cuando se produzca la desaparición de Arafat, pero es más que arriesgado
aventurar la dirección que tomarán los acontecimientos.
Lo
que resulta importante mantener presente, independientemente de los
comentarios habituales de la prensa muy centrados sobre la persona y la
figura de Arafat y los que le rodean, Abu Mazen, Ahmed Qureia, Nabil
Sha'at y otros, es que la lucha palestina y el pueblo palestino son lo
realmente importante y no aquellos que se hace aparecer como tales ante la
opinión pública mundial.
Arafat
tiene su lugar prominente en esa lucha, como resistente y como presidente
democráticamente elegido, y su papel ha sido reflejado en multitud de
ocasiones, pero la lucha seguirá porque no sólo es anterior y superior a
él en tanto que movimiento nacional de liberación, sino porque
lamentablemente en sus últimos años Arafat ha sido incapaz de hacerla
avanzar. Queda un largo camino de sufrimiento para que se colmen las
aspiraciones de los palestinos.
La
dirección de esa lucha a partir de ahora está por ver y sólo cabe
esperar que sea la mejor para las aspiraciones palestinas. Hay que desear
que la encabecen líderes de la resistencia contra la ocupación,
prioridad de la población que la sufre, líderes que pongan los intereses
palestinos por delante de los intereses de socios de la paz, europeos,
estadounidenses, árabes e israelíes.
Ésta
y no otra es además la causa de la legalidad internacional y la de los
que desean justicia y en consecuencia paz en Oriente Medio y no solamente
la paz a cualquier precio, que es siempre el de los derechos del pueblo
palestino.
Se
dice que la influencia de Estados Unidos sobre Israel explica que Arafat
siga vivo aunque acorralado en su Muqata. Se olvida que Sharon ha llegado
al generalato, al liderazgo del Likud y a la jefatura del gobierno gracias
a una carrera de más de 50 años matando palestinos.
Una
biografía que incluye el ataque a aldeas indefensas con niños y mujeres
muertos en sus casas mediante granadas arrojadas por las ventanas (Qibya
1953, 69 muertos), la invasión de países vecinos (Líbano 1982, miles de
muertos), la represión sistemática de los Territorios Ocupados con
torturas a miles de prisioneros, empleo de tanques y aviones de combate
contra campos de refugiados, asesinatos de líderes, etc.
No
lo mata porque Arafat se ha convertido en un instrumento de la política
de Sharon. Como se sabe en Palestina desde el tiempo de los romanos, a
este tipo de gente no se les paga, pero tampoco se les mata ya que son útiles.
En la primera semana de octubre de 2004 los soldados israelíes mataron a
más de treinta niños en el campo de refugiados de Yabalia, al norte de
Gaza. ¿Eran los niños más peligrosos para la seguridad de Israel que
Arafat?
Como
miembro de un grupo internacional de educadores fui recibido por Arafat en
la Muqata en esas mismas fechas. Hice una reflexión sobre los más de
diez años de "proceso de" que no han impedido el robo constante
de tierra palestina; otra sobre los miles de miembros de sus fuerzas de
seguridad, quienes son incapaces de impedir el asesinato de niños
palestinos. Terminé con esta pregunta: ¿qué es lo que hay que hacer? Su
respuesta, de media hora, consistió en gemir, es decir, recordar lo malo
que es Sharon, lo mucho que echa de menos a Rabin, a quien mencionó seis
veces, sus encuentros con el Papa y con políticos occidentales, lo poco
que hace el mundo para ayudar a los palestinos, etc.
Arafat
no se ha convertido en un instrumento pro-israelí de la noche a la mañana.
Aparece ante occidente como un líder que no puede hacer más, pero pocos
se acuerdan de que el desastre actual empezó al poco de llegar a Gaza
hace diez años.
El
18 de noviembre de 1994 sus policías dispararon sobre partidarios de Hamás
y Yihad Islámica, que se manifestaban frente a la Mezquita Palestina en
Gaza. Al asesinato de 14 manifestantes -además de 200 heridos- no siguió
una investigación sobre los hechos. ¿Habría que olvidarlo porque eran
contrarios al proceso de paz? No, porque el director de la Comisión de
Derechos Ciudadanos en los año noventa, considerado un moderado, fue
detenido en tres ocasiones por la policía y lo torturaron en prisión.
Sumisión
al ocupante
¿Habría
que apoyar a Arafat a pesar de esto porque las críticas internas sobre la
corrupción y la sumisión al ocupante a cambio de la alfombra roja las
recepciones en Washington eran contraproducentes para el "proceso de
paz"? No, porque cuando en 1998 los maestros se manifestaron pidiendo
aumento de sueldo, la policía los golpeó y amenazó a los cabecillas,
quienes fueron expulsados de la profesión docente mediante la sentencia
de un tribunal obediente a Arafat.
¿Habría
que mirar para otro lado porque es preciso contentar a los sionistas? No,
porque el derecho de los palestinos a luchar contra la ocupación está
por encima de los planes sionistas de anexión territorial y limpieza étnica.
La resistencia es un derecho reconocido por la legislación internacional.
El papel principal de Arafat ha sido colaborar con Israel en el
sometimiento de la resistencia y de paso acabar con la oposición interna.
Miembros de aquella han sido entregados al ocupante, encarcelados,
torturados, perseguidos y asesinados en nombre del "proceso de
paz", la seguridad de Israel y la lucha contra el terrorismo.
La
Intifada no puede triunfar así. Por muy poderoso que sea Israel y su
principal apoyo, Estados Unidos, la resistencia no puede luchar a la vez
contra los ocupantes y los ocupados y triunfar.
Sharon
actúa de forma inteligente: Arafat le es más útil vivo que muerto, así
que sólo mata a los miembros de la resistencia. Su cadáver sería un
poderoso símbolo. Esto sin contar con que el propio Sharon tendría que
asumir directamente el gobierno de los millones de palestinos que viven en
Gaza y Cisjordania.
La
historia enseña que el "proceso de paz" y sus socios no acaban
con la ocupación y el sufrimiento de Palestina. El pueblo que resiste lo
puede conseguir. Lamentablemente Arafat prefiere estar con sus socios en
lugar de con su pueblo.
(*)
Agustín Velloso es profesor de Ciencias de la Educación en la UNED,
Madrid.
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