Carta a Abraham Forman, del lobby pro Israel
La crítica a Israel no es antisemitismo
Por Ralph Nader (candidato a la presidencia de EEUU)
ADL, 21/10/04
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
¿Le preocupa el antisemitismo contra otros semitas? –
¿o aprueba la intolerancia israelí hacia los palestinos?
¿Apoya la dominación militar israelí sobre el pueblo
palestino?
Washington, DC: El candidato presidencial Ralph Nader,
continuó hoy su diálogo con Abraham Foxman, director nacional de la Liga
Contra la Difamación [Uno de los principales miembros del lobby
pro-Israel en EE.UU.] El diálogo , que comenzó este verano cuando Forman
criticó a Nader por cuestionar el enfoque militarista del gobierno Sharon
y el apoyo del gobierno, como si fueran títeres de Israel, se ha
concentrado en si la crítica a Israel equivale a antisemitismo.
Nader está a favor de una solución de dos estados y
cree que Estados Unidos necesita destacar el amplio y profundo movimiento
por la paz en Israel y sus homólogos entre palestinos y los
estadounidenses de fe judía. En su carta, Nadar apremia a Forman para que
se reúna con esas personas para que Forman “pueda jugar un rol en el
esfuerzo histórico por establecer una paz amplia y profunda entre los dos
pueblos semíticos”.
12 de octubre de 2004
Mr.
Abraham H. Foxman
National
Director
Anti-Defamation
League
823
United Nations Plaza
New
York, NY 10017
Estimado Mr. Foxman:
Usted comenzó su última carta con la frase: “No nos
empeñamos en un diálogo sobre los temas que usted presentó en su
carta”. Ése es precisamente el punto, ¿no es así, Mr. Forman? Durante
muchos años usted se ha abstenido de iniciar un diálogo con los que en
Israel y en Estados Unidos están en desacuerdo con sus puntos de vista.
Durante años su modo de actuar ha sido formular acusaciones de racismo o
insinuaciones de racismo orientadas a calumniar y evadir. Debido a que su
manera de hacer acusaciones semejantes, cuidadosamente calibradas según
la ocasión, pero con la misma intención de estigmatizar, ha servido para
impedir una libertad de palabra crítica, usted se ha descuidado en sus
caracterizaciones cuando tienen que ver con intentos de responsabilizarlo
por lo que dice. Desde luego, grupos de ciudadanos hacen permanentemente
acusaciones de algún tipo, pero sus críticos y adversarios corporativos
las consideran y las refutan, lo que hace que ambos lados pongan más
cuidado con la exactitud, especialmente cuando buscan la cobertura mediática.
Pocos grupos obtienen el viaje gratis que logra la ADL cuando se aventura
más allá de su misión histórica, hacia el encubrimiento del régimen
militarista israelí y su abuso y asesinato de muchos más palestinos
ocupados, que la cantidad de israelíes inocentes matados por la parte
contraria.
Su insensibilidad en este caso es múltiple. Usted no
llega a comprender que su consciente negativa de reflejar las condenas a
la acción militar y el abuso contra civiles, por parte de la gran
organización israelí de derechos humanos B’Tselem y de las principales
organizaciones internacionales de derechos humanos, contribuye a la
intolerancia estereotipada contra los árabes palestinos y al violento
Gulag que los encarcela en Cisjordania y Gaza. El suyo es peor que el
“crimen del silencio” tan merecidamente condenado en otros períodos
de la historia moderna cuando reinaban déspotas. Usted se esforzó por
silenciar o aislar a otros que presentaban los mismos aspectos que B’Tselem
y Rabinos por la Justicia y otros grupos por la paz estadounidenses e
israelíes, como ser la iniciativa Tikkun del rabino Lerner.
Usted es muy capaz de deformar las palabras de los que
quiere atacar para poder desplegar las mismas injurias semánticas. Mis
comentarios se relacionaban con el gobierno israelí – con la quinta
maquinaria militar más poderosa del mundo y la segunda más moderna –
que a través de su primer ministro tiene el rol del titiritero en su
relación con sus títeres en la Casa Blanca y el Congreso. Usted deformó
el comentario como si dijera que “los judíos controlan el gobierno de
EEUU”.
Debiera darle vergüenza. Usted sabe más que eso. Si
usted no ve la diferencia entre las dos descripciones, usted mismo va por
un camino racista. Por cierto, usted está perfectamente dispuesto a
justificar toda violencia contra cada vez más miles de inocentes niños,
mujeres y hombres palestinos diciendo que sucedieron por desgracia o por
motivos de seguridad, siendo que esas víctimas son los resultados
directos o previsibles de operaciones militares planificadas.
Su negativa a condenar el lenguaje, las caricaturas, los
artículos y las declaraciones intolerantes en Israel, que provienen hasta
de los niveles más altos del gobierno, podría ser calificada de
insensibilidad ante el “otro antisemitismo”. Tanto judíos como árabes
pertenecen a las antiguas tribus semíticas de Medio Oriente – genealógica
o metafóricamente. Existe, como sabe perfectamente, antisemitismo contra
judíos en muchos sitios del mundo. Existe, como usted siempre ignora,
antisemitismo agresivo contra árabes indefensos en muchos sitios del
mundo y en Israel, cuyo poder y armas nucleares podrían destruir todo
Medio Oriente en un fin de semana.
Considere, por ejemplo, uno de muchos, muchísimos
episodios de impacto similar tomado de una publicación de Jules Rabin,
“An Israeli Refusnik Visits Vermont, The Man Who Didn’t Walk By,”
[Un refusnik israelí visita Vermont, el hombre que no pasó de largo] 3
de agosto de 2004:
El hombre que “no pasó de largo” es Yonatan Shapira,
hasta hace poco piloto de un helicóptero Blackhawk y capitán en la
Fuerza Aérea de Israel. Encontré a Yonatan hace unos pocos días cuando
vino a hablar en mi ciudad, Montpelier, Vermont, sobre un momento crucial
en su vida.
Yonatan ama su país; es compositor, y maneja máquinas
extraordinarias. Fue dado de baja de la fuerza aérea de Israel en 2003
porque se negó a participar en ataques aéreos en áreas de los
Territorios Ocupados de Palestina donde existen grandes concentraciones de
civiles que podrían ser “daño colateral”. Desde el punto de vista de
Yonatan, esos ataques son ilegales e inmorales por la casi-inevitabilidad
de que se mate a civiles inocentes. En apoyo a su posición, Yonatan cita
la autoridad del propio código de conducta ética del ejército de
Israel, y el hecho de que, (según un recuento reciente), 2.289 palestinos
han sido matados por el ejército israelí en la actual Intimada; menos de
un cuarto de ellos (550) portaban armas o eran combatientes.
Al mismo tiempo, Yonatan se ha declarado perfectamente
dispuesto a combatir en la defensa de Israel propiamente tal.
Yonatan fue impulsado a su negativa de obedecer órdenes
por dos eventos, entre otros:
Uno fue la acción de otro piloto israelí que disparó
una bomba de 1 tonelada desde su caza F-16, tal como se lo ordenaron,
contra una casa en Al-Deredg, donde estaba un presunto terrorista
palestino. Jonatan identifica Al-Deredg como uno de los distritos más
poblados de Gaza y, por cierto, del mundo. Además del palestino que
constituía el objetivo, 13 personas del lugar murieron en el ataque: 2
hombres, 2 mujeres y 9 niños, uno de los cuales tenía 2 años. 160
personas más fueron heridas en la explosión. Una bomba de 1 tonelada,
calcula Yonatan, tiene aproximadamente 100 veces el poder explosivo del
tipo de cinturones letales llevados por los atacantes suicidas palestinos.
En proporción a la población de EE.UU. y a las víctimas fatales del
desastre del 11-S, que ahora es un icono y una medida clásica de
devastación terrorista, las víctimas fatales de ese solo ataque contra
la ínfima población de Gaza (población 1.200.000) fue superior en un
10% a los muertos del propio 11-S de EE.UU.
La bomba de Al-Deredg tampoco estuvo sola en su impacto
en la vida civil. Yonatan ha citado las víctimas resultantes de otros 7
asesinatos selectivos realizados en Palestina por el ejército israelí,
en las que, junto con otras 7 víctimas seleccionadas, se mató a 44
transeúntes. Considerando la población total de Palestina, de 3.500.000
y la de EE.UU. con 290 millones, las muertes de esos 44 transeúntes
representarían, en proporción con la población de EE.UU., las víctimas
de un 11-S más un tercio.
Como voluntario en Selah, un grupo que ayuda a las víctimas
del terror palestino, Yonatan conoce de primera mano los terribles efectos
de los múltiples ataques a la escala del 11-S que Israel mismo ha vivido,
a manos de terroristas palestinos. Sin embargo – o en consecuencia –
se horrorizó ante la acción de su colega piloto en Al-Deredg. Consideró
que los medios utilizados en el ataque, una bomba de una tonelada, y su
objetivo, el asesinato de un hombre, eran salvajemente desproporcionados
por los efectivos colaterales predecibles del ataque, y una violación de
las reglas de combate que aprenden todos los soldados israelíes. Esas
reglas, tal como Yonatan las ha comprendido, incluyen la obligación de
rechazar órdenes que son evidentemente ilegales e inmorales.
El otro caso mencionado por Yonatan, que lo llevó a
convertirse en un refusnik [soldados que se niegan a obedecer órdenes en
el ejército israelí], provino de un inquietante intercambio que tuvo con
el comandante de la Fuerza Aérea Israelí, el general Dan Halutz, sobre
su negativa a servir en una misión en los Territorios Ocupados. En las
palabras de Yonatan:
En la discusión de mi licenciamiento, le pregunté al
general Halutz si permitiría que se dispararan misiles desde un helicóptero
Apache contra un coche que transportara hombres buscados, si circulaba por
las calles de Tel Aviv, a sabiendas de que esa acción afectaría a
civiles inocentes que transitaban por el lugar en ese momento. Su
respuesta fue una lista de valores relativos de personas, tal como él las
ve, desde la persona judía que es superior, llegando a la sangre de un árabe
que es inferior. Así de simple. Así de simple.
Yonatan está convencido de que acciones como las de su
compañero piloto y actitudes como las de su general en comando destruyen
a Israel desde adentro, sea cual sea su efecto sobre Palestina.
Superficialmente, Yonatan corresponde al estereotipo de
un oficial militar de carrera, estilo fuerza aérea. Es alto y ágil, se
viste con elegancia y lleva su pelo cortado corto.
En otros aspectos difiere del estereotipo militar. Su
actitud no tiene nada del águila. Es sencillo, casi humilde en su llamado
a la razón y a la comprensión de su interlocutor. Escucha y habla con el
respeto innato y la atención pronunciada de un estudioso que realiza una
investigación, o de un navegador que estudia un mapa.
Por su talla internacional, si usted no condena conducta
semejante como antisemitismo contra los árabes, usted no restringe la
idea del actual gobierno israelí de que puede realizar impunemente tales
operaciones, con un pase libre contra la condena moral de parte de un
hombre tan acostumbrado a las condenas morales.
Adjunto una copia de la carta que le envié el 5 de
agosto de 2004 en la que lo insté una vez más a que la considerara. Además,
¿aplicaría usted las mismas palabras en su carta previa sobre mi
caracterización de la relación entre titiriteros y títeres a los
escritos de Tom Friedman, el rabino Michael Lerner y otros estadounidenses
e israelíes de fe judía? ¿Si no, por qué no? ¿Existe en ello un
prejuicio apenas oculto o tendría que utilizar otra de sus escapadas semánticas
– presentándolos como judíos “que se odian a sí mismos”?.
En conclusión, Abraham Foxman tiene un problema. Sufre
de deformación temporal y es incapaz de ajustarse a la nueva época de
dominación militar total de Israel sobre el pueblo palestino.
Una mayoría del pueblo israelí y palestino cree en una
solución de dos estados – un estado palestino independiente y viable y
un Israel seguro. Es el camino para solucionar el conflicto y vivir en paz
en futuras generaciones. La ADL debería trabajar hacia este objetivo y no
tratar de reprimir el discurso realista sobre el tema con epítetos e
insinuaciones. Como declaró en Chicago en junio pasado el antiguo primer
ministro israelí Ehud Barak, Israel tiene que comenzar a retirarse de los
territorios ocupados y no esperar a que exista la Autoridad Palestina
apropiada. La abrumadora preponderancia de la fuerza militar permite que
esto suceda.
Si usted no se ha reunido frecuentemente con el amplio y
profundo movimiento por la paz israelí, tal vez convendría que
modificara su rutina para que pueda jugar un papel en el esfuerzo histórico
por establecer una paz amplia y profunda entre los dos pueblos semitas.
Los intercambios deberían ser registrados en vídeo y ser ampliamente
distribuidos para impulsar la causa de la paz y para que se vea a Abraham
Foxman en un diálogo sin su línea acostumbrada de evadir los problemas.
Sinceramente,
Ralph Nader
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